Un año de pandemia: 26 millones de personas perdieron su empleo en AL
EL ECONOMISTA
Un año después del inicio de la pandemia que sacudió al mundo, el corte de caja indica que América Latina y el Caribe tuvo pérdidas fuertes en su mercado laboral. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la crisis sanitaria dejó sin empleo a 26 millones de personas en la región.
La tasa de ocupación promedio en la región fue de 51.7% en 2020, lo que equivale a seis puntos menos que lo observado en todo 2019. “Ello constituye un valor mínimo histórico y significó una disminución de orden del 10% de la ocupación total”, resaltó el organismo internacional en su nota técnica Transitando la crisis laboral por la pandemia: Hacia una recuperación del empleo centrada en las personas.
Si bien, la contracción en el empleo generó una migración a la desocupación, el mayor tránsito de trabajadores se concentró en la salida de la fuerza de trabajo, es decir, personas que perdieron la esperanza en reincorporarse al mercado y se quedaron en la inactividad laboral. De las 26 millones de personas que perdieron su empleo, poco más de 20 millones estuvieron en esta situación.
“Estas salidas de la fuerza laboral contuvieron fuertemente el impacto de la pérdida de puestos de trabajo sobre la tasa de desocupación. Por lo tanto, en comparación con crisis anteriores, la tasa de desocupación ha reflejado solamente en forma parcial la magnitud de las dificultades por las que han venido atravesando los mercados laborales de la región”, acotó Roxana Maurizio, autora del informe.
Sin embargo, el maquillaje que le dio la fuerte transición a la inactividad laboral a las tasas de desempleo podría desvanecerse a lo largo del 2021. La especialista advirtió que este año podría registrarse “un aumento importante de la tasa de desocupación cuando retornen a la fuerza de trabajo las millones de personas que habían dejado de participar en la fuerza laboral”.
De acuerdo con la OIT, el fuerte impacto de la covid-19 en el mercado laboral de América Latina fue agravado por problemas estructurales preexistentes como la alta informalidad, la desigualdad, la escasa cobertura de protección social, la baja productividad, el trabajo infantil y el trabajo forzoso, algunas de las características que tenía la región antes de vivir los efectos de la pandemia y que continúan siendo una asignatura pendiente.
Pero los efectos en el empleo no son la única “marca de agua” que dejó la pandemia, a nivel global se perdió el 8.8% de las horas de trabajo. En la región de América Latina y el Caribe esa cifra fue casi el doble, con una baja de 16.2 por ciento.
Esta combinación entre empleos y horas trabajadas pérdidas dieron como resultado una caída en los ingresos laborales de la región. Dado que los recursos provenientes del trabajo representan alrededor del 80% de los ingresos totales familiares en la región, la contracción de los mismos, especialmente en la parte baja de la distribución, impactó fuertemente y de manera desigual a los hogares.
Informalidad, válvula de escape
La crisis tuvo repercusiones tanto en el empleo formal como en la ocupación informal, aunque el segundo tuvo un impacto más fuerte. Sin embargo, la realidad ha comenzado a cambiar y la informalidad se posiciona como la válvula de escape para sortear el impacto económico de la pandemia.
Según los datos disponibles de siete países de la región, la recuperación del empleo en la segunda mitad de 2020 ha estado impulsada casi por completo por el crecimiento del empleo informal. Estas ocupaciones estarían dando cuenta de más del 60% del aumento total del empleo.
“Existe un alto riesgo de informalización que se suma a los ya elevados niveles de informalidad laboral que tenían los países antes de la pandemia”, advirtió Roxana Maurizio.
El déficit de empleo formal afectará con mayor fuerza a algunos grupos, tal es el caso de jóvenes, mujeres y adultos con menor preparación, poblaciones que estructuralmente presentan mayores dificultades para insertarse en el mercado formal, agregó la especialista.
Por otra parte, el colapso macroeconómico en la región y la contracción del mercado laboral amplió las brechas que ya se experimentaban, en especial las de género.
Vinícius Pinheiro, director de la OIT para América Latina y el Caribe, afirmó que la recuperación del mercado de trabajo requiere de “acciones ambiciosas”. El reto no es sólo generar más empleo, también mejorar las oportunidades laborales que se creen.
“Ahora toca volver a generar los empleos perdidos por la pandemia y crear nuevas oportunidades de trabajo decente”, dijo el dirigente regional, al señalar que pese a las adversidades se deben tomar medidas y lograr consensos para que “2021 sea el año de la vacunación y de la recuperación económica con generación de más y mejores puestos de trabajo”.
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