La sociedad, y no los hospitales, la que acabará con el Covid-19 en México
Insabi, IMSS, ISSSTE y Fuerzas Armadas, en la primera línea de batalla sanitaria contra el Covid-19. Sin embargo, la pandemia toma malparado al sistema de salud mexicano. Desmantelado por décadas y en plena reconstrucción ordenada por la “4T”, hace frente a la más importante amenaza virulenta de la historia reciente con una capacidad ya rebasada de 237 hospitales de tercer nivel. El coronavirus será derrotado por la comunidad, no por la infraestructura hospitalaria, advierten especialistas
La pandemia que se cierne sobre México
será derrotada por la comunidad y no por los hospitales. Las más grandes
batallas estarán en los hogares y en las calles. El coronavirus
Covid-19 sucumbirá por la respuesta social y no por la cantidad de
unidades médicas, el número de camas ni el equipo médico disponible. Es
la coincidencia de expertos, tanto del ámbito de la seguridad nacional
como de la epidemiología y la salud pública.
Comparten la certeza de que, en su
momento, la sociedad en su conjunto se disciplinará ante el control
gubernamental de poblaciones y mantendrá cuarentenas (aunque no sean
obligatorias), dejará de salir a la calle, protegerá a los vulnerables,
redoblará cuidados higiénicos y aplicará la “etiqueta” al toser o
estornudar. Una reacción social masiva ante la emergencia, como aquella
que se vio con los terremotos de 1985 o 2017, aunque de diferente
naturaleza, acabará con la propagación del virus. No se tratará de salir
a ayudar, sino de quedarse en casa por solidaridad y frenar el
contagio.
“Las epidemias no se detienen en los
hospitales. Se detienen en la comunidad”. Es la voz del médico cirujano y
doctor en ciencias bioquímicas Mauricio Rodríguez Álvarez.
El investigador en microbiología y hoy
vocero de la Comisión para el Covid-19 de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) reconoce las profundas deficiencias del
sistema de salud mexicano. Pero advierte: “No hay país en el mundo al
que le alcance su sistema hospitalario para detener una epidemia con
estas caraterísticas”.
No tiene duda: “La sociedad tendrá que dar una respuesta comunitaria, social, suficiente y bien articulada”.
Considera que el gobierno federal se ha
desempeñado correctamente en esta emergencia. Las medidas deben
aplicarse en el momento preciso. Si se aplican antes o después, pierden
eficacia. “Ha hecho lo que le toca; ahora es el turno de la sociedad”.
Esta participación determinará la magnitud del golpe de la pandemia en
el país.
Guillermo Garduño, doctor en sociología y
experto en seguridad nacional, sentencia: “Definitivamente, no; México
no tienen la capacidad hospitalaria para enfrentar la pandemia”. Pero
señala: “Y es que ningún país en el mundo la tiene”.
El especialista en América Latina por la
Universidad de Pittsburgh, investigador de la Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM) y maestro de generaciones de analistas civiles y
militares de inteligencia y seguridad nacional, explica que el sistema
de camas-hospital está diseñado para atender la demanda cotidiana.
“Nadie hace un hospital para tenerlo vacío”, explica.
La química bacteróloga y parasitóloga
María Isabel Salazar Sánchez vislumbra un colpaso del sistema de salud
pero, más que por los infectados de Covid-19, por histeria colectiva.
“Mucha gente va a estar llamando, va a estornudar y va a pensar que ya
tienen el coronavirus”.
También doctora en ciencias por la
Colorado State University, Fort Collinse, e investigadora del
Departamento de Microbiología del Instituto Politécnico Nacional (IPN),
Salazar Sánchez explica:
“Obviamente sabemos que los sistemas de
salud y de vigilancia epidemiológica necesitan fortalecerse. Pero el
escenario que podría ser altamente catastrófico es por histeria.”
Cuestionada sobre si la población
acatará las medidas que se recomiendan desde la admnistración pública,
la doctora señala que, llegado el momento, “no seremos tan necios”.
Capacidad instalada, un espejismo ante el Covid-19
México cuenta con una capacidad hospitalaria de 121 mil 435 camas de hospitalización, señala el informe Diagnóstico de capacidades de infraestructura e insumos para la atención de Covid-19, elaborado por la Secretaría de Salud y presentado el miércoles pasado.
El documento detalla que de ese total,
el 74.79 por ciento (90 mil 825) son del sector público. El 25.20
restante (30 mil 613), del sector privado.
La mayor cantidad de camas son de la
Secretaría de Salud federal, administradas mediante el Instituto Salud
para el Bienestar (Insabi). Este sistema cuenta con 14 mil 840 unidades.
De ellas, 14 mil 67 son de atención de primer nivel (centros de salud),
667 de atención de segundo nivel (clínicas y hospitales) y 106 de
atención de tercer nivel (hospitales generales y hospitales
especializados). Suma 23 mil 799 consultorios y 39 mil camas de
hospitalización. Es la columna vertebral de respuesta ante la emergencia
sanitaria.
Por su parte el Instituto Mexicano del
Seguro Social (IMSS) cuenta con 1 mil 428 unidades: 1 mil 158 de primer
nivel, 248 de segundo nivel y 22 de tercer nivel de atención. Cuenta con
17 mil 476 consultorios y 34 mil 464 camas de hospitalización. Erigido
en 1943, es la institución tripartita (pagada por el Estado, los
patrones y los obreros) encargada de proteger la salud de los
trabajadores formales del país.
Con respecto del Instituto de Seguridad y
Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), son 1 mil
146 unidades médicas. De ellas, 1 mi 34 son para la atención de primer
nivel, 98 para el segundo nivel y 14 para el tercer nivel. Cuenta con 6
mil 332 consultorios y 6 mil 992 camas de hospitalización. Fue fundado
en 1959 para cuidar la salud de los empleados de los tres poderes y
niveles de gobierno, así como de las instituciones públicas.
El IMSS-Bienestar –del que el presidente
de la República, Andrés Manuel López Obrador, se ha referido como
ejemplo y modelo para replicar en todo el sistema sanitario del país–
cuenta con 4 mil 354 unidades médicas, de las cuales 4 mil 273 son de
primer nivel y 81 de segundo nivel. No cuenta con atención de tercer
nivel. Suma 5 mil 610 consultorios y 2 mil 247 camas de hospitalización.
Otras entidades de la administración
pública completan 752 unidades médicas: 583 de primer nivel, 98 de
segundo nivel y 14 de tercer nivel. Tiene 5 mil 905 consultorios y 7 mil
636 camas de hospitalización.
A todos ellos se suman las 30 mil 613
camas del sector privado, con 7 mil 306 unidades de primer nivel, 3 mil
285 de segundo nivel y ocho de tercer nivel.
Con todo este sistema, el documento
apunta en total: 33 mil 119 unidades (entre centros de salud, clínicas y
hospitales), con 82 mil 892 consulltorios y 121 mil 435 camas de
hospitalización.
El documento de la Secretaría de Salud
no contempla otros sistemas también públicos: el de Petróleos Mexicanos
(Pemex), las Fuerzas Armadas y los estatales.
El estudio Panorama de infraestructura disponible y los nuevos proyectos del gobierno de la cuarta transformación,
elaborado hace 2 semanas por el Centro de Estudios Sociales y de
Opinión Pública de la Cámara de Diputados, señala que el sistema
hospitalario de Pemex está integrado por 60 unidades médicas, 23
hospitales, 37 unidades de consulta externa y 969 camas censables. Está
orientado a proporcionar servicio a los trabajadores de esta empresa
productiva del Estado mexicano.
Las Fuerzas Armadas, por su parte,
cuentan con una capacidad conjunta de 83 unidades médicas: 46 de la
Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y 37 de la Secretaría de
Marina (Semar); 78 hospitales: 45 de la Sedena y 33 de la Semar; cinco
unidades de consulta externa: una de la Sedena y cuatro de la Semar, y 3
mil 103 camas censables: 2 mil 250 de la Sedena y 853 de la Semar.
Aunque los hospitales están administrados por una u otra Secretaría,
todos son parte del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas
Armadas Mexicanas (ISSFAM).
Finalmente, los sistemas de salud de los
estados de la República cuentan con 380 unidades médicas, 50 hospitales
y 330 unidades de consulta externa. No cuentan con camas censables.
A pesar de una aparente robusta
capacidad de respuesta, lo cierto es que no todas esas unidades médicas
podrán atender a los pacientes infectados con el coronavirus y que
desarrollen el nuevo síndrome respiratorio agudo severo, conocido como
SARS-2, que incluso puede devenir en neumonía aguda.
De toda la insfraestructura señalada
sólo 230 unidades médicas cuentan con áreas de cuidados intensivos. Y
apenas, 160 camas en áreas de neumología y 1 mil 553 camas en áreas de
cuidados intensivos.
Con respecto del equipo, se cuenta sólo con 2 mil 53 ventiladores de cuidados intensivos, 5 mi 335 monitores y 669 carros rojos.
Otro informe, el Covid-19. Estimación de la demanda y compra de insumos para la atencion de pacientes a nivel sectorial, estima que a su paso por México, en tres fases, el coronavirus infectará a 250 mil 656 personas.
Según el documento, elaborado por la
Secretaría de Salud, de esa “tasa de ataque”, el 70 por ciento –175 mil
459 pacientes– buscarán atención médica. Y de ellos, el 80 por ciento,
es decir, 140 mil 367 requerirán tratamiento ambulatorio: podrán tratar
la infeccion en su casa.
El 14 por ciento –24 mil 564– sí
requerirán hospitalización. Y el 6 por ciento –10 mil 528– requerirán de
hospitalización con terapia intensiva. Estos últimos son los
“críticamente enfermos”.
María Isabel Salazar, quien también es
especialista en biología molecular y virología, advierte: “la cuestión
aquí es que sólo los graves deben llegar al hospital, que es alrdedor
del 4 por ciento de los infectados”.
Por ello, a pesar de la emergencia, no
ve un escenario inmanejable para las autoridades. “No veo un escenario
donde se tengan que instalar campamentos. No lo veo, con el conocimiento
y el entendimiento que tengo de los virus”.
Pero para ello, señala, todo el sistema
de salud y la sociedad deben actuar en conjunto: los hospitales, las
pequeñas clínicas, los hospitales privados… somos un país, una nación,
un corazón, vamos a tener que hacer frente a la contingencia si va más
allá de eso [las capacidades del sector salud]”.
Una estrategia con dos actores: sociedad y gobierno
La llegada de una pandemia se encuentra
desde 2010 en la anual Agenda Nacional de Riesgos, documento que
elaboraba el Centro Nacional de Investigacion y Seguridad Nacional
(Cisen), hoy Centro Nacional de Inteligencia. Desde ese año, México ha
tenido en el radar la posible llegada de un fenómeno como el que se vive
hoy.
Sin embargo, nada se hizo para prevenir
realmente un escenario como el actual. Ahora lo que se tendrá que hacer
es reaccionar ante un fenómenos que ya está aquí.
Conferencista en la Escuela Nacional de
Inteligencia, el Colegio de la Defensa y del Centro de Estudios
Superiores Navales, Garduño Valero enlista lo que, más allá de
garantizar la atención hospitalaria, deberá imulsar el gobierno federal.
“Lo primero es controlar los movimientos
de población. En segundo lugar, el aislamiento de los elementos que
potencialmente sean transmisores del virus, inmovilizarlos, que es
dejarlos en casa. En tercer lugar, romper particularmente la
cotidianidad en el sentido de que la gente no pueda reunirse
masivamente. Permitir eventos masivos es temerario. No puede haber
concentraciones humanas.”
La segunda parte de la estrategia
correrá a cargo de la población: procurar tener limpias las manos, no
tocarse el rostro, desinfectar con alcohol las herramiemtas que utilice y
eviitar la ingestión de alimentos en la calle.
Para Garduño Valero, todo lo anterior
–tanto lo correspondiente a la esfera gubernamental como a la social– ya
debería de haber iniciado.
El doctor Rodíguez Álvarez, quien fuera
también gerente de investigación de vacunas virales en los Laboratorios
Biológicos y Reactivos de México (Birmex), señala que, ante la próxima
demanda de atención, los hospitales ya han iniciado una estrategia de
reconversión de espacios y reconfiguración de los nosocomios.
“Eso ya lo tienen los hospitales. Llevan
más de 2 meses preparando todo eso. México reaccionó desde los primeros
días de enero. Quizá en unas instituciones se vea más y en otras
menos.”
Explica que los hospitales del Insabi,
los del IMSS, los del ISSSTE, los de Pemex y los de las Fuerzas Armadas
tienen distintos niveles de eficiencia. Pero todos tiene la capacidad de
diagnóstico, incluyendo los de todos los estados de la República.
“Hay una sensibilidad clínica importante
para detectar a los sospechosos. Hay vigilancia epidemiológica de los
contactos. Hay protocolos de manejo de los pacientes más delicados y
graves. Sí hay una preparacion técnica muy importante instrumentada
desde el gobierno”, asegura.
Rodríguez Álvarez, investigador adscrito
al Programa Universitario de Investigación en Salud señala que
dependerá de la respuesta social el paso del virus por México.
“Que sea lento. Que haya muchos casos,
como los va a haber, pero que sean espaciados en el tiempo. Ése sería el
escenario ideal; en vez de ocurrir todos los casos en un periodo de 3 o
4 semanas, que ocurran en un periodo de 10 o 12 semanas.”
Hospitales privados, respuesta limitada
“Hay que ser muy claros. De la
iniciativa privada no podemos esperar nada”, señala el doctor en
sociología por la UNAM Garduño Valero. Ejemplifica con lo sucedido en
otras emergencias, como los terremotos, los huracanes, los deslaves.
Nunca admitió a los heridos. Todo recayó en el sector público.
“Lo más que podría esperarse es que
localizaran un caso y lo remitieran a aislamiento. O, si el paciente
puede pagar la hospitalización con los costos que implicaría el
aislamiento dentro del mismo hospital para evitar contagios, lo
atenderán. Pero un caso grave, que requiera de terapia intensiva ni de
chiste lo van a aceptar. Cobran hasta 800 mil pesos diarios por paciente
en terapia intensiva. No abrirán su servicio a la gente.”
A este respecto, el doctor Mauricio
Rodríguez Álvarez señala que “los hospitales privados seguramente van
atender a la poblacion que habitualmente atienden”, es decir, a las
clases medias altas y altas. “Esperemos que no sea un momento para que
intenten obtener beneficios económicos y su participación esté guiada
por esos intereses. Esperemos que eso no ocurra”.
Lo que quiere el coronavirus
María Isabel Salazar Sánchez,
investigadora adscrita al laboratorio de virología e inmunovirología de
la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN señala que se debe
tomar en serio la amenaza. Pero, al mismo tiempo, se debe conservar la
calma.
Recalca que el 80 por ciento de los
infectados vive el paso del virus por su organismo con sintomatología
leve que no requiere más ateción que la similar a la de una gripa común.
Incluso, algunos de este 80 por ciento ni siquiera presentan
sintomatología.
Un 15 por ciento sí puede requerir hospitalización y un 5 por ciento terapia intensiva.
“Los virus nos han acompañado en toda
nuestra historia como humanidad. De hecho, son más antiguos que
nosotros. Confío mucho en el corazón de los mexicanos y en nuestro
gobierno. Tenemos que actuar en conjunto y pensar reacionalmente.
“No hay virus que maten a su población
blanco. Se condenarían a la extinción. Ellos tienen que adaptarse de
alguna manera a no causar tanto daño para que puedan mantenerse en una
prevalencia. Los virus quieren lo mismo que queremos nosotros: estar en
el planeta.”
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