México: La hoz y el martillo es el símbolo de la unidad campesina y obrera difícil de alcanzar
lunes 28 de marzo de 2011
Pedro Echeverría (especial para ARGENPRESS.info)
1. La semana pasada mi querido amigo Pablo Moctezuma y yo estuvimos en un Seminario con asistencia de izquierda socialista internacional. Me obsequió su pequeño libro titulado. ¡Viva Villa… Cabrones! en el que hace una defensa casi apologética del Centauro de Norte, aunque hay momentos de su narrativa en los que habla de los orígenes de su personaje como sumamente pobre que laboró como leñador, recolector de maíz, comerciante, asaltante, ladrón de mercancías y ganado, así como de carnicero y “bandolero profesional”. ¿Alguien que no fuera derechista puede dejar de reconocer el gran papel de Flores Magón, Zapata y Villa en la revolución mexicana de 1910-17? Sin embargo lo que más me ha interesado es lo que dice Pablo del Villa de los años 1914 y 1915 cuando el carrancismo logró con ofertas el apoyo de los obreros de la ciudad para organizarlos como “batallones rojos” y enfrentarlos a los campesinos.
2. Fue sin duda un momento crucial de la revolución mexicana y, al mismo tiempo, momento de indefiniciones por falta de conciencia de clase. ¿O es que podía esperarse otra cosa? Marx escribió varias veces que los campesinos pertenecían a la sociedad feudal y que los obreros de la industria capitalista –los proletarios- eran hijos del capitalismo, los únicos revolucionarios que –como clase social- podrían darle muerte y sepultura a la explotación de que eran víctimas. No es que Marx no conociera la miseria y los graves problemas de los trabajadores del campo, sin embargo él explicó que sus objetivos como campesinos no asalariados no eran transformar el capitalismo explotador sino continuar con su comunidad con relaciones ya superadas por el capitalismo. Es partir de la profundización de estas lecturas como se puede comprender por qué Zapata y Villa “despreciaron la silla presidencial y no tomaron el gobierno”.
3. Flores Magón, como anarquista antipoder, tampoco se planteó la toma del gobierno. Así que el arribo del Carrancismo o Constitucionalismo –con objetivos claros en cuanto el significado determinante del poder- les permitió adueñarse de manera total de la revolución burguesa. Zapata buscaba repartición de tierras, Villa aceptó una gran hacienda que puso a producir y Flores Magón fue perseguido, reprimido y encarcelado en EEUU; luego la burguesía carrancista y obregonista se encargó de asesinarlos con la mayor brutalidad en 1919, 1923 y 1922, respectivamente. ¿Pero hubiese cambiado algo si estos tres héroes populares hubiesen tomado el gobierno? ¿Qué tipo de sociedad pudieron haber construido ante un capitalismo dominante? Aquí es importante conocer la polémica de los mencheviques de Martov y los bolcheviques de Lenin sobre el destino del gobierno ruso en la sociedad capitalista global. ¿Pudo construirse y mantenerse el socialismo en Rusia?
4. En México durante la revolución no solo no pudo darse la unidad obrero-campesina sino que los obreros –mediante promesas de la burguesía- fueron convertidos en 1915 en parte del ejército burgués, como “batallones rojos”, para luchar contra los campesinos de Villa y Zapata. Los carrancista mantenían un gran odio hacia los zapatistas y villistas, así como un enorme racismo, tal como demuestra Vasconcelos en su bella narrativa de sus tres libros de “Ulises Criollo”. Vasconcelos narra el banquete del 1 de enero de 1915 en Palacio Nacional con la presencia de Villa, Zapata y Eulalio Gutiérrez de manera magistral pero sin poder esconder su racismo anticampesino. Sin embargo, en la obra de John M. Hart puede verse de manera diáfana las enormes diferencias existentes entre los campesinos y los obreros de la ciudad que impedían cualquier unidad como la que buscaba la lucha socialista,
5. Escribe Hart: “Factores culturales y económicos desempeñaron un papel importante en la decisión final de la Casa (del Obrero Mundial) de rechazar a Zapata y a Villa a favor de los Constitucionalistas. Los obreros urbanos, al igual que sus antepasados del período colonial y del siglo XIX, se consideraban ciudadanos de la ciudad de México, y mucho más refinados y modernos que el campesinado. Como constituyentes de la ciudad de México tenían un buen nivel de vida, y la riqueza general de la metrópoli, peso a estar mal distribuida, les ofrecía ventajas secundarias como transporte público, parques, drenajes y otros servicios. Lo que la Casa consideraba más grave era la devoción religiosa de los revolucionarios zapatistas y su aceptación del clero. Los escudos religiosos y los estandartes era lo que más desanimaba a los “racionalistas” de la Casa… representaban los valores culturales de una época ya pasada”.
6. En 1960, cuando solicitaba de manera desesperada empleo de profesor, contando solamente con estudios de bachillerato, tuve la oportunidad de admirar los murales de Rivera y Siqueiros pintados en las paredes de la SEP; en ellos comencé a entender el significado de la hoz y el martillo cruzados como símbolo de la lucha socialista y comunista. Un año antes había visto muros pintados con consignas obreras de ferrocarrileros al norte de la Alameda Central de la ciudad de México –donde estuvo el sindicato de obreros- y otras tantas bardas en el Casco del Poli de San Cosme y de la UNAM, en repudio a los gobiernos represores de Ruiz Cortines y López Mateos. Tenía 19 años y no sabía el significado de socialismo o de fascismo que, al parecer, nunca me enseñaron en la escuela o no hice caso. Fueron las batallas de los ferrocarrileros, pero mucho más la revolución cubana, los que me abrieron los ojos y me dieron ideas.
7. Desde entonces, sin saber quien fue el autor de la idea y de pintura de la hoz y el martillo, el significado de la unidad obrera y campesina, mucho menos de los problemas del socialismo, comencé a ver en la hoz y el martillo un símbolo de lucha. Obviamente en Marx y entre los socialdemócratas de fines del XIX no existió ese símbolo que, al parecer, sólo comenzó a aparecer entre los populistas rusos que reivindicaban a los campesinos y más adelante entre los bolcheviques que en Rusia tenían absoluta mayoría campesina. Sin embargo debo subrayar que la mayoría de los actuales “campesinos” son hoy “asalariados del campo”, es decir, ya no son miserables “propietarios privados” que producen de manera individual sus milpas y venden sus productos; hoy tienen un patrón capitalista (privado o Estado) que los explota y los mantiene en la miseria. En México fue a partir de mediados del XIX cuando fueron despojados por empresarios agrícolas, grandes terratenientes.
Fuente
Pedro Echeverría (especial para ARGENPRESS.info)
1. La semana pasada mi querido amigo Pablo Moctezuma y yo estuvimos en un Seminario con asistencia de izquierda socialista internacional. Me obsequió su pequeño libro titulado. ¡Viva Villa… Cabrones! en el que hace una defensa casi apologética del Centauro de Norte, aunque hay momentos de su narrativa en los que habla de los orígenes de su personaje como sumamente pobre que laboró como leñador, recolector de maíz, comerciante, asaltante, ladrón de mercancías y ganado, así como de carnicero y “bandolero profesional”. ¿Alguien que no fuera derechista puede dejar de reconocer el gran papel de Flores Magón, Zapata y Villa en la revolución mexicana de 1910-17? Sin embargo lo que más me ha interesado es lo que dice Pablo del Villa de los años 1914 y 1915 cuando el carrancismo logró con ofertas el apoyo de los obreros de la ciudad para organizarlos como “batallones rojos” y enfrentarlos a los campesinos.
2. Fue sin duda un momento crucial de la revolución mexicana y, al mismo tiempo, momento de indefiniciones por falta de conciencia de clase. ¿O es que podía esperarse otra cosa? Marx escribió varias veces que los campesinos pertenecían a la sociedad feudal y que los obreros de la industria capitalista –los proletarios- eran hijos del capitalismo, los únicos revolucionarios que –como clase social- podrían darle muerte y sepultura a la explotación de que eran víctimas. No es que Marx no conociera la miseria y los graves problemas de los trabajadores del campo, sin embargo él explicó que sus objetivos como campesinos no asalariados no eran transformar el capitalismo explotador sino continuar con su comunidad con relaciones ya superadas por el capitalismo. Es partir de la profundización de estas lecturas como se puede comprender por qué Zapata y Villa “despreciaron la silla presidencial y no tomaron el gobierno”.
3. Flores Magón, como anarquista antipoder, tampoco se planteó la toma del gobierno. Así que el arribo del Carrancismo o Constitucionalismo –con objetivos claros en cuanto el significado determinante del poder- les permitió adueñarse de manera total de la revolución burguesa. Zapata buscaba repartición de tierras, Villa aceptó una gran hacienda que puso a producir y Flores Magón fue perseguido, reprimido y encarcelado en EEUU; luego la burguesía carrancista y obregonista se encargó de asesinarlos con la mayor brutalidad en 1919, 1923 y 1922, respectivamente. ¿Pero hubiese cambiado algo si estos tres héroes populares hubiesen tomado el gobierno? ¿Qué tipo de sociedad pudieron haber construido ante un capitalismo dominante? Aquí es importante conocer la polémica de los mencheviques de Martov y los bolcheviques de Lenin sobre el destino del gobierno ruso en la sociedad capitalista global. ¿Pudo construirse y mantenerse el socialismo en Rusia?
4. En México durante la revolución no solo no pudo darse la unidad obrero-campesina sino que los obreros –mediante promesas de la burguesía- fueron convertidos en 1915 en parte del ejército burgués, como “batallones rojos”, para luchar contra los campesinos de Villa y Zapata. Los carrancista mantenían un gran odio hacia los zapatistas y villistas, así como un enorme racismo, tal como demuestra Vasconcelos en su bella narrativa de sus tres libros de “Ulises Criollo”. Vasconcelos narra el banquete del 1 de enero de 1915 en Palacio Nacional con la presencia de Villa, Zapata y Eulalio Gutiérrez de manera magistral pero sin poder esconder su racismo anticampesino. Sin embargo, en la obra de John M. Hart puede verse de manera diáfana las enormes diferencias existentes entre los campesinos y los obreros de la ciudad que impedían cualquier unidad como la que buscaba la lucha socialista,
5. Escribe Hart: “Factores culturales y económicos desempeñaron un papel importante en la decisión final de la Casa (del Obrero Mundial) de rechazar a Zapata y a Villa a favor de los Constitucionalistas. Los obreros urbanos, al igual que sus antepasados del período colonial y del siglo XIX, se consideraban ciudadanos de la ciudad de México, y mucho más refinados y modernos que el campesinado. Como constituyentes de la ciudad de México tenían un buen nivel de vida, y la riqueza general de la metrópoli, peso a estar mal distribuida, les ofrecía ventajas secundarias como transporte público, parques, drenajes y otros servicios. Lo que la Casa consideraba más grave era la devoción religiosa de los revolucionarios zapatistas y su aceptación del clero. Los escudos religiosos y los estandartes era lo que más desanimaba a los “racionalistas” de la Casa… representaban los valores culturales de una época ya pasada”.
6. En 1960, cuando solicitaba de manera desesperada empleo de profesor, contando solamente con estudios de bachillerato, tuve la oportunidad de admirar los murales de Rivera y Siqueiros pintados en las paredes de la SEP; en ellos comencé a entender el significado de la hoz y el martillo cruzados como símbolo de la lucha socialista y comunista. Un año antes había visto muros pintados con consignas obreras de ferrocarrileros al norte de la Alameda Central de la ciudad de México –donde estuvo el sindicato de obreros- y otras tantas bardas en el Casco del Poli de San Cosme y de la UNAM, en repudio a los gobiernos represores de Ruiz Cortines y López Mateos. Tenía 19 años y no sabía el significado de socialismo o de fascismo que, al parecer, nunca me enseñaron en la escuela o no hice caso. Fueron las batallas de los ferrocarrileros, pero mucho más la revolución cubana, los que me abrieron los ojos y me dieron ideas.
7. Desde entonces, sin saber quien fue el autor de la idea y de pintura de la hoz y el martillo, el significado de la unidad obrera y campesina, mucho menos de los problemas del socialismo, comencé a ver en la hoz y el martillo un símbolo de lucha. Obviamente en Marx y entre los socialdemócratas de fines del XIX no existió ese símbolo que, al parecer, sólo comenzó a aparecer entre los populistas rusos que reivindicaban a los campesinos y más adelante entre los bolcheviques que en Rusia tenían absoluta mayoría campesina. Sin embargo debo subrayar que la mayoría de los actuales “campesinos” son hoy “asalariados del campo”, es decir, ya no son miserables “propietarios privados” que producen de manera individual sus milpas y venden sus productos; hoy tienen un patrón capitalista (privado o Estado) que los explota y los mantiene en la miseria. En México fue a partir de mediados del XIX cuando fueron despojados por empresarios agrícolas, grandes terratenientes.
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