La revolución mexicana fue la revolución de las imágenes: Bryan Davis
Una imagen de la Decena Trágica en 1913. Foto: Conaculta |
Entonces hace un parangón con una de esas fotografías:
Fue “captada durante la reunión de campesinos revolucionarios en el poblado de Reyes de Etla, Oaxaca, donde vemos centenares de personas cuyos sombreros cubren como un mar toda la calle principal, sin embargo por la posición del sol, aproximadamente a mediodía, la mitad de la fotografía está cubierta por sombras”.
Bryan Davis se dedica en la actualidad al estudio de la fotografía de la Revolución Mexicana, como parte de su tesis de grado en la Universidad de Nueva York, Estados Unidos, ciudad en la cual habita. Ahí, en el jardín botánico de la zona de Queens, conversó con el reportero, documentalista y cineasta Homero Bazán, quien lo define como un investigador muy entusiasta y verdaderamente interesado en el tema de la revolución.
Y es que, precisa a Apro Bazán, el proyecto no cuenta con apoyo de ninguna institución mexicana asentada en Estados Unidos (embajada o consulados), ni en México, ni de la propia universidad neoyorquina, “es una investigación totalmente independiente”.
Davis tampoco es un coleccionista de la fotografía ni ha tenido acceso directo a varios de los archivos. Desde luego ha revisado las imágenes consideradas ya icónicas del Archivo Casasola, del fotógrafo alemán Hugo Brehme, cuenta también Bazán mediante un comunicado del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), pero sobre todo se hizo de una colección de libros sobre el tema de la fotografía de la revolución.
Así, se acercó a las imágenes de fotógrafos como el corresponsal inglés James Hare, que captó a los revolucionarios por la frontera de Estados Unidos
“Incluso nos legó esa fotografía que no ha tenido mucho eco posterior, pero que es un ejemplo de solidaridad y de la amistad entre México y Estados Unidos, donde en el Río Bravo los ciudadanos estadounidenses lanzan regalos y objetos útiles para las fuerzas maderistas que las recogen del otro lado. Como esa hay centenares de fotografías que valen la pena rescatarse.”
Aunque investigadores como la historiadora Rebeca Monroy Nasr (quien dijo a esta reportera en febrero de 2013 que las imágenes de la revolución influyeron y nutrieron el imaginario europeo y estadunidense) y Aturo Guevara Escobar (estudioso del archivo H. J. Gutiérrez), quienes han ido desentrañando la autoría de muchas de las imágenes que dan cuenta del movimiento revolucionario iniciado en 1910, falta por hacer y Davis considera que algunos fotógrafos quedarán en el anonimato.
Lamenta que en los archivos oficiales, tanto de México como del extranjero, no se tenga registro de los fotógrafos anónimos que dejaron testimonio de la lucha:
“Algunos son claramente fotógrafos norteamericanos que solían escribir en las impresiones en positivo el evento que habían capturado, tal es el caso de las imágenes captadas en Chihuahua en 1912 en las que vemos al coronel (orozquista Rodrigo M.) Quevedo avanzar con su ejército, y en cuya placa puede leerse ‘Col Quevedo and his cavalry’. Como esa hay muchas con distintos tipos de letra, pero que evidentemente pertenecen a corresponsales de diarios norteamericanos. Quizá algún día algún investigador hurgará en los archivos de esos periódicos, si es que aún existen, para hacer un análisis comparativo de su escritura y conocer así sus identidades.”
Davis, quien anunció a Bazán que próximamente vendrá a México para ahondar en su investigación, ve en el las fotografías de la revolución un reflejo del propio desarrollo de la gesta armada. En algunas, dice, hay revolucionarios sonrientes e incluso posando con sus compañeros, pero las de la Decena Trágica son en su opinión oscuras, dramáticas y desesperanzadoras.
“El mejor ejemplo es la famosa fotografía de Manuel Ramos que apareció en diarios no sólo de México sino del extranjero, donde se ven tendidos muchos cadáveres en una plaza de la Ciudad de México, entre ellos un niño, un adulto que quedó tendido en medio de las vías del tranvía, así como un caballo muerto junto con su jinete que aparece en segundo plano. Yo creo que pocas veces en la historia gráfica del mundo llegaron a contemplarse escenas de tal dramatismo, por eso lo puedo repetir mil veces, la Revolución Mexicana fue también la revolución de las imágenes.”
Concluye y propone a la vez la relevancia que debería darse a esta historia en imágenes en el orden internacional:
“Hay aún mucho por descubrir de la Revolución Mexicana a través de sus imágenes, son momentos perdidos en el tiempo que nos hablan no sólo de la lucha de México por su democracia, sino de todo el género humano por defender sus derechos, de ahí que muchos consideran que los archivos que resguardan las imágenes de ese tiempo deben ser considerados Patrimonio de la Humanidad por todo lo que representan para el aprendizaje de futuras generaciones.”
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