Pemex, Repsol y Suárez
miércoles 12 de octubre de 2011
Eduardo Ibarra Aguirre (FORUMENLINEA)
Juan José Suárez Coppel reconoce, tardíamente, que por las consecuencias generadas en la opinión pública y publicada mexicana y española, la compra de acciones de Repsol y la unión de fuerzas con la constructora Sacyr Vallehermoso para sindicar votos en el Consejo de Administración de la petrolera ibérica, debió informar al órgano superior de la paraestatal mexicana.
Pero si la operación no hubiese inconformado a múltiples e influyentes voces españolas que ovacionan el expansionismo bancario, energético, hotelero y de la industria de la construcción de España en México, pero critican acremente envueltos en la bandera del nacionalismo el menor movimiento en sentido inverso, entonces el director general de Petróleos Mexicanos no tenía la mínima necesidad de consultar al Consejo de Administración.
Asegura Suárez Coppel, quien gracias a Felipe Calderón saltó de la vicepresidencia de Finanzas de Grupo Modelo a la Dirección General de Pemex, que “No tenemos duda de la legalidad de cómo se hizo la operación. No teníamos obligación de pedir autorización”.
Los entrevistadores Israel Rodríguez, Roberto González y Emilio Lomas (La Jornada, 11-X-11) insistieron al otrora director adjunto de Derivados de Banamex y tesorero corporativo de Televisa: “–Dice que el director de Pemex puede hacer esta operación sin autorización del consejo. ¿Qué parte de la ley le da esa atribución, en qué artículo se sustenta, cómo sustenta que tiene la atribución de hacerlo?”
La respuesta es de antología: “Yo tengo la atribución de adquisición de valor y tengo la atribución de haber firmado este convenio de sindicación de votos. Nosotros tenemos un dictamen legal. No tengo duda de que lo que hicimos fue correcto en el espíritu de la ley.” Suárez evidencia que ignora lo elemental.
Pero no tanto como para brincarse las trancas institucionales jerárquicas, pues oportunamente la operación financiera se informó a la Presidencia y las secretarías de Energía y Hacienda.
El doctor Suárez Coppel se franqueó al extremo con los reporteros: “Las consecuencias, el ruido, todo este escándalo en prensa que se armó, la campaña de prensa financiada por la administración de Repsol, no la esperábamos”. Más aún: “Nunca hubiera esperado una reacción así. He dicho en España que en México tenemos el dicho de que no pagamos para que nos peguen. Por lo visto allá están acostumbrados a hacerlo de otra manera”.
Cinismo aparte del número uno de la paraestatal, no es un dicho mexicano el que menciona, mismo que reivindicó públicamente durante su gobierno (1970-1976) José López Portillo, sino el principio que rige la política comunicacional de Los Pinos y que José Suárez aplica al pie de la letra en Pemex. Y acostumbrado a pagar por la presunta buena imagen de Pemex, el funcionario atribuye a ejercicio semejante de Repsol en España y se colige que también en México.
Resulta comprensible que como alto ejecutivo de dos trasnacionales aztecas y una sucursal de otra estadunidense, para este señor Pemex sea una empresa más a dirigir bajo los mismos principios y estrategias.
Juan José Suárez reconoce “Requerimos mayor inversión en México”. Presume que “tenemos suficientes recursos en caja. Hoy tenemos en Pemex paraestatal casi 10 mil millones de dólares en caja. En las filiales de Pemex en el extranjero tenemos más de 2 mil millones de dólares en caja”.
Y ante las ingentes necesidades de inversión en Pemex, desatendidas en forma sistémica, juró: “Si la única alternativa es vender Repsol, mañana la vendemos. Repsol es útil para Pemex, es una inversión rentable porque hay muchas oportunidades de colaboración, nos permite ver desde adentro la operación de una empresa global”.
Fuente
Eduardo Ibarra Aguirre (FORUMENLINEA)
Juan José Suárez Coppel reconoce, tardíamente, que por las consecuencias generadas en la opinión pública y publicada mexicana y española, la compra de acciones de Repsol y la unión de fuerzas con la constructora Sacyr Vallehermoso para sindicar votos en el Consejo de Administración de la petrolera ibérica, debió informar al órgano superior de la paraestatal mexicana.
Pero si la operación no hubiese inconformado a múltiples e influyentes voces españolas que ovacionan el expansionismo bancario, energético, hotelero y de la industria de la construcción de España en México, pero critican acremente envueltos en la bandera del nacionalismo el menor movimiento en sentido inverso, entonces el director general de Petróleos Mexicanos no tenía la mínima necesidad de consultar al Consejo de Administración.
Asegura Suárez Coppel, quien gracias a Felipe Calderón saltó de la vicepresidencia de Finanzas de Grupo Modelo a la Dirección General de Pemex, que “No tenemos duda de la legalidad de cómo se hizo la operación. No teníamos obligación de pedir autorización”.
Los entrevistadores Israel Rodríguez, Roberto González y Emilio Lomas (La Jornada, 11-X-11) insistieron al otrora director adjunto de Derivados de Banamex y tesorero corporativo de Televisa: “–Dice que el director de Pemex puede hacer esta operación sin autorización del consejo. ¿Qué parte de la ley le da esa atribución, en qué artículo se sustenta, cómo sustenta que tiene la atribución de hacerlo?”
La respuesta es de antología: “Yo tengo la atribución de adquisición de valor y tengo la atribución de haber firmado este convenio de sindicación de votos. Nosotros tenemos un dictamen legal. No tengo duda de que lo que hicimos fue correcto en el espíritu de la ley.” Suárez evidencia que ignora lo elemental.
Pero no tanto como para brincarse las trancas institucionales jerárquicas, pues oportunamente la operación financiera se informó a la Presidencia y las secretarías de Energía y Hacienda.
El doctor Suárez Coppel se franqueó al extremo con los reporteros: “Las consecuencias, el ruido, todo este escándalo en prensa que se armó, la campaña de prensa financiada por la administración de Repsol, no la esperábamos”. Más aún: “Nunca hubiera esperado una reacción así. He dicho en España que en México tenemos el dicho de que no pagamos para que nos peguen. Por lo visto allá están acostumbrados a hacerlo de otra manera”.
Cinismo aparte del número uno de la paraestatal, no es un dicho mexicano el que menciona, mismo que reivindicó públicamente durante su gobierno (1970-1976) José López Portillo, sino el principio que rige la política comunicacional de Los Pinos y que José Suárez aplica al pie de la letra en Pemex. Y acostumbrado a pagar por la presunta buena imagen de Pemex, el funcionario atribuye a ejercicio semejante de Repsol en España y se colige que también en México.
Resulta comprensible que como alto ejecutivo de dos trasnacionales aztecas y una sucursal de otra estadunidense, para este señor Pemex sea una empresa más a dirigir bajo los mismos principios y estrategias.
Juan José Suárez reconoce “Requerimos mayor inversión en México”. Presume que “tenemos suficientes recursos en caja. Hoy tenemos en Pemex paraestatal casi 10 mil millones de dólares en caja. En las filiales de Pemex en el extranjero tenemos más de 2 mil millones de dólares en caja”.
Y ante las ingentes necesidades de inversión en Pemex, desatendidas en forma sistémica, juró: “Si la única alternativa es vender Repsol, mañana la vendemos. Repsol es útil para Pemex, es una inversión rentable porque hay muchas oportunidades de colaboración, nos permite ver desde adentro la operación de una empresa global”.
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