Capital de la crueldad

José Cueli
Severa ha sido la condena de la sociedad civil al presidente Felipe Calderón, ocho meses después de que se instrumentara la estrategia Todos somos Juárez, en relación con el acontecer en esa ciudad fronteriza, en los pasados 10 años. En este lapso las autoridades han resultado inexistentes frente a las grandes violaciones a los derechos humanos, como el derecho a la vida. Esas mismas autoridades han hecho caso omiso del dolor y la desesperación de los familiares a los que se ha tratado como molesta plaga.

Mezcla horripilante de las diversas formas de violencia entre las que se encuentra la que sufren mujeres de condición social humilde, las que han sido lastimadas. Vejaciones espantosas que culminan con la violación y la muerte.

En total son 2 mil 421 homicidios hasta el momento. Esta necesidad de humillar de los asesinos los hace sentirse dioses omnipotentes, sin que alguien consiga poner límite a tantas depravaciones.

La crueldad siempre es capaz de inventar nuevas formas para expresarse. Esto lo saben la sicología y el sicoanálisis, la filosofía y el derecho. La crueldad ha sido una constante en la historia de la humanidad, pero la apabullante variedad de sus manifestaciones actuales tanto en la vida pública como en la privada hacen que su estudio sea confuso y enigmático.

Ciudad Juárez, capital de la crueldad, se convierte en un lugar que conduce a otros espacios sin fin y sin sentido. En un intento por rastrear esa crueldad, por entender qué es, nos introducimos en un laberinto infinito, nuestra mente se pierde entre caminos cada vez más secretos, cada vez más siniestros e indescifrables mientras los asesinos siguen al acecho de nuevas víctimas, que nos conducen a nuevos y más complicados espacios que no tienen relación alguna con los otros que ya visitamos, excepto el común denominador de estar habitados por personajes monstruosos y por víctimas que siguen deambulando en la marginalidad, en el enigma de lo desconocido.

Ciudad Juárez capital de la crueldad, laberinto que hace mucho superó el “proceso” kafkiano, mundo habitado por perseguidores desconocidos que odian la vida y que atentan contra la mujer porque es fuente de vida. Furia desatada sin explicación posible; masacres sin sentido, “feminicidios necrofílicos” que escapan a cualquier explicación racional y que, por tanto, dan paso a la búsqueda en el campo de lo irracional, del terrible instinto de muerte con su carga de compulsión a la repetición. Narcisismo de muerte en el que se pierde la diferencia primordial entre materia viva e inerte.
Frente al enigma negro de la crueldad no queda sino oponer la llama tenue de la esperanza. Ojalá la protesta activa y enérgica de la sociedad sirva para detener en algo el terror que campea por sus fueros en Ciudad Juárez.

El contenido liberador de la palabra, la esencia y las posibilidades de dialogo están gravemente deteriorados y la estabilidad y gobernabilidad del país se ven profundamente amenazadas. Los meses recientes sólo nos han mostrado situaciones denigrantes y sombrías, cancelación de la razón, confusión, desasosiego y zozobra. Todo se desarticula mientras la irritación y la violencia crecen sin posibilidad de un diálogo civilizado, donde el interés que predomine sea la estabilidad del país.

Sólo mediante la tolerancia se puede lograr la convivencia armónica y el respeto mutuo. Ésta se traduce en una actitud activa de reconocimiento de los derechos del otro. Mas la tolerancia no significa probar ni las injusticias ni aprobar la brutalidad y condescender con la irracionalidad que imponen un no rotundo a las vías pacificas de solución a un conflicto cuyos cauces deben ser el diálogo, la negociación y el respeto por el otro.

No es sólo una simple diferencia, ni de traducción de un idioma a otro; implica la comprensión profunda de individuos que golpeados por la marginación, la exclusión y la desesperación, portadores de traumas, pérdidas y carencias simbolizan, entienden y tratan de interpretar la realidad desde su propia historia, con otra estructura y otro tipo de percepción. Si en realidad buscamos la paz y concordia en el país necesitamos que las autoridades actúen comprendiendo e incluyendo a los millones de marginados que existen aquí, ¡ellos también cuentan!

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