Astillero - ABC, en el olvido
Julio Hernández López
L
as televisoras dominantes han vuelto a demostrar su capacidad de manipulación social y el control mediante intimidación que pueden tener sobre procesos institucionales. Empecinadas en asumirse como tribunales electrónicos, otorgantes de perdones y castigos, lograron una resolución expedita y selectiva en el caso de un cantante acusado en Quintana Roo de abusar sexualmente de una menor de edad. No sólo fue una maniobra clásica en busca de audiencias mayores (es decir, de mejores condiciones de comercialización de sus tiempos) sino, más allá, constituyó una aplastante confirmación de su carácter rector en la construcción de las percepciones nacionales, un lucimiento de músculo definitorio justamente cuando el país se encamina a un proceso electoral marcadamente peligroso, una exhibición de magia exculpatoria que a la vez es un mensaje amenazante para adversarios y críticos y, sobre todo, para precarios o nulos anunciantes del mundillo político.
El fondo del asunto no es, desde luego, el proceso en sí, ni los indicios de culpabilidad o inocencia que pudiera haber respecto del mencionado cantante. De esos y otros asuntos habríase de entender el juez o el sistema judicial en general, con la misma pachorra y venalidad que sucede en todo el país, con el mismo grado de veleidad justiciera que afecta a miles de mexicanos, si no se hubiera atravesado el bíceps electrónico para establecer una excepcionalidad corporativa, una suerte de fuero televisivo (timorato, el procurador estatal dice estar en contra de la desconcertante resolución del juez, pero no apelará: nadie quiere exponerse a la Santa Inquisición Televisada. No es menor el dato de que con este espectáculo de moralina a conveniencia, demeritando a la denunciante por conductas anteriores, como si la violación no procediera incluso planteada por una esposa o una prostituta, se da un paso atrás en el proceso de convencimiento a mujeres para que presenten denuncias por abusos sexuales).
De esa manera, lo verdaderamente importante para Televisa y Televisión Azteca ha sido el explotar con sentimentalismo barato y cobertura amarillista un asunto menor para tratar de convertirlo en reclamo nacional de presunta justicia, generando movilización e inconformidad –efímeras e insustanciales, desde luego– en ese expediente que no significa nada frente al cúmulo de injusticias y arbitrariedades cometidas desde los poderes político y económico contra el pueblo mexicano sin que esas mismas pantallas y micrófonos, histéricos por orden superior, dediquen tiempo (información, análisis, denuncia) ni muestren solidaridad.
México entero vive tragedias diarias de las que Televisa y Televisión Azteca dan breves y controladas referencias en el mejor de los casos, pues con gran frecuencia lo que se mantiene es un silencio apenas roto por referencias gubernamentales forzadas. La información cotidiana ha sido así secuestrada para modular la conciencia nacional conforme a los intereses de quienes forman la elite de los grandes intereses económicos y políticos. Y el análisis y el debate políticos han sido circunscritos a voces propias o a una nómina casi invariable de convidados cuya mayor divergencia al aire suele ser de modos o detalles pero no de sustancia. (El envilecimiento de esos procesos de información y análisis en las televisoras ha llegado incluso a niveles grotescos, altamente dañinos para la salud pública, como es la recuperación, para públicos mexicano y "latino", de Laura Bozzo, la organizadora de lamentables programas de exhibición clasista de purulencias sociales y familiares. Bozzo, según columnistas de espectáculos, pretende naturalizarse mexicana, con lo que estaría en condiciones de "opinar" desde Televisa sobre la política de su patria adoptada, acaso en una forma de prestar servicios a un régimen represor, corrupto y repudiado, como lo hizo años atrás en Perú. Para no quedarse atrás en esa competencia de lodo, Televisión Azteca ha habilitado una contrapropuesta aún de menor calidad –aunque pareciera imposible– mediante la vedete Niurka Marcos.)
Un ejemplo de esa desatención crónica se ha vivido en estos días respecto a quienes sostienen la lucha en demanda de justicia por la muerte de sus hijos en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora. Unas veinte madres y tres padres de pequeños fallecidos en aquella aciaga ocasión se plantaron en huelga de hambre en la plaza central de la capital del país, en demanda de una justicia que les ha sido largamente escamoteada, entre otras cosas porque los responsables directos de la operación de la guardería tienen relación política y familiar con factores de poder como el exgobernador Eduardo Bours y con Margarita Zavala Gómez del Campo, esposa del ocupante de Los Pinos. No hubo ni hay histeria en los medios electrónicos de comunicación por ese ejemplo sostenido de injusticia, ni al tema se le dedican horas de difusión en vivo. La protesta fue levantada ayer y los progenitores regresaron a su tierra, bajo la promesa típica de autoridades que ofrecen ahora sí escuchar y resolver. Ese es uno de los muchísimos asuntos del dolor nacional que a las televisoras no les importan, pero sí los detalles escabrosos de una madrugada farandulera en Quintana Roo y los presuntos ribetes de ilegalidad que podría haber en ese expediente convertido por las teles en una terrible comprobación de que en medio de la tragedia nacional les es posible acotar el abanico de enojo popular, manejar la irritación hacia zonas de intrascendencia y generar en esos ciudadanos programadamente contestatarios la ilusión de que sí hay justicia en México, que sí se puede confiar en las instituciones, que es posible el triunfo del bien sobre el mal, que es factible el júbilo patrio ante la liberación del cantante prócer. ¡Viva México!
Y, mientras el felipismo da a conocer hoy una nueva estrategia en Ciudad Juárez (¿cortesía de Janet o de Hillary?) y el embajador Pascual dice que Estados Unidos realizará inversiones en Oaxaca para frenar el flujo migratorio a su país, ¡feliz fin de semana, con Guerrero electoralmente al rojo!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Fuente
L
as televisoras dominantes han vuelto a demostrar su capacidad de manipulación social y el control mediante intimidación que pueden tener sobre procesos institucionales. Empecinadas en asumirse como tribunales electrónicos, otorgantes de perdones y castigos, lograron una resolución expedita y selectiva en el caso de un cantante acusado en Quintana Roo de abusar sexualmente de una menor de edad. No sólo fue una maniobra clásica en busca de audiencias mayores (es decir, de mejores condiciones de comercialización de sus tiempos) sino, más allá, constituyó una aplastante confirmación de su carácter rector en la construcción de las percepciones nacionales, un lucimiento de músculo definitorio justamente cuando el país se encamina a un proceso electoral marcadamente peligroso, una exhibición de magia exculpatoria que a la vez es un mensaje amenazante para adversarios y críticos y, sobre todo, para precarios o nulos anunciantes del mundillo político.
El fondo del asunto no es, desde luego, el proceso en sí, ni los indicios de culpabilidad o inocencia que pudiera haber respecto del mencionado cantante. De esos y otros asuntos habríase de entender el juez o el sistema judicial en general, con la misma pachorra y venalidad que sucede en todo el país, con el mismo grado de veleidad justiciera que afecta a miles de mexicanos, si no se hubiera atravesado el bíceps electrónico para establecer una excepcionalidad corporativa, una suerte de fuero televisivo (timorato, el procurador estatal dice estar en contra de la desconcertante resolución del juez, pero no apelará: nadie quiere exponerse a la Santa Inquisición Televisada. No es menor el dato de que con este espectáculo de moralina a conveniencia, demeritando a la denunciante por conductas anteriores, como si la violación no procediera incluso planteada por una esposa o una prostituta, se da un paso atrás en el proceso de convencimiento a mujeres para que presenten denuncias por abusos sexuales).
De esa manera, lo verdaderamente importante para Televisa y Televisión Azteca ha sido el explotar con sentimentalismo barato y cobertura amarillista un asunto menor para tratar de convertirlo en reclamo nacional de presunta justicia, generando movilización e inconformidad –efímeras e insustanciales, desde luego– en ese expediente que no significa nada frente al cúmulo de injusticias y arbitrariedades cometidas desde los poderes político y económico contra el pueblo mexicano sin que esas mismas pantallas y micrófonos, histéricos por orden superior, dediquen tiempo (información, análisis, denuncia) ni muestren solidaridad.
México entero vive tragedias diarias de las que Televisa y Televisión Azteca dan breves y controladas referencias en el mejor de los casos, pues con gran frecuencia lo que se mantiene es un silencio apenas roto por referencias gubernamentales forzadas. La información cotidiana ha sido así secuestrada para modular la conciencia nacional conforme a los intereses de quienes forman la elite de los grandes intereses económicos y políticos. Y el análisis y el debate políticos han sido circunscritos a voces propias o a una nómina casi invariable de convidados cuya mayor divergencia al aire suele ser de modos o detalles pero no de sustancia. (El envilecimiento de esos procesos de información y análisis en las televisoras ha llegado incluso a niveles grotescos, altamente dañinos para la salud pública, como es la recuperación, para públicos mexicano y "latino", de Laura Bozzo, la organizadora de lamentables programas de exhibición clasista de purulencias sociales y familiares. Bozzo, según columnistas de espectáculos, pretende naturalizarse mexicana, con lo que estaría en condiciones de "opinar" desde Televisa sobre la política de su patria adoptada, acaso en una forma de prestar servicios a un régimen represor, corrupto y repudiado, como lo hizo años atrás en Perú. Para no quedarse atrás en esa competencia de lodo, Televisión Azteca ha habilitado una contrapropuesta aún de menor calidad –aunque pareciera imposible– mediante la vedete Niurka Marcos.)
Un ejemplo de esa desatención crónica se ha vivido en estos días respecto a quienes sostienen la lucha en demanda de justicia por la muerte de sus hijos en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora. Unas veinte madres y tres padres de pequeños fallecidos en aquella aciaga ocasión se plantaron en huelga de hambre en la plaza central de la capital del país, en demanda de una justicia que les ha sido largamente escamoteada, entre otras cosas porque los responsables directos de la operación de la guardería tienen relación política y familiar con factores de poder como el exgobernador Eduardo Bours y con Margarita Zavala Gómez del Campo, esposa del ocupante de Los Pinos. No hubo ni hay histeria en los medios electrónicos de comunicación por ese ejemplo sostenido de injusticia, ni al tema se le dedican horas de difusión en vivo. La protesta fue levantada ayer y los progenitores regresaron a su tierra, bajo la promesa típica de autoridades que ofrecen ahora sí escuchar y resolver. Ese es uno de los muchísimos asuntos del dolor nacional que a las televisoras no les importan, pero sí los detalles escabrosos de una madrugada farandulera en Quintana Roo y los presuntos ribetes de ilegalidad que podría haber en ese expediente convertido por las teles en una terrible comprobación de que en medio de la tragedia nacional les es posible acotar el abanico de enojo popular, manejar la irritación hacia zonas de intrascendencia y generar en esos ciudadanos programadamente contestatarios la ilusión de que sí hay justicia en México, que sí se puede confiar en las instituciones, que es posible el triunfo del bien sobre el mal, que es factible el júbilo patrio ante la liberación del cantante prócer. ¡Viva México!
Y, mientras el felipismo da a conocer hoy una nueva estrategia en Ciudad Juárez (¿cortesía de Janet o de Hillary?) y el embajador Pascual dice que Estados Unidos realizará inversiones en Oaxaca para frenar el flujo migratorio a su país, ¡feliz fin de semana, con Guerrero electoralmente al rojo!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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