En Chihuahua, temor a la catástrofe ambiental
16 de agosto de 2014
Destacado
Desierto de Chihuahua. Foto: UNAM. |
Los habitantes de las comunidades de los municipios del
norte de Chihuahua comienzan a organizarse para defender sus tierras,
pero sobre todo para pedir información a las autoridades federales, en
particular a Pemex, sobre los trabajos de la apertura de pozos para
explorar y explotar hidrocarburos no convencionales en la región
mediante la cuestionada técnica de fracturación hidráulica o fracking. Entrevistados por Proceso, algunos alcaldes y regidores aseguran que si esos trabajos prosperan, Chihuahua va rumbo a la catástrofe ambiental.
OJINAGA, Chih. (Proceso).- Ante la posibilidad de la exploración y explotación del gas shale en el desierto de Chihuahua, inversionistas y autoridades se frotan las manos ante los posibles dividendos que obtendrán, mientras la población comienza a organizarse para evitar los daños al entorno ambiental que, dicen, ocasionará la técnica hidráulica de fragmentación de las rocas –fracking– para extraer el hidrocarburo, y el probable despojo de sus tierras.
Por lo pronto, académicos, activistas y organizaciones civiles formaron el grupo Chihuahua contra el Fracking para, entre otras acciones, impartir talleres informativos sobre los efectos nocivos de ese método de extracción. También destacan que ya se iniciaron las primeras regularizaciones de predios intestados y de tierras nacionales, y en la región se ha visto a empresarios extranjeros, sobre todo asiáticos, dispuestos a entrarle al negocio de extracción de gas shale.
En la región fronteriza, donde hay innumerables pozos, la exploración de gas comenzó a realizarse en la década de los sesenta, en el sexenio de Adolfo López Mateos, precisamente durante la crisis del petróleo. Pero en los últimos meses se reavivó el interés de inversionistas y consorcios trasnacionales, sobre todo a partir de que el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, declaró en una de sus visitas a la entidad que no sólo hay gas shale, sino también shale oil y petróleo.
Incluso adelantó que el Instituto Mexicano del Petróleo realiza un estudio –valuado en 230 millones de pesos– para determinar si la zona es sísmica tridimensional y para conocer los efectos que implicarían los trabajos exploratorios y de extracción de hidrocarburos no convencionales mediante esa técnica de fragmentación hidráulica. Las investigaciones concluirán en enero de 2015, aseguró el funcionario.
Ello se debe a que, hasta la fecha, en las zonas centro y centro sur de Chihuahua se registraron 112 pequeños sismos entre septiembre y octubre de 2013. Ni en Pemex ni en la Secretaría de Energía saben qué los provocó.
Las rocas lutitas que abundan en el norte de México forman parte de una formación geológica llamada Eagle Ford, que viene desde Alabama, de ahí que todo ese territorio sea rico en gases de diverso tipo y en petróleo.
En Chihuahua, las autoridades federales intentan construir cinco gasoductos, entre ellos uno que va desde Ojinaga-El Encino, en la carretera de Chihuahua, a Delicias, y se extenderá de El Encino a La Laguna, en Coahuila, con una inversión de 29 mil millones de pesos.
(Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 1972, ya en circulación)
Fuente
OJINAGA, Chih. (Proceso).- Ante la posibilidad de la exploración y explotación del gas shale en el desierto de Chihuahua, inversionistas y autoridades se frotan las manos ante los posibles dividendos que obtendrán, mientras la población comienza a organizarse para evitar los daños al entorno ambiental que, dicen, ocasionará la técnica hidráulica de fragmentación de las rocas –fracking– para extraer el hidrocarburo, y el probable despojo de sus tierras.
Por lo pronto, académicos, activistas y organizaciones civiles formaron el grupo Chihuahua contra el Fracking para, entre otras acciones, impartir talleres informativos sobre los efectos nocivos de ese método de extracción. También destacan que ya se iniciaron las primeras regularizaciones de predios intestados y de tierras nacionales, y en la región se ha visto a empresarios extranjeros, sobre todo asiáticos, dispuestos a entrarle al negocio de extracción de gas shale.
En la región fronteriza, donde hay innumerables pozos, la exploración de gas comenzó a realizarse en la década de los sesenta, en el sexenio de Adolfo López Mateos, precisamente durante la crisis del petróleo. Pero en los últimos meses se reavivó el interés de inversionistas y consorcios trasnacionales, sobre todo a partir de que el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, declaró en una de sus visitas a la entidad que no sólo hay gas shale, sino también shale oil y petróleo.
Incluso adelantó que el Instituto Mexicano del Petróleo realiza un estudio –valuado en 230 millones de pesos– para determinar si la zona es sísmica tridimensional y para conocer los efectos que implicarían los trabajos exploratorios y de extracción de hidrocarburos no convencionales mediante esa técnica de fragmentación hidráulica. Las investigaciones concluirán en enero de 2015, aseguró el funcionario.
Ello se debe a que, hasta la fecha, en las zonas centro y centro sur de Chihuahua se registraron 112 pequeños sismos entre septiembre y octubre de 2013. Ni en Pemex ni en la Secretaría de Energía saben qué los provocó.
Las rocas lutitas que abundan en el norte de México forman parte de una formación geológica llamada Eagle Ford, que viene desde Alabama, de ahí que todo ese territorio sea rico en gases de diverso tipo y en petróleo.
En Chihuahua, las autoridades federales intentan construir cinco gasoductos, entre ellos uno que va desde Ojinaga-El Encino, en la carretera de Chihuahua, a Delicias, y se extenderá de El Encino a La Laguna, en Coahuila, con una inversión de 29 mil millones de pesos.
(Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 1972, ya en circulación)
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