México: Una quimera de largo aliento

martes 18 de enero de 2011

Laura M. López Murillo (especial para ARGENPRESS.info)

En algún lugar del lenguaje, entre los significados y las intenciones, existe una gama de artificios para tergiversar el sentido estricto de las palabras, para atenuar las incoherencias y encubrir las ambigüedades...

En el primer “Diálogo por la Seguridad” y ante la escalofriante cifra de 34,612 homicidios con violencia, Felipe Calderón redefinió uno de los objetivos fundamentales de su mandato: el conflicto entre el crimen organizado y su régimen ya no es una “guerra”, porque ahora es una lucha, un combate, una estrategia de gobierno. El mandatario se negó categóricamente a utilizar el término “guerra” porque implica únicamente a las fuerzas armadas y corrige su discurso justamente ahora, cuando solicita el involucramiento y el compromiso de la sociedad civil para erradicar la inseguridad del clima social.

Después de cuatro años de “lucha”, la mayor expectativa creada por el calderonismo sigue en el limbo de las promesas; el narcotráfico, erigido como la causa de todos los males y la consecuencia de todos los rezagos, sigue siendo el enemigo público número Uno hacia donde se trasladan todas las frustraciones del régimen.

Pero a Felipe Calderón le urge ganar este combate, o aparentar una victoria en esta quimera de largo aliento, para izarla como el estandarte del panismo en la próxima contienda electoral. Su premura refleja la carencia de resultados porque la impunidad y la corrupción son los grandes pendientes sin resolver. Su ansiedad trasciende el ámbito de su competencia: la crítica de Calderón se enfoca en la actuación de los jueces a quienes califica como “simples verificadores de requisitos”, además, la propuesta presidencial para la reforma a la Ley de Seguridad Nacional y el tema del fuero militar no han logrado un consenso favorable en el legislativo.

Sea como fuere, y aunque “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”, esta lucha, estrategia, combate, o como se le ocurra llamarle, pasará a las Crónicas del Poder como el complicado argumento de una quimera sin final. La violencia, las injusticias y los abusos derivados de la actuación de las fuerzas armadas sustentarán los discursos de los opositores en la contienda electoral para descalificar al calderonismo.

Y en el reinicio del circulo vicioso, las palabras que ahora atenúan el fracaso se transformarán en adjetivos descalificativos e hirientes, lo que ahora se ostenta como un éxito se traducirá en una mediocridad desde la perspectiva electorera, porque este año la administración pública se mimetizará con la búsqueda del poder. Y una vez más, los hechos adquirirán dos enfoques contrarios y excluyentes por los efectos demagógicos del lenguaje, y entre los significados y las intenciones, se desplegará esa gama de artificios que tergiversan el sentido estricto de las palabras, que atenúan las incoherencias y encubren las ambigüedades…

Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm.

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