EU lo declaró "terrorista"; hoy Obama ve en él "un ejemplo al que la humanidad debe aspirar"

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Nelson Mandela en la oficina Oval de la Casa Blanca, el 17 de mayo de 2005, con el entonces presidente de Estados Unidos, George W. BushFoto Reuters
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El 21 de junio de 2011 se entrevistó con Michelle Obama en JohannesburgoFoto Xinhua
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 6 de diciembre de 2013, p. 3
Nueva York, 5 de diciembre.
La cúpula política de Estados Unidos elogió hoy la vida de Nelson Mandela celebrando su visión moral y como un héroe de la libertad, la justicia y la igualdad. Ninguno recordó que Estados Unidos, durante la mayoría de su vida, lo declaró, junto con su movimiento, enemigo y terrorista, y apoyó política y económicamente al régimen apartheid que lo encarceló.
El presidente Barack Obama esta tarde declaró: hemos perdido uno de los seres humanos más influyentes, valientes y profundamente buenos con que cualquiera de nosotros compartiremos tiempo en esta tierra. Ya no nos pertenece a nosotros, pertenece a todos los tiempos. Obama afirmó que es uno de los millones que fue inspirado por la vida de Mandela, y recordó que su primera acción política fue una protesta contra el apartheid.
En una declaración desde la Casa Blanca, el presidente agregó que “a través de su feroz dignidad y resuelta voluntad de sacrificar su propia libertad para la libertad de otros, Madiba (título honorífico de su pueblo, que significa padre) transformó a Sudáfrica, y nos movió a todos. Su viaje de prisionero a presidente englobaba la promesa de que seres humanos –y países– pueden cambiar para el bien. Su compromiso de trasladar poder y reconciliar con aquellos que lo encarcelaron sentó un ejemplo al que toda la humanidad debe aspirar, sea en las vidas de naciones o en nuestras vidas personales”.
Concluyó, parafraseando a Martin Luther King, que Mandela fue un hombre que tomó la historia en sus manos, y dobló el arco del universo moral hacia la justicia.
Se reporta que Obama tiene la intención de asistir a su funeral en unos 10 días.
Todos los ex presidentes de Estados Unidos también se expresaron hoy. George W. Bush declaró que Mandela fue una de las grandes fuerzas por la libertad y la igualdad de nuestros tiempos. Su padre, George H.W. Bush dijo que Mandela fue un hombre de tremenda valentía moral, que cambió el curso de la historia en su país.
Jimmy Carter afirmó que el pueblo de Sudáfrica y promotores de los derechos humanos alrededor del mundo han perdido un gran líder. Bill Clinton envió un tuit con una foto de él con Mandela: “nunca olvidaré a mi amigo Madiba”.
Líderes legislativos de ambos partidos hicieron declaraciones con variaciones de estos mensajes. Algunas figuras empresariales y culturales se sumaron al coro de elogio.
Memorias incómodas
Lo que ninguna figura oficial o medio nacional mencionó es que Mandela, durante la mayoría de su vida adulta, fue considerado un enemigo, y oficialmente declarado terrorista por el gobierno de Estados Unidos. De hecho, el Nobel Mandela continuó en la lista de vigilancia antiterrorista oficial de Estados Unidos hasta 2008. Hasta entonces que Mandela y otros líderes del gobierno sudafricano ya no necesitaban, según la ley estadunidense, permiso especial para viajar a Estados Unidos, dado que su partido, el Congreso Nacional Africano, aún se calificaba como organización terrorista.
Hasta su excarcelación el 11 de febrero de 1990, después de casi tres décadas en prisiones, el gobierno estadunidense nunca demandó su liberación. Todo lo contrario. De hecho, hay acusaciones de que la CIA participó en su captura en 1962, después de un año en que ingresó a la clandestinidad para impulsar el ala armada del CNA, viajando por África y Europa estudiando guerra de guerrillas y buscando apoyo para el partido.
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El líder sudafricano de la lucha contra el apartheid, en la cárcel el 21 de septiembre de 1964Foto Xinhua
Su partido fue percibido dentro de la óptica anticomunista de la guerra fría (uno de los sectores más importantes de la alianza con el CNA era el Partido Comunista).
Aunque hubo debates sobre las relaciones con el régimen del apartheid a lo largo de estos años, Mandela y el CNA seguían siendo calificados de terroristas por el gobierno de Estados Unidos, y de hecho se frenaron varias iniciativas para modificar esta posición oficial en las décadas de los 70 y los 80. Uno de los votos en contra de una resolución en el Congreso para reconocer al CNA y solicitar la libertad de Mandela en 1986 fue el del entonces legislador Dick Cheney, quien después fue vicepresidente de Estados Unidos, en la administración de George W. Bush.
A finales de los 60, Henry Kissinger, el entonces asesor de Seguridad Nacional del presidente Richard Nixon, formuló la política hacia Sudáfrica de que ya que los blancos en el poder estaban ahí para quedarse, Estados Unidos debería aceptar esa realidad y fortalecer sus relaciones con ellos, según documentos secretos que finalmente fueron revelados.
Aunque hubo un giro en la política durante el gobierno de Jimmy Carter, quien suspendió la venta de armas y otro equipo a las fuerzas de seguridad de Sudáfrica, de acuerdo con una resolución de la Organización de Naciones Unidas (ONU), eso sólo duraría breve tiempo. Sin embargo, rehúso aplicar mayores sanciones económicas y diplomáticas contra el régimen, a pesar de las demandas del creciente movimiento anti-apartheid en este país.
El presidente Ronald Reagan colocó al CNA en la lista de vigilancia de terrorismo. Su política fue la de apoyar el régimen de apartheid, buscando minar y llegando a violar las sanciones contra el régimen impuesto por la ONU. Más aún, durante ese gobierno, Washington colaboraba con el gobierno de Sudáfrica en combatir movimientos de liberación aliados con el CNA en los países vecinos de la región, como Angola, Mozambique y Namibia.
De repente, con las décadas de lucha contra el régimen del apartheid por el movimiento de liberación dentro de Sudáfrica y sus aliados en el movimiento antiapartheid mundial poniendo en jaque al gobierno blanco, la política estadunidense se enfocó en facilitar una transición y de repente, los derechos humanos y la democracia empezaron a figurar en el vocabulario de Washington.
De ese periodo se encargó el presidente Bill Clinton. Sin embargo, el enfoque fue una transición que no representara una amenaza al mercado libre y a los intereses de las grandes empresas trasnacionales, sobre todo del sector minero. Con ello, Mandela de repente se transformó de terrorista a héroe de la transición pacífica. En el ámbito oficial se dejó de hablar de su tiempo como guerrillero, y de su militancia revolucionaria, y se pasó a realzar su visión moral y su liderazgo a favor de la igualdad.

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