Transgénicos llegan al DF
CONTRALÍNEA
Las principales concentraciones urbanas del país esperan la llegada de maíz transgénico proveniente de los estados norteños de Sinaloa y Tamaulipas. Los habitantes del Distrito Federal, Tijuana, Monterrey, Guadalajara, entre otras ciudades, consumirán, indiscriminadamente, tortillas, tamales, pozole o edulcorantes hechos con el maíz MON 603, el mismo grano con el que fueron alimentadas 200 ratas que desarrollaron tumores y muerte prematura luego de 4 meses de dieta. Pese a que el Gobierno del Distrito Federal cuenta con un Programa de Protección de las Razas de Maíz, la estrategia únicamente evita la siembra del organismo modificado. Sobre el consumo, aclara la administración capitalina, no tiene injerencia
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía estima que más de 8
millones de personas habitan la Ciudad de México. Con tan sólo 1 mil
500 metros cuadrados, que representa menos del 0.1 por ciento del
territorio nacional, la metrópoli forma parte de la lista de las
concentraciones urbanas más grandes del mundo, entre las que se
encuentran Tokio, Japón; Nueva York, Estados Unidos; Bombay, India; Sao
Paulo, Brasil; Shanghái, China; Dhaka, Bangladesh, y Buenos Aires,
Argentina.
Sin posibilidades de frenar el consumo masivo del maíz MON 603
en la segunda ciudad más grande del mundo, el Gobierno del Distrito
Federal se apresta a declarar su postura en contra de los organismos
genéticamente modificados y aclara que no posee injerencia sobre ello.
México “debería de ir avanzando en la protección de sus cultivos,
principalmente al ser centro de origen. Es su obligación. En el resto
del país se tendría que estar avanzando para evitar cultivos de maíz
transgénico”, dice Jorge Fuentes, exvocero de la Secretaría del Medio
Ambiente del Distrito Federal, a nombre de la entonces titular, Martha
Delgado, quien no respondió personalmente a los cuestionamientos hechos
por Contralínea.
Fuentes asegura que la posición de la Secretaría del Medio
Ambiente, y de su titular, es en contra de los transgénicos. Explica que
en la Ciudad se evita el contagio de especies a través del monitoreo en
lo que corresponde a las siembras.
“El Gobierno del Distrito Federal es el único que tiene una
declaratoria de protección de su territorio. Sin embargo, no tenemos
injerencia en cuanto al consumo. Nuestra obligación es la protección y
el campo de la Ciudad”.
De aprobarse las solicitudes ingresadas en septiembre de 2012 por
las trasnacionales Monsanto y Pioneer Hi-Bred, en los próximos meses las
concentraciones urbanas del país estarían consumiendo el maíz MON 603
proveniente de Sinaloa y Tamaulipas.
El Programa Nacional de Desarrollo Urbano y Ordenación del
Territorio indica que las ciudades del país se sitúan sobre el 0.4 por
ciento del territorio nacional, en alrededor de 800 mil hectáreas, y
concentran al 65 por ciento de la población total mexicana.
A través del consumo diario de tortillas, tamales, pozole,
edulcorantes, estabilizadores o excipientes, la población quedará
totalmente expuesta a los efectos del organismo genéticamente
modificado.
El Programa
El 29 de octubre de 2009, el gobierno del Distrito Federal publicó
en su órgano informativo el Acuerdo por el que se Expide el Programa de
Protección de las Razas de Maíz del Altiplano Mexicano para el Distrito
Federal. En el documento, el gobierno de la Ciudad declara a su
territorio libre de transgénicos y sienta los lineamientos para evitar
que sobre el suelo de conservación se siembre maíz genéticamente
modificado.
“Es interés del Gobierno del Distrito Federal generar los
instrumentos y desarrollar las acciones encaminadas a proteger y
preservar las razas de maíz del altiplano y sus variedades locales,
garantizando su conservación y la sustentabilidad del territorio en que
se produce, así como el mejoramiento de la calidad de vida de los
productores”, señaló el Ejecutivo local en el Acuerdo.
Se ha identificado que el altiplano del centro de México es uno de
los centros de origen y domesticación del grano. Comprende al Distrito
Federal, Tlaxcala, Estado de México, Hidalgo, Querétaro, así como
algunas regiones de Puebla, Morelos y Guanajuato.
Hasta ahora, en el suelo de conservación del Distrito Federal se
han localizado seis razas de maíz nativo y más de 40 variedades, además,
se ha identificado la presencia del teocintle.
En las delegaciones Álvaro Obregón, Cuajimalpa, Magdalena
Contreras, Milpa Alta, Tlalpan, Tláhuac y Xochimilco existen 28 mil 599
hectáreas de uso agrícola y se cultivan anualmente alrededor de 3 mil
hectáreas de maíz, principalmente para autoconsumo de la población rural
de la Ciudad de México, por lo que se considera que el cultivo del
grano en el Distrito Federal está fuertemente ligado a tradiciones
culturales y en menor medida a su productividad.
Los primeros pobladores en la cuenca de México la habitaron hace 22
mil años, y se estima que los pueblos originarios se asentaron en los
suelos de conservación desde hace unos 8 mil años.
Decadencia del suelo de conservación
No obstante que el otrora gobierno de Marcelo Ebrard avalara la
importancia del suelo de conservación del Distrito Federal, también
reconoce que el impulso a la urbanización hizo que se perdieran 17 mil
hectáreas agrícolas y forestales.
Del total del territorio en el Distrito Federal, el 42 por ciento
corresponde a áreas verdes. De acuerdo con información proporcionada por
Luis Zambrano, investigador en el Instituto de Biología de la
Universidad Nacional Autónoma de México, de 2005 a 2009, el 15 por
ciento del suelo de conservación había sido urbanizado.
En la década de 1940 los pueblos originarios estaban constituidos
en núcleos agrarios, 81 eran ejidos y 12 comunidades. Hacia la década de
1970 quedaban únicamente 46 con propiedad social de la tierra.
Planteamientos del Plan de Protección
A pesar de no estar incluidas en los catálogos de los bancos de
germoplasma (genes que se transmiten por reproducción a la
descendencia), el gobierno del Distrito Federal considera que las razas
de maíz de la Ciudad pueden ser consideradas como parte del acervo
genético de los maíces característicos de la meseta central del
altiplano de México.
“El suelo de conservación del Distrito Federal es una zona que
naturalmente puede utilizarse como un reservorio del germoplasma nativo
de la región de los valles altos de México y un área de protección del
maíz mexicano para las generaciones futuras.”
Al identificar al maíz como bien común y patrimonio histórico, el
Programa plantea proteger, preservar y garantizar la conservación de las
razas del altiplano y sus variedades locales, a través del rescate,
fomento y consolidación de los policultivos del agroecosistema milpa,
con base en el maíz nativo; establecer sistemas y mecanismos de
monitoreo permanente para prevenir, evitar y remediar la introducción de
transgenes en las razas de maíz nativo; elaborar un padrón georreferenciado
y un sistema de monitoreo permanente de productores y parcelas en las
que se lleve a cabo la conservación y producción del grano originario;
contar con fuentes seguras de semillas de maíz nativo; conocer los
circuitos de las semillas de maíz que se siembran en suelo de
conservación del Distrito Federal, así como la interrelación entre
productores; supervisar el intercambio de semillas e identificar los
circuitos de comercialización de semillas de maíz de dudosa procedencia o
con contaminación transgénica; la creación de un museo de la diversidad
del maíz de la Ciudad de México y el respeto a la legislación
internacional en la materia.
En caso de contaminación con maíz transgénico, señala el gobierno
del Distrito Federal, se procederá a la remediación a través de un
análisis detallado del cultivo, semillas y partes vegetativas, y de un
programa de limpieza genética desarrollada por investigadores del
Colegio de Postgraduados y la Universidad Autónoma de la Ciudad de
México.
En febrero de 2012, la Secretaría del Medio Ambiente, en
coordinación con la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y el
Centro Nacional de Investigación y Capacitación Ambiental del Instituto
Nacional de Ecología, inauguró el laboratorio de diagnóstico molecular
para detectar granos alterados genéticamente. El centro de investigación
tuvo un costo de más de 4 millones de pesos y se encuentra dentro de la
Comisión de Recursos Naturales.
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