Madres y activistas, en resistencia contra la violencia y el olvido

En bordados mantienen la esperanza de justicia y el recuerdo de las ausentes
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 25 de febrero de 2019, p. 26
Chimalhuacán. Méx., Madres de mujeres desaparecidas o asesinadas bordan para no olvidar a las víctimas de la violencia machista, revictimizadas por un Estado que se niega, incluso con argumentos ilegales, a emitir alertas de búsqueda, y en muchos casos justifica al feminicida, afirman investigadoras y activistas.
Norma Dianey, Lupita, Valeria, Mariana, Diana, Camila y Giselle, entre muchos más, son los nombres bordados en manta por activistas, profesoras, universitarias, adolescentes, amas de casa y madres de desaparecidas o asesinadas en el estado de México.
Las mamás están cansadas de escuchar en las agencias del Ministerio Público (MP): su hija se lo buscó; tranquila, se fue con el novio; usted tiene la culpa, por eso se fue de la casa.
En los bordados dejan testimonio de quiénes eran sus familiares y a qué se dedicaban antes de desaparecer o ser encontradas muertas.
Su propósito es despertar conciencias. La gente, afirman, debe saber que las muertas y desaparecidas también amaban y eran amadas, soñaban, tenían un proyecto de vida, familia o hijos.
Las bordadoras desean recordarlas y decir a todos que ellas tienen nombre, que no son estadística, número, nota roja, sino personas.
El Estado, coinciden investigadoras, dejó crecer el problema durante años y ahora no sabe cómo resolver la crisis.
Familiares narran lo impotentes que se sienten y lo injusto que es vivir con miedo a salir a la calle, a no volver a ver a tu hija o hijo con vida, a que tú mismo no vuelvas.
En México suman 8 mil 987 mujeres desaparecidas; 46 por ciento en el estado de México.
El dato es aterrador, sostiene Ivón Hitzel Roldán León, socióloga egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien investiga el tema para su tesis de maestría en la Universidad Iberoamericana.
El mensaje de impunidad para los feminicidas es fuerte: de enero a la segunda semana de febrero se documentaron 22 casos y el problema abarca todo el país, asegura la escritora y activista Verónica Villalvazo, conocida como Frida Guerrera.
La violencia de género es más frecuente en ciudades con riqueza económica, pero con extrema pobreza cultural, patrimonial y rezago social, indica la encuesta más reciente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
La Ciudad de México y Querétaro ocupan el primer lugar en violencia contra la mujer, mientras el estado de México y Aguascalientes comparten la segunda posición y Jalisco está en tercer sitio.
Sin cuerpo no hay delito
María de Lourdes García está al borde del colapso económico y emocional. Más de un año después de la desaparición de su hija, Norma Dianey, en Nezahualcóyotl, ya no tiene dinero para seguir recorriendo morgues.
Hace dos semanas recibió la noticia de que un juez ordenó liberar a uno de los presuntos responsables de la desaparición y asesinato de Norma Dianey. La determinación fue: Sin cuerpo no hay delito que perseguir.
María de Lourdes no puede precisar cuántas veces ha ido al forense para revisar cadáveres. El deseo de encontrarla viva o muerta la mantiene en la búsqueda, pero se le acabó el dinero.
En días recientes le llamaron del Servicio Médico forense (Semefo) de Pachuca, Hidalgo, para informarle que hay un cadáver sin identificar. No ha ido porque ya no tiene recursos.
Norma Dianey, de 24 años, desapareció el 15 de enero de 2018. La última vez que se le vio fue en el trayecto de la estación del Metro Peñón Viejo al Bordo de Xochiaca, cuando regresaba del trabajo.
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▲ El 10 de febrero pasado, madres de familia de los municipios de Chimalhuacán y Nezahualcóyotl, estado de México, acompañadas de activistas y profesoras, bordaron en mantas los nombres de mujeres desaparecidas o víctimas de feminicidio para recordarlas y reiterar que no dejarán de luchar por que se haga justicia.Foto cortesía de Diana Ramón
Cuenta María de Lourdes que en el MP la maltrataron. Probablemente se fue con el novio o se enojó y por eso se fue de la casa, le dijeron.
Horas después recibió mensajes del número celular de su hija; le exigían seis depósitos de 100 mil pesos por su rescate. La familia ni casa propia tiene.
Luego de las investigaciones ministeriales, dos sujetos, padre e hijo, fueron capturados. Este último murió en condiciones sospechosas en el penal estatal Neza-Bordo. En vida declaró que violó y mutiló a Norma Dianey, y luego tiró su cuerpo en un lote baldío en el municipio de Acolman.
Aunque la policía investigadora la buscó en dos ocasiones y un grupo de 40 personas, entre familiares y amigos, hizo lo propio, nunca encontraron el cadáver. Hoy, señala María de Lourdes, ‘‘el papá está libre porque el juez nos dijo que sin cuerpo no hay delito’’.
La investigadora Ivón Hitzel Roldán sostiene que la desaparición de mujeres está vinculada con el crimen organizado. De las más de 4 mil extraviadas en el estado de México, 31 por ciento son adolescentes de entre 15 y 17 años; 16 por ciento tienen de 10 a 14, y 15 por ciento son mujeres de 21 a 29 años. Esto nos da un patrón e indica que las mujeres que están desapareciendo son jóvenes que le sirven al mercado de la explotación sexual.
La socióloga de la UNAM advierte que las familias que no encuentran a sus hijas se están quedando en bancarrota porque tienen que invertir mucho dinero para hacer el trabajo que corresponde al Estado.
La desaparición de mujeres y los feminicidios, puntualiza Roldán León, es un conflicto que trasciende los tres niveles de gobierno. No importa qué partido (político) esté al frente. Es violencia sistemática y estructural.
En su investigación halló tres patrones recurrentes: primero, la revictimización; segundo, las cifras dispersas y el desfase de más de mil casos entre el conteo del gobierno federal y el del estatal, y tercero, monstruos inventados (como la pareja feminicida de Ecatepec) para dar carpetazos, reducir e invisibilizar el problema, destacó.
Los hilos de memoria
Las hermanas y activistas Ali y Nayelli Aguilera elaboran desde 2016 una base de datos a partir de notas periodísticas. Sólo en 2018 registraron 250 homicidios violentos y con apoyo de otros integrantes del Centro Educativo Cultural y de Organización Social (Cecos) y del colectivo Vivas nos Queremos Neza, decidieron bordar para no olvidar.
Es visibilizar lo que pasa. Bordamos porque queremos construir su memoria. En muchos casos, el único testimonio es el bordado con los nombres y las circunstancias en que se halló a las víctimas.
María de Lourdes, madre de Norma Dianey, secuestrada y asesinada y cuyo cuerpo no aparece, así como Lidia Florencio, madre de Diana, bordan los nombres de sus hijas y los de quienes están desaparecidas o fueron víctimas de feminicidio.
María de Lourdes no está dispuesta a rendirse hasta encontrar a su hija con vida o tener un cuerpo al cual velar y llorar. Lidia se mantiene en la lucha por justicia para su hija asesinada y para todas las demás.
Ivón Hitzel Roldán León, socióloga de la UNAM, considera que el problema debe abordarse desde la autogestión, la autonomía y la organización comunal.
La desaparición de mujeres y el feminicidio, señala, es un fenómeno que ha trascendido geografías, temporalidades y administraciones gubernamentales; por ello es fundamental hacer un registro que contraste las cifras oficiales.

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