¿López Obrador marcará el fin de las reformas estructurales?
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Autor:
Nancy Flores / @Nancy_Contra
Modificar las
tres reformas estructurales –energética, educativa y laboral– que se
oponen al proyecto de nación que pretende impulsar el virtual presidente
electo Andrés Manuel López Obrador no bastará para marcar un cambio en
el actual rumbo que lleva el país. Es necesario echarlas abajo.
Por ello la pregunta es si el próximo
gobierno, con mayoría relativa en el Congreso, las cancelará o sólo las
maquillará. Y aunque faltan poco más de 4 meses para que asuma el cargo,
el cuestionamiento es pertinente por las indefiniciones que han
mostrado el propio López Obrador y su equipo.
Estas ambigüedades podrían explicarse
porque, al ser temas muy sensibles, se intenta generar las menores
reacciones posibles, o bien porque los morenistas están matizando sus
objetivos.
En caso de ser esto último, el político
tabasqueño quedará bastante lejos de conseguir lo que llama la cuarta
transformación del país, que requiere un cambio estructural y no sólo
parches.
Las crisis que padece México son tan
profundas que los paliativos no van a alcanzar para remediarlas y mucho
menos para frenar el descontento social que reina a lo largo del país. Y
López Obrador debe ser consciente de que en su espalda carga la
esperanza del cambio que más de 30 millones de mexicanos expresaron al
votar por él.
De lo contrario, sucederá lo que ha
augurado la comandancia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional:
una gran desilusión nacional. Y no sólo eso, según algunos teóricos
afines a ese movimiento indígena y autonómico, ante la falta de
resultados sobrevendría un estallido social de proporciones
inimaginables. Las condiciones están dadas.
Reforma educativa
Echar abajo esas tres reformas es apenas
el primer paso de los cambios que requiere México. En el caso de la
reforma educativa, su cancelación contribuiría a desactivar un foco rojo de descontento, en particular de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
De acuerdo con el análisis Los avances de las reformas estructurales. El balance final del sexenio,
publicado por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la
Cámara de Diputados, son siete los principales puntos de fricción de
esa reforma.
El primero de ellos es el rechazo del
magisterio. La “oposición, inconformidad y movilización social de
algunas secciones del magisterio por el contenido de la reforma
educativa, al considerar que se vulneran sus derechos laborales”.
Le sigue la “centralización de los
recursos presupuestales para el pago de nómina, lo que puede significar
el condicionamiento de los ingresos de los maestros a la evaluación de
desempeño”.
En tercer lugar, el análisis ubica la
persistencia “de dudas acerca de si las medidas contempladas en la
reforma educativa garantizarán el mejoramiento de la calidad de los
contenidos educativos”.
También, como cuarto punto en contra,
señala que “la reforma educativa se centra en la educación básica y
media superior, pero su incidencia en la educación superior y técnica
superior es nula”.
En quinto lugar indica que “se estima insuficiente que el sistema de evaluación docente sea justo y equitativo”.
El sexto punto se relaciona con el
primero: “bajo la óptica de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de
la Educación, la reforma educativa es una reforma laboral y
administrativa que tiene serias implicaciones contra los derechos
laborales de los trabajadores de la educación y un retroceso en el
ámbito pedagógico, como lo han demostrado expertos en lo jurídico y
laboral”.
Agrega que “con la reforma y las leyes
derivadas se legaliza un régimen de excepción laboral
anticonstitucional, al instrumentar disposiciones jurídicas exclusivas a
pesar de que existen preceptos constitucionales que regulan el régimen
laboral de los trabajadores al servicio del Estado”.
Finalmente, el séptimo punto de fricción
indica que “los avances de la reforma laboral en lo concerniente a la
perspectiva de género no han alcanzado el umbral de reconocer y
legitimar verdaderamente los derechos de las mujeres y restituir los
agravios contra ellas que se han generado en el mercado laboral”.
Reforma laboral
Respecto de la reforma laboral, el
análisis elaborado por el investigador parlamentario Roberto Manuel
Candelas Ramírez señala nueve puntos de fricción.
De estos destaca que “la reforma laboral
no revierte las condiciones de precarización salarial que experimenta
el mercado laboral en el país”; no garantiza que el aumento en la
productividad laboral se equipare con mejores salarios; por el
contrario, es la tasa de ganancia de capital la que se ve favorecida; el
límite a los salarios caídos durante los juicios laborales obra en
contra de los intereses de los trabajadores”.
Además, que “las jornadas por horas y
por obra determinada no generan beneficios ni derechos para las personas
contratadas bajo esta modalidad; y que los contratos a prueba
perjudican a los jóvenes que se contratan por primera vez, ya que no
reciben los beneficios de la seguridad social”.
Otros graves retrocesos son el outsourcing y la legalización de los sindicatos blancos y charros.
Al respecto, el análisis indica que esa reforma “permite la
subcontratación libre; [también] deja libre al patrón para seguir
escogiendo la sindicato de su preferencia, ignorando con ello la
condición
de voto secreto en la forma de un
contrato colectivo; y se cancelan las garantías vigentes en materia de
aviso de despido por escrito y en el procedimiento; se fijan reglas
procesales que dejan a los trabajadores en estado de indefensión frente a
los términos otorgados a los patrones”.
Finalmente, destaca que “la ausencia de
huelgas y paros que se catalogan como parte de la paz laboral en
realidad son resultado de la individualización de las relaciones
laborales, el debilitamiento y desmantelamiento de los gremios
sindicales que tiene lugar mediante la anulación de la negociación de
contratos colectivos”.
Es evidente que estas reformas no
empatan con el modelo de país que López Obrador prometió durante su
campaña electoral y, por ello, el único camino es su anulación total.
Nancy Flores/Segunda y última parte
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