Trabajadores de limpieza, los más vulnerables en el Metro ante el Covid-19

Pese a las disposiciones del gobierno de la CDMX, los trabajadores de limpieza del Metro -la mayoría de la tercera edad- dudan que vayan a suspender labores por el Covid-19 Foto: Hugo López Pese a las disposiciones del gobierno de la CDMX, los trabajadores de limpieza del Metro -la mayoría de la tercera edad- dudan que vayan a suspender labores por el Covid-19 Foto: Hugo López
CIUDAD DE MÉXICO (apro). – Los trabajadores de la tercera edad que realizan la limpieza del Metro capitalino no sólo desconocen si serán enviados a sus hogares para protegerse del Covid-19, como lo indicó por la mañana la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; también dudan que las empresas de outsourcing que los contratan les pagarán sus salarios en caso de que eso suceda.
En entrevistas realizadas por Proceso, trabajadores de limpieza de entre 65 y 82 años señalan que, en tiempos normales, estas empresas pisotean sus derechos laborales: por motivos arbitrarios les quitan hasta 300 pesos a sus raquíticas quincenas –de mil 630 pesos–, algunas les cobran por el uniforme, y no los registran ante el seguro social.

Pese que esta situación fue documentada por la Secretaría de la Contraloría capitalina hace año y medio, todo permanece igual.
“Si no trabajo no me pagan, y si me mandan a casa me quedo sin trabajo, sin dinero. Es lo que va a pasar, y no recibimos ayuda de nadie”, dice Ernesto.
A sus 65 años, su ingreso sostiene la vida de su madre de 87 años y de sus dos hijos –uno de 12 y otro de 10 años–; no recibe pensión ni tampoco apoyos de programas sociales.
Este lunes 23, el sol cae pesado sobre la Ciudad de México y hace calor en el Metro. Las paredes de las estaciones están tapizadas con recomendaciones sobre el Covid-19; los viajeros mantienen distancia entre ellos, muchos usan cubrebocas.
Los trabajadores mayores, por su parte, se quitan con las manos las gotas de sudor que les corren por el rostro. Algunos usan cubrebocas, que les repartieron las empresas de limpieza, pero llevan todo el día con ellos, y se tocan constantemente la cara para secarse la frente.

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En el caso de que lo envíen a casa, “el problema es que no voy a sacar con qué comer. No puedo hacer nada hasta que pase el problema del coronavirus”, dice, y añade: “sí nos da preocupación (a él y sus compañeros), pero nos aguantamos. Los cabos nos dicen ‘a nosotros ni nos digan nada, es que todo me reclaman’, pero a alguien le tenemos que reclamar porque al patrón no lo conocemos, no sabemos quién es”.
Y sostiene: “si nos mandan a casa, no va a ser con sueldo respetado… si con trabajo nos pagan, ¡Imagínese mandándonos a casa!”.
La denuncia tiene fundamento: en octubre de 2018, la Secretaría de la Contraloría General de la Ciudad de México detectó una serie de abusos y atropellos laborales perpetrados por las empresas de limpieza del Metro contra las personas que contrataron, entre ellas un presunto fraude al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
En la auditoría interna A-7/2018 que verificó el cumplimiento a los contratos de limpieza del Metro –que en 2018 sumaron un monto de 325 millones de pesos–, el ente fiscalizador de la Ciudad de México se percató, por ejemplo, que las cédulas de determinación de cuotas al IMSS que presentó Tecnolimpieza Ecotec, y de una revisión de 169 casos aleatorios encontró que “ninguno está afiliado al IMSS o a otra institución de salud por parte de la empresa”.
Aparte, la auditoría detectó que las empresas de outsourcing –Tecnolimpieza Ecotec, Reisco Operadora de Servicios y Consorcio Multigreen– a menudo exigen a los trabajadores que hagan horas extras no pagadas, que les “realizan descuentos injustificados en el pago de su quincena” y que a algunos les “cobraron el uniforme” con el que trabajan.
Pese que esta auditoría se publicó en octubre de 2018 y evidenció una serie de violaciones a los contratos que les otorgó el STC Metro durante la gestión de Miguel Ángel Mancera, el gobierno capitalino de Sheinbaum siguió adjudicando de manera directa los contratos de limpieza a las mismas empresas de outsourcing.
Tan sólo en los primeros seis meses de 2019, por ejemplo, el STC Metro otorgó los contratos STC-CNCS-021/2019 y STC-CNCS-050/2019 a Tecnolimpieza Ecotec por un monto total de 98 millones 146 mil pesos, y entregó los contratos STC-CNCS-020/2019 y STC-CNCS-049/2019 a Consorcio Multigreen por un monto de 34 millones 311 mil pesos, según una consulta a la Plataforma Nacional de Transparencia; no se encontraron contratos para el segundo semestre de 2019 y los primeros meses de 2020.

“Eso sí que no lo creo”

Hoy, Sheinbaum indicó que los trabajadores mayores de limpieza del Metro serían enviados en cuarentena a sus casas para que no se contagien del Covid-19, e informó que se está negociando con las empresas de outsourcing para que éstos sigan recibiendo sus salarios.
“Estamos hablando con todas las empresas que están contratadas por diversas entidades de la ciudad y por el propio gobierno, para que en el caso de todos los adultos se mantengan sus salarios y puedan irse a aguardar en casa”, dijo.
“¿Enviarnos a la casa? Eso sí que no lo creo, porque es un servicio que hay que estar constantemente limpiando, el Metro es muy sucio de líquido, papeles, basura; aunque no lo crea si un día no se limpia, está la estación completamente sucia”, dice Raúl, otro trabajador de 67 años. Y puntualiza: “nuestro trabajo es necesario”.
“Si nos mandan a casa, no creo que nos digan ‘vengan a cobrar’ ni creo que nos paguen lo que dure la contingencia, porque los patrones nunca se han acercado a nosotros. Ojalá nos dijeran eso, pero no creo”, dice.

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Indica que si lo envían a casa buscará otro trabajo, pues de su ingreso viven su cuñada y su sobrino, y lo utiliza para pagar la renta.
“En las permanencias que las empresas de limpieza ocupan en las estaciones de Metro, las indicaciones de Sheinbaum no han llegado todavía. Uno de los encargados de Ecotec, a las que se conocen como “cabo”, dice a Proceso “no nos han avisado” pero que “chance y sí porque ya son ordenes mayores”.
En las afueras de la permanencia ubicada en la estación Hospital General, trabajadoras y trabajadores llegan a las 2 de la tarde.
Hacen fila en espera de que arranque el turno laboral. Todos son de la tercera edad, viven al día y dependen de los ingresos que ellos mismos generan; existen pocos espacios de trabajo que los acepten, y a pesar de las condiciones laborales que imperan en la limpieza del Metro, aquella es una opción.
En dicha estación, las “cabos” se niegan a ofrecer comentarios y remiten al equipo de comunicación del STC Metro. Preguntada al respecto, Fania Velázquez, coordinadora de prensa en el STC Metro, dice a Proceso que por el momento no tiene más información sobre las medidas anunciadas por Sheinbaum.
En la tarde de este lunes 23, dijo que un comité está viendo “los detalles” de la situación de los trabajadores mayores de limpieza, y que la institución dará a conocer más tarde.

Precariedad generalizada

Todavía hoy, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) insistió en que las personas mayores representan “la población más vulnerable” ante el brote de coronavirus, y les recordó la importancia de tomar medidas extras de prevención y de no automedicarse; los datos de la pandemia en el mundo muestran que la mayor parte de las personas que fallecieron de enfermedades derivadas del Covid-19 eran de la tercera edad.
Aunque Sheinbaum adelantó que la afluencia en el Metro podría reducirse hasta en un 60 por ciento en los próximos días, se encuentran en contacto permanente con los millones de usuarios del Metro y están primera línea de una posible infección por Covid-19.
Los trabajadores mayores contratados por outsourcing en el Metro cobran actualmente mil 630 pesos quincenales –3 mil 260 pesos mensuales–, aunque a menudo las empresas les quitan hasta 300 pesos de manera arbitraria, por diversas sanciones.
A los trabajadores de limpieza del Metro sólo se les han otorgado un cubrebocas y guantes para prevenir el Covid-19. Ambos son para todo el día
Su situación precaria no está aislada: según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), al cuarto trimestre de 2019, más de tres de cada diez adultos mayores en México tenían una actividad económica – 65% eran hombres y 35% mujeres–; de los más de 5 millones 702 adultos mayores trabajadores, cerca de la mitad –2 millones 507 mil– recibían hasta un salario mínimo –es decir, menos de mil 848 pesos quincenales– o no tenía ingresos, mientras otro millón 368 mil personas mayores reciben entre uno y dos salarios mínimos.
Y no sólo esto: según los datos del INEGI, aparte de ganar poco, 4 millones 817 mil adultos mayores ocupados –es decir, el 84%– no tiene acceso a las instituciones de salud; caso en el que se encuentran los trabajadores de limpieza del Metro.
En medio del incremento en el número de casos de Covid-19 en México –pasó de 53 a 316 en una semana–, las cadenas de supermercado como Walmart y Soriana enviaron los “empacadores voluntarios” a sus casas.
Por el lado del gobierno federal, la respuesta ha sido más errática: el Instituto Nacional para las Personas Mayores (INAPAM), no ha tomado ninguna acción pública desde que el Covid-19 llegó a México, y anunció hoy que “con el fin de evitar aglomeraciones de personas mayores, los módulos de afiliación para tramitar la credencial permanecerán cerrados hasta nuevo aviso”.
En su sitio de Internet, la publicación más reciente del INAPAM remonta al 28 de febrero de 2020: se trata de una recomendación que subraya la “importancia de la hidratación en las personas mayores”.

“Ni modo que deje de respirar”

El pasado sábado 21, antes que Sheinbaum diera a conocer las medidas de contención que se aplicarían en la capital, Ramón, un trabajador de limpieza de 82 años, enseñó a Proceso sus guantes rojos de hule, que las encargadas de la empresa Tecnolimpieza Ecotec le entregaron el mismo día.
“El virus está en la atmósfera y pues ni modo que deje de respirar, ¿No?”, dice el hombre con fatalismo. En varias ocasiones, el hombre se quita polvo en el ojo y se toca la nariz con los guantes de la empresa, mismos que ha usado durante las horas previas para barrer el piso y frotar las barandillas, lo cual anula el –ya escaso– efecto de los guantes para evitar el contagio.
Preguntado por Proceso qué pasaría en caso de enfermarse, el hombre, quien todavía recuerda con nostalgia los más de 30 años de vida feliz que tuvo manejando un tráiler por las carreteras de México, esboza una sonrisa, y suelta: “pues si me toca, me toca”. Y, agarrando con fuerza el palo de su escoba, reta: “que venga el virus, yo lo recibo a escobazos”.
En una pequeña sala ubicada al lado del corredor que une los andenes con los portones del Metro Tacuba, dos “cabos” de la empresa reciben al reportero; después de anotar los datos y tomar una fotografía de la credencial de prensa –“los jefes han estado muy locos estos días”, dicen–, una de las encargadas presume un kit de gel antibacterial y guantes negros, que reparten a trabajadores que laboran en estaciones con cubrebocas.
– ¿El gel es para los trabajadores de limpieza?, se le pregunta.
– No… es para los usuarios del Metro, contesta.
Los trabajadores aceptaron platicar con Proceso bajo la condición de no revelar su identidad para evitar cualquier reclamo o represalia por parte de sus empleadores. Sus nombres fueron modificados en este reportaje.

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