Peña Nieto y los 100 diputados

Eliminar 100 diputados sin eliminar altos salarios y corrupción, demagogia pura
Pedro Echeverria V.

1. Enrique Peña Nieto –candidato presidencial de Televisa/PRI- presentó una propuesta para eliminar 100 diputaciones plurinominales y así desechar la “sobrerrepresentación de los partidos minoritarios” y obligar a los más grandes a encontrar consensos; para encontrar un método que ayude a construir mayorías, sin que éstas se generen de manera artificial. Rechazo a fijar la cláusula de gobernabilidad por considerar que es una medida que sobrerrepresenta a quien tiene la votación más alta, que no necesariamente es de mayoría absoluta. Incluso criticó dicho sistema que actualmente rige en la Asamblea Legislativa. Aunque consideró que es necesario mantener a los diputados plurinominales para dar espacio a las minorías, dijo que actualmente hay una sobrerrepresentación de las minorías que ha impedido la construcción de acuerdos por mayoría en el Congreso.

2. Pero, lo que el pueblo mexicano exige es eliminar a todos los políticos, a todos los partidos, a los altos funcionarios de gobierno, porque le cuestan mucho dinero al país y no trabajan, y cuando los legisladores lo hacen votan leyes que sirven a los intereses de los poderosos, así que sirven para un carajo; por eso dicen los mexicanos como antes los argentinos: “Que se vayan todos”, no solo algunos. Se preguntan: ¿Por qué no eliminan la cámara de senadores de 128 viejitos que van a dormir durante seis años a sus curules e, igual, sirven sólo para cobrar cada uno un tercio de millón de pesos al mes? ¿Y por qué no eliminan los insultantes salarios de los jueces de la SCJ y de los del IFE de más de medio millón de pesos al mes? ¿Cuántos políticos buscarían cargos de gobierno o se pelearían por ellos si recibieran solo 10 salarios mínimos (15 mil pesos) en vez de los 200 salarios (300 mil pesos) que cobran al mes?

3. Si sumamos los salarios y las prestaciones del presidente de la República, de los secretarios de Estado, de los jueces, del IFE, gobernadores, senadores y diputados, veremos que es muchísimo dinero. Se podrían comprar medicamentos, contratar médicos y enfermeras para el IMSS y el ISSSTE; contratar profesores para miles de comunidades sin maestros, así como empleados para servicio social. Obvio, si lográramos que los grandes empresarios entreguen la mitad de sus ingresos y la mitad de sus riquezas se podrían crear miles de empresas y millones de empleos. Qué en México hay una gran riqueza material y de trabajo humano (alrededor de 75 millones en edad de producir) es indiscutible. Pero la bronca es que el producto de la inmensa producción se queda en manos de empresarios, políticos y grandes bancos que usan para multiplicar sus ganancias en el narcotráfico y la bolsa de
valores.

4. Pero “Peñita”, el candidato de Salinas y Televisa, sin plantear a fondo los grandes problemas del país, pide la reducción de 100 diputados para lograr votos de la población que busca “cualquier cosa novedosa”. Sin embargo, la realidad no es que haya “sobrerrepresentación”, sino al contrario: falta de representación, es decir, nadie representa a nadie. Los partidos políticos están absolutamente aislados de la población que dicen representar. Con excepción de los diez políticos a sueldo que rodean a un legislador, el 95 por ciento de los habitantes de cada de los distritos del país no sabe el nombre de su “representante a la legislatura”. Ningún legislador vota en las cámaras por mandato de sus electores porque jamás realiza asambleas, consultas ciudadanas ni saca acuerdos. Cuando más acude a una reunión acompañado por cámaras de televisión para legitimar algún informe.

5. Quizá el joven exgobernador “Peñita” no sea tan malo; como casi ningún político lo es a nivel personal, sobre todo con su familia y amigos. El problema de los políticos es que representan los intereses de un partido y de la clase social dominante; representan la estructura capitalista de un país y la defienden contra viento y marea. Hablan mucho y hasta cansa oírlos, pero no pueden criticar, menos actuar contra la explotación, contra las clases enriquecidas, contra las políticas gubernamentales (de las que ellos forman parte); no pueden limitar la intervención descarada del clero y mucho menos demostrar las garras del imperio yanqui en los asuntos del país. También ellos –para ascender al cargo con el apoyo de los poderosos- tienen que decir y actuar de acuerdo a los intereses de quienes los impulsan. Escuchar a un político es desagradable porque hablan de todo, pero esconden –por conveniencia y cobardía- la esencia del
sistema.

6. La cámara de senadores y muchas secretarías de Estado están demás, sirven para un carajo y la prueba está en la falta de funcionamiento en todo el país; se produce poco y se compra casi todo en productos agrícolas, industriales, tecnológicos y científicos. ¿Si todo se tiene que importar o, por lo menos, un alto porcentaje, para qué sirve nuestro carísimo gobierno? La cámara de senadores fue creada en 1824, pero suprimida en 1857 con el triunfo de la República; cuando se agotó la República en 1874, antes del golpe de Estado de Porfirio Díaz, se reinstaló el senado como “contrapeso” de la cámara de diputados. Hoy, fuera de dos o tres senadores que más o menos piensan, la gran mayoría le ha servido de descanso vacacional de seis años. ¿No estarían mejor en sus casas cuidando a sus nietos y viviendo de la jubilación con salarios de profesores de la SEP, de la UNAM o de la burocracia? Les quedaría tiempo para escribir sus
memorias.

7. Ni de Peña Nieto, ni de cualquier candidato panista y de otros partidos se puede esperar algo bueno porque todos juegan dentro del sistema electoral controlado por una minoría de políticos y empresarios. López Obrador, personalmente, parece distinto por su proceso de radicalización hacia la izquierda. Si en su campaña se mantiene con alto nivel de crítica e impugnación al monopolio de los medios informativos, a los empresarios explotadores, al gobierno asesino de Calderón y continúa llamando a la movilización, será sin duda un buen candidato y los sectores de izquierda deberían apoyarlo. Pero si “por táctica política” empieza a parecerse al PRI, al PAN y para ganar votos negocia con gente tan desprestigiada parecido a Esther Gordillo, entonces no tiene remedio él ni ninguna política electoral. Por eso también los electores deben tener un Plan B que signifique no votar y pasar a los bloqueos.

http://pedroecheverriav.wordpress.com

Fuente

Comentarios