El Beso de la Mujer Araña

Polimnia Romana
@polimniaromana
2011-06-14

Las opiniones en torno a la Maestra Elba Esther Gordillo han cambiado mucho en los últimos meses. Nadie duda de su tétrico currículo, tampoco existe el mexicano que ignore cómo hizo para llegar a tan prestigiado lugar y a acumular tantos millones en sus cuentas de banco.

Lo terrible del asunto es que, sabiendo todo esto, los medios de comunicación no tengan empacho en presentar a la Maestra como un personaje más de la política en México. Al hablar de los sindicatos se llenan el buche descalificando y juzgando a los “charros” y “revoltosos”. A los compañeros del SME les dedican horas enteras intentando desprestigiar su auténtica lucha en contra de la Secretaria del Trabajo y del Gobierno Federal.

Sin embargo a Elba Esther no la tratan como a una Líder Sindical más. No, ella ocupa las primeras filas, incluso mejores lugares que muchos integrantes del gabinete de Felipe Calderón. Es recibida como reina en eventos oficiales y no tardan en ofrecerle su mano y cachete cuando aparece por la puerta.
Parte plaza pues.

Tanto beso y lambisconería no son gratis. La comadre de Salinas recibe besos a cambio de votos, fraudes y espaldarazos. El dinero va y viene. En algunas ocasiones es ella quien recibe millones sólo por anunciar a cualquier pelele como “presidente de la educación”. Poder y dinero la hacen una mujer tan desagradable por fuera como por dentro.

La dignidad es una carga muy pesada que algunos deciden no llevar a cuestas. Para otros es una piedra preciosa que cuidan a pesar de las tentaciones. Es verdad que todos tenemos un precio. Unos se sienten satisfechos al recibir abrazos y palabras de aliento a cambio del trabajo de toda una vida. Otros son más simples, prefieren el dinero.

La Maestra Elba Esther Gordillo tocó las puertas de la oficina de Andrés Manuel López Obrador en el año 2006, bajo el brazo llevaba billetes y relaciones de casillas, representantes y mapaches. Todo estaba listo. Bastaba una palabra de Andrés Manuel y el triunfo garantizado sería suyo meses antes de la elección. El “haiga sido como haiga sido” sería parte de su discurso y sus ojos no podrían ver directamente a los de sus hijos. No fue así. López Obrador vale más que eso. Su trabajo es más caro y se lo pagan en abonos, latido por latido, municipio por municipio millones de corazones.

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