Martín Esparza Flores | CONTRALÍNEA
Debe responder Calderón por desmantelar LyFC y entregar industria a extranjeros
Junio 02, 2020
07:13 hrs.
Martín Esparza Flores | CONTRALÍNEA › Emmanuel Ameth Noticias
El 11 de octubre de 2009, México
vivió uno de los pasajes más oscuros de los últimos años, con un
inusitado despliegue policial y a altas horas de la noche, los
agremiados del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) fueron
expulsados de sus centros de trabajo cual si fueran peligrosos
criminales; miles de elementos de la entonces Policía Federal al mando
del hoy acusado en las cortes americanas de brindar protección a los
cárteles de la droga, Genaro García Luna, y miembros encubiertos de las
fuerzas castrenses, fueron enviados a acallar cualquier protesta ante la
imposición de un Decreto de Extinción que liquidaba a la empresa
pública Luz y Fuerza del Centro y dejaba sin sustento a 44 mil familias.
Por más de una década, los responsables de este encubierto golpe de
Estado guardaron silencio y trataron de justificar una acción que nunca
tuvo como propósito la defensa de la industria eléctrica nacional ni de
los recursos presupuestales, sino la entrega del sector energético al
capital privado, tanto nacional como extranjero.
Ahora, es el propio responsable de esta bajeza el que da su versión de
los hechos, enredándose en su propia telaraña de mentiras y egolatrías,
con las que busca maquillar sus manifiestas incapacidades y torpezas.
A confesión de parte, relevo de pruebas. Y el narcopresidente Felipe
Calderón Hinojosa ofrece en su libelo: ’Decisiones Difíciles’, su propio
material condenatorio para ser llevado ante la justicia, por el baño de
sangre y abusos de poder cometidos por personajes de baja catadura como
el exsecretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, y el hoy enjuiciado
en Estados Unidos Genaro García Luna.
El golpe al SME, al que dedica todo un capítulo, es la prueba
irrebatible de un político mediocre al que nunca abandonó la sombra del
fraude electoral ni su enfermiza obsesión por ver como su enemigo a un
sindicato que logró tener uno de los contratos colectivos de trabajo más
avanzados del mundo.
En esta serie de artículos echaremos abajo todas y cada una de sus
mentiras de este personaje descalificado como su inquina y deshonestidad
por los propios miembros de su partido.
Los endebles argumentos de la extinción de LyFC
Representante de un Estado fallido, el expresidente Felipe Calderón
Hinojosa pretende apostarle a la desmemoria de los mexicanos al contar
su propia historia sobre un narcogobierno plagado de abusos de poder,
corrupción e ineptitud, que dejó sumido al país en un baño de sangre,
mayor pobreza, inseguridad y desempleo.
Con el mayor de los desparpajos, Calderón señala que la extinción de Luz
y Fuerza del Centro representó una de las decisiones más difíciles de
su gobierno, pero de las más acertadas; sin embargo, al leer a detalle
los antecedentes narrados en su mamotreto autobiográfico, se infiere que
siempre albergó un tufillo fascista hacia los sindicatos independientes
y a las conquistas sindicales de los trabajadores.
Al narrar cómo se concatenó la perversa estrategia tejida desde el poder
para ejecutar el despojo laboral al SME, aparece una de las tantas
contradicciones a su tesis de campaña en que aspiró a ser El Presidente
del Empleo; Felipe Calderón deja en claro su absoluta ignorancia sobre
la historia de las luchas sindicales que costaron la sangre y una cuota
de interminables represiones, hasta lograr que el trabajador mexicano
pudiera aspirar a un decoroso nivel de vida.
Para el fugaz secretario de Energía en el gobierno de Vicente Fox, el
contrato colectivo del SME era la causa principal del quebranto
financiero de Luz y Fuerza, cuando la propia Auditoría Superior de la
Federación (ASF), en el análisis de la Cuenta Pública de 2009, dejó en
claro que a la entidad pública se le obligaba a comprar electricidad a
la Comisión Federal de Electricidad (CFE), a un alto precio fijado por
la Secretaría de Hacienda y era la propia dependencia la que fijaba las
tarifas al público, dejándole una escasa ganancia. Su quiebra era
alentada desde el gobierno mismo.
Imposible que un presidente ignorara esta situación tratándose de una
entidad que brindaba el suministro de electricidad a 6 millones de
usuarios en la zona centro del país, incluida por supuesto, la Ciudad de
México.
También resulta improbable que Calderón no estuviera enterado de que
desde el sexenio de Vicente Fox, sus correligionarios y también
titulares de Energía, Ernesto Martens y Fernando Canales, fraguaran
hacerse propietarios de la fibra óptica contenida en los mil 100
kilómetros de la red de infraestructura de LyFC.
Aduce que el SME se negó a asumir compromisos de productividad para
sacar adelante a la empresa, pero mañosamente no plasma en su libelo que
con la mayor de las alevosías engañó a los electricistas con la
aprobación de funcionarios como la titular de Energía, Georgina Kessel ,
para poner en marcha un proyecto de triple play que buscaba aprovechar
la fibra óptica de Luz y Fuerza para ofrecer los servicios de internet,
voz e imagen a la población de escasos recursos, a un precio muy
inferior al de las cableras.
De haberse concretado el proyecto no sólo se hubieran saneado las
finanzas de la entonces paraestatal con una inyección anual de más de
100 mil millones de pesos; además, las escuelas públicas hubieran
contado con internet sin costo. Calderón no revela a los mexicanos que
todo era parte de un engaño al país y que esta fibra óptica ya se había
entregado a las empresas privadas de los panistas Martens y Canales,
quienes solo esperaron el golpe al SME para comenzar a operar su empresa
WL-Comunicaciones.
¿Era este tráfico de influencias la defensa del interés de los
mexicanos? Y sólo hay dos respuestas: o el expresidente era tonto o se
pasaba de listo y de corrupto.
El sábado 10 de octubre, día asignado para el golpe al SME y a LyFC,
narra cual si se tratara de una hazaña nacional, que junto con su
gabinete recibían informes del Cisen (Centro de Investigación y
Seguridad Nacional) sobre las actividades de los dirigentes del SME. El
pusilánime gobernante temía que la capacidad de movilización de los
electricistas le echará abajo su infamia.
Esto demuestra que al mandatario le preocupaba más espiar a los
dirigentes sindicales que a los narcotraficantes, a quienes desde el
arranque de su gobierno les había declarado la guerra, que no resultó
más que un grotesco tinglado que costó la vida a más de 90 mil
mexicanos, entre ellos innumerables marinos y soldados, a los que Genaro
García Luna les tendió celadas por órdenes de los barones del crimen
organizado.
Calderón aprovechó que el país se entretenía con el partido entre México
y El Salvador, donde el TRI se jugaba su pase al Mundial de Sudáfrica,
para dar la orden a sus testaferros de ejecutar su plan, justo ’cuando
Cuauhtémoc Blanco anotaba el segundo gol’.
Según la relatoría del expresidente, entre los protocolos contenidos en
el despliegue policiaco-militar empleado para imponer su Decreto de
Extinción, sí se contempló haber llevado el uso de la represión hasta
sus últimas consecuencias.
Lo que no dice es el porqué nunca planteó hacer un debate de cara a la
nación para analizar la situación de Luz y Fuerza y del sector
energético del país, si es que, como afirma, lo animaba el interés de
los mexicanos. Tampoco explica las razones para haber utilizado a
miembros de las fuerzas armadas, vestidos de policías federales, para
reprimir a los trabajadores. Pero estas líneas son apenas el comienzo de
lo mucho que debe desmentirse sobre esta infamia nacional. Martín
Esparza Flores | CONTRALÍNEA
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