Peña Nieto comprometido con la continuación de un modelo de "gobierno" abiertamente inhumano

Peña Nieto comprometido con la continuación de un modelo de
Para los mexicanos, el problema fundamental no son los enormes daños del desgobierno de Calderón, entre los que sobresale también el terrible déficit laboral que deja

Revista EMET


El divorcio entre gobierno y sociedad civil nunca había sido tan claro como en estos últimos años, luego de dos sexenios de “gobiernos” panistas, los cuales agravaron las funestas consecuencias del capitalismo salvaje impuesto por los poderes fácticos. Felipe Calderón dejará el poder con la convicción, al parecer firme, de que hizo un magnífico trabajo al frente del Ejecutivo. Por supuesto, ni por asomo se da por enterado de que llegó a Los Pinos gracias a un fraude electoral escandaloso, satisfecho como está por una soberbia fortalecida gracias a su total distanciamiento de la realidad.

En la última entrevista que le hizo una empleada de Televisa, el viernes por la noche, demostró no sólo su falta de un mínimo sentido de responsabilidad, sino de una elemental autocrítica. Para él, todo lo que hizo fue en beneficio de los mexicanos, tiene la convicción de que dejará un país mejor porque encabezó, dijo, “un gobierno humanista”. Gracias a él, México tiene ahora posibilidades de un futuro más democrático, con un Estado de derecho fortalecido. Desde su perspectiva, hasta le salimos debiendo los ciudadanos.

Según él, en lo sucesivo podrá vivir gracias a la pensión que recibirá como ex jefe del Ejecutivo, tendrá que trabajar para seguir adelante, cuando es de sobra conocido que la corrupción gubernamental en este sexenio creció exponencialmente, y que dejará de herencia un país hipotecado, cuando nunca como en estos últimos seis años el dinero fluyó a través de la venta del oro negro a precios que estuvieron todo el tiempo por encima de los 100 dólares por barril, cuyo sobreprecio presupuestal sumó más de 850 mil millones de pesos de los que no se sabe que destino tuvieron.

El número sin precedente de muertos durante el sexenio, consecuencia de su “guerra” contra el crimen organizado, no incomoda su conciencia al no sentirse responsable. Como si la orden a las fuerzas armadas de salir a las calles y poner en marcha el motor de la violencia no hubiera sido dada por él, sino por el “espíritu santo”. Al contrario, considera que hizo lo correcto y que de no haber tomado esa decisión, el país estaría en manos de los cárteles de la droga. Debe suponer que los capos ambicionan el poder político por encima de la actividad a la que se han dedicado por varias generaciones.

Para los mexicanos, el problema fundamental no son los enormes daños del desgobierno de Calderón, entre los que sobresale también el terrible déficit laboral que deja, pues en vez de incentivar el empleo, como había prometido, agrandó exponencialmente el desempleo al haber creado sólo dos millones de empleos formales durante el sexenio, cuando cada año se suman al mercado de trabajo un millón 200 mil personas. El problema que más nos debe preocupar ahora es la continuación de un modelo de “gobierno” abiertamente inhumano, como el que está comprometido Enrique Peña Nieto a llevar a cabo.

Por eso Calderón, y algunos de sus secretarios, no tienen empacho en actuar como si no faltaran unos pocos días para que finalizara su gestión. Según Calderón, las reuniones que ha tenido con Peña Nieto han sido para no dejar pendientes, aclarar todas las dudas, cuando en realidad deben ser para asegurar la continuación de compromisos establecidos con los grupos de poder. Por eso Bruno Ferrari, secretario de Economía, no tuvo empacho en seguir la tónica impuesta por Calderón de dar consejos a su sucesor, como lo hizo el fin de semana en Querétaro.
            Así queda demostrado que, por encima de intereses de partidos, están los de una oligarquía que se acostumbró ya, después de cinco lustros, a tener en Los Pinos a leales empleados, quienes más que defender colores partidistas como antaño, deben luchar por garantizar condiciones favorables a la obtención de beneficios a la minoría a la que deben su ascenso en el escalafón del sector público.

Ante tal situación de control del país por una minoría cada vez más reducida, no queda otra alternativa que luchar por la organización de la sociedad en torno a objetivos humanistas verdaderos, no sólo para demostrarle a la derecha su hipocresía y ausencia de valores humanos y éticos, sino para salvar a la nación de una catástrofe mayor que un cataclismo apocalíptico, como así habría de suceder con otro sexenio más de dominio oligárquico, ahora con políticos más “sensibles” a los problemas sociales, pero igual de deshumanizados que los panistas.

Calderón ya tiene planeada su fundación, con la cual tener la posibilidad de seguir teniendo presencia pública. Sin embargo, se antoja un objetivo muy difícil de realizar, teniendo en cuenta que lideró un “gobierno” que se caracterizó por su alto nivel de deshumanización y total falta de solidaridad con el pueblo, aunque crea lo contrario, con lo cual demuestra la verdad de tal aserto.
Guillermo Fabela - Opinión EMET
 

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