Soberanía alimentaria, tarea pendiente

 

Pablo Moctezuma Barragán - 16 Oct 2021 a las 7:00 pm
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No puede existir la soberanía política sin soberanía económica. Y lo básico para ésta es la soberanía energética de, que mueve toda la economía y la vida cotidiana. Y desde luego, también la soberanía alimentaria que permite a la población contar con su sustento. Ambas se fueron perdiendo en las décadas neoliberales, en las que se colocó en manos de las corporaciones –y de las potencias capitalistas que las respaldan– el interés público, las necesidades básicas de la gente.

Es  importante el rescate de la soberanía energética que propone el presidente López Obrador con la Reforma Eléctrica, así como el rescate  del litio para la nación, la construcción de Dos Bocas y el fortalecimiento de las seis refinerías. La política energética es prioritaria para la soberanía económica. Las corporaciones extranjeras que hacen el gran negocio se oponen y cabildean entre los congresistas para impedir que sus privilegios se vean afectados, así como sus grandes ganancias. El mejor y trágico ejemplo lo vemos hoy en España, donde en los últimos 10 días se han registrado hasta 5 récords históricos, en los altísimos cobros de electricidad, el último de casi 300 euros el megavatio/hora (MWh), 500 por ciento más que hace sólo 3 años. Las familias sufren, todo a causa de la privatización en beneficio de empresas como Iberdrola que aquí en México lucha con todo contra la  ley eléctrica.

Por otro lado, la soberanía alimentaria también es estratégica. Esto es claro. la primera soberanía es organizarnos en nuestra propia tierra para producir nuestra propia comida. Contar con alimentación segura y agua son de primera necesidad para el ser humano. Desgraciadamente, esta tarea urgente sigue pendiente hoy en México donde 27 millones de personas sufren hambre. Nos vemos obligados a depender de fuera para comer ya que tenemos que importar la mitad de los alimentos que consumimos.

La situación se ha recrudecido, importamos hasta nuestro maíz de Estados Unidos. El monto de las compras de maíz blanco y amarillo al extranjero se disparó 63 por ciento durante el primer trimestre de 2021 en comparación con el mismo periodo del año pasado, de acuerdo con datos del Banco de México y la Secretaría de Economía. No está bien. No debemos depender del vecino para comer, menos si este vecino es abusivo. Al grado de que ya nos quitó más de la mitad del territorio nacional; lo que hoy son los estados de California, Arizona, Nuevo México, Texas, Nevada, Utah y parte de Colorado, Oklahoma, Wyoming y Kansas. Además de habernos invadido 20 veces.

México fue autosuficiente en alimentos hasta los setentas, pero luego de aplicar las recetas del  Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio nuestra economía pasó a ser cada vez mas dependiente. Hoy, desgraciadamente, México está retrocediendo y compra cada vez un mayor volumen  y más caros sus alimentos. Importamos 18 millones de toneladas de maíz en 2020, pues ha decaído su producción. No sólo bajó la producción de maíz, también la de trigo, sorgo, soya, frijol y arroz.

Este año entre enero y julio México ya ha gastado en el extranjero, 4 mil 300 millones de dólares en la compra de granos. Estados Unidos en primer lugar. Es la cantidad más alta desde que hay registro y representa 90 por ciento de los 4 mil 800 millones de dólares que se gastaron en 2020.

Las corporaciones abusan del hambre y hacen negocio. Los mercados especulan y acaparan. Suben los precios de maíz, trigo, arroz, café, soya, frijol a niveles no vistos en años. Aumentan precios de pollo, carne de res, de puerco y la leche. Hay productores como los de café que están en una situación insostenible. Además, acaparan el agua.

Las corporaciones usan nuestros recursos y trabajo para que produzcamos lo que requiere la economía y la población de Estados Unidos, sin tomar en cuenta las prioridades nacionales. Quieren que nos aboquemos a producir cerveza, aguacate, tomate, tequila, mezcal, pimientos, que es lo que ellos demandan. Quieren que nos dediquemos a mandarles frutas y hortalizas, alcachofas, apio, pepinos, berenjena, aceitunas, cebollas, papaya, espinacas, calabacitas, y fresas. Y en cambio que dependamos de ellos en alimentos básicos. Este es un plan diseñado durante décadas para usar nuestro territorio en satisfacer las necesidades del mercado estadunidense y tenernos sujetos y en plena dependencia alimentaria. Sin contar con que es suicida depender de un país que está en crisis, en decadencia acelerada, que agudiza sus rasgos agresivos y que se prepara para la guerra, un país que ha escalado tensiones con China y Rusia y quiere involucrar activamente a México a su lucha por la hegemonía mundial.

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¿Pero que necesidad? Llegó la hora de la soberanía alimentaria, México tiene 198 millones de hectáreas, y solo se siembren 19 millones, teniendo por lo menos 30 millones de hectáreas de tierras de cultivo, y pero solo se rieguen 6.5 millones Además millones de jornaleros en lugar de trabajar la tierra aquí, se ven obligados a migrar. ¿Por qué tienen que trabajar y producir en Estados Unidos y no aquí en su tierra?

México puede y debe producir sus propios alimentos. Así lo hizo antes, desde 1850 a 1976. Recibíamos las divisas no del petróleo ni de los migrantes sino de exportaciones agrícolas. Pero con las recetas neoliberales impusieron un modelo para que dependiéramos de Estados Unidos, y nos convirtieron en el segundo importador de alimentos de ese vecino.

Uno de los problemas más graves del campo es la sequía que agrava la situación alimentaria en el país y agudiza gravemente el déficit de la producción nacional de granos provocando escalada de precios y favoreciendo la especulación. Sequías acompañadas de inundaciones, todo esto es producto de las políticas desastrosas en cuanto al manejo del agua. Ahora quieren echarle todas sus culpas al “cambio climático” para eludir sus responsabilidades. Hay necesidad urgente de cambiar de modelo hídrico, democratizarlo para que el agua esté disponible para todos los productores agrícolas.

Es imprescindible invertir en soberanía alimentaria, el gobierno federal necesita recursos para un audaz programa agropecuario. Pueden producir más Jalisco, Veracruz, Oaxaca, Chihuahua y Sinaloa que concentran el mayor volumen agrícola pero también aumentar la producción en todos los estados, determinar que cada municipio tenga desarrollo agropecuario, hace falta investigación y desarrollo científico y tecnológico, inversiones y el apoyo integral al productor.

La defensa de la Soberanía Alimentaria y la defensa del ambiente y la salud de la población debe ir acompañada por el combate a transgénicos, plaguicidas, pesticidas; implementar la rotación de cultivos y el uso de fertilizantes orgánicos, además de combatir las plagas con medios naturales.

También México puede ser autosuficiente en pesca y acuicultura. Hoy importa 100 mil toneladas de pescado congelado, y la construcción naval ha caído. Siendo que hasta 1973 construía y exportaba buques. Es fundamental que el Estado apoye la producción de semillas, precios de garantía, apoyo técnico agropecuario semillas mejoradas no transgénicas, fertilizantes orgánicos, eliminar intermediarios y facilitar el transporte y comercialización de los productos de los campesinos. que promueva mercados alternativos de productos frescos y de temporadas, Incorporar una estrategia especial de sobre precio de garantía, para compras de maíces nativos, en regiones para un plan de abasto regional alimentario, acompañado con la educación de los consumidores y los proveedores. Desarrollar la agricultura sustentable estudiando la vocación agrícola de regiones y microrregiones, fomentar productores de autoconsumo y economía familiar. Ocupar la tierra ociosa, rescatarla y sanearlas e implementar gran variedad de cultivos según clima y orografía. Desarrollar la agricultura urbana y familiar y que todos cuenten con agua.

¿Y con qué? Habrá recursos suficientes si se suspende el pago del servicio de la deuda de 791 mil millones de pesos para el año entrante, si se impone un impuesto a las grandes fortunas y se implementa una reforma fiscal progresiva. Haciendo lo cual contaríamos para el año que entra con 1 billón y medio de pesos para las grandes urgencias, una de ellas conquistar soberanía alimentaria. Y resolver desde luego el problema del agua. La LXV legislatura debe aprobar por fin la Nueva Ley General de Aguas, lo que debió hacerse por mandato constitucional hace 9 años pero Peña Nieto la congeló 6 años y la anterior LXIV legislatura extrañamente dejó sin aprobar. Comer y beber es lo primero. No lo olvidemos.

Hay que invertir para garantizar el derecho al agua. Realizar un gran programa nacional de cosecha de agua de lluvia, infiltración, para la recarga de mantos acuíferos, producir y aplicar cementos y pavimentación permeable, lagos artificiales, tratamiento de aguas, construir terrazas, presas incluyendo las de gaviones para que las corrientes se escalonen, invertir en un cambio de modelo socio. hídrico, pozos de absorción, y potabilizar el agua para consumo humano.

Para evitar inundaciones invertir en trabajadores para la reforestación de zona altas, evitar urbanización, en zona media defender el suelo agrícola, ordenamientos ecológicos contra urbanización en zonas de riesgo, alinear planes federales, estatales y municipales. Infraestructura de drenaje de aguas. Sin abasto de agua suficiente para enfrentar la sequía y sin evitar inundaciones que arrasan a los cultivos no podrá existir soberanía alimentaria.

Por último, tenemos que apostar por una alimentación nutritiva que mantenga sana a la población. Combatir con fuerza la comida chatarra que tanto daño hace a la salud. Hay que tener a disposición alimentos, pero sanos, frescos, de la región. En cada lugar y según sus características la tierra produce alimentos con nutrientes adecuados a la población local. Debemos consumir local, el alimentarse con productos con conservadores, congelados, enlatados, viejos y de lugares muy lejanos es totalmente insanos. Esa es otra de las razones por las cuales no conviene importar los alimentos de otros países, sino producirlos en la localidad, la región o el país con soberanía.

 

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