México: Gordillo a la defensiva
lunes 4 de julio de 2011
Eduardo Ibarra Aguirre (FORUMENLINEA)
“Yo estoy orgullosa de Elba, se los aclaro con toda puntualidad”, juró la mujer que hizo posible que su aliado sexenal, Felipe Calderón, arribara a la Presidencia de la República en una tan polémica como impugnada elección realizada hace cinco años, que temprano Gordillo Morales salió a ofertar los servicios político-electorales por medio del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
La maestra, como la llaman con generosidad, reconoció lo que es público: No podía apoyar a Roberto Madrazo Pintado, Andrés Manuel López Obrador “no respondía, no quería hablar con nosotros” y pactó con Calderón Hinojosa el respaldo de su aparato político --sostenido con recursos que le entrega la Secretaría de Educación Pública, los numerosos “comisionados” que le autoriza y las cuotas del millón 200 mil agremiados del SNTE--, la reforma del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado e “ir juntos por elevar la calidad de la educación”.
Todo a cambio de la secretaría ejecutiva del Sistema Nacional de Seguridad Pública para Roberto Campa Cifrián, remedo de candidato presidencial de la franquicia de Elba Esther llamada Panal, administrada ahora por su hija Mónica Arriola Gordillo; la dirección general de la Lotería Nacional, caja chica de los presidentes hasta Ernesto Zedillo; la Subsecretaría de Educación Básica para su yerno Fernando González Sánchez; además del ISSSTE para Miguel Ángel Yunes, donde ahora la chiapaneca y el veracruzano tienen que dar cuentas por lo que Gordillo llamó “claras evidencias de malos manejos” por 50 mil millones de pesos.
La enriquecida cacique del SNTE, por obra y gracia de Carlos Salinas en 1989, pintó su raya con el otrora temido Yunes, “pero exijo que se aclare que no tengo nada que ver”, clamó con inusitada energía, sin incurrir en el dislate de llamar “fidalencia” a Finlandia, renunciar en el quinto intento a pronunciar bien virus A-H1N1, pero no a “pendejear” en público y en privado a sus colaboradores, incluso a Zedillo Ponce de León cuando despachaba en la SEP.
Falta menos de un año para la elección presidencial y al sexenio apenas 17 meses en términos formales. Estos datos del calendario político están en el centro de las ofertas electorales de la amiga del escritor Jorge Castañeda. Como también sucede con no pocos de los comunicadores, analistas y políticos que toman distancia de Calderón Hinojosa y el panismo hecho gobierno y empiezan a descubrir que en julio de 2006 “hubo un fraude electoral”, mientras muchos visitantes ya hacen paciente antesala en las oficinas del Partido Revolucionario Institucional.
Aunque Gordillo Morales “metería a una licuadora a todos (los precandidatos presidenciales) y de todos se haría uno”, resultan inocultables sus compromisos con Enrique Peña Nieto, a riesgo de que “cambie el equilibrio de fuerzas, y el gobierno federal acabe por defenestrarla” (Telésforo Nava Vázquez dixit), como le sucedió a su antecesor Carlos Jonguitud Barrios, el potosino jefe y amigo de la comiteca al que traicionó.
Los desplantes de la promotora económica de artistas e intelectuales no logran ocultar que su actitud no es necesariamente ofensiva: “Yo no soy mujer de arrepentimientos explícitos o manifiestos, soy una mujer de reflexiones y análisis, lo demás me lo reservo”.
El análisis y la reflexión sirven para revisar el camino andado, para no incurrir en los mismos tropiezos de un cacicazgo que por apoyar a Calderón a encumbrarse en Los Pinos, el país pagó con la más costosa y trascendente de las facturas para el futuro, la educación pública.
Fuente
Eduardo Ibarra Aguirre (FORUMENLINEA)
“Yo estoy orgullosa de Elba, se los aclaro con toda puntualidad”, juró la mujer que hizo posible que su aliado sexenal, Felipe Calderón, arribara a la Presidencia de la República en una tan polémica como impugnada elección realizada hace cinco años, que temprano Gordillo Morales salió a ofertar los servicios político-electorales por medio del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
La maestra, como la llaman con generosidad, reconoció lo que es público: No podía apoyar a Roberto Madrazo Pintado, Andrés Manuel López Obrador “no respondía, no quería hablar con nosotros” y pactó con Calderón Hinojosa el respaldo de su aparato político --sostenido con recursos que le entrega la Secretaría de Educación Pública, los numerosos “comisionados” que le autoriza y las cuotas del millón 200 mil agremiados del SNTE--, la reforma del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado e “ir juntos por elevar la calidad de la educación”.
Todo a cambio de la secretaría ejecutiva del Sistema Nacional de Seguridad Pública para Roberto Campa Cifrián, remedo de candidato presidencial de la franquicia de Elba Esther llamada Panal, administrada ahora por su hija Mónica Arriola Gordillo; la dirección general de la Lotería Nacional, caja chica de los presidentes hasta Ernesto Zedillo; la Subsecretaría de Educación Básica para su yerno Fernando González Sánchez; además del ISSSTE para Miguel Ángel Yunes, donde ahora la chiapaneca y el veracruzano tienen que dar cuentas por lo que Gordillo llamó “claras evidencias de malos manejos” por 50 mil millones de pesos.
La enriquecida cacique del SNTE, por obra y gracia de Carlos Salinas en 1989, pintó su raya con el otrora temido Yunes, “pero exijo que se aclare que no tengo nada que ver”, clamó con inusitada energía, sin incurrir en el dislate de llamar “fidalencia” a Finlandia, renunciar en el quinto intento a pronunciar bien virus A-H1N1, pero no a “pendejear” en público y en privado a sus colaboradores, incluso a Zedillo Ponce de León cuando despachaba en la SEP.
Falta menos de un año para la elección presidencial y al sexenio apenas 17 meses en términos formales. Estos datos del calendario político están en el centro de las ofertas electorales de la amiga del escritor Jorge Castañeda. Como también sucede con no pocos de los comunicadores, analistas y políticos que toman distancia de Calderón Hinojosa y el panismo hecho gobierno y empiezan a descubrir que en julio de 2006 “hubo un fraude electoral”, mientras muchos visitantes ya hacen paciente antesala en las oficinas del Partido Revolucionario Institucional.
Aunque Gordillo Morales “metería a una licuadora a todos (los precandidatos presidenciales) y de todos se haría uno”, resultan inocultables sus compromisos con Enrique Peña Nieto, a riesgo de que “cambie el equilibrio de fuerzas, y el gobierno federal acabe por defenestrarla” (Telésforo Nava Vázquez dixit), como le sucedió a su antecesor Carlos Jonguitud Barrios, el potosino jefe y amigo de la comiteca al que traicionó.
Los desplantes de la promotora económica de artistas e intelectuales no logran ocultar que su actitud no es necesariamente ofensiva: “Yo no soy mujer de arrepentimientos explícitos o manifiestos, soy una mujer de reflexiones y análisis, lo demás me lo reservo”.
El análisis y la reflexión sirven para revisar el camino andado, para no incurrir en los mismos tropiezos de un cacicazgo que por apoyar a Calderón a encumbrarse en Los Pinos, el país pagó con la más costosa y trascendente de las facturas para el futuro, la educación pública.
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