¡ES EL ESTADO!
Ya desde tiempos muy lejanos, el
gobierno federal representado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI)
ha usado de manera sistemática la táctica de la desaparición forzada para
contrarrestar las protestas que los ciudadanos organizaban en su contra. Como
siempre se ha sabido, el ejército o la policía federal, estatal o municipal son
los brazos ejecutores de su política silenciadora; 70 años del PRI en el poder,
generaron un hartazgo de la mayoría de los mexicanos, que pedíamos a gritos un
cambio en la forma de gobernar, queríamos ser incluidos en un proyecto de
nación ya que hasta el año 2000 el modelo neoliberal impuesto por los últimos 4
gobiernos priístas sólo aumentaron la pobreza y la desigualdad social.
Esa era la perspectiva en el nuevo
milenio en el cual los mexicanos recobrábamos el entusiasmo de tener un futuro
más promisorio, y el cambio llegó. Con la llegada de Vicente Fox a la
presidencia de la República, México soñaba con salirse de las vías del
desarrollo y llegar a una estadía de prosperidad, alcanzando de una buena vez
la estabilidad económica que históricamente se le ha negado. Sin embargo no fue
así, la llegada del Partido de Acción Nacional a los pinos, fue el inicio de
una nueva política de estado: “La Narco-Política”.
El pseudo proceso electoral
democrático que celebraba el país, se vio empañado por “Los Amigos de Fox” que
pronto se descubrió, tenían nexos con el crimen organizado, agudizando el
problema de la violencia en México, y por si fuera poco, al más puro estilo
priísta, las fuerzas de seguridad nacional una vez más fueron el brazo ejecutor
de la nueva Narco-política.
Producto del fraude electoral, el
innombrable Calderón, no vaciló en entrar de lleno al nuevo negocio de la clase
política y en una simulación de “declaración
de guerra al crimen organizado” sacó al Ejército a las calles y el
resultado fue el que ya conocemos todos, empoderamiento de cárteles protegidos
desde el Estado, el desborde de la violencia con la cifra más alta de todos los
tiempos en cuanto a asesinatos y desapariciones y el establecimiento de una
cultura del crimen como único trampolín hacía el bienestar económico. Ya el Ejército
en las calles no sólo es el ejecutor sino aliado del crimen organizado.
Ya con el infortunado regreso del PRI
a los pinos, sus tácticas electoreras evidenciaron tal cantidad de agravios a
la Ley que sólo pudieron culminar desapareciendo al Instituto Federal
Electoral; ¿cómo no recordar las tarjetas Monex y Soriana? las primeras para
los operadores y las segundas para la prole (como llama la hija del presidente
a sus gobernados) ambas fondeadas con recursos de dudosa procedencia, ya que el
origen de esos fondos eran aportados por empresas inexistentes y en su caso,
empresarios tan pobres que nunca habían manejado tales cifras en sus estados de
cuenta bancarios. La única respuesta ante este acto no era otro más que el lavado
de dinero que el entonces candidato presidencial Enrique Peña utilizaba como
financiamiento para su campaña al poder.
Hoy, la historia exhibe a aquellos
políticos que se han hecho uno con el crimen organizado, y que han llegado al
poder para ellos y por ellos, PRI, PAN o PRD da lo mismo en el México
actual; el lamentable suceso de los normalistas de Ayotzinapa ha puesto en el
escenario internacional el “Narco Terrorismo de Estado” que padecemos los
mexicanos.
¡EL ÚNICO RESPONSABLE DE LA VIOLENCIA EN
MÉXICO ES EL ESTADO!
Hugo
Garrido
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