2 de Octubre ¿Por Qué No se Debe Olvidar?

Carlos Guillén S.
Secretario del Exterior del SUTIN
Como año con año, se escucha este grito en las calles de la ciudad de México y en muchas poblaciones del interior del país "¡2 de octubre no se olvida, es de lucha combativa!". A casi medio siglo de distancia ¿qué representa? ¿por qué es importante recordarlo?
Para empezar habría que decir que el Movimiento Estudiantil Popular de 1968 es mucho más que el 2 de octubre. Fueron varios meses de movilización, de protesta juvenil, de discusión sobre el pasado y de construcción del futuro. Había una situación internacional muy agitada y un gran número de organizaciones con viejas demandas sin respuesta gubernamental.
Algunos de estos elementos están presentes en el México de hoy. Como en 1968, se discute el futuro del país; como en aquel momento, las escuelas son centros de discusión y de organización y al igual que en ese tiempo, existen demandas sociales que no encuentran respuesta por parte de las autoridades. Lo peor de todo, es que al igual que en ese año, la presidencia de la república está en manos de un grupo que se ha distinguido por hacer uso de la represión e ignorar las voces que piensan distinto a él.
Desde la derecha, no son escasas las voces que claman por salidas represivas a los diversos movimientos sociales que, como el del magisterio democrático, exigen cambios en el rumbo político y económico del país. Los mismos que hoy claman por salidas represivas, lo hicieron ante el movimiento estudiantil.
Pero ¿Qué ocurrió en 1968 y por qué el 2 de octubre?
Como ocurría con cierta frecuencia, hubo enfrentamientos entre estudiantes de distintas escuelas por el rumbo de La Ciudadela y a policía respondió ingresando a los planteles y golpeando a estudiantes y profesores ajenos a los hechos. La Federación Nacional de Estudiantes Técnicos, FNET, organizó una marcha de protesta y para pedir castigo a los responsables, lo que de hacerse, hubiera representado tal vez que no pasara nada más.
Sin embargo, los estudiantes politécnicos rebasaron a la FNET cuando ésta dio por concluida la “protesta” y decidieron marchar hacia el Zócalo. Esto hizo que confluyeran con una marcha organizada en solidaridad con la Revolución Cubana y al intentar marchar juntos al Zócalo, nuevamente la represión hizo acto de presencia. En las horas y días siguientes, los excesos policiacos generaron una gran respuesta estudiantil que pronto llegó a la huelga.
Se planteó un pliego petitorio de seis puntos que, a diferencia de anteriores movimientos por reivindicaciones económicas o académicas, ponía el acento en la conquista de libertades democráticas.
El movimiento salió rápidamente de las aulas. No únicamente por los mítines y marchas que llegaron a todos los rincones de la ciudad. Sobre todo, por un contenido que iba más allá de los famosos seis puntos. El movimiento expresó el descontento y las aspiraciones de amplios sectores de la sociedad. Era la continuación no sólo de la huelga politécnica de 1956 o la de escuelas de agronomía en 1967, de la lucha de los estudiantes de Morelia o las que protagonizaron los estudiantes de las escuelas normales rurales. Era también la continuación de la lucha de los médicos, de los profesores del Movimiento Revolucionario del Magisterio, de los ferrocarrileros, de los petroleros y telegrafistas. Era la expresión de la revolución cultural que iba desde la minifalda hasta las melenas y el rock de los Rolling Stones y los Beatles, era la nacionalización de la revolución cubana y la presencia de los combatientes vietnamitas. Era la expresión de una sociedad cambiando.
Las grandes marchas del 68 no fueron sólo de estudiantes, era el pueblo movilizado, era el reclamo de democracia en todos los órdenes, era un pueblo que veía que sí era posible desafiar el control priísta.
Poco antes, los estudiantes y la clase obrera francesa habían puesto al borde de la caída al gobierno de Francia. Si desde el inicio del movimiento participaban amas de casa y obreros a título personal, no era lo mismo que lo hicieran de manera organizada. Para octubre, ya había grupos de trabajadores organizados acercándose al movimiento. Precisamente este crecimiento y extensión del movimiento fue lo que asustó al régimen, quien respondió con el asesinato masivo. El 2 de octubre buscó cortar de tajo no sólo el movimiento estudiantil, sino la posible participación de la clase obrera.
La sangre estudiantil derramada en la Plaza de las Tres Culturas- y en el Casco de Santo Tomás el 23 de septiembre- frenó la lucha. Con los principales dirigentes en la cárcel, con el ejército en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y en Ciudad Universitaria (CU), con los muertos, pronto el movimiento se replegó y se volvió a clases sin que se cumplieran las demandas, ni las seis del pliego ni las de la sociedad. Pero pronto, en 1971, el movimiento regresó y ya no estaban solos lo estudiantes. Ya estaba presente la clase obrera.
No es posible entender el México de las décadas siguientes sin tomar en cuenta las asambleas estudiantiles, las brigadas a cines teatros y mercados, sin considerar las decenas de miles de volantes salidos de los viejos mimeógrafos, sin recordar el apoyo popular expresado en las banquetas y desde las ventanas y depositado en los botes del movimiento. La insurgencia obrera de los setentas, la izquierda social y partidista, los cambios en la cultura, la toma de conciencia de amplios sectores de la población, el movimiento urbano popular, son solo algunos de los productos del 68.
Como decía Judith Reyes:
Honraré a los caídos luchando
Tlatelolco no fue su final
Porque habrán de vivir en el triunfo
Del que lucha por la nueva sociedad 

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