1968 Hoy
REVISTA EMET @RevistaEmet
Nacional - Viernes, 30 de septiembre de 2011
La capacidad del movimiento estudiantil para empujar cambios de fondo en México, ha sido en varias ocasiones motivo de sorpresa de los gobiernos reaccionarios, ocurrió cuando en 1987 el Consejo Estudiantil Universitario impidió una pila de reformas del naciente neoliberalismo, un año más tarde fue determinante la participación del CEU en el proceso electoral en que Cuauhtémoc Cárdenas ganó la Presidencia de la República, que le fue arrebatada por Carlos Salinas de Gortari, también en 1994 cuando las y los estudiantes salieron a defender el movimiento del EZLN para que no fueran aniquilados por el ejército mexicano; o en la huelga de 1999 en que la dignidad estudiantil significó otro contundente rechazo a las políticas neoliberales, que pretendía la derecha aplicar a la educación mexicana; al término del conflicto, la UNAM regresó a la normalidad y a ocupar su sitio como una de las mejores universidades del mundo.
Pero ningún movimiento estudiantil ha provocado tantas rupturas en México como el de 1968, donde las y los estudiantes fueron la voz de la indignación de la población y de otros movimientos como el de los ferrocarrileros, las enfermeras y el de intelectuales que eran silenciados a la menor provocación. Las exigencias estudiantiles eran por el reconocimiento a los derechos civiles: libertad de expresión, reformas electorales, libertad a los presos políticos, desaparición de los cuerpos represivos y la desaparición del delito de disolución social; en un momento en que el régimen político era totalitario, con un esquema presidencial que nunca permitió la más pequeña muestra de rebelión, el movimiento estudiantil toma las calles, se apodera de las consignas, levanta la voz y eso saca la imagen más violenta e irracional del priismo.
Cientos de jóvenes fueron asesinadas/os, miles fueron encarceladas/os o desaparecidas/os, todo por exigir que el estado garantizara los derechos civiles de las/os mexicanas/os, las y los jóvenes asumieron un compromiso histórico con la sociedad mexicana y al hacerlo y cuestionar al régimen represor y autoritario, comenzó una potente etapa de fortalecimiento de la sociedad civil en el país.
Hoy en México gozamos de algunas libertades que en la década de los sesenta no existían, aunque susceptibles a la cooptación, gracias al movimiento social y la heroica resistencia del movimiento estudiantil de 1968, tenemos organismos como las Comisiones de Derechos Humanos y el Instituto Federal Electoral, y debemos decirlo con toda claridad: estos son triunfos del movimiento social y de la izquierda, que hoy por la coacción del PRI y el PAN, sufren una grave crisis de credibilidad. Por ejemplo, luego de las multas históricas impuestas al PRI por el “PEMEXGATE” este partido “decidió cooptar al órgano electoral que entonces gozaba de aceptación ciudadana y plena autonomía hacia cualquier partido. Tirando con ello uno de los principales logros de la incipiente democracia mexicana: un órgano electoral autónomo y eficiente. A partir de ahí el órgano electoral se repartiría a través de cuotas entre el PAN y el PRI. Generando severas tensiones a la democracia mexicana por la parcialidad del IFE mostrada en 2006”[1].
Así como los institutos mencionados, las libertades individuales están siendo aplastadas por los gobiernos de derecha en México, en los últimos 11 años 74 periodistas han sido asesinadas/os según Amnistía Internacional, con esto México se convierte en el país más inseguro para ejercer el periodismo. Hoy en varios estados de la república gobernados por el PRI, como Tabasco, Veracruz, o el Estado de México (donde gobernaba hace unos pocos días Enrique Peña Nieto, el precandidato más fuerte de este partido a contender por la Presidencia en 2012), pretenden legislar las redes sociales para controlar lo que ahí se diga, tratan de confundir nuestro legítimo derecho a denunciar los atropellos de las autoridades, con ataques desleales a sus personas, incluso en Veracruz el gobernador Javier Duarte, promovió una ley para reconocer el delito de “Perturbación del Orden Social” para aplicarlo a quien en juicio de los ministerios públicos estatales – cooptados por el gobierno del Estado – a través de su dicho, esté difamando y generando terrorismo.
En México, las victorias del movimiento social corren peligro, los pasos que en otro momento dimos a favor de la democracia y los derechos humanos, hoy son vulnerados por un gobierno federal panista de corte fascista y múltiples gobiernos estatales que como feudos, no conocen más ley que la de sus gobernadores; en el anonimato producto de la impunidad y la creciente fortaleza del crimen organizado no gubernamental, las autoridades tienen manga ancha para pisotear nuestras garantías. Son muchos los ejemplos de ello, es alarmante el retroceso.
Hoy en México se reprime, se tortura, tenemos presos políticos, la libertad de expresión no se respeta, ya no sabemos si los asesinatos a periodistas o a activistas sociales, son perpetrados por el crimen organizado no gubernametal o por instrucciones de las autoridades. En complicidad con un grupúsculo de claudicantes de la izquierda, pretenden aprobar la Ley (fascista) de Seguridad Nacional, que no hará más que hacer legales los abusos de poder.
La actitud responsable y valiente de las y los Camaradas que lucharon y fueron reprimidas/os en 1968 debe ser recordada sí, pero sobre todo reproducida por la juventud de hoy, que dicho sea de paso es el sector más grande de la población en México, con más de 30 000 000 de jóvenes en el país, sería imperdonable que no nos movilizáramos.
Eso intenta la Campaña Contra el Olvido, pero no solo la Campaña, ese es el llamado permanente del Movimiento de Regeneración Nacional y quienes lo integramos.
El 2 de octubre del 68, está en nuestra memoria, en nuestros corazones y en nuestra convicción de lucha, porque el color de la sangre jamás se olvida.
[1]“ Campaña Contra el Olvido” de Alberto Espejel, publicado en www.reeditor.com
Fuente
Nacional - Viernes, 30 de septiembre de 2011
La capacidad del movimiento estudiantil para empujar cambios de fondo en México, ha sido en varias ocasiones motivo de sorpresa de los gobiernos reaccionarios, ocurrió cuando en 1987 el Consejo Estudiantil Universitario impidió una pila de reformas del naciente neoliberalismo, un año más tarde fue determinante la participación del CEU en el proceso electoral en que Cuauhtémoc Cárdenas ganó la Presidencia de la República, que le fue arrebatada por Carlos Salinas de Gortari, también en 1994 cuando las y los estudiantes salieron a defender el movimiento del EZLN para que no fueran aniquilados por el ejército mexicano; o en la huelga de 1999 en que la dignidad estudiantil significó otro contundente rechazo a las políticas neoliberales, que pretendía la derecha aplicar a la educación mexicana; al término del conflicto, la UNAM regresó a la normalidad y a ocupar su sitio como una de las mejores universidades del mundo.
Pero ningún movimiento estudiantil ha provocado tantas rupturas en México como el de 1968, donde las y los estudiantes fueron la voz de la indignación de la población y de otros movimientos como el de los ferrocarrileros, las enfermeras y el de intelectuales que eran silenciados a la menor provocación. Las exigencias estudiantiles eran por el reconocimiento a los derechos civiles: libertad de expresión, reformas electorales, libertad a los presos políticos, desaparición de los cuerpos represivos y la desaparición del delito de disolución social; en un momento en que el régimen político era totalitario, con un esquema presidencial que nunca permitió la más pequeña muestra de rebelión, el movimiento estudiantil toma las calles, se apodera de las consignas, levanta la voz y eso saca la imagen más violenta e irracional del priismo.
Cientos de jóvenes fueron asesinadas/os, miles fueron encarceladas/os o desaparecidas/os, todo por exigir que el estado garantizara los derechos civiles de las/os mexicanas/os, las y los jóvenes asumieron un compromiso histórico con la sociedad mexicana y al hacerlo y cuestionar al régimen represor y autoritario, comenzó una potente etapa de fortalecimiento de la sociedad civil en el país.
Hoy en México gozamos de algunas libertades que en la década de los sesenta no existían, aunque susceptibles a la cooptación, gracias al movimiento social y la heroica resistencia del movimiento estudiantil de 1968, tenemos organismos como las Comisiones de Derechos Humanos y el Instituto Federal Electoral, y debemos decirlo con toda claridad: estos son triunfos del movimiento social y de la izquierda, que hoy por la coacción del PRI y el PAN, sufren una grave crisis de credibilidad. Por ejemplo, luego de las multas históricas impuestas al PRI por el “PEMEXGATE” este partido “decidió cooptar al órgano electoral que entonces gozaba de aceptación ciudadana y plena autonomía hacia cualquier partido. Tirando con ello uno de los principales logros de la incipiente democracia mexicana: un órgano electoral autónomo y eficiente. A partir de ahí el órgano electoral se repartiría a través de cuotas entre el PAN y el PRI. Generando severas tensiones a la democracia mexicana por la parcialidad del IFE mostrada en 2006”[1].
Así como los institutos mencionados, las libertades individuales están siendo aplastadas por los gobiernos de derecha en México, en los últimos 11 años 74 periodistas han sido asesinadas/os según Amnistía Internacional, con esto México se convierte en el país más inseguro para ejercer el periodismo. Hoy en varios estados de la república gobernados por el PRI, como Tabasco, Veracruz, o el Estado de México (donde gobernaba hace unos pocos días Enrique Peña Nieto, el precandidato más fuerte de este partido a contender por la Presidencia en 2012), pretenden legislar las redes sociales para controlar lo que ahí se diga, tratan de confundir nuestro legítimo derecho a denunciar los atropellos de las autoridades, con ataques desleales a sus personas, incluso en Veracruz el gobernador Javier Duarte, promovió una ley para reconocer el delito de “Perturbación del Orden Social” para aplicarlo a quien en juicio de los ministerios públicos estatales – cooptados por el gobierno del Estado – a través de su dicho, esté difamando y generando terrorismo.
En México, las victorias del movimiento social corren peligro, los pasos que en otro momento dimos a favor de la democracia y los derechos humanos, hoy son vulnerados por un gobierno federal panista de corte fascista y múltiples gobiernos estatales que como feudos, no conocen más ley que la de sus gobernadores; en el anonimato producto de la impunidad y la creciente fortaleza del crimen organizado no gubernamental, las autoridades tienen manga ancha para pisotear nuestras garantías. Son muchos los ejemplos de ello, es alarmante el retroceso.
Hoy en México se reprime, se tortura, tenemos presos políticos, la libertad de expresión no se respeta, ya no sabemos si los asesinatos a periodistas o a activistas sociales, son perpetrados por el crimen organizado no gubernametal o por instrucciones de las autoridades. En complicidad con un grupúsculo de claudicantes de la izquierda, pretenden aprobar la Ley (fascista) de Seguridad Nacional, que no hará más que hacer legales los abusos de poder.
La actitud responsable y valiente de las y los Camaradas que lucharon y fueron reprimidas/os en 1968 debe ser recordada sí, pero sobre todo reproducida por la juventud de hoy, que dicho sea de paso es el sector más grande de la población en México, con más de 30 000 000 de jóvenes en el país, sería imperdonable que no nos movilizáramos.
Eso intenta la Campaña Contra el Olvido, pero no solo la Campaña, ese es el llamado permanente del Movimiento de Regeneración Nacional y quienes lo integramos.
El 2 de octubre del 68, está en nuestra memoria, en nuestros corazones y en nuestra convicción de lucha, porque el color de la sangre jamás se olvida.
[1]“ Campaña Contra el Olvido” de Alberto Espejel, publicado en www.reeditor.com
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