El Sindicato Mexicano de Electricistas merece respeto.

Ante la campaña de desprestigio montada desde Los
Pinos en contra de los trabajadores y el Sindicato Mexicano
de Electricistas (SME), integrantes de la Asociación Latinoamericana
de Medicina Social queremos levantar nuestra voz
exigiendo respeto a uno de los sindicatos que, desde su fundación,
más ha contribuido a la lucha de los trabajadores por la
salud y que nos ha enseñado a reconocer la determinación
social de la salud y de la capacidad de los colectivos organizados
de producir salud en lucha contra los de arriba.
El Sindicato Mexicano de Electricistas surgió en 1914.
Es uno de los primeros sindicatos que se formaron en el país.
Sus primeras demandas recogían el sentir de los trabajadores
de aquel entonces: jornada de 9 horas diarias, reconocimiento
de enfermedades profesionales y accidentes laborales para el
pago de pensiones a indemnizaciones a discapacitados o viudas,
(lucha que se prolongará a todo lo largo del siglo XX
poniendo el ejemplo en el reconocimiento de enfermedades
profesionales y accidentes de trabajo) establecimiento de
puestos médicos en las zonas de trabajo, pago de servicios
obstétricos a las esposas de los electricistas, etc. Su primera
huelga que se volvió una huelga general fue rota por el ejército
carrancista en 1916 y sus dirigentes fueron condenados a
pena de muerte, misma que no se ejecutó por la movilización
obrera. Muchas de sus demandas originales las mantuvieron
en el México posrevolucionario y se incorporaron parcialmente
en la Ley Federal del Trabajo. Tras la derrota de las
fuerzas de Villa y de Zapata, así como de las fuerzas magonistas
de la Casa del Obrero Mundial, la dirección del SME
cayó en manos de la ultracharra Confederación Regional
Obrera Mexicana moronista vendida a la dictadura de Calles.
En los años 30’s, viene una nueva época de auge de las luchas
de los trabajadores, la CROM se deshace debido al empuje y
la fuerza de los trabajadores ferrocarrileros, electricistas, petroleros;
y el SME con la huelga de 1936 logra un contrato
colectivo de trabajo que servirá de molde para muchos de los
contratos de trabajo en los que se asientan y precisan finalmente
algunos derechos básicos de los trabajadores en lo referente
a condiciones de trabajo, derecho a la organización, la
manifestación y la huelga establecidos en el Art. 123 de la
constitución (es hasta entonces que el SME gana una semana
al año de vacaciones).
En el plano de la salud, es a partir de estas luchas que
se establece un avance en contar con un servicio médico organizado
por los propios trabajadores pero pagado por la empresa
y a pesar que estaba ya definido en la Ley del Seguro Social
se instrumentaba a capricho de las empresas. El SME
logró formar uno de los mejores servicios médicos del país,
en el que participaban destacados médicos como Jose Castro
Villagrana, que establecían un compromiso con las luchas de
los trabajadores. Fue también en esa época en la que despuntan
varias demandas de mejora en las condiciones de seguridad
en el trabajo, ante los frecuentes accidentes.
Con la serie de derrotas obreras de los 50’s en las que
se establece el control del PRI-Confederación de Trabajadores
de México sobre los trabajadores viene una época difícil
para el SME que es controlado por la fuerza por Rivera Rojas,
un Secretario General corrupto que dura varios periodos hasta
que es desconocido por la lucha dirigida por Breña y Sanchez
Delint. Tras años de estancamiento en sus demandas, el SME
enfrenta dos grandes luchas en el plano de la salud: la primera
es por mantener el control del servicio médico. Se había establecido
el IMSS, pero en ese modelo, los trabajadores perdían
el control sobre la organización del servicio; los servicios
médicos del SME, en cambio, tenían una vigilancia constante
de los trabajadores para que se atendiera con respeto y calidad
a las personas. Tras una larga lucha se estableció que los electricistas
contarían con una clínica hospital del IMSS pero con
vigilancia de los trabajadores, que por ejemplo les ha permitido
contar con una clínica específica para quemaduras eléctricas.
La otra gran lucha fue la que se desarrolló alrededor de
la cláusula 64. Los electricistas sufren frecuentemente de accidentes
con la electricidad además de que por lo mismo trabajan
bajo un estrés importante. Un estudio dirigido por el Dr.
Jorge Fernández Osorio demostró que los trabajadores jubilados
expuestos a riesgo eléctrico tenían una sobrevida considerablemente
más corta que aquellos jubilados que no habían
trabajado bajo riesgo eléctrico. Sobre esta base lograron, no
sin grandes movilizaciones, que se les bajara de 30 a 28 años
la edad de jubilación a aquellos expuestos a riesgo eléctrico.
El Sindicato Mexicano de Electricistas merece respeto.
En los 70’s, el SME se mantenía independiente de la
CTM y del ultracharro Sindicato Único de trabajadore Electricistas
de la República Mexicana (SUTERM.) El otro sindicato
electricista independiente, el Sindicato de Trabajadores
Electricistas de la República Mexicana, (STERM), se
uniría al SUTERM tras la nacionalización de la industria
eléctrica. Resistió durante algún tiempo a la charrificación
pero al fin fue derrotado por el ejército con la represión a la
llamada tendencia democrática del SUTERM. En los 80’s
cabe destacar el papel que jugó el SME en el restablecimiento
de la energía eléctrica tras los sismos. Los trabajadores
del SME laboraron en jornada continua sin parar hasta
que restablecieron la energía eléctrica en toda la ciudad,
nunca pidieron ni recibieron pago de horas extras por esta
labor. Durante el salinismo, el sindicato fue tomado por una
corriente subordinada a Carlos Salinas de Gortari que lo
mantuvo en la inmovilidad y la corrupción, sin embargo,
años después tras el levantamiento indígena de 1994 irían
en grandes brigadas voluntarias a montar electrificación en
la zona zapatista. El SME volvió a ser un espacio abierto
para apoyar a otras tantas luchas sociales como las de los
maestros contra el charrismo de Elba Esther Gordillo y a
trabajar en alianza y apoyando a otros sindicatos como los
universitarios, ferrocarrileros, mineros de Cananea, etc. etc.
funcionando como un espacio de lucha contra las políticas
neoliberales y privatizadoras. Durante esta etapa, el SME
denunciará frecuentemente cómo la pésima situación financiera
de Luz y Fuerza del Centro se debe entre otras cosas a
una administración priísta y panista que mantiene a la empresa
en números rojos por la vía de comprar cara la energía
a la CFE que luego vende barato sobre todo a los empresarios
haciendo imposible mantener un balance adecuado.
Así, el SME denunciará, y lo sigue haciendo, que esta situación
de bancarrota inducida es producto de una política que
busca disolverla y entregarla a manos privadas. Así, mientras
que la política de los administradores de Luz y Fuerza
y del gobierno ha sido impedir que esta empresa genere
energía, se han desarrollado esquemas ilegales de concesión
a productores privados electricidad que hoy, según denuncia
el SME concentran más del 30% de la producción de
electricidad, en un retorno a lo que fue el esquema que motivó
la nacionalización de 1960. Destruir al SME es necesario
para lograr la privatización y liquidar a la empresa es la
condición para aplastar al SME.
Hoy los libros de texto de historia hacen de lado esta
historia de luchas. Los panistas no las ven, no las quieren
ver pues para ellos se trata de desórdenes inaceptables del
populacho. Pero para el pueblo mexicano esta historia es
importante. Nuestra electrificación tan fundamental para
hacer de México una nación conectada por la fuerza de la
electricidad, sería impensable sin su trabajo; la electrificación
de pueblos y ciudades sería impensable sin las dos
grandes empresas nacionales de electricidad surgidas la
primera (CFE) en el cardenismo y la segunda, (Luz y Fuerza)
de la nacionalización eléctrica de 1960. Y sería impensable
también sin el trabajo de miles y miles de electricistas;
de aquellos que se suben a los postes a instalar o reparar
las instalaciones, que mantienen funcionando las subestaciones
y las plantas generadoras; como los electricistas de
Necaxa del SME que durante años fueron la principal fuente
de energía de la Ciudad de México.
Hoy de manera ruin el gobierno de Calderón nos
quiere contraponer a ellos, pero no debemos caer en su
trampa. A los electricistas del SME debemos tratarlos con
respeto. La luz de nuestras casas nos ha llegado incluso a
costa de sus vidas. Muchos de ellos murieron en el poste o
perdieron brazos o manos, y como lo demuestran varios
estudios, muchos de ellos sufrieron más frecuentemente
varias enfermedades y también muchos fallecieron prematuramente
por el estrés propio del trabajo con riesgo eléctrico.
Los electricistas han luchado junto a otras tantas luchas
del pueblo por un México más libre de corrupción y de charrismo,
mismo que ellos también han tenido dentro de sus
filas y han logrado sacudirse en más de una ocasión. Todo
esto no es parte del balance del empresarial gobierno calderonista,
pues poco les interesa a ellos “el color de la tierra”,
y mucho les interesa el color verde del dinero. Pero nosotros
trabajadores mexicanos, comunes y corrientes, no podemos
dejarnos embaucar por los medios. A los electricistas
se les debe tratar con respeto, con aquel respeto que se
genera por años de trabajo y de lucha. Como desde hace
casi un siglo nuestra suerte y la de ellos están entrelazadas.
Integrantes de la Asociación Latinoamericana
de Medicina Social.

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