1985: Ninguna lección

 
PROCESO 
 
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- “¿Qué nos va a pasar con el siguiente sismo?” Esta no es una pregunta de hoy, ni de hace apenas unos días. Fue la que se hicieron en 2010 varios colonos organizados en el Movimiento Pro-Dignificación de la Colonia Roma AC, cuando conmemoraron el 25 aniversario de los terremotos que sacudieron a la Ciudad de México el 19 y 20 de septiembre de 1985.
El movimiento vecinal organizó aquella vez una jornada de reflexión en la Casa Universitaria del Libro, ubicada en Puebla y Orizaba, en la colonia Roma, justo donde ahora se abrió un centro de acopio.

Participó el ingeniero estructural, especialista en geotecnia, Jacinto Ruiz, quien advirtió sobre los riesgos de seguir construyendo edificios altos en la Ciudad de México, y en esa colonia en particular, en la cual aún prevalecen varias construcciones de la época porfiriana.
Con el título “1985: La historia que no debe repetirse”, esta reportera publicó en el semanario Proceso, en enero de 2011, las reflexiones del experto, que ahora vale la pena recordar.
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Admitió que como ingeniero estructural tuvo “la desgracia” de ver tres edificios que había supervisado en sus etapas constructivas, desplomados por el sismo: el Hotel Continental Hilton, el Sears de Lindavista y el conjunto Niños Héroes. Además colaboró en la creación de los reglamentos de construcción emitidos en 1976, por lo cual se preguntaba en qué había fallado.
Entonces buscó las razones en la conformación geológica del Valle de México. Explicó que la ciudad se encuentra sobre un aluvial proveniente de la Sierra de Guadalupe, conocido como la Isla de los Perros, donde se supone que los antiguos mexicanos encontraron el águila devorando la serpiente. Cuando la tierra emergió para formar la Sierra de las Cruces se formó un abismo.
“Le llama abismo porque ‘el fondo donde se encuentra suelo rocoso tiene 2 mil 600 metros de profundidad’. Si la Ciudad de México está a una altura de 2 mil 240, significa que el fondo del abismo está 360 metros por debajo del nivel del mar. Y lo grave es que sobre ese abismo se ha construido parte de la ciudad y zonas como Chalco, Ixtapaluca, Texcoco y Zumpango. Añade al problema una serie de grietas y fallas geológicas. Y justo sobre la línea de la falla geológica está construida la Torre Mayor.
“Cuestionó por qué los ingenieros, arquitectos y demás constructores que han ido a la universidad, supuestamente para servir con sus conocimientos a la sociedad y darle seguridad, construyen edificios de gran altura en suelos tan vulnerables. Y también señaló la responsabilidad de las autoridades, académicas y gubernamentales, que no se preocupan por las características geológicas de la urbe. Lejos de ello, se sigue extrayendo agua, con lo cual el abismo irá creciendo:
“Estamos alterando más la cuenca de México. Y por ahí, hace un mes o dos, nuestro gobierno capitalino dijo que pretende extraer agua a 2 mil metros de profundidad. ¿Qué quiere decir? Que vamos a estar en el abismo geológico.”
El efecto, añadió, es que la masa urbana se está yendo hacia el abismo e incrementando el hundimiento diferencial. Si en 1930 el espejo de agua de Texcoco estaba un metro 90 centímetros por encima de Pantitlán, en 2008, cuando se midió nuevamente, estaba 10 metros arriba.
Y no es sólo el agua que se extrae para el consumo, mucha se va por las coladeras debido a fugas y grietas, pero también porque para cimentar edificios como la Torre Mayor es necesario secar el terreno donde se asentará y se bombea agua a varios metros de profundidad. Como no se planea este procedimiento de modo que fuese un desplazamiento del volumen de agua, se secan grandes zonas de terreno alrededor, provocando que los edificios colindantes se inclinen y hundan.
Advirtió entonces que el fenómeno estaba ocurriendo en la colonia Roma, donde se habían construido edificios modernos de varios niveles, que provocaron que hubiera tantos daños en 1985. Se hablaba, según las cifras oficiales, de 197 inmuebles dañados y 946 lesionados, no se mencionaban muertes. Señaló por su parte el arquitecto Edgar Tavares, en aquel momento:
La experiencia de 1985, dijo en su conferencia, es que de más de mil inmuebles catalogados por el INBA como artísticos, sólo tres sufrieron daños, y fueron nuevas construcciones las que se derrumbaron:
“Hay testimonios que no quisiéramos repetir si ocurriera otro terremoto. Si a las autoridades no les interesa conservar la arquitectura patrimonial, ¿les interesará conservar la vida de personas como Luisa? (cuyo caso se narró en ese encuentro.) Es una pregunta, ojalá alguien respondiera… Don Porfirio se ha de reír porque sus casonas no se han caído y los nuevos edificios sí.”
(…)
“El terremoto nos marcó a todos los capitalinos, todo mundo recuerda y puede dar un testimonio de sus parientes, de sus amigos, etcétera. Pero la cuestión que estamos tocando como movimiento de la colonia Roma es que la gente recuerde por qué se cayeron esos edificios: por corrupción, por mala aplicación del reglamento, por materiales chafas que no cumplían con las normas.”
Enfatizó más adelante el arquitecto, sin imaginar lo que serían hoy en día zonas como la propia colonia Roma, la Condesa, Paseo de la Reforma, avenida Insurgentes:
“Hay que decirle a la gente: Exígele a la autoridad que no te puede construir un monstruo a un lado. Si lo van a hacer, hay que ver cómo lo van a hacer, porque tu vida está en riesgo, y más en esta zona. ¡Ya se repitió! Yo nací en 1957, cuando el terremoto tiró el Ángel, que no estaba anclado a la columna…”
Remata moviendo la cabeza negativamente:
“¿En qué país estamos?”
–En el aniversario del terremoto se hicieron simulacros, pero no se habló de estos problemas…
–…Están tapando, ocultando para eludir responsabilidades. Lo que dice el ingeniero es muy real, y estoy de acuerdo con él en que a las autoridades lo único que les interesa es aplicar el reglamento, que no te salgas de ahí, pero no ven el problema de fondo. Y el problema de fondo en un terremoto no está aquí, está en la tierra, desde que empiezas a sacarle agua.
“Seguimos pensando que va a haber otro, y te preparas, acción civil hace simulacros, pero ¿por qué no preparar desde el inicio? (…) No autorizando edificios que pongan en riesgo a la gente…”

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