El nuevo movimiento estudiantil y el cambio de régimen
El nuevo movimiento estudiantil y el cambio de régimen
El optimismo, la
alegría, el entusiasmo que nos invade estos días con motivo del
surgimiento y la expresión de un nuevo movimiento estudiantil y
juvenil, representado por el paradigma de #Yosoy132, tiene varias
dimensiones sobre las que me quiero referir. Por lo menos tres: la
dimensión internacional, el contraste histórico con el movimiento del
68 y la dinámica que tiene hoy en el contexto político mexicano en la
lucha contra el régimen oligárquico.
La primavera de los pueblos del mundo
Desde el año pasado constatamos una ola de luchas y rebeliones que se van extendiendo por diversas partes del mundo. Más allá de las absurdas visiones policiacas, como las del gobierno mexicano durante el 68, que atribuían el surgimiento de un real movimiento social a una supuesta “conspiración”, la dinámica internacional de los movimientos que estamos viendo responden a una nueva situación que va dejando atrás los efectos desmovilizadores de la caída del Muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética que los presentó como el supuesto fracaso del “socialismo” o el “fin de la historia”. Después de la fase del surgimiento de los movimientos sociales representados por el altermundismo y que para algunos representaba que la alternativa se encontraba en esos movimientos sociales por fuera de las perspectivas políticas, entramos de lleno a la fase de lo que Daniel Bensaid llamaría el retorno de la política.
Por un lado, las revoluciones políticas que han sacudido a los países árabes del norte de África -y que ahora tiene su punto álgido en Siria- que derribaron a regímenes autoritarios que parecían inmutables. El control político, ahogando toda experiencia de organización y expresión colectiva, que frecuentemente tenían estos regímenes, algunos con discursos demagógicos nacionalistas, hicieron que las rebeliones -aunque tuvieran una dinámica de búsqueda de una salida democrática y laica- agruparan a una amplia y heterogénea oposición a los regímenes autoritarios, a veces incluyendo a sectores de la clase dominante y del aparato del Estado que se pasaron oportunamente a la oposición (como empezamos a ver también en México), pero que, de todos modos, en medio de la confusión abren una dinámica revolucionaria.
Pero luego ha sido la expresión en Europa, sobre todo, del movimiento de los indignados bajo la denominación emblemática del movimiento surgido en Plaza del Sol de Madrid y extendida después por todo el Estado español y en rebeliones como las ocurridas el año pasado en Londres. Los indignados cuestionan abiertamente los efectos de esta nueva fase de capitalismo salvaje, representada por el neoliberalismo, en su obsesión privatizadora, que arranca derechos y conquistas históricas de los trabajadores y el pueblo. El anticapitalismo subyacente en este movimiento está alimentado por una ola bárbara de desempleo que afecta también a la juventud y relevantemente a jóvenes con estudios y títulos universitarios, parecida a la radicalidad que se expresa ahora en México entre estudiantes de universidades privadas. Al nivel estudiantil también se expresará en Chile y en Quebec.
De los indignados en Europa pasamos al movimiento de Occupy Wall Street en Nueva York que rápidamente se extendió a otras ciudades de Estados Unidos hasta la otra costa a expresarse en las protestas con estibadores y el movimiento Occupy en Oakland, California para cerrar el puerto. Occupy Wall Street insistió en señalar y denunciar la “avaricia” de los capitalistas en lo que consideran una “guerra contra el pueblo”.
Así regresamos a Europa con movilizaciones de los trabajadores organizados y la vuelta a los métodos de lucha históricos como la huelga general en una dinámica que no ha terminado y tiene hoy en Grecia un punto decisivo donde ya se da una presencia muy significativa de la izquierda radical, como alternativa también en el terreno político y electoral frente a la derecha y la socialdemocracia. Los trabajadores griegos han realizado ya 17 jornadas de huelga general de duración de un día en cada caso lo que apunta a una dinámica de lucha mayor y que próximamente se expresará también en el terreno electoral.
Frente a ello, desde meses atrás, diversos analistas se preguntaban y cuestionaban si había en México una excepción o una generación ganada por la apatía y que se expresaba solo en la marginalidad contestaria como ocurrió durante la jornada mundial de octubre pasado. En realidad la indignación en México, un país sometido a casi seis años de violencia y asesinatos producto de la “guerra contra la delincuencia” de Calderón, abierto un proceso de militarización propio de un estado policiaco, es una indignación que ha transcurrido otros caminos más complicados y no expresados abiertamente pero donde avanza el hartazgo contra el régimen de violencia institucional, contra el decadente, en crisis y en descomposición sistema de partidos institucionales, el control de los medios de comunicación por el poder oligárquico y la insultante y mafiosa concentración del poder y la riqueza de la oligarquía neoliberal y sus privatizaciones. La resistencia de trabajadores como los del SME, los maestros o los mineros se han mantenido estos años pero no habían encontrado la expresión masiva de la juventud indignada como en otros países hasta las jornadas de mayo (¡nuevamente mayo!) en que surge el movimiento de #YoSoy132. La chispa que enciende la pradera son los insultos del equipo priísta de Peña Nieto, cuestionado en la Universidad Iberoamericana y que no alcanza sino a reivindicar cínica y autoritariamente la represión cometida en Atenco y a señalar a los estudiantes como supuestos “acarreados” (el léon piensa que todos son de su condición, pues es Peña Nieto quien ponía como condición para ir a las universidades el reservar los lugares de adelante a un grupo priísta de acarreados para apagar cualquier posible protesta o crítica). La chispa es eso, una chispa que enciende una conciencia que ya venía acumulándose desde atrás entre la juventud harta de la demagogia y la manipulación de los medios de comunicación que insiste en tratar a la gente como borregos y que pretende tener el derecho de imponer a candidatos y políticos inventados desde la televisión como presidentes igual que productos comerciales. Es una chispa porque no es que hubiera una generación apática en contraste con esa misma generación en otras partes del mundo, sino que hay una conciencia y radicalidad crítica entre los jóvenes pero que no había encontrado la vía de expresarse masiva y públicamente, sino hasta el #YoSoy132 en que dignamente responde al insulto de “acarreados” identificándose personalmente con sus credenciales universitarias. Diciendo también soy concientemente antiPeña y estoy informado y no olvido Atenco como cuando los estudiantes de la Ibero sorprendentemente recibieron a Peña Nieto con la consigna “todos somos Atenco”.
Una conciencia que quizá se fue desarrollando por las redes sociales e internet pero que surge como un movimiento real, no virtual, en las calles y en la movilización. Que llena el Zócalo de la Ciudad de México, que se expresa en movilizaciones frente a la “Estela de luz” y frente a las sedes de televisa y TV Azteca, luego en infinidad de asambleas y reuniones estudiantiles nombrando “voceros” y finalmente en las asambleas generales interuniversitarias en las islas de Ciudad Universitaria, con la representación ya de estudiantes de diversas ciudades del país donde el movimiento va surgiendo.
Similitudes y diferencias con el 68
Como ya dijimos comparte con el 68 esa dimensión internacional. Una rebelión que se va expresando desigualmente en diversos países durante meses. En 1968 empezó con la ofensiva del año nuevo del Tet, en Vietnam, en donde las fuerzas de la revolución dirigidas por el Vietcong penetraron hasta Saigón, la fortaleza del gobierno títere sostenido por la presencia militar yanqui. La heroica resistencia del pueblo vietnamita y la ofensiva del inicio del año, fortalecería aún más el movimiento antiguerra, notoriamente entre la juventud americana. Las movilizaciones estudiantiles y de la juventud en los propios Estados Unidos los siguientes años serían determinantes para el triunfo vietnamita. Pero el impacto en la juventud contra la intervención militar en Vietnam también se expresaría en Europa con la movilización hacia Berlin, a donde viajaría el presidente americano, en una concentración del movimiento estudiantil europeo más radicalizado. Después de la masiva jornada en Berlín tendría lugar el atentado fascista contra Rudi Dutshcke, el dirigente estudiantil alemán. En Francia mayo del 68, la movilización estudiantil detonaría la entrada en acción de la clase obrera. La huelga general más grande en la historia del capitalismo en las jornada del mayo francés, con alrededor de 10 millones de trabajadores en lucha, con ocupación de escuelas y empresas. El 26 de julio del 68, con la represión a la marcha en solidaridad con la revolución Cubana y otras provocaciones, empieza el movimiento estudiantil mexicano. Al mismo tiempo, en Checoslovaquia se desarrolla “la Primavera de Praga” en busca de un socialismo con rostro humano, un socialismo democrático, que es aplastado con la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia el 20 de agosto de 1968. Estas jornadas como las más significativas, además de otras expresiones del cambio histórico que significó el 68 en México y el mundo, que duraron meses y que en el caso de Italia continuaron en 1969 con el “mayo rampante”.
Aunque el contenido fundamental de las demandas del movimiento estudiantil del 68 eran las libertades democráticas, a diferencia de la actualidad el paradigma socialista era una referencia muy presente y que marcaría a esa generación. Unos meses antes, en octubre de 1967, habían matado al Che Guevara en Bolivia. Si se observan las fotos de las marchas del 68, la presencia del Che es constante y así el auditorio de la Facultad de Filosofía “Justo Sierra” fue rebautizado. La coincidencia con los otros movimientos radicales de la época ya mencionados, como la resistencia vietnamita o la revolución cubana, la revolución cultural china o el empuje antiburocrático como el de la Primavera de Praga y crítico a la izquierda reformista marcan este paradigma presente para la generación del 68.
El nuevo movimiento estudiantil del 2012 nace huérfano de esa referencia socialista, pero marcado por la resistencia contra el neoliberalismo en nuestro país y las olas anticapitalistas que vienen de los indignados de otras partes del mundo. Nuevamente, en este país marcado por la falta de democracia, aunque el régimen -y sus partidos- insistan en que se logró la “transición democrática”, el nuevo movimiento estudiantil, el movimiento #yosoy 132, levanta las banderas de las libertades democráticas. En oposición a las prácticas antidemocráticas priístas de acarreados y de manipulación, el #yosoy132 dice “no soy acarreado, no soy porro” y exige el respeto a los derechos de las personas. Denuncia y se opone también a la manipulación mediática del duopolio televisivo -como en el 68 cuando el movimiento gritaba contra la “prensa vendida”.
El movimiento del 68, básicamente estudiantil, aunque con mucha simpatía del pueblo, enarbolaba un programa, el pliego petitorio de las 6 demandas, de carácter profundamente democrático, es decir demandas políticas. No nacía como un movimiento de reivindicaciones académicas, estudiantiles, gremiales, sino claramente políticas. Por eso podía representar y encabezar aspiraciones y necesidades democráticas más allá de los estudiantes, propias de un reclamo de una sociedad ahogada por el control corporativo del régimen priísta. Ese carácter político era su fuerza e importancia histórica. El #yosoy132 también empuja la esperanza por un cambio democrático; en este sentido es también una lucha política fundamental y no un movimiento acotado a los intereses estudiantiles. Esa es también su importancia y fuerza en la situación actual. Al nivel de los movimientos sociales vuelva a jugar el papel, como se decía hace más de 40 años, de “vanguardia transitoria” de una rebelión democrática.
El movimiento del 68 rompió las estructuras burocráticas de representación estudiantil, como la FNET, los comités ejecutivos, las sociedades de alumnos, y dio paso a una organización masiva, plural y democrática en los comités de lucha y el Consejo Nacional de Huelga, integrado con representantes electos y revocables de las asambleas estudiantiles. El movimiento #yosoy132 rápidamente ha avanzado a organizarse en forma autónoma y va integrando una coordinación con “voceros” (ya que generalmente no son llamados “representantes”) electos por las asambleas estudiantiles. Una coordinación amplia y plural.
Durante el movimiento del 68 no existía el internet, los celulares, el blackberry, el facebook; tampoco medios de comunicación masivos, impresos o no, que fueran aunque minoritario pero independientes; tampoco existía en la Ciudad de México, sino hasta finales de ese año, el Metro. El gran impacto del movimiento entre el pueblo, el eco a la consigna “únete pueblo”, estuvo determinado por las enormes manifestaciones que ocuparon por primera vez el Zócalo de la Ciudad de México y por la acción de miles de brigadas estudiantiles recorriendo calles, mercados y colonias populares explicando en forma directa, a voz en cuello, las demandas democráticas del movimiento y con miles de volantes impresos en mimeógrafos. Es cierto que las redes sociales juegan ahora un papel importante en la comunicación y convocatoria del movimiento, -así surge la respuesta al PRI de los primeros 131 estudiantes de la Ibero identificándose como participantes conscientes del movimiento- pero la trascendencia del #yosoy132 es que toma las calles. Su expresión en calles y asambleas intra e interuniversitarias es su fuerza. Es un movimiento real, no virtual. Es esta expresión en la movilización y organización masivas las que hacen el movimiento. Y es esta toma de las calles (las impresionantes manifestaciones prácticamente diarias a fines de mayo) la que va extendiéndose en diversas ciudades del país, así como en diversas escuelas y universidades, lo que le ha convertido en un actor político central en la coyuntura actual.
Las definiciones políticas actuales y los retos
Las asambleas y la coordinación del movimiento rápidamente ha hecho públicas sus principales definiciones. Es un movimiento apartidista, pero no es un movimiento abstencionista; es un movimiento que llama a la participación política pero que exige condiciones democráticas, contra las manipulaciones mediáticas y las prácticas fraudulentas. La definición de este binomio: apartidista pero a favor de la participación política es fundamental. Apartidista en la medida que no es parte de una estructura de partido, ni en forma de manipulación ni de acuerdo expreso. De esta forma se asegura tanto la independencia política, la autonomía del movimiento, como su carácter plural, democrático, incluyente. Pero la pluralidad no quiere decir ambigüedad frente a la situación actual. Al mismo tiempo que es apartidista es claramente anti-peña nieto, antipriísta, nace en choque con lo que representa Peña Nieto. Es una nueva generación pero que rescata aspectos centrales de la memoria histórica de este pueblo cuando en la Ibero le gritan a Peña Nieto “Atenco no se olvida” que se enlaza también con la histórica afirmación “2 de octubre no se olvida”. No hay un nuevo PRI que haya abandonado su carácter histórico como se ve cuando el propio Peña Nieto reivindica en la Ibero la represión en Atenco, como Díaz Ordaz lo hizo sobre el 68. O con las acciones de golpeadores priístas que empiezan a actuar contra los estudiantes que protestan en los actos de campaña de ese partido.
El nuevo movimiento no olvida y es conciente de lo que significaría el regreso del PRI a la Presidencia de la República. Incluso más allá de la represión cuando se define también como anti neoliberal. Por eso no es abstencionista y no acepta las propuestas de voto nulo u otra forma de no participación. Sicilia insistía en presentarse como vocero de la “sociedad civil”. Además de la ambigüedad y trampa que significa el concepto, nadie puede ostentarse como representante de una “sociedad civil” que en todo caso es amplia y heterogénea. Los estudiantes también son sociedad civil y ciudadanos. Y el @yosoy132 claramente rechaza el voto nulo. Y los grupos sectarios que también creían representar el odio, hartazgo y desprecio hacia los partidos institucionales ni consiguen ser reconocidos por el nuevo movimiento y éste rechaza en votación abierta sus propuestas abstencionistas.
El reto que tenemos enfrente hoy, más allá de la jornada del 1 de julio es lograr con este despertar del pueblo mexicano, a la cabeza del cual se encuentra el nuevo movimiento estudiantil, el cambio de régimen, que saque a la oligarquía neoliberal y pueda abrir un curso de transformaciones y cambios democráticos radicales y antineoliberales. López Obrador habla de un “cambio verdadero”. Un cambio verdadero posible hoy, que no sea simplemente el cambio de personajes políticos en el aparato gubernamental y estatal, sería efectivamente un cambio de régimen. El primer paso es impedir el regreso del PRI al gobierno, ante el fracaso y hundimiento en el desprestigio de los gobiernos panistas. El voto por López Obrador representa ese primer paso al nivel institucional para rechazar el regreso del PRI. Pero es un paso dentro de una estructura institucional no confiable. El nuevo movimiento estudiantil ha denunciado contundentemente la manipulación mediática y el plan del duopolio televisivo de imponer un Presidente propio de sus programas de caricaturas y telenovelas pero instrumento de la oligarquía. Exigen reglas democráticas para la contienda. Además del voto por tanto, el esfuerzo va de la mano de la defensa del voto, de la lucha contra el fraude antes y después de las votaciones.
Para entrar en esta fase de la lucha es fundamental asegurar y mantener la independencia política del nuevo movimiento, así como su carácter plural y democrático. Para derrotar al fraude y para mantener la independencia con respecto al nuevo gobierno, aun si es encabezado por López Obrador, que permita empujar y continuar la lucha no solo por el triunfo electoral, sino por el cambio verdadero, por el cambio de régimen que implica el respeto a las libertades democráticas, pero también revertir reformas y cambios impuestos por el neoliberalismo como las privatizaciones y la supresión de conquistas y derechos del pueblo y los trabajadores. Para lograr no la venganza, pero sí la justicia frente a los miles y miles de crímenes realizados tanto por el PRI como por los gobiernos panistas, especialmente en el marco de la militarización impuesta por Calderón.
Es posible ver el futuro inmediato con optimismo. Nada está garantizado y dependerá también de mantener la rebeldía y lucha del nuevo movimiento, así como su encuentro con todos los movimientos de resistencia, como el del SME y su propuesta de una OPT, que se han mantenido durante la larga noche del neoliberalismo, así como con la perspectiva política por un cambio verdadero que propone López Obrador. Los exámenes y vacaciones estudiantiles seguramente no afectarán este impulso radical y democrático que es histórico y no solo circunstancial. Es un regreso a la lucha política cuestionando las viejas estructuras e instituciones corruptas y manipuladoras del régimen oligárquico, pero también buscando nuevos caminos de participación política diferentes a los de los desprestigiados y asimilados al sistema partidos institucionales, incluso de los que se dicen de izquierda. El nuevo impulso, el nuevo ascenso en la lucha, mostrará cada vez más que otra izquierda es necesaria, una izquierda radical que crece y se alimenta en las luchas y que se reencuentra con su definición como izquierda socialista, revolucionaria, internacionalista, feminista y ecosocialista.
La participación política en este nuevo ascenso, activista, militante, en las calles, no es momentánea. Requiere un proyecto político de largo plazo, revolucionario, el que es propio de la izquierda socialista
(*) Versión editada de la conferencia y respuestas a las preguntas que ofreció Edgard Sánchez, integrante de la dirección del Partido Revolucionario de los Trabajadores, el viernes 1 de junio de 2012 a un grupo de jóvenes provenientes de diversos municipios del estado de Zacatecas, integrantes de MORENAJE (MORENA de Jóvenes y Estudiantes) de visita en la Ciudad de México.
La primavera de los pueblos del mundo
Desde el año pasado constatamos una ola de luchas y rebeliones que se van extendiendo por diversas partes del mundo. Más allá de las absurdas visiones policiacas, como las del gobierno mexicano durante el 68, que atribuían el surgimiento de un real movimiento social a una supuesta “conspiración”, la dinámica internacional de los movimientos que estamos viendo responden a una nueva situación que va dejando atrás los efectos desmovilizadores de la caída del Muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética que los presentó como el supuesto fracaso del “socialismo” o el “fin de la historia”. Después de la fase del surgimiento de los movimientos sociales representados por el altermundismo y que para algunos representaba que la alternativa se encontraba en esos movimientos sociales por fuera de las perspectivas políticas, entramos de lleno a la fase de lo que Daniel Bensaid llamaría el retorno de la política.
Por un lado, las revoluciones políticas que han sacudido a los países árabes del norte de África -y que ahora tiene su punto álgido en Siria- que derribaron a regímenes autoritarios que parecían inmutables. El control político, ahogando toda experiencia de organización y expresión colectiva, que frecuentemente tenían estos regímenes, algunos con discursos demagógicos nacionalistas, hicieron que las rebeliones -aunque tuvieran una dinámica de búsqueda de una salida democrática y laica- agruparan a una amplia y heterogénea oposición a los regímenes autoritarios, a veces incluyendo a sectores de la clase dominante y del aparato del Estado que se pasaron oportunamente a la oposición (como empezamos a ver también en México), pero que, de todos modos, en medio de la confusión abren una dinámica revolucionaria.
Pero luego ha sido la expresión en Europa, sobre todo, del movimiento de los indignados bajo la denominación emblemática del movimiento surgido en Plaza del Sol de Madrid y extendida después por todo el Estado español y en rebeliones como las ocurridas el año pasado en Londres. Los indignados cuestionan abiertamente los efectos de esta nueva fase de capitalismo salvaje, representada por el neoliberalismo, en su obsesión privatizadora, que arranca derechos y conquistas históricas de los trabajadores y el pueblo. El anticapitalismo subyacente en este movimiento está alimentado por una ola bárbara de desempleo que afecta también a la juventud y relevantemente a jóvenes con estudios y títulos universitarios, parecida a la radicalidad que se expresa ahora en México entre estudiantes de universidades privadas. Al nivel estudiantil también se expresará en Chile y en Quebec.
De los indignados en Europa pasamos al movimiento de Occupy Wall Street en Nueva York que rápidamente se extendió a otras ciudades de Estados Unidos hasta la otra costa a expresarse en las protestas con estibadores y el movimiento Occupy en Oakland, California para cerrar el puerto. Occupy Wall Street insistió en señalar y denunciar la “avaricia” de los capitalistas en lo que consideran una “guerra contra el pueblo”.
Así regresamos a Europa con movilizaciones de los trabajadores organizados y la vuelta a los métodos de lucha históricos como la huelga general en una dinámica que no ha terminado y tiene hoy en Grecia un punto decisivo donde ya se da una presencia muy significativa de la izquierda radical, como alternativa también en el terreno político y electoral frente a la derecha y la socialdemocracia. Los trabajadores griegos han realizado ya 17 jornadas de huelga general de duración de un día en cada caso lo que apunta a una dinámica de lucha mayor y que próximamente se expresará también en el terreno electoral.
Frente a ello, desde meses atrás, diversos analistas se preguntaban y cuestionaban si había en México una excepción o una generación ganada por la apatía y que se expresaba solo en la marginalidad contestaria como ocurrió durante la jornada mundial de octubre pasado. En realidad la indignación en México, un país sometido a casi seis años de violencia y asesinatos producto de la “guerra contra la delincuencia” de Calderón, abierto un proceso de militarización propio de un estado policiaco, es una indignación que ha transcurrido otros caminos más complicados y no expresados abiertamente pero donde avanza el hartazgo contra el régimen de violencia institucional, contra el decadente, en crisis y en descomposición sistema de partidos institucionales, el control de los medios de comunicación por el poder oligárquico y la insultante y mafiosa concentración del poder y la riqueza de la oligarquía neoliberal y sus privatizaciones. La resistencia de trabajadores como los del SME, los maestros o los mineros se han mantenido estos años pero no habían encontrado la expresión masiva de la juventud indignada como en otros países hasta las jornadas de mayo (¡nuevamente mayo!) en que surge el movimiento de #YoSoy132. La chispa que enciende la pradera son los insultos del equipo priísta de Peña Nieto, cuestionado en la Universidad Iberoamericana y que no alcanza sino a reivindicar cínica y autoritariamente la represión cometida en Atenco y a señalar a los estudiantes como supuestos “acarreados” (el léon piensa que todos son de su condición, pues es Peña Nieto quien ponía como condición para ir a las universidades el reservar los lugares de adelante a un grupo priísta de acarreados para apagar cualquier posible protesta o crítica). La chispa es eso, una chispa que enciende una conciencia que ya venía acumulándose desde atrás entre la juventud harta de la demagogia y la manipulación de los medios de comunicación que insiste en tratar a la gente como borregos y que pretende tener el derecho de imponer a candidatos y políticos inventados desde la televisión como presidentes igual que productos comerciales. Es una chispa porque no es que hubiera una generación apática en contraste con esa misma generación en otras partes del mundo, sino que hay una conciencia y radicalidad crítica entre los jóvenes pero que no había encontrado la vía de expresarse masiva y públicamente, sino hasta el #YoSoy132 en que dignamente responde al insulto de “acarreados” identificándose personalmente con sus credenciales universitarias. Diciendo también soy concientemente antiPeña y estoy informado y no olvido Atenco como cuando los estudiantes de la Ibero sorprendentemente recibieron a Peña Nieto con la consigna “todos somos Atenco”.
Una conciencia que quizá se fue desarrollando por las redes sociales e internet pero que surge como un movimiento real, no virtual, en las calles y en la movilización. Que llena el Zócalo de la Ciudad de México, que se expresa en movilizaciones frente a la “Estela de luz” y frente a las sedes de televisa y TV Azteca, luego en infinidad de asambleas y reuniones estudiantiles nombrando “voceros” y finalmente en las asambleas generales interuniversitarias en las islas de Ciudad Universitaria, con la representación ya de estudiantes de diversas ciudades del país donde el movimiento va surgiendo.
Similitudes y diferencias con el 68
Como ya dijimos comparte con el 68 esa dimensión internacional. Una rebelión que se va expresando desigualmente en diversos países durante meses. En 1968 empezó con la ofensiva del año nuevo del Tet, en Vietnam, en donde las fuerzas de la revolución dirigidas por el Vietcong penetraron hasta Saigón, la fortaleza del gobierno títere sostenido por la presencia militar yanqui. La heroica resistencia del pueblo vietnamita y la ofensiva del inicio del año, fortalecería aún más el movimiento antiguerra, notoriamente entre la juventud americana. Las movilizaciones estudiantiles y de la juventud en los propios Estados Unidos los siguientes años serían determinantes para el triunfo vietnamita. Pero el impacto en la juventud contra la intervención militar en Vietnam también se expresaría en Europa con la movilización hacia Berlin, a donde viajaría el presidente americano, en una concentración del movimiento estudiantil europeo más radicalizado. Después de la masiva jornada en Berlín tendría lugar el atentado fascista contra Rudi Dutshcke, el dirigente estudiantil alemán. En Francia mayo del 68, la movilización estudiantil detonaría la entrada en acción de la clase obrera. La huelga general más grande en la historia del capitalismo en las jornada del mayo francés, con alrededor de 10 millones de trabajadores en lucha, con ocupación de escuelas y empresas. El 26 de julio del 68, con la represión a la marcha en solidaridad con la revolución Cubana y otras provocaciones, empieza el movimiento estudiantil mexicano. Al mismo tiempo, en Checoslovaquia se desarrolla “la Primavera de Praga” en busca de un socialismo con rostro humano, un socialismo democrático, que es aplastado con la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia el 20 de agosto de 1968. Estas jornadas como las más significativas, además de otras expresiones del cambio histórico que significó el 68 en México y el mundo, que duraron meses y que en el caso de Italia continuaron en 1969 con el “mayo rampante”.
Aunque el contenido fundamental de las demandas del movimiento estudiantil del 68 eran las libertades democráticas, a diferencia de la actualidad el paradigma socialista era una referencia muy presente y que marcaría a esa generación. Unos meses antes, en octubre de 1967, habían matado al Che Guevara en Bolivia. Si se observan las fotos de las marchas del 68, la presencia del Che es constante y así el auditorio de la Facultad de Filosofía “Justo Sierra” fue rebautizado. La coincidencia con los otros movimientos radicales de la época ya mencionados, como la resistencia vietnamita o la revolución cubana, la revolución cultural china o el empuje antiburocrático como el de la Primavera de Praga y crítico a la izquierda reformista marcan este paradigma presente para la generación del 68.
El nuevo movimiento estudiantil del 2012 nace huérfano de esa referencia socialista, pero marcado por la resistencia contra el neoliberalismo en nuestro país y las olas anticapitalistas que vienen de los indignados de otras partes del mundo. Nuevamente, en este país marcado por la falta de democracia, aunque el régimen -y sus partidos- insistan en que se logró la “transición democrática”, el nuevo movimiento estudiantil, el movimiento #yosoy 132, levanta las banderas de las libertades democráticas. En oposición a las prácticas antidemocráticas priístas de acarreados y de manipulación, el #yosoy132 dice “no soy acarreado, no soy porro” y exige el respeto a los derechos de las personas. Denuncia y se opone también a la manipulación mediática del duopolio televisivo -como en el 68 cuando el movimiento gritaba contra la “prensa vendida”.
El movimiento del 68, básicamente estudiantil, aunque con mucha simpatía del pueblo, enarbolaba un programa, el pliego petitorio de las 6 demandas, de carácter profundamente democrático, es decir demandas políticas. No nacía como un movimiento de reivindicaciones académicas, estudiantiles, gremiales, sino claramente políticas. Por eso podía representar y encabezar aspiraciones y necesidades democráticas más allá de los estudiantes, propias de un reclamo de una sociedad ahogada por el control corporativo del régimen priísta. Ese carácter político era su fuerza e importancia histórica. El #yosoy132 también empuja la esperanza por un cambio democrático; en este sentido es también una lucha política fundamental y no un movimiento acotado a los intereses estudiantiles. Esa es también su importancia y fuerza en la situación actual. Al nivel de los movimientos sociales vuelva a jugar el papel, como se decía hace más de 40 años, de “vanguardia transitoria” de una rebelión democrática.
El movimiento del 68 rompió las estructuras burocráticas de representación estudiantil, como la FNET, los comités ejecutivos, las sociedades de alumnos, y dio paso a una organización masiva, plural y democrática en los comités de lucha y el Consejo Nacional de Huelga, integrado con representantes electos y revocables de las asambleas estudiantiles. El movimiento #yosoy132 rápidamente ha avanzado a organizarse en forma autónoma y va integrando una coordinación con “voceros” (ya que generalmente no son llamados “representantes”) electos por las asambleas estudiantiles. Una coordinación amplia y plural.
Durante el movimiento del 68 no existía el internet, los celulares, el blackberry, el facebook; tampoco medios de comunicación masivos, impresos o no, que fueran aunque minoritario pero independientes; tampoco existía en la Ciudad de México, sino hasta finales de ese año, el Metro. El gran impacto del movimiento entre el pueblo, el eco a la consigna “únete pueblo”, estuvo determinado por las enormes manifestaciones que ocuparon por primera vez el Zócalo de la Ciudad de México y por la acción de miles de brigadas estudiantiles recorriendo calles, mercados y colonias populares explicando en forma directa, a voz en cuello, las demandas democráticas del movimiento y con miles de volantes impresos en mimeógrafos. Es cierto que las redes sociales juegan ahora un papel importante en la comunicación y convocatoria del movimiento, -así surge la respuesta al PRI de los primeros 131 estudiantes de la Ibero identificándose como participantes conscientes del movimiento- pero la trascendencia del #yosoy132 es que toma las calles. Su expresión en calles y asambleas intra e interuniversitarias es su fuerza. Es un movimiento real, no virtual. Es esta expresión en la movilización y organización masivas las que hacen el movimiento. Y es esta toma de las calles (las impresionantes manifestaciones prácticamente diarias a fines de mayo) la que va extendiéndose en diversas ciudades del país, así como en diversas escuelas y universidades, lo que le ha convertido en un actor político central en la coyuntura actual.
Las definiciones políticas actuales y los retos
Las asambleas y la coordinación del movimiento rápidamente ha hecho públicas sus principales definiciones. Es un movimiento apartidista, pero no es un movimiento abstencionista; es un movimiento que llama a la participación política pero que exige condiciones democráticas, contra las manipulaciones mediáticas y las prácticas fraudulentas. La definición de este binomio: apartidista pero a favor de la participación política es fundamental. Apartidista en la medida que no es parte de una estructura de partido, ni en forma de manipulación ni de acuerdo expreso. De esta forma se asegura tanto la independencia política, la autonomía del movimiento, como su carácter plural, democrático, incluyente. Pero la pluralidad no quiere decir ambigüedad frente a la situación actual. Al mismo tiempo que es apartidista es claramente anti-peña nieto, antipriísta, nace en choque con lo que representa Peña Nieto. Es una nueva generación pero que rescata aspectos centrales de la memoria histórica de este pueblo cuando en la Ibero le gritan a Peña Nieto “Atenco no se olvida” que se enlaza también con la histórica afirmación “2 de octubre no se olvida”. No hay un nuevo PRI que haya abandonado su carácter histórico como se ve cuando el propio Peña Nieto reivindica en la Ibero la represión en Atenco, como Díaz Ordaz lo hizo sobre el 68. O con las acciones de golpeadores priístas que empiezan a actuar contra los estudiantes que protestan en los actos de campaña de ese partido.
El nuevo movimiento no olvida y es conciente de lo que significaría el regreso del PRI a la Presidencia de la República. Incluso más allá de la represión cuando se define también como anti neoliberal. Por eso no es abstencionista y no acepta las propuestas de voto nulo u otra forma de no participación. Sicilia insistía en presentarse como vocero de la “sociedad civil”. Además de la ambigüedad y trampa que significa el concepto, nadie puede ostentarse como representante de una “sociedad civil” que en todo caso es amplia y heterogénea. Los estudiantes también son sociedad civil y ciudadanos. Y el @yosoy132 claramente rechaza el voto nulo. Y los grupos sectarios que también creían representar el odio, hartazgo y desprecio hacia los partidos institucionales ni consiguen ser reconocidos por el nuevo movimiento y éste rechaza en votación abierta sus propuestas abstencionistas.
El reto que tenemos enfrente hoy, más allá de la jornada del 1 de julio es lograr con este despertar del pueblo mexicano, a la cabeza del cual se encuentra el nuevo movimiento estudiantil, el cambio de régimen, que saque a la oligarquía neoliberal y pueda abrir un curso de transformaciones y cambios democráticos radicales y antineoliberales. López Obrador habla de un “cambio verdadero”. Un cambio verdadero posible hoy, que no sea simplemente el cambio de personajes políticos en el aparato gubernamental y estatal, sería efectivamente un cambio de régimen. El primer paso es impedir el regreso del PRI al gobierno, ante el fracaso y hundimiento en el desprestigio de los gobiernos panistas. El voto por López Obrador representa ese primer paso al nivel institucional para rechazar el regreso del PRI. Pero es un paso dentro de una estructura institucional no confiable. El nuevo movimiento estudiantil ha denunciado contundentemente la manipulación mediática y el plan del duopolio televisivo de imponer un Presidente propio de sus programas de caricaturas y telenovelas pero instrumento de la oligarquía. Exigen reglas democráticas para la contienda. Además del voto por tanto, el esfuerzo va de la mano de la defensa del voto, de la lucha contra el fraude antes y después de las votaciones.
Para entrar en esta fase de la lucha es fundamental asegurar y mantener la independencia política del nuevo movimiento, así como su carácter plural y democrático. Para derrotar al fraude y para mantener la independencia con respecto al nuevo gobierno, aun si es encabezado por López Obrador, que permita empujar y continuar la lucha no solo por el triunfo electoral, sino por el cambio verdadero, por el cambio de régimen que implica el respeto a las libertades democráticas, pero también revertir reformas y cambios impuestos por el neoliberalismo como las privatizaciones y la supresión de conquistas y derechos del pueblo y los trabajadores. Para lograr no la venganza, pero sí la justicia frente a los miles y miles de crímenes realizados tanto por el PRI como por los gobiernos panistas, especialmente en el marco de la militarización impuesta por Calderón.
Es posible ver el futuro inmediato con optimismo. Nada está garantizado y dependerá también de mantener la rebeldía y lucha del nuevo movimiento, así como su encuentro con todos los movimientos de resistencia, como el del SME y su propuesta de una OPT, que se han mantenido durante la larga noche del neoliberalismo, así como con la perspectiva política por un cambio verdadero que propone López Obrador. Los exámenes y vacaciones estudiantiles seguramente no afectarán este impulso radical y democrático que es histórico y no solo circunstancial. Es un regreso a la lucha política cuestionando las viejas estructuras e instituciones corruptas y manipuladoras del régimen oligárquico, pero también buscando nuevos caminos de participación política diferentes a los de los desprestigiados y asimilados al sistema partidos institucionales, incluso de los que se dicen de izquierda. El nuevo impulso, el nuevo ascenso en la lucha, mostrará cada vez más que otra izquierda es necesaria, una izquierda radical que crece y se alimenta en las luchas y que se reencuentra con su definición como izquierda socialista, revolucionaria, internacionalista, feminista y ecosocialista.
La participación política en este nuevo ascenso, activista, militante, en las calles, no es momentánea. Requiere un proyecto político de largo plazo, revolucionario, el que es propio de la izquierda socialista
(*) Versión editada de la conferencia y respuestas a las preguntas que ofreció Edgard Sánchez, integrante de la dirección del Partido Revolucionario de los Trabajadores, el viernes 1 de junio de 2012 a un grupo de jóvenes provenientes de diversos municipios del estado de Zacatecas, integrantes de MORENAJE (MORENA de Jóvenes y Estudiantes) de visita en la Ciudad de México.
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