Madera: la madre de todas las batallas
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Autor:
David Cilia Olmos
En
los años de la incipiente guerrilla en México, a finales de la década
de 1960 y principio de la de 1970, el resplandor del asalto al cuartel
de Ciudad Madera, el 23 de septiembre de 1965, era el norte político
para la mayor parte de las organizaciones clandestinas en formación y un
referente inexcusable para todos los que se decidieron por el camino de
las armas como forma de transformación social.
Revista Sucesos, octubre de 1965
Pero los combatientes de Madera, el
Grupo Popular Guerrillero (GPG) encabezado por Arturo Gámiz, no sólo
tuvieron un influjo moral sobre varias generaciones de activistas
revolucionarios armados, sino que fueron determinantes para la
constitución de las más importantes organizaciones político militares
formadas en la década de 1960 y 1970.
Es claro que el posterior Grupo Popular
Guerrillero Arturo Gámiz, encabezado por Oscar González Eguiarte,
eligiendo como teatro de operaciones la misma serranía de Chihuahua y
nutriendo sus filas con los sobrevivientes del Grupo Popular Guerrillero
fue la continuación, en este caso por los mismos medios, de lo que
fuera la guerrilla de Arturo Gámiz.
Tres sobrevivientes del asalto al
cuartel de Ciudad Madera formaron parte de este grupo. Guadalupe Scobell
Gaytán, Ramón Mendoza Torres y Francisco Ornelas, otros militantes del
GPG que por diversas cuestiones logísticas no estuvieron en el asalto al
cuartel, también se integrarían, entre otros Oscar González Eguiarte,
quien fuera el comandante de este grupo, Juan Antonio Gaytán Aguirre, su
hermano Salvador Gaytán y Salvador Infante.
La masacre de Tesopaco del 11 de
septiembre de 1968 marcó el final del grupo encabezado por Oscar
González Eguiarte. En este lugar, el Ejército mexicano literalmente
fusiló a los sobrevivientes de una larga marcha iniciada en Chihuahua
que terminaría en esa población de la sierra ya en el Estado de Sonora.
Entre las bajas de esa campaña guerrillera podemos contar al propio
Oscar Gonzalez Eguiarte, a Guadalupe Scobel Gaytán y al joven estudiante
de 17 años Carlos Armendáriz Ponce. Ramón Mendoza Torres, sobreviviente
al asalto al cuartel de Ciudad Madera, paradógicamente salvaría la
vida, pues fue detenido propiamente al inicio de la campaña, cuando en
un retén policiaco se enfrentó a los agentes, asumiendo toda la
responsabilidad para permitir que Oscar González Eguiarte pudiera
continuar con la actividad en la que estaban comprometidos.
La masacre de Tesopaco, Sonora, si bien
marcó el fin de las operaciones del Grupo Popular Guerrillero Arturo
Gámiz, no significó la aniquilación de sus militantes y relaciones,
quienes continuaron su actividad guerrillera ya como Movimiento 23 de
Septiembre, coincidiendo este nombre con el que adoptara el grupo que
encabezó en su momento Pedro Uranga.
Hasta donde hemos podido reconstruir la
historia, otros militantes o relaciones del Grupo Popular Guerrilero,
que al igual que los anteriores participaron en la reunión de
reagrupamiento que se dio en la ciudad de México despues de las
lamentables caídas en Madera, entre otros Pedro Uranga Rohana, Juan
Fernández Carrejo, Saúl Ornelas, Guadalupe Jacott y Rafael Estrada
Villa, formarían otra organización guerrillera, que en relación con el
Movimiento Revolucionario del Pueblo, vinculado con Víctor Rico Galán,
tomaría el nombre de Movimiento 23 de Septiembre. En este grupo también
estarían incorporados Saúl Chacón y Guillermo Rodriguez Ford, quienes,
aunque no estuvieron presentes en la reunión de reagrupamiento posterior
al asalto al cuartel de Madera en la Ciudad de México, formaban parte
del los cuadros del GPG. A este grupo también se incorporó Martha
Cecilia Ornelas Gil. Parte importante del grupo sería detenido por la
Dirección Federa de Seguridad (DFS) el 26 de enero de 1967 en la Ciudad
de México (Nexos).
Otros sobrevivientes del Grupo Popular
Guerrilero, específicamente las hermanas y el hermano del profesor
Arturo Gámiz, se incorporarían a otras luchas. Amalia y María Dolores
Gámiz García serían detenidas como parte del Partido de los Pobres
(Pdlp), organización guerrillera fundada por el profesor Lucio Cabañas
Barrientos. Su hermano Jacobo Gámiz García igualmente formaría parte de
esta organización, el Pdlp, de la cual se separaría más tarde en el
marco de las diferencias políticas entre Lucio Cabañas y el resto de
organizaciones armadas que en 1974 constituirían la Liga Comunista 23 de
Septiembre. Ya como parte de esta organización, Jacobo Gámiz sería
detenido en Acapulco en 1974, sometido a interrogatorios y torturas por
parte de la DFS y desde entonces se encuentra desaparecido.
Otro sobreviviente del asalto al cuartel
de Ciudad Madera, Raúl Florencio Lugo Hernández, que debido a las
condiciones de su retirada de la sierra estando herido no pudo
participar en la reunión de reagrupamiento de la ciudad de México, ni
reicorporarse a las actividades posteriores, luego de una difícil odisea
se incorporaría a la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria de
Genaro Vázquez Rojas y en cumplimiento de sus tareas sería detenido y
encarcelado en el palacio negro de Lecumberri.
En esa dolorosa prisión Florencio Lugo
coincidió con otro de los conjurados del asalto al cuartel de Madera,
Pablo Alvarado Barrera, quien sería un elemento determinante para la
conformación de los Comandos Armados del Pueblo. Pablo había
participado en la organización del asalto al cuartel de ciudad Madera,
sin embargo, según el testimonio que recogió Hugo Esteve Díaz, por
cuestiones logísticas no pudo llegar a tiempo al asalto, lo que no
significó un abandono de la lucha que se había planteado, sin embargo,
en cumplimiento de sus propósitos había sido detenido e igualmente
recluido en Lecumberri.
A raíz de la detención de la mayor parte
del grupo guerrillero Comandos Armados del Pueblo y al detectar la DFS
la relación del grupo con Pablo Alvarado –Gladys López, su segunda
esposa, formaba parte de este grupo– Nazar Haro decidió su eliminación
física en la prisión, por lo que fue asesinado en un montaje de fuga
orquestado por el coronel Curiel, el director del fatídico “Palacio
Negro” de Lecumberri.
Diego Lucero, otro de los activistas
relacionados con el Grupo Popular Guerrillero igual sería determinante
para la formación del Grupo “N”, grupo explícitamente sin nombre por
decisión propia, que sería bautizado más tarde por Lucio Cabañas como
“Los Guajiros”. En este grupo militaría, entre otros activistas,
Leopoldo Angulo Luken y Francisco Pérez Rayón, quienes posteriormente
formarían parte de la Liga Comunista 23 de Septiembre.
Benjamín Pérez Aragón, quien también
tuvo contacto con el GPG de Arturo Gámiz sería uno de los elementos
determinantes para la formación de los Comandos Armados Lacandones.
Benjamín narra así su contacto con Pablo Gómez del GPG de Arturo Gámiz:
“Yo tuve la suerte […] de venir a la Ciudad de México. Desde Juárez
vinimos a una comisión […] nos hospedamos en un hotel que
coincidentemente era el mismo que estaba usando Pablo Gómez [no este del
Partido Comunista que ahora es senador por Morena, sino Pablo Gómez, el
doctor y profesor Pablo Gómez Ramírez] […] nos escuchó hablar […] así
se hizo la Liga, así fue como tuve la conexión […] El 23 de septiembre,
en Madera, Chihuahua, mataron al doctor Pablo Gómez y esto nos impactó
mucho a los que ahí andábamos” (Hector Ibarra, La Guerrilla de los 70, p. 59).
Algunos de los sobrevivientes del
Movimiento 23 de Septiembre, en sus dos vertientes, formarían parte del
Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR). Fernando Pineda Ochoa destaca
la incorporación de miembros de la familia Gaytán, de familiares del
doctor Pablo Gómez y de la hermana de Oscar Armendáriz (En las Profundidades del MAR, p. 50) quien muriera fusilado en Tesopaco como parte del Grupo Popular Guerrillero Arturo Gámiz.
Es importante destacar que de los grupos
mencionados, inclusive del MAR, otros militantes revolucionarios se
incorporarían a la Liga Comunista 23 de Septiembre, como Roque Reyes
García y Antonio García González que provenían del CAP, Ramón Cardona
Medel, que venía del MAR, Olivia Ledesma Flores, que había formado parte
de los Comandos Armados Lacandones y Leopoldo Angulo Luken que provenía
del Grupo “N” o Guajiros.
Podemos decir que la semilla de rebeldía
sembrada en la sierra de Chihuahua, aunque pisoteada de una manera
brutal por el gobierno mexicano el 23 de septiembre de 1965, dio no sólo
por reververación, sino también por contacto directo, frutos en las
subsiguientes organizaciones armadas que proliferaron de 1965 en
adelante; y que la batalla iniciada en Madera, fue la madre de la mayor
parte de las batallas –hablando literalmente– que se dieron en el ciclo
posterior y que de una manera u otra contribuyeron al cambio de rumbo en
este país.
Podrán decir algunos que el triunfo de
Andrés Manuel López Obrador en las pasadas elecciones presidenciales
“demuestra” que la izquierda reformista y no la revolucionaria fue la
que finalmente tuvo la razón. Yo pienso diferente.
Quien en 2018 realizó la azaña de
despedir del Poder Ejecutivo la dominación de los partidos de la
oligarquía, no fue, por donde se le quiera ver, esa “izquierda”.
Esa corriente del pensamiento, esa
“izquierda moderna” tan aplaudida por la oligarquía y Televisa, terminó
extinguiéndose en el cadáver del PRD y formando parte de la alianza de
derecha, “izquierda” y centro llamada Futuro 21. Los exmiembros de esa
izquierda que ahora forman parte de la “cuarta transformación”, han
tenido que abandonar, ya sea de dientes para fuera o en la realidad, las habilidades concertacesionadoras que caracterizaron a esa corriente del pensamiento.
Tampoco podemos decir, estamos más lejos
aun de eso, que esto es un triunfo de la izquierda revolucionaria de la
que formaron parte los guerrilleros de Madera y todos los demás.
Lo que sí podemos decir, es que la
“reforma política” y otros cambios que potenciaron a los partidos de la
izquierda reformista, y que más tarde, aunque no se lo proponían,
contribuyeron de alguna manera al triunfo contundente del pueblo el
primero de julio del 2018, no habrian sido posibles, sin la
participación determinante y heroica del grupo de Arturo Gámiz y los y
las demás militantes revolucionarias que lucharon con las armas en la
mano en pos de una transformación de la realidad nacional.
Y también podemos decir que el primer
deseo de cada revolucionario que se levantó en armas, el elemento que de
manera determinante llevó a miles de jóvenes a la insurrección: acabar
con el autoritarismo gubernamental, con la descarada y sanginaria
represión y espionaje, en términos generales se ha iniciado con este
cambio.
Falta mucho para que los ideales de la
parte más lúcida de la juventud de las décadas de 1960, 1970 y 1980 se
cumplan. Las deudas del Estado con esta generación, con sus madres,
esposas e hijos aún no están saldadas. Del Grupo Popular Guerrillero aun
permanece en calidad de desaparición forzada Jacobo Gámiz García. Lo
mismo sucede con más de 1 mil activistas revolucionarios. El Estado
tendrá que responder a estas cuentas pendientes, no se puede hablar de
que vivimos en democracia mientras exista un sólo desaparecido.
Y el actual gobierno tiene que reconocer
que la lucha social que llevó a este cambio de régimen, a esta nueva
esperanza para el pueblo de México, también tiene como matriz la lucha
heroica que dieron contra la dictadura los combatientes de Madera y
todos los demás que siguieron sus pasos.
Una buena oportunidad para externar este
reconocimiento es que asistan al homenaje que se hará el próximo 22 de
septiembre en Los Pinos, los sobrevientes del asalto al cuartel de
Madera.
¿Se atreverán?David Cilia Olmos*
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