Impacto laboral de la pandemia, cuatro veces mayor al de la crisis global del 2009

 EL ECONOMISTA

Por: Felipe Morales Fredes 24 Ene 2021
La OIT destacó que las pérdidas provocadas por la covid-19 en el mundo del trabajo son cuatro veces mayores que las provocadas por la crisis global del 2009. Para 2021 proyecta la merma de hasta 130 millones de empleos.
Impacto laboral de la pandemia, cuatro veces mayor al de la crisis global del 2009

A nivel global, la pandemia le costó a los trabajadores en el 2020 la pérdida de 3.7 billones de dólares en sus ingresos y la destrucción del equivalente a 255 millones de empleos. Este impacto es cuatro veces mayor al que provocó la crisis financiera global del 2009, informó la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

De acuerdo con la séptima edición del Observatorio de la OIT: La covid-19 y el mundo del trabajo, si bien comenzaron a vislumbrarse signos de recuperación en el mercado del trabajo en la última parte del 2020, la incertidumbre que prevalece permite proyectar una mejoría “relativamente sólida” recién hasta el segundo semestre de este año.

“Los índicios de recuperación que vemos son alentadores, pero son frágiles y muy inciertos, y cabe recordar que ningún país o grupo puede recuperarse por sus propios medios”, expresó Guy Ryder, director general de la OIT.

El mayor impacto laboral de la pandemia se registró en el segundo trimestre del 2020, espacio en el que se perdió el equivalente a 525 millones de empleos en el mundo. La merma se moderó en el tercer trimestre con una baja estimada de 205 millones de plazas y cerró el cuarto trimestre con la reducción de 130 millones. Estas cifras, destacó la OIT, reflejan un rebote más fuerte del esperado en la recuperación de horas de trabajo.

El continente americano, en particular la región de Latinoamérica, es el más afectado, con una pérdida de 13.7% de las horas de trabajo, seguido de Europa (-9.2%), los Estados Árabes (-9.0%) y la región Asia-Pacífico (-7.9%).

Esta factura de la pandemia, reflejada en despido de trabajadores, reducción de jornadas y suspensión temporal, provocó una disminución de 8.3% de los ingresos laborales, equivalente a 3.7 billones de dólares, o una reducción de 4.4% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial.

Para el 2021, el organismo proyecta que en el escenario más pesimista podrían perderse hasta 130 millones de empleos en horas de trabajo, con un mayor impacto en América, Europa y Asia.

“Pese a que hay expectativas de una recuperación económica sólida en la segunda mitad del 2021 debido a los programas de vacunación contra la covid-19, la economía global sigue enfrentando un elevado grado de incertidumbre y existe el riesgo de que la recuperación sea dispar. Las últimas proyecciones señalan un déficit de trabajo persistente en 2021”, se advierte en el documento.

Desempleo versus inactividad

Tal como en ediciones anteriores del Observatorio, el organismo destacó que medir el efecto de la crisis sólo con las cifras de desempleo “subestima drásticamente el impacto de la covid-19 en el mercado laboral”, ya que la gran mayoría de quienes perdieron su trabajo pasaron a la inactividad, desalentados para buscar un nuevo empleo.

“Cabe destacar que la disminución de la ocupación constituyó, en el 71% de los casos, una salida de la fuerza de trabajo, más que del poder trabajar, probablemente debido a las restricciones de la pandemia, o porque las personas afectadas dejaron de buscar trabajo”, detalló la OIT.

En el caso de México, los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) revelan que mientras en la desocupación se encontraban 2.1 millones de personas en diciembre, un aumento anual de 24.4%, en las filas de la inactividad laboral disponible estaban 9.4 millones de personas, 57.1% más que al cierre del 2019.

“Crisis anteriores han puesto de manifiesto que la ‘activación’ de la situación de personas que se encontraban previamente inactivas es más difícil que volver a emplear a personas que han perdido su trabajo, de ahí que la existencia de índices elevados de inactividad pueda dificultar aún más la recuperación del empleo”, alertó el organismo hace unos meses.

Las mujeres son las que más se han visto afectadas por el impacto laboral de la pandemia. A nivel global su tasa de ocupación se redujo en un 5%, mientras la de los hombres bajó 3.9 por ciento. Evidenciando que ellas tienen muchas más probabilidades que ellos de salir del mercado laboral.

En tanto, por grupos de edad, las personas jóvenes de entre 15 y 24 años de edad han sido las que han tenido el mayor impacto, pues su tasa de ocupación disminuyó en 8.7%, frente al 3.7% de la población adulta. Esto, advirtió la OIT, “pone de relieve un riesgo muy elevado de una generación perdida”.

Por sectores, los más afectados en el 2020 fueron la hotelería y la industria restaurantera, seguidos por el comercio minorista y la producción industrial. Por su parte, los que mayor recuperación mostraron en la segunda mitad del año fueron el de las comunicaciones, finanzas y seguros, minería y servicios públicos.

Política de incentivos, la clave

Frente a la incertidumbre que impera sobre la recuperación de la economía y el avance de los programas de vacunación, el organismo multilateral recomienda poner en práctica las siguientes acciones de política pública para apoyar la reactivación del mercado laboral:

  • Implementar y mantener políticas macroeconómicas flexibles en 2021, y en años sucesivos, con incentivos fiscales y medidas que fomenten los ingresos y la inversión.
  • Formular medidas para mejorar la situación de las mujeres, los jóvenes y los trabajadores poco calificados que perciben una baja remuneración, entre otros grupos particularmente afectados.
  • Prestar asistencia internacional a los países con menores ingresos, cuyos recursos financieros son insuficientes para llevar a cabo el proceso de vacunación y promover la recuperación económica y del empleo.
  • Adoptar medidas de apoyo para los sectores que se han visto afectados de forma más adversa, y de fomento del empleo en los cuales se registran avances a un ritmo más rápido.
  • Promover el diálogo social para aplicar las estrategias de recuperación necesarias que permitan lograr economías más inclusivas, justas y sostenibles.

“Nos enfrentamos a una disyuntiva: una opción conduce a una recuperación dispar y no sostenible, con una desigualdad e inestabilidad cada vez mayores, susceptibles de agravar la crisis. La otra lleva a una recuperación centrada en las personas, con el fin de reconstruir mejor y promover el empleo, los ingresos y la protección social, así como los derechos de los trabajadores y el diálogo social. Si queremos una recuperación duradera, sostenible e integradora, éste es el camino que deben seguir los responsables políticos”, expresó Guy Ryder.

 

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