La victoria de Rocío Nahle

La victoria de Rocío Nahle

Proceso, 26 de abril de 2020
Por: John M. Ackerman (@JohnMAckerman)



La participación de México en la última reunión de países exportadores de petróleo merece un aplauso de pie. A pesar de la existencia de enormes presiones, la titular de la Secretaría de Energía, Rocío Nahle, se mantuvo firme en su defensa de la soberanía nacional y logró grandes beneficios para la economía mexicana.
A principios de abril, Rusia, Arabia Saudita y los Estados Unidos estaban desesperados por tomar medidas con el fin de recuperar el precio del petróleo para poder equilibrar sus finanzas públicas y garantizar un retorno a las inversiones que habían realizado en la materia durante años anteriores. Estos tres países son los mayores productores de petróleo en el mundo. Los Estados Unidos extrae unos 14 millones de barriles al día, mientras Arabia Saudita y Rusia 11 millones cada uno. Entre los tres controlan aproximadamente 35% del mercado mundial del petróleo y tienen el poder de dictar precios si logran ponerse de acuerdo.
El país más necesitado del acuerdo era los Estados Unidos. Ello porque las empresas petroleras constituyen una de las bases de apoyo más importantes para el Presidente Donald Trump y, en general, para el Partido Republicano. Los cabilderos del petróleo siempre han tenido enorme poder en Washington, pero hoy deciden el futuro inmediato del actual ocupante de la Casa Blanca. Sin su apoyo financiero será casi imposible que el magnate neoyorquino salga avante en la intensa campaña contra Joseph Biden hacia las elecciones presidenciales de noviembre.
La pujante industria de la fracturación hidráulica en los Estados Unidos es particularmente vulnerable en la coyuntura actual. Durante la última década se creó una burbuja especulativa a partir de la canalización de créditos millonarios para la creación de nuevas empresas en Texas y otros estados del sur de la unión americana. El colapso en el precio de petróleo pone en riesgo la existencia misma de estas empresas y su quiebra provocaría una terrible crisis política para Trump.
 Estados Unidos no participó directamente en la reunión entre miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y otros países productores que tuvo lugar entre el 9 y el 12 de abril, pero ofreció toda su colaboración a las naciones ahí reunidas para facilitar el acuerdo. Washington juró poner su parte para reducir la sobreoferta de petróleo y trabajar con sus empresas privadas para que respetaran y facilitaran lo que se determinara en la reunión de la OPEP+.
La activa participación de productores medianos como México, Venezuela, Angola, Kuwait y Nigeria, entre otros, en la reunión era sumamente importante ya que juntos cuentan con una posición clave en el mercado. Si estos países no estuvieran de acuerdo con las negociaciones entre los grandes países productores, podrían aumentar su propia producción y así cancelar el efecto del pacto sobre los precios.
Nada obligaba a México a participar en las reuniones de abril. Nuestro país no pertenece a la OPEP y ningún tratado internacional lo obliga a ponerse de acuerdo con otros productores. Así que al responder positivamente a la honrosa invitación a sentarse en la mesa México demostró su liderazgo internacional y su voluntad de participar en la construcción de soluciones comunes.
Ahora bien, en el pasado este tipo de participación en foros internacionales se utilizaba para apalancar negocios privados y apuntalar intereses políticos. Los funcionarios de los gobiernos neoliberales se dejaban deslumbrar por los espejitos ofrecidos por los jeques árabes y los corredores de bolsa de Wall Street y caían en la tentación de los negocios turbios ofrecidos por las empresas transnacionales. El caso de las múltiples corruptelas de Emilio Lozoya es solamente uno de muchos botones de muestra.
Pero hoy México finalmente cuenta con un gobierno al servicio del pueblo y funcionarios públicos que defienden al interés público.
Rocío Nahle tenía dos ases bajo la manga y los usó con gran maestría durante la negociación con el fin de sacar el mayor provecho posible para el pueblo mexicano.
Por un lado, desde el año pasado el gobierno de López Obrador había contratado un seguro que garantiza un precio de 49 dólares el barril para la mezcla mexicana a lo largo de 2020. Esta cobertura nos permitió resistir con gran fuerza y seguridad las presiones, tanto internacionales o nacionales, para aceptar un recorte de 400 mil barriles a nuestra producción diaria.
Por otro lado, la desesperación de Estados Unidos, Rusia y Arabia Saudita era tan grande que no iban a permitir que su gran acuerdo se echara a perder por una disputa con respeto a los 300,000 barriles adicionales que quería producir México, una cantidad menor en comparación con los millones de barriles extraídos diarios por los grandes productores.
Nahle se mantuvo firme en su posición y, al final del día, los otros países tuvieron que ceder.
La resolución final del 12 de abril de la OPEP+ simplemente reduce el nivel de recorte acordado entre todos los países de 10 millones a 9.7 millones de barriles diarios, aceptando sin más la negativa de México de recortar los 300 mil barriles adicionales solicitados por Arabia Saudita. La resolución tiene una redacción absolutamente cordial y enfatiza el consenso y la unidad lograda entre todas las naciones participantes.
Y la resolución no hace mención alguna a la promesa de Trump con respecto a compensar por los 300 mil barriles de México. Aquella bravuconada fue un acto desesperado del Presidente estadounidense frente a la posibilidad de que se cayera el acuerdo y el hecho de que los Estados Unidos no ocupaba un lugar formal en la mesa de negociación. Si Washington no hubiera intervenido, de manera estrictamente simbólica, muy probablemente Rusia o hasta la misma Arabia Saudita hubieran tenido que entrar al quite.
Es totalmente falso entonces que Trump haya “salvado” a México o que ahora le debemos grandes favores al Presidente Estadounidense.
México salió fortalecido de esta negociación no solamente porque rescata una producción de 300 mil barriles, cuyos ingresos podrán ser utilizados para invertir en escuelas y hospitales, sino también porque ganó un nuevo respeto y liderazgo en el escenario global al defender con inteligencia y firmeza su soberanía nacional.

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