Tarifas eléctricas: ¿por qué hasta ahora?
La Jornada
Opinión
El presidente de la
Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo
(Concanaco Servytur), José Manuel López Campos, informó ayer que hay
condiciones favorables para que la semana próxima la Comisión Reguladora
de Energía (CRE) reduzca las tarifas eléctricas de media y alta tensión
–es decir, la electricidad destinada al comercio y a la industria–,
tras el reciente acuerdo entre el sector privado y el gobierno federal
para ajustar los cobros. Parte de esos convenios, agregó, es la
divulgación de la manera en que se conforman las tarifas referidas, con
base en los costos de generación, algunos de los cuales son fijos y
controlables por las autoridades nacionales; en tanto, otros, como el
precio internacional del gas natural y la paridad del peso, son
variables e independientes.
Desde mediados de septiembre el Consejo Coordinador Empresarial
(CCE), la CRE, la Secretaría de Energía y la Comisión Federal de
Electricidad (CFE) realizaron negociaciones para buscar una fórmula que
permitiera disminuir los costos que implica la energía eléctrica para
las medianas y pequeñas empresas, los cuales se incrementaron entre 50 y
70 por ciento en meses recientes, según lo dijo Juan Pablo Castañón,
presidente del CCE la semana pasada.La Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles, en tanto, ya había advertido que las facturas de la CFE se dispararon hasta en 300 por ciento en el año reciente desde que la CRE, en cumplimiento de las disposiciones contenidas en la reforma energética de 2013-2014, empezó a formularlas de manera específica para cada tipo de consumo.
Que ahora se anuncie una reducción en las tarifas implica que los incrementos desmedidos no tuvieron razón de ser, y no es fácil entender por qué el organismo regulador de la energía, establecido por la reforma mencionada, ha procedido en forma tan opaca y arbitraria.
Si el descontento empresarial está en vías de solucionarse –cabe esperar que así sea–, la actual administración hereda a la próxima un grave conflicto social y financiero por las deudas incobrables que generaron o agravaron las alzas a las tarifas, que nunca han sido explicadas de manera racional y convincente.
Cabe preguntarse, por último, si no es pertinente cuestionar la utilidad de comisiones autónomas que, al margen de las necesidades de los habitantes, de los requerimientos del desarrollo económico y de la sensatez política, dictan a su arbitrio precios, tarifas, compras y condiciones del sector energético del país. Por lo que puede verse, la creación de tales instancias es uno más de los aspectos disfuncionales de la reforma energética.
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