El presidente que no sabe gobernar o la magia del cisne negro en una tarde fría de invierno…
Felipe de Jesús Calderón Hinojosa consiguió (o mejor dicho asaltó) el poder literalmente por la puerta trasera. A diferencia de su antecesor “el salvaje de Guanajuato” quien en el año 2000 ganó la elección presidencial con altos índices de popularidad y aceptación, CaldeRON llegó en el 2006 a la presidencia de la República absolutamente disminuido y sin ningún capital político que sustentara su mandato. Por ello pensó que una acción escandalosa podría legitimar su falso triunfo, y sólo a una mente perversa y enferma como la suya, se le pudo ocurrir una guerra (contra el crimen organizado) que a la fecha reporta la cifra de más de 30 mil muertos.
No obstante, la crisis generada por esta guerra absurda, es sólo una parte de la verdadera problemática que vive el país. Existen otros temas igual de importantes que el gobierno de Calderón ha ignorado sistemáticamente y que sin duda alguna, lo coloca como un presidente que, definitivamente, no sabe gobernar. En otras palabras, el gobierno de Calderón es una analogía de la improbabilidad existencial que un día un cisne negro cometa el acto mágico de su presencia, paseándose en un lago durante una tarde fría de invierno… veamos porqué.
Guardería ABC, la indiferencia al dolor
La negligencia en todos los niveles provocó una tragedia que difícilmente los mexicanos vamos a olvidar. Si lo queremos ver en forma lineal sucede que el 5 de junio de 2009 un incendio dentro de una guardería en el Estado de Sonora tuvo como consecuencia la muerte de 49 niños inocentes e indefensos y otro tanto de pequeños lesionados. Lo que a simple vista parecía una tragedia producto de un accidente, conforme se fue investigando, salió a la luz pública la irregularidades y corrupción en el otorgamiento de los permisos que el IMSS otorgaba a particulares. Las condiciones de seguridad y su respectiva supervisión, estaba amparada en tratos obscuros de corrupción en todos los niveles de la institución.
Sin embargo, pese al dolor de los padres que perdieron a sus hijos en esa triste tragedia, el gobierno federal no brindó la justicia necesaria. Prohijó a quienes otorgaron los permisos de operación y a los dueños cómplices que sólo se beneficiaban de la partida gubernamental operando guarderías en funestas condiciones de seguridad. La justicia prácticamente se le imploró a Felipe Calderón, pero fue tanta su soberbia, que ni siquiera asistió al estado de Sonora a dar el pésame a los padres; mientras 49 niños inocentes murieron aquel 5 de junio, unos calcinados y otros intoxicados, el supuesto mandatario se entretenía en su guerra estúpida contra el crimen organizado.
Ante la desesperación y hambre de justicia, los padres tuvieron que venir a la ciudad de México a tocar puertas, tanto en la residencia oficial y en las cámaras legislativas, teniendo por respuesta un azotón de las respectivas puertas en sus narices. A la fecha, ni los dueños de la guardería ABC, ni el entonces director del IMSS, ahora secretario protegido, Juan Molinar Horcasitas han tenido un castigo ejemplar por su manejo negligente y soberbio de la muerte de 49 infantes.
El jefe Diego, solo sin su presidente…
Aunque se corrió el rumor que Diego Fernández de Ceballos había sido liberado del secuestro; lo cierto es que este rapto tuvo mayor simbolismo político en la vida nacional. El prominente abogado panista, fue secuestrado la noche del 14 de mayo del año en curso y sucedió en los medios de masas y en el poder judicial no que nunca se esperó, la paralización total. A petición de la familia, la empresa Televisa, la más importante (en cuando a poder de penetración que tienen en los hogares mexicanos allende las fronteras) del conglomerado mediático, decidió con excusa editorial abandonar el tema en tanto no se tuviera información que diera cuenta de la realidad de la circunstancias, a su vez la autoridad encargada de llevar a cabo las investigaciones pertinentes, se retrajo al llamado de los secuestradores de no intervenir. Felipe Calderón fue testigo de este secuestro desde la barrera del discurso, nunca pronunciando una sola instrucción para dar con el paradero del otrora candidato presidencial y sí para pedirle fortaleza donde quiera que se encontrará.
Este desatino de Calderón es uno más de la larga lista de pifias. Pues la percepción (y realidad) ciudadana dejó muy claro, que si eso le podía pasar a un político de altos vuelos, en qué estado de indefensión se encontraba el ciudadano común. El panismo se cimbró desde lo más profundo, porque el máximo correligionario político, no fue capaz de echar andar el aparato de inteligencia y seguridad nacional para rescatar de las garras de la delincuencia a un panista de cepa.
El catarrito que se convirtió en pulmonía…
Cuando en todo el mundo se avizoraba una catástrofe económica a nivel mundial, el flamante y obeso doctor Agustín Carstens (entonces secretario de Hacienda de Felipe Calderón), tuvo la mala fortuna declarar que en México esa debacle económica apenas produciría un “catarrito” en nuestro sistema financiero. Sin embargo, la falta de una dirección y política económica del actual sexenio, hizo que el país no sólo enfermara de una simple constipación, sino que la enfermedad prácticamente hizo añicos al sistema financiero y económico de México, dejando nuevamente a cientos de personas sin empleo y una economía debilitada que a la fecha no logra la recuperación. En los años de Calderón, nuestro índice de crecimiento no reporta mejoría y el terrible clima de inseguridad (ya) cotidiano, hacen que las inversiones sean mínimas y sin capacidad de volcar la situación financiera a cifras optimistas o dignas de una economía como la nuestra.
Cada sexenio tiene un rasgo sustantivo que lo caracteriza. Por ejemplo, el sexenio de Miguel de la Madrid fue considerado como el sexenio gris, ante la prácticamente nula acción que tuvo este mandatario con respecto a la crisis que vivió México luego del terremoto de 1985. El sexenio de Vicente Fox, seguramente llevará el nombre de la frivolidad y la estulticia. El de Felipe Calderón, indudablemente será identificado con el derramamiento de sangre, la soberbia, la mentecatez, la inconmensurable corrupción, pero sobre todo, por la ignorancia y falta de capacidad para saber gobernar.
Extinción de la Compañía Luz y Fuerza del Centro
La noche del sábado 10 de octubre de 2009, Felipe Calderón firmó un decreto presidencial por el cual desaparecía (literalmente) de golpe y porrazo a la Compañía del Luz y Fuerza del Centro, dejando en la calle sin empleo a 45 mil empleados y desprotegidas igual número de familias, con el argumento que la empresa ya no era viable financieramente para la economía del gobierno federal, ya que operaba con números rojos como consecuencia de los excesos y abusos de sindicato de trabajadores. El gobierno de Calderón dio a conocer a la opinión pública los excesos y lujos de los dirigentes sindicalistas, y se apoyó en el descontento del usuario de las cotidianas arbitrariedades de los trabajadores de dicha empresa, para establecer un clima adverso, sin embargo, nunca se preciso que la empresa no era manejada por los sindicalistas, sino por un administrador nombrado por el propio presidente. Este y sólo este funcionario era el responsable de la desastrosa administración al conceder sin reparo los desmedidos beneficios a los trabajadores, que si bien abusaban en sus prestaciones, al final los encargados de poner freno a la situación eran otros, los directivos.
Sin embargo, tiempo después lo que se observó fue que el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) era un estorbo para los planes de licitación de los hilos de fibra óptica obscura, que se lograron vender sin problemas desde la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Más tarde, algunos de los trabajadores fueron liquidados fuera de la ley (porque lo mismo es pervertir la ley liquidando con cifras menores a lo establecido que con cifras mayores) y otros más (los menos) continúan en resistencia. Los usuarios del servicio en la zona centro del país, un día amanecieron con una relación mercantil con la CFE que jamás pactaron, pero que sin embargo, el decreto de extinción de Calderón los obligaba a aceptar este contrato. De buenas a primeras, la CFE incrementó las tarifas del servicio eléctrico y mandó las facturas con datos erróneos y cobros exageradamente excesivos. A la fecha, la también llamada empresa de clase mundial no representa ningún tipo de mejoría en la calidad de servicio y se ha convertido en la empresa con mayor número de reclamos ante las instancias correspondientes. En resumen, Calderón no tuvo la mira suficiente para resolver políticamente un problema de administración gubernamental, y desato un problema doble, por un lado debilitó la fuerza de los contratos colectivos de trabajo, ya que esta decisión abrió la puerta para que más empresas se deshagan de la misma forma de sus contratos colectivos de sus trabajadores; y por otro lado, envió a la economía informal a miles de trabajadores y a sus familias, sin que esto represente un factor de desarrollo para México.
La Funesta Política Migratoria
En materia de política migratoria, Felipe Calderón está totalmente perdido. En lo que va de sus cuatro años de gobierno, no se ha definido el rumbo de lo que se quiere hacer con la cantidad de migrantes mexicanos y centroamericanos que día a día cruzan nuestras fronteras (sur y norte). Como es sabido, la falta de oportunidades del país de origen obligan a que los ciudadanos vean en un país como Estados Unidos, una esperanza e ilusión de salir adelante. La migración es un fenómeno mundial que algunos países han sorteado con cierto nivel de éxito, mientras que en México ha sido un rotundo fracaso. Los migrantes, dejan a sus familias y hogares porque aquí no hay forma de crecer, y tal pareciera que la política es justamente lanzarlos a la aventura del sueño americano. Cada año, el sistema de gobierno, ve en los migrantes no a personas, sino cifras económicas que aliviarán la lozanía de la finanzas internas. Por ello, se entiende que la política migratoria consiste en que no hay política migratoria.
Mientras tanto, el fenómeno de la migración se acrecienta peor aún, cuando observamos que el crimen organizado se ha convertido en la aduana que decide quién entra y quién sale del país. Si no hay oportunidades de desarrollo en el país y las bandas criminales deciden quien sale, lo que se está fabricando es un bomba de tiempo que tarde o temprano estallará con consecuencias incalculables. A su vez, la poblaciones que son funcionalmente económicas por el envío de recursos de los Estados Unidos, han visto mermado su crecimiento y desarrollo y también, esto ha obligado a que se incremente la economía informal que no ayuda nada al sistema de gobierno.
Sistema Integral Educativo
Sin duda, la solución a muchos de nuestros males es la eficaz, eficiente e integral educación. Pero el gobierno de Felipe Calderón no ha movido un solo milímetro las canonjías insultantes y retrogradas del sindicato de Maestros liderado por Elba Esther Gordillo. Esta líder sindical mantiene secuestrada la educación de nuestro país y no hay secretario de educación o presidente de la República que pueda quitarle poder. Así, quien está absolutamente aniquilado es el sistema educativo, ya que no permite la actualización y constante entrenamiento profesional de los maestros normalistas impactando en las aulas de clase.
En los estados de la República, los profesores no cuenta con recursos suficientes para ir a la par de las escuela del centro del país. Los casos de pobreza hacen que los menores de edad no tengan acceso a medios tecnológicos, programas de estudio actualizados y profesores altamente capacitados. Las clases suelen ser multinivel que obliga a que el profesor imparta lo mínimo necesario de los planes de estudio. Al final, permanece la idea de para qué estudiar si tarde o temprano la pobreza obligará al pequeño estudiante a quedarse en el campo o a migrar hacia los Estados Unidos. Mientras tanto en el centro, las escuelas dependen de los recursos que su líder sindical regional pueda obtener producto de sus oficios, por tanto, los maestros tienen que sujetarse (o mejor dicho someterse) a los designios de la cúpula sindical sobre todo en materia política, pasando por alto el nivel y calidad de educación que tengan los estudiantes.
Calderón conoce a fondo la problemática educativa de México, pero no tiene la capacidad intelectual, ni el poder de gobierno para hacer con el sindicato de maestros lo mismo que hizo con el sindicato de electricistas, la conveniencia y la complicidad le diluyen cualquier tipo de intención de cambio. Sin embargo, el problema no termina aquí, no sólo en los niveles básicos e intermedios se tiene una problemática educativa. También en el nivel superior existen grandes rezagos. Cada año, el presupuesto enviado por la presidencia de la República, la instituciones de educación superior se ven mermadas en la asignación de sus recursos, el CONACYT y sus respectivos centros de investigación son víctimas de las decisiones de un ignorante gobierno que por alguna extraña razón no apuntala el desarrollo científico y tecnológico.
Lamentablemente, este es un factor más del atraso que tenemos frente a otras naciones que destinan un mayor porcentaje del producto interno bruto al desarrollo de ciencia y tecnología. La producción de recursos humanos (licenciados, maestros y doctores) es mucho menor a la necesidades imperantes del país.
Los coscorrones de Calderón, el caso Gutiérrez Vivó
Lo que observamos a través de los medios de masas, dicen que es un asunto de percepción que no necesariamente retrata fielmente a la sociedad. Pero lo cierto es que la contundencia de un Estado fallido, donde impera la ley del más fuerte y no del mandatario en funciones, es un muestra fehaciente del desmoronamiento de una sociedad mexicana que, como coloquialmente se diría, ya no siente los fuerte sino lo tupido.
Cuando Felipe Calderón se encontraba en campaña buscando la presidencia de la República, asistió en más de una ocasión a las instalaciones de la empresa INFORED, cuyo presidente y director general era el periodista José Gutiérrez Vivó; en esta empresa se producía el noticiario radiofónico más influyente y creíble del país: MONITOR. La visitas de Calderón fueron evidentemente para dar a conocer al amplio público de aquel servicio informativo, su plan de gobierno, pero también para conocer en lo inmediato el conflicto (hasta la fecha irresoluble) que en aquel entonces tenía al borde de colapso a la empresa de Gutiérrez Vivó.
En una ocasión Calderón pidió a Gutiérrez Vivó revisar el expediente del conflicto en cuestión, para entonces se sabía que la mano de Vicente Fox, pero sobre todo de su ambiciosa esposa Marta Sahagún, estaba detrás del ataque publicitario a MONITOR; de hecho, desde que Andrés Manuel López Obrador se había destapado como candidato a la presidencia en la emisión matutina, el gobierno del salvaje e ignorante de Guanajuato hizo todo lo posible por aniquilar a Gutiérrez Vivó. Por ello, como abogado que es, Calderón revisó en aquélla mañana, en mangas de camisa y con un puñado de lápices nuevos, el amplio expediente del conflicto que sostenía INFORED con Grupo Radio Centro. Luego de un par de horas sumergido en el laberítinco expediente, Calderón se acercó a Gutiérrez Vivó quien para el momento platicaba con Josefina Vázquez Mota en las instalaciones de INFORED, y su veredicto fue contundente: Radio Centro tiene que pagar.
Entonces, Gutiérrez Vivó confió en la palabra de Calderón y pensó que la pesadilla foxiana-sahagunesca pronto terminaría. Pero lo cierto es que una vez asaltada la presidencia de la República, Calderón dio la espalda al periodista José Gutiérrez Vivó y no sólo ignoró la situación financiera endeble y letal de INFORED, sino que acrecentó el bloqueo de publicidad gubernamental a MONITOR para asfixiarlo rápidamente. Por más que se pidió su intervención para obligar a Radio Centro a cumplir con el mandato legal, Calderón, al viejo estilo priísta, mandó a su jefe de comunicación social Maximiliano Cortázar con el mensaje de que MONITOR sería salvado en la medida de que se portaran bien, desde luego en clara referencia al “supuesto” apoyo que tuvo Gutiérrez Vivó hacia López Obrador. A la vuelta del tiempo, el auxilio nunca llegó; porque Felipe Calderón evidentemente sabía que aniquilando al periodista más influyente del país, acallaría uno de las principales foros de información, análisis y debate, y al no tener una crítica libre, podría actuar impunemente como a la fecha lo ha venido haciendo.
En su supuesta apertura democrática, Calderón no sólo ha demostrado que no le interesa la opinión de los ciudadanos, sino además, no le interesa que existan periodistas y medios críticos de su gestión. Por ello, desde su autoritarismo e ignorancia, permitió que la empresa Radio Centro actuara al margen de la ley, dejando fuera del aire al noticiario radiofónico más importante con que contaba México.
Autoritarismo y PROCESO
Felipe Calderón es un hombre enfermo, incongruente, hipócrita, mentiroso y autoritario. Llama al diálogo, pero no escucha; pide apoyo a la sociedad, pero la deja a merced del crimen; sostiene que la lucha es de todos, pero sólo él la comprende; se le exigen cambios, pero acusa de traidores a quienes piden cambios; sus cifras con las primeras en todo, pero somos los mismos o peores de siempre; dice que no protege a ningún cartel, pero sólo un grupo criminal no es lastimado; dice que sólo con trabajo creceremos, pero no es capaz de generar empleos; dice ser una demócrata y en tres ocasiones ha impuesto al líder de su partido político; dice permitir la libertad de expresión en los medios de comunicación masiva, pero los agrede cuando recibe críticas a su mal gobierno.
Recientemente, el semanario PROCESO dio a conocer un encuentro de Calderón con un capo del narcotráfico en una reunión social del senador panista de apellido Anaya; en aquél acto de las más selecta esfera de la socialité, ambos (mandatario y narcotraficante) se ofrecieron favores mutuos. A Calderón no le agrado la información dada a conocer por el semanario y con la rabia a cuestas, uso los instrumentos del Estado en su favor; de la pronta casualidad un testigo protegido acusó al periodista Ricardo Ravelo de ser un extorsionador y con ello acusaba periféricamente a la revista. La declaratoria del testigo protegido, “casualmente” llego al noticiero estelar de la empresa TELEVISA y pronto se acribilló a quienes no se portaron bien faltándole el respeto al poder presidencial.
Desde luego, este fue un acto evidente de la furia y autoritarismo de Calderón quien recientemente aceptó que no midió correctamente las implicaciones de su guerra emprendida hace cuatro años. Sin embargo, tampoco propone una redirección en la estrategia, sino que por el contario, al no poder dañar las estructuras del narcotráfico y el crimen organizado, su mira la ha vuelto hacia los medios de comunicación masiva que lo critican y/o exponen su ineptitud. Como si con acallar a los medios críticos, desapareciera el problema.
Definitivamente Felipe Calderón no sabe gobernar. El país se le ha escapado del control (si es que alguna vez lo tuvo), la seguridad está en las manos de los propios criminales y delincuentes, comenzando por su temible secretario Genaro García Luna, quien es sospechoso (hasta del gobierno de Estados Unidos) de sus nexos con el crimen organizado; en cualquier lugar con el mínimo de pudor, congruencia y pericia política ya lo hubiera corrido por sospechoso e ineficiente. Pero en México, eso no sucede. En México quienes caminan fuera de la ley son protegidos, los inversionistas de la bolsa de valores pueden hacer transacciones multimillonarias y no pagar un sólo centavo de impuestos. Los delincuentes de cuello blanco, pueden asaltar el sistema bancario y luego ser rescatados con impunidad total. La secretaria de Hacienda es capaz de diseñar la plataforma tecnológica más sofisticada para tener cautivos a los contribuyentes de siempre, pero no es capaz de crear mecanismos para integrar a los comerciantes y empresarios informales. Felipe Calderón no define políticas públicas que verdaderamente apoyen el Estado de Bienestar Social. La educación, la cultura, el turismo junto con el rescate del patrimonio, son temas que bien podría abordar en estos últimos dos años de su cretino gobierno y no desperdiciar más recursos en una guerra que difícilmente podrá ganar.
Haré un revisión exhaustiva de los gobiernos anteriores de México, pero por lo pronto no se me viene a la mente el nombre de un presidente de la República que no haya sabido gobernar como lo ha sido torpemente, desde diciembre de 2004 Felipe Calderón.
Fuente
No obstante, la crisis generada por esta guerra absurda, es sólo una parte de la verdadera problemática que vive el país. Existen otros temas igual de importantes que el gobierno de Calderón ha ignorado sistemáticamente y que sin duda alguna, lo coloca como un presidente que, definitivamente, no sabe gobernar. En otras palabras, el gobierno de Calderón es una analogía de la improbabilidad existencial que un día un cisne negro cometa el acto mágico de su presencia, paseándose en un lago durante una tarde fría de invierno… veamos porqué.
Guardería ABC, la indiferencia al dolor
La negligencia en todos los niveles provocó una tragedia que difícilmente los mexicanos vamos a olvidar. Si lo queremos ver en forma lineal sucede que el 5 de junio de 2009 un incendio dentro de una guardería en el Estado de Sonora tuvo como consecuencia la muerte de 49 niños inocentes e indefensos y otro tanto de pequeños lesionados. Lo que a simple vista parecía una tragedia producto de un accidente, conforme se fue investigando, salió a la luz pública la irregularidades y corrupción en el otorgamiento de los permisos que el IMSS otorgaba a particulares. Las condiciones de seguridad y su respectiva supervisión, estaba amparada en tratos obscuros de corrupción en todos los niveles de la institución.
Sin embargo, pese al dolor de los padres que perdieron a sus hijos en esa triste tragedia, el gobierno federal no brindó la justicia necesaria. Prohijó a quienes otorgaron los permisos de operación y a los dueños cómplices que sólo se beneficiaban de la partida gubernamental operando guarderías en funestas condiciones de seguridad. La justicia prácticamente se le imploró a Felipe Calderón, pero fue tanta su soberbia, que ni siquiera asistió al estado de Sonora a dar el pésame a los padres; mientras 49 niños inocentes murieron aquel 5 de junio, unos calcinados y otros intoxicados, el supuesto mandatario se entretenía en su guerra estúpida contra el crimen organizado.
Ante la desesperación y hambre de justicia, los padres tuvieron que venir a la ciudad de México a tocar puertas, tanto en la residencia oficial y en las cámaras legislativas, teniendo por respuesta un azotón de las respectivas puertas en sus narices. A la fecha, ni los dueños de la guardería ABC, ni el entonces director del IMSS, ahora secretario protegido, Juan Molinar Horcasitas han tenido un castigo ejemplar por su manejo negligente y soberbio de la muerte de 49 infantes.
El jefe Diego, solo sin su presidente…
Aunque se corrió el rumor que Diego Fernández de Ceballos había sido liberado del secuestro; lo cierto es que este rapto tuvo mayor simbolismo político en la vida nacional. El prominente abogado panista, fue secuestrado la noche del 14 de mayo del año en curso y sucedió en los medios de masas y en el poder judicial no que nunca se esperó, la paralización total. A petición de la familia, la empresa Televisa, la más importante (en cuando a poder de penetración que tienen en los hogares mexicanos allende las fronteras) del conglomerado mediático, decidió con excusa editorial abandonar el tema en tanto no se tuviera información que diera cuenta de la realidad de la circunstancias, a su vez la autoridad encargada de llevar a cabo las investigaciones pertinentes, se retrajo al llamado de los secuestradores de no intervenir. Felipe Calderón fue testigo de este secuestro desde la barrera del discurso, nunca pronunciando una sola instrucción para dar con el paradero del otrora candidato presidencial y sí para pedirle fortaleza donde quiera que se encontrará.
Este desatino de Calderón es uno más de la larga lista de pifias. Pues la percepción (y realidad) ciudadana dejó muy claro, que si eso le podía pasar a un político de altos vuelos, en qué estado de indefensión se encontraba el ciudadano común. El panismo se cimbró desde lo más profundo, porque el máximo correligionario político, no fue capaz de echar andar el aparato de inteligencia y seguridad nacional para rescatar de las garras de la delincuencia a un panista de cepa.
El catarrito que se convirtió en pulmonía…
Cuando en todo el mundo se avizoraba una catástrofe económica a nivel mundial, el flamante y obeso doctor Agustín Carstens (entonces secretario de Hacienda de Felipe Calderón), tuvo la mala fortuna declarar que en México esa debacle económica apenas produciría un “catarrito” en nuestro sistema financiero. Sin embargo, la falta de una dirección y política económica del actual sexenio, hizo que el país no sólo enfermara de una simple constipación, sino que la enfermedad prácticamente hizo añicos al sistema financiero y económico de México, dejando nuevamente a cientos de personas sin empleo y una economía debilitada que a la fecha no logra la recuperación. En los años de Calderón, nuestro índice de crecimiento no reporta mejoría y el terrible clima de inseguridad (ya) cotidiano, hacen que las inversiones sean mínimas y sin capacidad de volcar la situación financiera a cifras optimistas o dignas de una economía como la nuestra.
Cada sexenio tiene un rasgo sustantivo que lo caracteriza. Por ejemplo, el sexenio de Miguel de la Madrid fue considerado como el sexenio gris, ante la prácticamente nula acción que tuvo este mandatario con respecto a la crisis que vivió México luego del terremoto de 1985. El sexenio de Vicente Fox, seguramente llevará el nombre de la frivolidad y la estulticia. El de Felipe Calderón, indudablemente será identificado con el derramamiento de sangre, la soberbia, la mentecatez, la inconmensurable corrupción, pero sobre todo, por la ignorancia y falta de capacidad para saber gobernar.
Extinción de la Compañía Luz y Fuerza del Centro
La noche del sábado 10 de octubre de 2009, Felipe Calderón firmó un decreto presidencial por el cual desaparecía (literalmente) de golpe y porrazo a la Compañía del Luz y Fuerza del Centro, dejando en la calle sin empleo a 45 mil empleados y desprotegidas igual número de familias, con el argumento que la empresa ya no era viable financieramente para la economía del gobierno federal, ya que operaba con números rojos como consecuencia de los excesos y abusos de sindicato de trabajadores. El gobierno de Calderón dio a conocer a la opinión pública los excesos y lujos de los dirigentes sindicalistas, y se apoyó en el descontento del usuario de las cotidianas arbitrariedades de los trabajadores de dicha empresa, para establecer un clima adverso, sin embargo, nunca se preciso que la empresa no era manejada por los sindicalistas, sino por un administrador nombrado por el propio presidente. Este y sólo este funcionario era el responsable de la desastrosa administración al conceder sin reparo los desmedidos beneficios a los trabajadores, que si bien abusaban en sus prestaciones, al final los encargados de poner freno a la situación eran otros, los directivos.
Sin embargo, tiempo después lo que se observó fue que el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) era un estorbo para los planes de licitación de los hilos de fibra óptica obscura, que se lograron vender sin problemas desde la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Más tarde, algunos de los trabajadores fueron liquidados fuera de la ley (porque lo mismo es pervertir la ley liquidando con cifras menores a lo establecido que con cifras mayores) y otros más (los menos) continúan en resistencia. Los usuarios del servicio en la zona centro del país, un día amanecieron con una relación mercantil con la CFE que jamás pactaron, pero que sin embargo, el decreto de extinción de Calderón los obligaba a aceptar este contrato. De buenas a primeras, la CFE incrementó las tarifas del servicio eléctrico y mandó las facturas con datos erróneos y cobros exageradamente excesivos. A la fecha, la también llamada empresa de clase mundial no representa ningún tipo de mejoría en la calidad de servicio y se ha convertido en la empresa con mayor número de reclamos ante las instancias correspondientes. En resumen, Calderón no tuvo la mira suficiente para resolver políticamente un problema de administración gubernamental, y desato un problema doble, por un lado debilitó la fuerza de los contratos colectivos de trabajo, ya que esta decisión abrió la puerta para que más empresas se deshagan de la misma forma de sus contratos colectivos de sus trabajadores; y por otro lado, envió a la economía informal a miles de trabajadores y a sus familias, sin que esto represente un factor de desarrollo para México.
La Funesta Política Migratoria
En materia de política migratoria, Felipe Calderón está totalmente perdido. En lo que va de sus cuatro años de gobierno, no se ha definido el rumbo de lo que se quiere hacer con la cantidad de migrantes mexicanos y centroamericanos que día a día cruzan nuestras fronteras (sur y norte). Como es sabido, la falta de oportunidades del país de origen obligan a que los ciudadanos vean en un país como Estados Unidos, una esperanza e ilusión de salir adelante. La migración es un fenómeno mundial que algunos países han sorteado con cierto nivel de éxito, mientras que en México ha sido un rotundo fracaso. Los migrantes, dejan a sus familias y hogares porque aquí no hay forma de crecer, y tal pareciera que la política es justamente lanzarlos a la aventura del sueño americano. Cada año, el sistema de gobierno, ve en los migrantes no a personas, sino cifras económicas que aliviarán la lozanía de la finanzas internas. Por ello, se entiende que la política migratoria consiste en que no hay política migratoria.
Mientras tanto, el fenómeno de la migración se acrecienta peor aún, cuando observamos que el crimen organizado se ha convertido en la aduana que decide quién entra y quién sale del país. Si no hay oportunidades de desarrollo en el país y las bandas criminales deciden quien sale, lo que se está fabricando es un bomba de tiempo que tarde o temprano estallará con consecuencias incalculables. A su vez, la poblaciones que son funcionalmente económicas por el envío de recursos de los Estados Unidos, han visto mermado su crecimiento y desarrollo y también, esto ha obligado a que se incremente la economía informal que no ayuda nada al sistema de gobierno.
Sistema Integral Educativo
Sin duda, la solución a muchos de nuestros males es la eficaz, eficiente e integral educación. Pero el gobierno de Felipe Calderón no ha movido un solo milímetro las canonjías insultantes y retrogradas del sindicato de Maestros liderado por Elba Esther Gordillo. Esta líder sindical mantiene secuestrada la educación de nuestro país y no hay secretario de educación o presidente de la República que pueda quitarle poder. Así, quien está absolutamente aniquilado es el sistema educativo, ya que no permite la actualización y constante entrenamiento profesional de los maestros normalistas impactando en las aulas de clase.
En los estados de la República, los profesores no cuenta con recursos suficientes para ir a la par de las escuela del centro del país. Los casos de pobreza hacen que los menores de edad no tengan acceso a medios tecnológicos, programas de estudio actualizados y profesores altamente capacitados. Las clases suelen ser multinivel que obliga a que el profesor imparta lo mínimo necesario de los planes de estudio. Al final, permanece la idea de para qué estudiar si tarde o temprano la pobreza obligará al pequeño estudiante a quedarse en el campo o a migrar hacia los Estados Unidos. Mientras tanto en el centro, las escuelas dependen de los recursos que su líder sindical regional pueda obtener producto de sus oficios, por tanto, los maestros tienen que sujetarse (o mejor dicho someterse) a los designios de la cúpula sindical sobre todo en materia política, pasando por alto el nivel y calidad de educación que tengan los estudiantes.
Calderón conoce a fondo la problemática educativa de México, pero no tiene la capacidad intelectual, ni el poder de gobierno para hacer con el sindicato de maestros lo mismo que hizo con el sindicato de electricistas, la conveniencia y la complicidad le diluyen cualquier tipo de intención de cambio. Sin embargo, el problema no termina aquí, no sólo en los niveles básicos e intermedios se tiene una problemática educativa. También en el nivel superior existen grandes rezagos. Cada año, el presupuesto enviado por la presidencia de la República, la instituciones de educación superior se ven mermadas en la asignación de sus recursos, el CONACYT y sus respectivos centros de investigación son víctimas de las decisiones de un ignorante gobierno que por alguna extraña razón no apuntala el desarrollo científico y tecnológico.
Lamentablemente, este es un factor más del atraso que tenemos frente a otras naciones que destinan un mayor porcentaje del producto interno bruto al desarrollo de ciencia y tecnología. La producción de recursos humanos (licenciados, maestros y doctores) es mucho menor a la necesidades imperantes del país.
Los coscorrones de Calderón, el caso Gutiérrez Vivó
Lo que observamos a través de los medios de masas, dicen que es un asunto de percepción que no necesariamente retrata fielmente a la sociedad. Pero lo cierto es que la contundencia de un Estado fallido, donde impera la ley del más fuerte y no del mandatario en funciones, es un muestra fehaciente del desmoronamiento de una sociedad mexicana que, como coloquialmente se diría, ya no siente los fuerte sino lo tupido.
Cuando Felipe Calderón se encontraba en campaña buscando la presidencia de la República, asistió en más de una ocasión a las instalaciones de la empresa INFORED, cuyo presidente y director general era el periodista José Gutiérrez Vivó; en esta empresa se producía el noticiario radiofónico más influyente y creíble del país: MONITOR. La visitas de Calderón fueron evidentemente para dar a conocer al amplio público de aquel servicio informativo, su plan de gobierno, pero también para conocer en lo inmediato el conflicto (hasta la fecha irresoluble) que en aquel entonces tenía al borde de colapso a la empresa de Gutiérrez Vivó.
En una ocasión Calderón pidió a Gutiérrez Vivó revisar el expediente del conflicto en cuestión, para entonces se sabía que la mano de Vicente Fox, pero sobre todo de su ambiciosa esposa Marta Sahagún, estaba detrás del ataque publicitario a MONITOR; de hecho, desde que Andrés Manuel López Obrador se había destapado como candidato a la presidencia en la emisión matutina, el gobierno del salvaje e ignorante de Guanajuato hizo todo lo posible por aniquilar a Gutiérrez Vivó. Por ello, como abogado que es, Calderón revisó en aquélla mañana, en mangas de camisa y con un puñado de lápices nuevos, el amplio expediente del conflicto que sostenía INFORED con Grupo Radio Centro. Luego de un par de horas sumergido en el laberítinco expediente, Calderón se acercó a Gutiérrez Vivó quien para el momento platicaba con Josefina Vázquez Mota en las instalaciones de INFORED, y su veredicto fue contundente: Radio Centro tiene que pagar.
Entonces, Gutiérrez Vivó confió en la palabra de Calderón y pensó que la pesadilla foxiana-sahagunesca pronto terminaría. Pero lo cierto es que una vez asaltada la presidencia de la República, Calderón dio la espalda al periodista José Gutiérrez Vivó y no sólo ignoró la situación financiera endeble y letal de INFORED, sino que acrecentó el bloqueo de publicidad gubernamental a MONITOR para asfixiarlo rápidamente. Por más que se pidió su intervención para obligar a Radio Centro a cumplir con el mandato legal, Calderón, al viejo estilo priísta, mandó a su jefe de comunicación social Maximiliano Cortázar con el mensaje de que MONITOR sería salvado en la medida de que se portaran bien, desde luego en clara referencia al “supuesto” apoyo que tuvo Gutiérrez Vivó hacia López Obrador. A la vuelta del tiempo, el auxilio nunca llegó; porque Felipe Calderón evidentemente sabía que aniquilando al periodista más influyente del país, acallaría uno de las principales foros de información, análisis y debate, y al no tener una crítica libre, podría actuar impunemente como a la fecha lo ha venido haciendo.
En su supuesta apertura democrática, Calderón no sólo ha demostrado que no le interesa la opinión de los ciudadanos, sino además, no le interesa que existan periodistas y medios críticos de su gestión. Por ello, desde su autoritarismo e ignorancia, permitió que la empresa Radio Centro actuara al margen de la ley, dejando fuera del aire al noticiario radiofónico más importante con que contaba México.
Autoritarismo y PROCESO
Felipe Calderón es un hombre enfermo, incongruente, hipócrita, mentiroso y autoritario. Llama al diálogo, pero no escucha; pide apoyo a la sociedad, pero la deja a merced del crimen; sostiene que la lucha es de todos, pero sólo él la comprende; se le exigen cambios, pero acusa de traidores a quienes piden cambios; sus cifras con las primeras en todo, pero somos los mismos o peores de siempre; dice que no protege a ningún cartel, pero sólo un grupo criminal no es lastimado; dice que sólo con trabajo creceremos, pero no es capaz de generar empleos; dice ser una demócrata y en tres ocasiones ha impuesto al líder de su partido político; dice permitir la libertad de expresión en los medios de comunicación masiva, pero los agrede cuando recibe críticas a su mal gobierno.
Recientemente, el semanario PROCESO dio a conocer un encuentro de Calderón con un capo del narcotráfico en una reunión social del senador panista de apellido Anaya; en aquél acto de las más selecta esfera de la socialité, ambos (mandatario y narcotraficante) se ofrecieron favores mutuos. A Calderón no le agrado la información dada a conocer por el semanario y con la rabia a cuestas, uso los instrumentos del Estado en su favor; de la pronta casualidad un testigo protegido acusó al periodista Ricardo Ravelo de ser un extorsionador y con ello acusaba periféricamente a la revista. La declaratoria del testigo protegido, “casualmente” llego al noticiero estelar de la empresa TELEVISA y pronto se acribilló a quienes no se portaron bien faltándole el respeto al poder presidencial.
Desde luego, este fue un acto evidente de la furia y autoritarismo de Calderón quien recientemente aceptó que no midió correctamente las implicaciones de su guerra emprendida hace cuatro años. Sin embargo, tampoco propone una redirección en la estrategia, sino que por el contario, al no poder dañar las estructuras del narcotráfico y el crimen organizado, su mira la ha vuelto hacia los medios de comunicación masiva que lo critican y/o exponen su ineptitud. Como si con acallar a los medios críticos, desapareciera el problema.
Definitivamente Felipe Calderón no sabe gobernar. El país se le ha escapado del control (si es que alguna vez lo tuvo), la seguridad está en las manos de los propios criminales y delincuentes, comenzando por su temible secretario Genaro García Luna, quien es sospechoso (hasta del gobierno de Estados Unidos) de sus nexos con el crimen organizado; en cualquier lugar con el mínimo de pudor, congruencia y pericia política ya lo hubiera corrido por sospechoso e ineficiente. Pero en México, eso no sucede. En México quienes caminan fuera de la ley son protegidos, los inversionistas de la bolsa de valores pueden hacer transacciones multimillonarias y no pagar un sólo centavo de impuestos. Los delincuentes de cuello blanco, pueden asaltar el sistema bancario y luego ser rescatados con impunidad total. La secretaria de Hacienda es capaz de diseñar la plataforma tecnológica más sofisticada para tener cautivos a los contribuyentes de siempre, pero no es capaz de crear mecanismos para integrar a los comerciantes y empresarios informales. Felipe Calderón no define políticas públicas que verdaderamente apoyen el Estado de Bienestar Social. La educación, la cultura, el turismo junto con el rescate del patrimonio, son temas que bien podría abordar en estos últimos dos años de su cretino gobierno y no desperdiciar más recursos en una guerra que difícilmente podrá ganar.
Haré un revisión exhaustiva de los gobiernos anteriores de México, pero por lo pronto no se me viene a la mente el nombre de un presidente de la República que no haya sabido gobernar como lo ha sido torpemente, desde diciembre de 2004 Felipe Calderón.
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