TLATELOLCO, MEDIO SIGLO DESPUES DE 1968
La
conciencia, decía André Breton, es aquello que, “ocurra lo que ocurra,
nos lleva a oponernos a todo lo que atente contra la dignidad de la
vida” La conciencia es lo opuesto a la razón de Estado.
Octavio Paz, El ogro Filantrópico (1977)
El 2 de octubre de 1968 el Estado mexicano
cometió agravios en contra de la población estudiantil. A pesar de que
han pasado cincuenta años estos hechos siguen presentes en la memoria
colectiva de nuestra sociedad. La marcha del martes pasado es ejemplo de
ello, pues miles de personas salieron a las calles a conmemorar esta
lucha. Yo fui una de esas personas que marchó por el eje central para
exigir justicia.
A las 16:15 horas dio inicio la marcha. Al
frente de la marcha iban los integrantes del Consejo de Huelga del 68,
seguidos por un contingente de niños. Después iban las madres y los
padres de los estudiantes desaparecidos de la normal de Ayotzinapa.
Aunque debieron de seguir los estudiantes del Instituto Politécnico
Nacional, el orden no se respetó.
En los contingentes la alegría y el coraje
estaban presentes. Las mantas reflejaron este sentir. En ellas se leía:
“Mis abuelos lucharon en el 68, a mí me toca luchar en 2018”, “¡Fuera porros de
la UNAM!”, “Mientras existan jóvenes siempre habrá rebeldía”. También
se gritaba “¡el que no brinque es porro, el que no brinque es porro!”.
En esta marcha, así como sucedió en el 68, no
faltaron medios de comunicación que pretendieron denostar esta gran
manifestación. Mencionaron que los actos vandálicos realizados por no
más de una centena de encapuchados que se hacen llamar Anarquistas eran
parte de los manifestantes. Pero no fue así. Desde hace algunos años
estos grupos hacen presencia en ciertas marchas para crear una imagen
ante la sociedad de que los manifestantes son violentos. Y de esta
manera justificar la intervención y la violencia policiaca en contra de
los manifestantes. Varios analistas señalan que estos son grupos de
choque pagados para romper los movimientos sociales. No obstante, en
esta marcha la juventud estudiantil cuidó y no permitió que los
encapuchados se vieran como parte de los manifestantes. Inteligentemente
cada vez que comenzaban a realizar destrozos se apartaban de este
grupo.
La participación estudiantil fue abrumadora.
Miles de estudiante llegaron al Zócalo –esa plaza que como diría Sergio
Aguayo estaba hecha para actos oficiales y de zalamería al presidente.
Como en el 68, los estudiantes se apropiaron del centro de la ciudad
para hacer valer su inconformidad contra la violencia y los actos de
gobierno contrarios al bienestar del pueblo.
En esta manifestación la participación de
sindicatos de trabajadores también estuvo presente. Acudieron el
Sindicato Mexicano de Electricistas y el Sindicato de Trabajadores del
Transporte de Pasajeros del Distrito Federal a solidarizarse con el
movimiento estudiantil.
Fue una gran marcha que me llena de esperanza
de que pronto se pueda cambiar este México tan lastimado por la
impunidad, la corrupción, la mala administración, la violencia criminal
(crimen organizado y de cuello blanco). Y de que todo esto sea cosa del
pasado.
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