El grave problema de la deuda externa: hora de suspender los pagos
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En 1941 comenzó la escalada de una nueva intervención. Pero el imperialismo estadunidense no sólo usa armas y la intervención directa, en cientos de países usa la economía, en especial la deuda, como arma, y ésta fue utilizada contra México desde hace 80 años.
Manuel Ávila Camacho inauguró una etapa de apertura a los capitales extranjeros. Convino con las potencias liquidar el conjunto de reclamaciones generales que venían arrastrándose tiempo atrás, por daños causados por la Revolución y la expropiaciones agrarias. La deuda no pagada más intereses sumaba alrededor de 400 millones de dólares. Pero tras años de suspensión de pagos los acreedores cedieron. México se comprometió a pagar solo 40 millones de dólares para saldar la deuda, sólo se excluyó la petrolera.
Durante 28 años, de 1914 a 1942 nos desarrollamos sin recibir créditos del exterior y lejos de paralizarnos se lograron avances. En los siguientes 30 años la deuda pasaría de menos de 100 millones de dólares, a más de 3 mil 600 millones de dólares en 1970. La indemnización por la expropiación petrolera se resolvió en 1943, con 30 millones de dólares, que se sumaron a la deuda externa. Otra vez enganchados al carro del endeudamiento, México transitaba hacia la dependencia.
Las puertas abiertas al capital extranjero de Ávila Camacho continuaron en el sexenio de Miguel Alemán, favoreciendo a la gran empresa y a los latifundios nuevos y viejos. También devaluó en 1948 la moneda a 8.65 pesos por dólar.
Alemán alentó el endeudamiento acelerado. En su sexenio, recibió 206 millones de dólares en créditos para el sector público. El monto de la deuda pública pasó de 277 millones en 1946 a 346 millones de dólares al final del sexenio.
El gobierno de Adolfo Ruiz Cortines recurrió a los préstamos en el exterior para obtener recursos, y se negó a modificar la estructura impositiva, pues “buscó favorecer la acumulación de capital y la reinversión de utilidades mediante una política de alicientes y exenciones fiscales” para alentar la inversión privada, lo que contribuyó a debilitar la capacidad financiera del gobierno. Esto provocó el crecimiento de la deuda externa. En 1959 sumaba ya 648.6 millones de dólares.
También en el sexenio de López Mateos se recurrió a los financiamientos extranjeros para compensar la baja carga fiscal. Al finalizar el sexenio 1958-1964, la deuda alcanzaba los 1 mil 725 millones de dólares.
Durante el sexenio de Díaz Ordaz se incrementó el endeudamiento acelerado. El promedio anual de nuevos créditos superaba los 650 millones de dólares. En 1970 la deuda ya alcanzaba la suma de 3 mil 600 millones de dólares.
La deuda externa es un problema muy añejo en nuestro país, pero las proporciones que adquiere a partir de la década de 1970 es un fenómeno nuevo. La deuda se convirtió, a nivel internacional, en la forma más importante de exportación de capital por las grandes potencias hacia países dependientas, atándolos aún más a la dominación extranjera.
En el sexenio de Luis Echeverría la deuda externa del gobierno mexicano creció como nunca, pretextando estrecheces del ingreso público. En el período 1970-76 la deuda se cuadruplicó al pasar de 3 mil 600 millones de dólares a 19 mil millones. Una vez endeudados, el Fondo Monetario Internacional (FMI) exigió avalar la deuda, para obtener nuevos créditos y a consecuencia el gobierno mexicano sometió su política económica a las indicaciones del FMI que exigió: Petrolizar la economía, introducir el impuesto al valor agregado (IVA), congelar salarios, disminución del gasto público en salud y educación, eliminación de subsidios de beneficio social, apertura comercial, devaluar la moneda, que entonces estaba a 12.5 pesos por dólar. Hasta ese año y desde hacía casi 40 años, México era autosuficiente en alimentos y gasolina, tenía una inflación del 2 por ciento al 5 por ciento anual.
Entonces los organismos financieros internacionales nos impusieron el neoliberalismo y la deuda externa no dejó de crecer.
Esta tendencia continuó en el sexenio de José López Portillo, en el que el endeudamiento externo se cuadruplicó una vez más, pasó de los 19 mil millones de dólares a 85 mil millones en 1982. Como garantía del pago de la deuda quedaban las riquezas naturales del país, en primer lugar el petróleo. Hasta 1976, México no exportaba su oro negro. Luego de exportar 150 mil barriles diarios de petróleo en 1977, México pasó a vender al extranjero 1.5 millones en 1982. ¡Diez veces más! La economía que crecía al 6 por ciento anual promedio desde hacía 45 años, se estancó, creciendo apenas 2 por ciento promedio en los años venideros.
La deuda externa aumentó 15 veces, al pasar de 3 mil 600 en 1970 a 99 mil 366 millones de dólares en 1985, respectivamente. El pago por concepto del servicio de la deuda en ese mismo período fue de 115 mil 886 millones de dólares.
En este punto en 1986 se obligó a México a abrir las fronteras con la liberalización del comercio y la entrada a México al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) que afectó a la industria nacional y posteriormente en 1994 con el Tratado de Libre Comercio. En 1988 cuando llegó Salinas, gracias a un fraude electoral la deuda externa era de 100 mil millones de dólares que consumía el 60 por ciento del presupuesto gubernamental.
En febrero de 1990 Salinas de Gortari anunció la “renegociación de la deuda”, fue puro cuento porque la reducción fue de 7 mil millones de dólares a cambio de aportar un bono de garantía por 7 mil millones de dólares de modo que la “reducción de la deuda” quedó en el discurso. En 1994 la deuda llegó a 131 mil millones de dólares, pero de 1989 a 1994 se pagó por el servicio de la deuda más de 200 mil millones de dólares.
México entró de lleno a un proceso de integración con EU y Canadá, en este punto, lo que tomó gran auge fue la deuda interna, que junto con la externa extrajo los recursos de la nación. La economía fue invadida por corporaciones extranjeras y gran parte de la deuda interna fue acaparada por los intereses de los oligopolios mundiales y en general la deuda pública benefició a la oligarquía mundial.
En 1995, la deuda pública externa llegó al 26.5% del PIB, en un contexto en el que las reservas del Banco de México no alcanzaban ni para pagar los intereses. En el sexenio de Ernesto Zedillo el saldo del endeudamiento externo pasó de 91 000 millones, a 70 000 millones de dls. Pero siguió creciendo la deuda interna bruta que son los financiamientos que obtiene el sector público en el mercado domestico, a traves de la colocación de valores gubernamentales y de créditos directos con otras instituciones, que en parte es deuda externa. Por ejemplo se aprobó el rescate bancario (la gran mayoría extranjeros) y el Fobaproa-Ipab, por 554 mil millones de dls. se ha pagado alrededor de un billón y todavía se deben 1.2 billones ya ha costado el doble y va a costar el cuádruple.
A raíz del endeudamiento acelerado del país, la liberación comercial y el aumento de la inversión extranjera se han expulsado más de 10 millones de mexicanos obligados a migrar, se desató la guerra interna y la delincuencia, se excluyó a los jóvenes del estudio y el trabajo, se abandonó el campo, se privatizó el sector estatal, de destruyo la planta productiva nacional.
En el sexenio de Vicente Fox la deuda externa pública neta del gobierno federal pasó de 70 mil millones de dólares en el año 2000, a 49 mil 900 millones de dólares para 2006. Pero dejó una deuda pública de 1.7 billones de pesos. Finalmente, las ventas totales de Pemex en el sexenio de Vicente Fox fueron de 347 mil millones de dólares. Aún así nos siguió endeudando.
El crecimiento explosivo de la deuda externa comenzó a mediados de la administración de Felipe Calderón. En el 2008, era de 37,449 millones de dls. En 2012 llegó a 116,140 millones de dls, además dejó su gestión con una deuda del sector público de 5.2 billones. En ese sexenio, el Ejecutivo recibió por ingresos petroleros 9 billones 772 mil millones de pesos, pero el gobierno siguió endeudando al país.
Con Peña Nieto la deuda pública subió casi 5 billones, y hay que tomar en cuenta que los contribuyentes habían erogado 5.9 billones en los últimos años, sólo por pago de intereses, comisiones y otros gastos de la deuda pública. Y eso que se recibieron 331 mil 997 millones de dólares por la exportación del petróleo. Pero continuó endeudándonos. La deuda pública con Peña llegó a 10.5 billones de los cuales de los que 200 mil millones son deuda externa.
Con respecto del producto interno bruto (PIB), la deuda cerró en 2006 con Fox en 29.5 por ciento, con Felipe Calderón en 37.2 por ciento del PIB en 2012 y con Enrique Peña Nieto 44.9 por ciento en 2018. Hoy llega al 55.4 por ciento.
La deuda total del gobierno federal, heredada de los gobiernos de los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) rebasa los 500 mil millones de dólares y abarca el 50 por ciento del PIB. Y hoy aún sin pedir nuevos créditos, debido a la devaluación de la moneda la deuda pública aumentará, de 10.5 billones de pesos en diciembre de 2018, a 12.6 billones de pesos en 2020 (de acuerdo con información de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, SHCP). Si agregamos el endeudamiento que se propone como límite en el Proyecto de Presupuesto para 2021, la deuda pública total aumentará hasta 13.4 billones de pesos, un aumento del 27 por ciento desde 2018 (Héctor Torres).
Esta deuda enorme sale muy cara. Este año se pagarán alrededor de 724 mil millones de pesos por el servicio de la deuda. Más de 35 mil millones de dólares de los cuales el servicio de la deuda pública externa es de alrededor de 12 mil millones de dólares. Cada año pagamos más, pero los pasivos se han triplicado de 2006 a 2020.
Por la soberanía es necesario revisar la deuda, suspender pagos, hacerle una auditoría y renegociarla en beneficio de nuestro pueblo. ¡No hay que pagar a ciegas!
Sigamos la tradición de todos los gobiernos patrióticos de México. En la Independencia se suspendieron pagos, igual tras la Reforma y en 1914, en la Revolución. Guerrero, Valentín Gómez Farías, Benito Juárez, los gobiernos posrevolucionarios hasta Cárdenas lo hicieron. Los conservadores Anastasio Bustamante, Lucas Alamán, Santa Anna, Porfirio Díaz y el PRIAN siguieron pagando y aumentaron la deuda. Es hora de suspender pagos y dar prioridad al problema interno por la pandemia y la crisis económica.
Pablo Moctezuma Barragán*/Tercera parte y última
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