Provoca la movilización popular la caída y huida del dictador tunecino

Tanya María Pedersen Sierra
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 15 de enero de 2011, p. 18

Túnez, 14 de enero. El presidente tunecino Zine Abidine Ben Ali, líder de un régimen autoritario en el poder desde 1987, huyó hoy del país en la noche presionado por protestas masivas en la capital y en varias provincias. Los manifestantes, desafiando la represión policiaca del régimen, demandaron la dimisión del gobierno, reformas políticas, apertura mediática, empleo y mejores condiciones de vida.

Las protestas iniciaron el 17 de diciembre, cuando un joven diplomado desempleado de 26 años se inmoló en un acto de desesperación frente a la alcadía de la ciudad de Sidi Bouzid, después de que oficiales gubernamentales le confiscaron la carreta de verduras que vendía para ganarse la vida. Rápidamente este joven se convirtió en símbolo de protesta de las frustraciones de los miles de jóvenes tunecinos, que viven en el desempleo y enfrentan un futuro sin esperanzas de mejora.

Movilizaciones espontáneas se gestaron primero en Sidi Bouzid y rápidamente se expandieron a todo el país, sumando a las demandas, reformas políticas, denunciando al régimen de Ben Ali, la corrupción de la elite cercana al presidente, la falta de libertades políticas y el control total de los medios. Según la Federación Internacional de Ligas de Derechos Humanos, se calcula un total de 66 muertos en las confrontaciones con la policía.

En un intento por calmar las protestas, Ben Ali declaró ayer, en un discurso transmitido en la televisión nacional, que no se presentaría como candidato en las elecciones presidenciales de 2014, decretó la total libertad de expresión y de prensa, y el acceso, antes restringido, a todos los medios de comunicación y la creación de una comisión independiente anticorrupción.

Hoy por la mañana, los tunecinos podían, por primera vez, acceder a páginas de Internet como YouTube y de periódicos críticos extranjeros. Asimismo, Ben Ali declaró que se realizarían elecciones legislativas en seis meses. Sin embargo, las concesiones públicas del presidente no calmaron las ansias de cambio de los tunecinos y este viernes se produjo la movilización de miles de manifestantes. Ya no sólo jóvenes, sino también mujeres y hombres de las clases pobres y medias llenaban la avenida Bourguiba, en el centro de la ciudad de Túnez, con consignas y pancartas de "fuera Ben Ali", "el levantamiento continúa", "No a Ben Ali" y "Libertad".

El régimen volvió a reprimir a los manifestantes con balas y gas lacrimógeno, y decretó el estado de sitio en el país. No obstante, pocas horas después, se difundió el anuncio oficial de la dimisión del presidente, y el primer ministro Mohammed Ganouchi tomó posesión como presidente interino.

Sin duda los eventos de las últimas semanas, y especialmente los drásticos cambios sucedidos hoy en Túnez, dan muestran del potencial de las movilizaciones populares que expresan la protesta y la inconformidad reprimida de las clases pobres y medias. Sin embargo, sigue abierta la pregunta sobre si se logrará afianzar un proceso de cambio democrático en Túnez. Al haber sido reprimida y prácticamente aniquilada durante 23 años, no existe una oposición lo suficientemente fuerte y articulada para defender las derechos adquiridos hoy con las protestas. Algunos temen que la historia se repita y que el primer ministro se apodere del gobierno, como lo hizo Ben Ali hace 23 años, cuando era primer ministro y se impuso con promesas de cambio, después de la dimisión forzada del antiguo presidente.

También el papel del ejército está por definirse, que hasta ahora ha dado muestras de prudencia hacia los manifestantes, y ha declarado que defiende la Constitución.

Los eventos de hoy en Túnez servirán de lección a los países europeos, y en particular a Francia, que hasta el último momento no supo formular una crítica contundente al régimen de Ben Ali, con el pretexto de que éste combatía con mano firme el surgimiento de grupos islamitas en el país. La insensibilidad hacia las denuncias contra el gobierno de Ben Ali y la brutalidad de la represión contra los manifestantes, revelan el oportunismo del discurso de defensa de derechos humanos y de la libertad tan frecuentamente manejado por los antiguos poderes coloniales en el Magreb y en África.

Sin embargo, y aún más importante, los sorprendentes logros de las movilizaciones populares vividas en Túnez en las últimas semanas sin duda servirán de ejemplo a las poblaciones de otros países magrebinos y africanos, y probablemente también a naciones más allá de este continente, que viven situaciones muy similares de alto desempleo, decadentes condiciones de vida y falta de libertades.

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