Voces de la pandemia | “Quédate en casa”… sin casa
Nosotros vivimos en la calle Camarón, Colonia del Mar, en Tláhuac. Vivíamos en una casa de dos pisos con cuatro habitaciones y un estudio en la parte de arriba, abajo estaban el vestíbulo, el baño, la sala, el comedor y la cocina.
Ahora vivimos en un par de accesorias sin ventanas y con dos cortinas metálicas que las convierten en un horno por el calor que hace ahorita. Tenemos tres ventiladores que no paran de funcionar día y noche.
Vivo con mi esposa, tengo tres niños y dos perros grandes, viejos pastores ingleses, nuestros muebles están todos amontonados y es desesperante enfrentarte a una pandemia en estas condiciones.
De contar con todas las comodidades y una habitación para cada niño, ahora pasamos a tener divisiones sólo de tablarroca para delimitar el espacio que nos corresponde.
Uno trata de seguir la vida, intentamos superar la adversidad, pero siempre es triste llegar a casa y no contar con el techo que antes teníamos, con un hogar que nos costó 18 años de esfuerzo.
Imagina vivir una pandemia en estas condiciones, tener que vivir en dos accesorias. Además, tengo que salir a proveer, a buscar el pan nuestro de cada día, eso significa que debo salir a la calle.
Es muy complicado pasar un día de constante exposición al contagio y llegar a casa y tratar de sanitizarme lo más que se pueda antes de entrar. Sin embargo, yo sé que no hay ninguna condición de sana distancia, si alguien de mi familia, yo o mi esposa, o incluso uno de los niños, sale contagiado, no hay condiciones para aislarnos.
El espacio es tan chico que si terminas de freír un bistec y volteas, se lo tienes que entregar a alguien para que se lo coma de inmediato, no hay espacio para todos porque la cocina y la sala-comedor están en un espacio muy pequeño.
Anteriormente en las accesorias funcionaba una papelería y contaba con una toma de agua, pero el baño es muy pequeño, tiene una taza y ahí mismo improvisamos, como buenos mexicanos, la regadera, todo en un espacio muy reducido.
Cuando empezó la pandemia pararon 60 obras aquí en Tláhuac y dejamos de tener reuniones con el comisionado para la Reconstrucción, César Cravioto, y con la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum; por eso tuvimos que anunciar una marcha, pero respetando la sana distancia y con uso de cubrebocas. Solo así nos respondieron.
A mí me queda claro que cuando el gobierno dice no parar, trata de matizar que no han parado las obras, pero van muchísimo más lento y eso, para los que ya tenemos 31 meses fuera de casa, pues se nos hace una eternidad, nos pesa mucho la losa de seguir sin casa.
El futuro es incierto, mi casa se tuvo que demoler como muchas otras de Tláhuac e Iztapalapa, con la peculiaridad de que ese terreno ya no puede ser usado porque por debajo de este terreno se localizó una grieta escalonada, entonces soy uno de los dos desafortunados que van a tener que ser reubicados.
A raíz de la lucha que se ha dado con el colectivo Damnificados Unidos se vislumbra una reubicación acorde a las necesidades de mi familia, somos dos familias que estamos en la misma situación, nosotros y la familia Badillo, tenemos una propuesta, pero con la pandemia no vemos cómo ni cuándo pueda ser materializada.
Estamos en espera de que el comisionado Cravioto y la Comisión para la Reconstrucción vuelvan a tomar nuestro caso y volvamos a levantar la mano para nuestra posible reubicación.
No esperamos ninguna ayuda adicional ni siquiera en tiempos de pandemia, no la hemos pedido, nuestro único interés es tener un lugar donde volver a vivir.
Hoy vivo enfrente de la casa que tenía, en el patio de mi casa demolida están guardadas algunas cosas, puertas, ventanas y todo eso. Desde aquí las veo y las cuido, aparte de la pandemia, hay que estar atentos a la rapiña, que está a la orden día.
*Damnificado del sismo del 19 de septiembre de 2017 en Tláhuac, Ciudad de México.
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