Ser mexicano en los tiempos de la indignación

13-junio-2011

Jorge Luis Morton,
estudiante del 7° trimestre de Sociología,
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco

¿Qué significa ser un mexicano en un territorio gobernado por la duda, el temor y por la armas de fuego acompañadas por una fuerte desigualdad social disfrazada de progreso?

El cambio de identidad en una nación puede significar la diferencia entre un avance y desarrollo social, o simplemente seguir en el mismo camino de oscuridad en que hemos estado avanzando.

Los caminos para responder esta pregunta son muchos, pero recordando a Aristóteles, lo mejor sería comenzar por la familia. La familia mexicana, como muchas en el mundo, ha sufrido un proceso de transformación debido a las enormes demandas del mercado global, que no deja de anexar cuanta fuerza de trabajo puede y disminuir significativamente los salarios de las mayorías.

La pobreza y la precarización del trabajo ha orillado a que mujeres y niños trabajen. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo realizada en 2007 dice que con una población de infantil de 29.2 millones de niños de entre 5 y 17 años, 3.6 de estos trabajan activamente en nuestro país, poco más del diez por ciento.

Así pues, el núcleo de las relaciones sociales esta desordenado y encima tenemos nuevas figuras formadoras: los medios de comunicación, sobre todo la televisión.

En palabras del joven cineasta mexicano Arturo Durán, por ejemplo las películas del santo “Eran algo representativo que tenía ideales. Por ejemplo el santo, que luchaba contra los malos. Y explotó un género surrealista y kitsch que sólo se hacía en México. Igual con la época de oro en el cine se crearon géneros que solo en México se hacían”.

Es difícil englobar toda la relación de cambios y políticas que ocurrieron en los años siguientes a la época dorada del cine mexicano, pero actualmente, en un ambiente familiar donde los hijos cada vez conviven menos con sus padres, la industria cultural forma un papel importante en la formación de la identidad del mexicano, aunque no de la manera que a muchos nos gustaría.

Para Raúl García, artista gráfico y asistente de investigación de la Universidad Autónoma Metropolitana, el papel de los medios mexicanos en la formación de identidad se ha vuelto negativa, y hasta escalofriante “nos administran placebos y enervantes en cantidades estúpidas y nos los bebemos hasta el hartazgo con singular alegría”

Con respecto al cine, las producciones americanas, penetran tanto las salas cine, como las de casa. A falta de una identidad nacional coherente, Hollywood (y toda la maquinaria cultural americana) se presenta como un tanque de oxigeno para la nuevas generaciones. “Algunos jóvenes adaptan la moda de sus cantantes favoritos como 50 cent o Puff Daddy… ellos visten con tenis, pantalones aguados, cadenas gigantes, aretes, y anillos de oro” comentan Domínguez González, J y Vázquez Barragán en sus tesis de la Universidad de las Américas Puebla, sobre la Asimilación de identidad.

Este tipo de formas de vestir e incluso de hacer música, asimilando una identidad americana ha servido para que muchos jóvenes de zonas económicamente bajas en distintas zonas de nuestro país tengan una especie de voz, y una imagen de sí mismos fuera de los mismos prejuicios y desintegración que ven en sus familias.

Aparejada a este conflicto viene la discriminación, dirigida no sólo a los indígenas, sino contra la que esta considera como extranjero o élite. Kikky Parra, estudiante de Antropología Física me dijo “basándome en mi propia apariencia, (pelirroja y piel blanca) muchas personas cuando me ven tratan de aplastarme, es como si sintieran repudio hacia los que no son iguales a ellos y pues me barren, me empujan o incluso creen que no hablo español. Me insultan y se burlan de mí”.

En un país con diferentes culturas, religiones y condiciones sociales tan dispares, los roces se acrecientan, mientras la dominación cultural que llega desde el extranjero no solo es aceptada, sino en algunos casos abrazada.

Quizá por eso muchos no dejan de mirar al pasado, “No creamos nada, lo único que identifica al mexicano son las cosas viejas como el santo, la época de oro del cine mexicano, el pachuco; pero no hay nada contemporáneo” Comenta el cineasta Arturo Duran .

En un país que atraviesa una crisis social tan importante, la búsqueda de una identidad como mexicanos parece no sólo importante, sino indispensable. La educación, la generación de pensamiento crítico son la mejor opción. Y nunca será suficiente decirlo una y otra vez, en todos los espacios hasta que entiendan. Como el movimiento español Los indignados. Cuidado, acá hay muchos también.



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