Nadie sabía qué hacer; esperaban una señal, pero AMLO cumplió: no hubo línea

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Andrés Manuel López Obrador felicita a Martí Batres luego de su elección como presidente del Movimiento Regeneración NacionalFoto Carlos Ramos Mamahua
Arturo Cano
 
Periódico La Jornada
Miércoles 21 de noviembre de 2012, p. 14
 
La sala de usos múltiples del deportivo Plan Sexenal se convierte en una cámara de silencio. No hay ni las porras ni las exclamaciones propias de una elección. Martí Batres habla serenamente, pero el tono amarillento de su rostro revela su nerviosismo. A esas alturas, a punto de ser electo primer presidente del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), en su ruta a convertirse en partido, parece buscar aún una señal, un gesto que no encuentra. Se vota. Batres obtiene 148 votos, 40 más que Bertha Luján. Hay aplausos, pero no gritos de júbilo.

Andrés Manuel López Obrador deja la mesa de los debates –que le corresponde dirigir en su calidad de presidente del Consejo Nacional– en manos de Claudia Sheinbaum. Argumenta que debe terminar de redactar el plan de acción del naciente partido.

Nadie sabía qué hacer; todos esperaban una señal, pero terminamos confirmando que López Obrador cumplió: no hubo línea.

El pasmo, la incredulidad, no se han diluido, pero la elección de los demás cargos debe continuar.
Los detalles del proceso van fluyendo de a poco, gracias a los oídos de tísico de algunos reporteros (a la prensa se le impide el ingreso al recinto) y a versiones que cuentan algunos consejeros a la salida.
Así, se puede conocer que Batres comenzó a acariciar la idea de buscar la presidencia de Morena apenas el lunes, cuando se votó la integración del consejo: López Obrador obtuvo más de mil 500 votos y el escritor Paco Ignacio II se hizo de 420. El tercer lugar fue para Batres, con 356. En esa votación, Luján obtuvo 127 sufragios.

A pesar de que Morena nace con la idea de que no hay corrientes, alrededor de Batres se agrupan algunos liderazgos que salieron en bloque del PRD: Clara Brugada y Taibo con sus seguidores, así como delegados del estado de México. Eso, sin contar a su propia corriente.

El círculo del triunfo se cierra cuando Batres sube a la tribuna y ofrece –desde la mesa Sheinbaum no dejaría que lo olvidara– renunciar de inmediato a su puesto de diputado federal.
La declinación de Octavio Romero Oropeza, cercano entre los cercanos a López Obrador, deja en la recta final a Batres y a Luján. Al ganar el primero la presidencia, la ex dirigente del Frente Auténtico del Trabajo se queda casi en automático con la secretaría general.

En la elección del resto de los cargos se confirma que no hay línea. Algunos de los más cercanos al ex candidato presidencial, como José Agustín Ortiz Pinchetti, tienen que contender por más de un cargo para lograr un espacio.
A nosotros nos faltó operación, y los más cercanos a Andrés Manuel no movieron un dedo, dice uno de los promotores de Luján.

El disgusto por Martí

Varios de los más cercanos a López Obrador no pueden ocultar su disgusto con el resultado de la elección, pero la dinámica de la reunión no deja espacio para la muina.

Tras la designación de las demás carteras, López Obrador toma el micrófono y da lectura a un muy detallado plan de acción, que incluye desde líneas estratégicas hasta las tareas más sencillas.
Habla, por ejemplo, de las protestas del próximo primero de diciembre, por la asunción de Enrique Peña Nieto; de las campañas de afiliación (la meta, 3 millones de afiliados en 2014) y recaudación de fondos, así como de las 32 asambleas estatales que hará Morena para obtener su registro.

El plan de acción se aprueba sin discusión. Visto el volumen de tareas y acciones, más de un consejero se pregunta cuál será el margen de decisión del flamante Comité Ejecutivo Nacional.

López Obrador toma protesta a los nuevos dirigentes. Él, colocado al frente, con la bandera a un lado, y ellos atrás. Levantan el brazo y juran personajes como Tomás Pliego, Clara Brugada, Marco Medina, Rosario Piedra Ibarra, Jesús Ramírez Cuevas, Froylán Yescas y Jesús Martín del Campo.
Personajes con biografías, dirá Paco Ignacio Taibo II, que muestran que estamos cargados a la izquierda y madreamos a la miniburocracia que se empezaba a formar.

El primer discurso de Batres no tiene dobleces: Asumo que no se trata de un cargo, sino de un encargo.
El reconocimiento al liderazgo del tabasqueño es también directo, igual que la ideas de que crear una nueva organización política es una crítica y una autocrítica, porque aquí no debe haber grupos.
Para cerrar, se declara orgullosamente obradorista.

El abrazo de cajón tras el discurso es, más bien, tibio.

De pionerito a moreno

A Martí Batres se le pueden reprochar muchas cosas, excepto, a los ojos de muchos militantes de Morena, su falta de pedigrí. El primer presidente del movimiento es hijo de los profesores Cuauhtémoc Batres y Chelito Guadarrama, militantes del othonismo, del Partido Comunista y más tarde del partido de Alejandro Gascón Mercado. La más radical era la mamá, recuerda un viejo profesor.
Cuando sus padres militan al lado de Gascón, Batres traba relación con quien durante varios años ha de ser su principal promotor: el también profesor René Bejarano.

A finales de los 90, como líder estudiantil, es protagonista de una ruptura en el Consejo Estudiantil Universitario, tras un pacto en el marco de la comisión organizadora del Congreso Universitario. El grupo original de dirección del CEU lo acusa, junto a otros dirigentes, de pactar un congreso a conveniencia de las autoridades. El joven Batres contraataca cuando señala que al grupo original le importa más hacer el MAS y traer a Cárdenas, que el congreso.

En 2004, en medio de los videoescándalos, Batres abandona el barco bejaranista, quizá convencido de que el máximo líder de la corriente ha muerto para la política. Lo acompañan en el deslinde figuras como la actual senadora Alejandra Barrales, Gerardo Villanueva, Francisco Chíguil y Alfredo Hernández Raigosa.
Con el correr de los años, la corriente fundada por Batres (Izquierda Social) va perdiendo espacios en el DF, sea porque algunos de sus miembros se van al grupo de Ebrard o porque le arrebatan territorios clave, como la delegación Xochimilco.

En 2011, Batres es despedido de la Secretaría de Desarrollo Social del DF, luego de haber criticado a Ebrard por asistir al informe de gobierno de Felipe Calderón o, dicho en palabras del segundo, por poner en tela de juicio la autoridad política y moral del jefe de Gobierno.

La renuncia aumenta sus bonos en el obradorismo, pero no en el PRD, donde sigue siendo arrinconado. Aun así, participa en la contienda interna para definir al candidato perredista al gobierno capitalino y se suma al equipo de campaña de Miguel Ángel Mancera.

A destiempo, pero con el apoyo de Clara Brugada, intenta obtener la candidatura a jefe delegacional en Iztapalapa, pero Ebrard se las cobra todas y lo borran del mapa.
Su última opción es bajar de la lista a un miembro de su corriente para así llegar a una diputación federal, la misma a la que renunció ayer mismo para poder cumplir los requisitos estatutarios de Morena.
Como diputado federal –su último cargo–, Batres tuvo una destacada participación en el debate de la reforma laboral y cobró notoriedad al renunciar al seguro médico de gastos mayores.
En la Cámara algunos ya empezaban a llamarle El llanero solitario, porque actuaba por la libre. Ahora lo hará al frente de un ejército moreno.

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