¿Globalización en peligro?
Periódico La Jornada
Martes 25 de enero de 2011, p. 31
En sentido estricto, la globalización sufrió un fuerte golpe por la crisis económica, al hundirse los flujos internacionales de comercio y capital. Sin embargo, hubo muy poco retroceso en la liberalización de reglamentaciones que gobiernan el movimiento de bienes, capital y personas, fundamento de la globalización. En particular, pese al bache en el comercio mundial de finales de 2008 y en 2009, el temido ascenso del proteccionismo abierto no se materializó. A esto contribuyó el sistema de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que gobierna gran parte del comercio mundial. Además, las fuerzas subyacentes en la globalización siguen siendo potentes. Las empresas dependen de cadenas internacionales de suministro para mantenerse competitivas, y en la expansión más allá de sus mercados domésticos para aumentar ingresos. Hasta cierto punto, esto abre el camino para que la globalización se reanude y la recuperación económica continúe.
Sin embargo, la crisis económica ha elevado los riesgos de la globalización, y sigue siendo posible que proliferen barreras al comercio, al capital y al trabajo, y ello cause una reversión más permanente. La globalización estuvo implicada en la reciente crisis económica, en parte porque algunos aspectos de la economía globalizada, como los mercados liberalizados de capitales, fueron considerados causantes en alguna medida. Esto eleva la posibilidad de que las medidas para prevenir una repetición de la crisis disminuyan los flujos internacionales de capital. La crisis económica también puso de relieve el hecho de que la creciente prosperidad global que supuestamente derivaría de la globalización se basaba en tendencias insostenibles, sobre todo un exceso de empréstitos en buena parte del mundo desarrollado.
Eso se ha añadido a las renovadas críticas a la globalización en Occidente. El ascenso de los mercados emergentes a consecuencia de ella ya había comenzado a tener implicaciones poco cómodas para Occidente, bajo la forma de adquisiciones de firmas occidentales por competidores de mercados emergentes (con frecuencia de propiedad estatal) y mayor competencia por empleos y presiones sobre los salarios. Ahora la crisis ha minado la confianza occidental en la continuación de su prosperidad económica, y ensanchado la distancia entre el desempeño de la mayoría de las economías occidentales y los principales mercados emergentes en materia de crecimiento.
Las críticas a la globalización ganarán mayor ímpetu conforme se perciban más consecuencias de la crisis. En particular, el desempleo en las economías desarrolladas se mantendrá alto aun cuando continúe la recuperación (8% todavía en 2014, según proyecciones de EIU). Tal vez el mayor riesgo de un aumento generalizado del proteccionismo se daría si el empleo en los países occidentales no se recupera en forma adecuada.
Al mismo tiempo, el probable fracaso de las naciones en acordar soluciones conjuntas a algunos de los problemas que la crisis volvió patentes fortalecerán los llamados a adoptar soluciones unilaterales. Esto ocurrirá sobre todo con la evidente necesidad de reformar la gobernabilidad monetaria global para hacer frente a la excesiva acumulación de reservas, los flujos desestabilizadores de capital y los desequilibrios económicos. La intensificación de las tensiones monetarias entre socios comerciales también podría conducir a medidas proteccionistas.
Globalización controlada
Parece improbable, por las razones expuestas, que estos factores descarrilen por completo la globalización, pero los riesgos son sin duda considerables. Ya en otros tiempos se han revertido episodios de globalización, aunque se puede aducir que los avances tecnológicos hacen que la interconexión actual sea cualitativamente diferente de la situación en épocas anteriores. Sin embargo, es posible que la globalización sea sometida a un mayor escrutinio crítico.
En particular, es probable que la creciente oposición a la inmigración en buena parte de Occidente conduzca a más barreras al movimiento de trabajadores. En el comercio, aun cuando se pueda evitar un recurso generalizado al proteccionismo, se han incrementado medidas como las barreras no tarifarias, diseñadas para proteger ciertos sectores, y no se retirarán en poco tiempo. Y es posible que los días de mercados de capital totalmente irrestrictos hayan quedado atrás, como evidencia la regulación más estricta del sector financiero y la creciente popularidad de los controles al capital para atenuar los flujos de dinero especulativo.
Estas restricciones podrían ser contrarrestadas por la creciente integración de más países en la economía global. Las principales economías emergentes, como el BRIC y el llamado CIVETS (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica), continúan abriéndose. Rezagados como Bangladesh, Nigeria, Ucrania e Irán podrían sumarse. Pero los mayores controles en muchos países retrasarán y modularán el desarrollo de la globalización hasta cierto punto.
Las tendencias en la inversión extranjera directa (IED), importante medida de la integración económica internacional, apuntan a corto plazo a una globalización más lenta que en los años de auge de 2003-07, y a una inclinación de la balanza hacia los mercados emergentes. Estimamos que los flujos globales de IED tuvieron sólo una tibia recuperación en 2010, hasta alrededor de 1.1 billones de dólares, equivalentes a la mitad del punto más alto alcanzado en 2007. Sin embargo, los flujos hacia los mercados emergentes cayeron en forma menos acusada durante la crisis y repuntan con fuerza: estimamos que en 2010 se elevaron 14%, en comparación con un descenso de 7% en los flujos al mundo desarrollado.
Parece improbable, por tanto, que el impacto de la crisis evite el surgimiento de una nueva fase de globalización, cada vez más impulsada por los mercados emergentes; de hecho, el relativo estancamiento de Occidente después de la crisis podría incluso reforzar al cambio. Hasta ahora la globalización se ha dado sobre todo de occidente a oriente, pero en un mundo totalmente globalizado los negocios fluirán en todas direcciones. Por ejemplo, prevemos que la inversión directa china en el exterior se elevará de 2 mil mdd en 2004 a 127 mil mdd en 2014.
La firma Boston Consulting Group describe este estado como "globalidad", un "mundo sin centros", en el que la competencia será de "todos por todo". Esta nueva fase tendrá lugar en un entorno más controlado del que se habría considerado probable antes de la crisis, y por tanto será más lento, pero sin duda representará un cambio sísmico con implicaciones de largo alcance.
Fuente: EIU
Traducción de textos: Jorge Anaya
Fuente
Martes 25 de enero de 2011, p. 31
En sentido estricto, la globalización sufrió un fuerte golpe por la crisis económica, al hundirse los flujos internacionales de comercio y capital. Sin embargo, hubo muy poco retroceso en la liberalización de reglamentaciones que gobiernan el movimiento de bienes, capital y personas, fundamento de la globalización. En particular, pese al bache en el comercio mundial de finales de 2008 y en 2009, el temido ascenso del proteccionismo abierto no se materializó. A esto contribuyó el sistema de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que gobierna gran parte del comercio mundial. Además, las fuerzas subyacentes en la globalización siguen siendo potentes. Las empresas dependen de cadenas internacionales de suministro para mantenerse competitivas, y en la expansión más allá de sus mercados domésticos para aumentar ingresos. Hasta cierto punto, esto abre el camino para que la globalización se reanude y la recuperación económica continúe.
Sin embargo, la crisis económica ha elevado los riesgos de la globalización, y sigue siendo posible que proliferen barreras al comercio, al capital y al trabajo, y ello cause una reversión más permanente. La globalización estuvo implicada en la reciente crisis económica, en parte porque algunos aspectos de la economía globalizada, como los mercados liberalizados de capitales, fueron considerados causantes en alguna medida. Esto eleva la posibilidad de que las medidas para prevenir una repetición de la crisis disminuyan los flujos internacionales de capital. La crisis económica también puso de relieve el hecho de que la creciente prosperidad global que supuestamente derivaría de la globalización se basaba en tendencias insostenibles, sobre todo un exceso de empréstitos en buena parte del mundo desarrollado.
Eso se ha añadido a las renovadas críticas a la globalización en Occidente. El ascenso de los mercados emergentes a consecuencia de ella ya había comenzado a tener implicaciones poco cómodas para Occidente, bajo la forma de adquisiciones de firmas occidentales por competidores de mercados emergentes (con frecuencia de propiedad estatal) y mayor competencia por empleos y presiones sobre los salarios. Ahora la crisis ha minado la confianza occidental en la continuación de su prosperidad económica, y ensanchado la distancia entre el desempeño de la mayoría de las economías occidentales y los principales mercados emergentes en materia de crecimiento.
Las críticas a la globalización ganarán mayor ímpetu conforme se perciban más consecuencias de la crisis. En particular, el desempleo en las economías desarrolladas se mantendrá alto aun cuando continúe la recuperación (8% todavía en 2014, según proyecciones de EIU). Tal vez el mayor riesgo de un aumento generalizado del proteccionismo se daría si el empleo en los países occidentales no se recupera en forma adecuada.
Al mismo tiempo, el probable fracaso de las naciones en acordar soluciones conjuntas a algunos de los problemas que la crisis volvió patentes fortalecerán los llamados a adoptar soluciones unilaterales. Esto ocurrirá sobre todo con la evidente necesidad de reformar la gobernabilidad monetaria global para hacer frente a la excesiva acumulación de reservas, los flujos desestabilizadores de capital y los desequilibrios económicos. La intensificación de las tensiones monetarias entre socios comerciales también podría conducir a medidas proteccionistas.
Globalización controlada
Parece improbable, por las razones expuestas, que estos factores descarrilen por completo la globalización, pero los riesgos son sin duda considerables. Ya en otros tiempos se han revertido episodios de globalización, aunque se puede aducir que los avances tecnológicos hacen que la interconexión actual sea cualitativamente diferente de la situación en épocas anteriores. Sin embargo, es posible que la globalización sea sometida a un mayor escrutinio crítico.
En particular, es probable que la creciente oposición a la inmigración en buena parte de Occidente conduzca a más barreras al movimiento de trabajadores. En el comercio, aun cuando se pueda evitar un recurso generalizado al proteccionismo, se han incrementado medidas como las barreras no tarifarias, diseñadas para proteger ciertos sectores, y no se retirarán en poco tiempo. Y es posible que los días de mercados de capital totalmente irrestrictos hayan quedado atrás, como evidencia la regulación más estricta del sector financiero y la creciente popularidad de los controles al capital para atenuar los flujos de dinero especulativo.
Estas restricciones podrían ser contrarrestadas por la creciente integración de más países en la economía global. Las principales economías emergentes, como el BRIC y el llamado CIVETS (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica), continúan abriéndose. Rezagados como Bangladesh, Nigeria, Ucrania e Irán podrían sumarse. Pero los mayores controles en muchos países retrasarán y modularán el desarrollo de la globalización hasta cierto punto.
Las tendencias en la inversión extranjera directa (IED), importante medida de la integración económica internacional, apuntan a corto plazo a una globalización más lenta que en los años de auge de 2003-07, y a una inclinación de la balanza hacia los mercados emergentes. Estimamos que los flujos globales de IED tuvieron sólo una tibia recuperación en 2010, hasta alrededor de 1.1 billones de dólares, equivalentes a la mitad del punto más alto alcanzado en 2007. Sin embargo, los flujos hacia los mercados emergentes cayeron en forma menos acusada durante la crisis y repuntan con fuerza: estimamos que en 2010 se elevaron 14%, en comparación con un descenso de 7% en los flujos al mundo desarrollado.
Parece improbable, por tanto, que el impacto de la crisis evite el surgimiento de una nueva fase de globalización, cada vez más impulsada por los mercados emergentes; de hecho, el relativo estancamiento de Occidente después de la crisis podría incluso reforzar al cambio. Hasta ahora la globalización se ha dado sobre todo de occidente a oriente, pero en un mundo totalmente globalizado los negocios fluirán en todas direcciones. Por ejemplo, prevemos que la inversión directa china en el exterior se elevará de 2 mil mdd en 2004 a 127 mil mdd en 2014.
La firma Boston Consulting Group describe este estado como "globalidad", un "mundo sin centros", en el que la competencia será de "todos por todo". Esta nueva fase tendrá lugar en un entorno más controlado del que se habría considerado probable antes de la crisis, y por tanto será más lento, pero sin duda representará un cambio sísmico con implicaciones de largo alcance.
Fuente: EIU
Traducción de textos: Jorge Anaya
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