México SA
Futuro venturoso por decreto
Universidad Cantinflas, campus Los Pinos
Carlos Fernández-Vega
¡Aleluya! Un simple cambio de pieza en el destartalado motor de la prosperidad nacional, y se acabó el problema: el futuro venturoso está de regreso. Ya lo decretó el nuevo doctor catarrito” que despacha en la Secretaría de Hacienda, Ernesto Cordero: “la recesión terminó en México”, ergo, se acabó la crisis. Así de simple: ayer sí, hoy no. El pendiente, la única ecuación por resolver es “qué tan vigorosamente va a ser la recuperación” económica.
Qué bueno que el delfín de Los Pinos se animó (desde Washington, desde luego) a divulgar la buena nueva, porque del “fin de la recesión”, de la evaporación de la crisis, ni el mínimo registro tenían los mexicanos, es decir, los 50 millones de pobres, 3 millones de desempleados, 4 millones de subempleados, 32 millones con ingresos de uno a cinco salarios mínimos (73 por ciento de la población ocupada), 28 millones sin acceso a las instituciones de salud, 7 millones de ninis, millones de amas de casa que de plano ya no saben qué inventar para estirar el gasto y, en fin, los demás millones que se quedan en el tintero. A todos ellos les cayó de maravilla la incuestionable verdad oficial difundida por el adelantado Ernesto Cordero, quien modestamente decidió reservarse el tamaño del éxito que les depara a sus crédulos connacionales.
Con el mismo estilo que desde Puerto Príncipe se pregona el “regreso haitiano a la normalidad”, el fabricante de 6 millones adicionales de pobres en el país durante su estancia en la Sedesol hoy tiene la gentileza de ilustrar al respetable que México también “regresa a la normalidad”, es decir, que en el mejor de los casos retornará a una tasa de “crecimiento” de 3 por ciento con su raquítica generación de empleo, inflación muy por arriba de los aumentos salariales, cierre de empresas, expulsión de mano de obra, y demás gracias del modelito, o lo que es lo mismo, al México fallido de las últimas tres décadas. Así, el ofrecido por Ernesto Cordero es un apetitoso manjar que los entusiasmados cuan crédulos mexicanos de ninguna manera pueden rechazar.
Cómo poner en duda la buena nueva ayer divulgada, cuando se recuerda que el flamante secretario de Hacienda pertenece al mismo equipo que encabeza Calderón –el de los simpáticos pastelazos y las promesas incumplidas–, es decir, al de los “catarritos” y las “gripas”, al que machaconamente negó cualquier posibilidad de crisis, sismo económico o alteración en el país, porque, primero, “tenemos un navío de gran calado” con “sólidas finanzas públicas” y, segundo –pero no menos importante– la sacudida “es externa” y “es un bache que tiene agua”. O como diría Agustín Carstens, “la crisis se define con una desaceleración muy rápida con un aumento masivo de desempleo y grandes tasas de inflación, y eso no lo estamos viendo”.
El sonriente Ernesto Cordero dice que “hay cierto consenso (algo así como estar medio embarazada) con respecto a que la economía mexicana se está recuperando”, y que “nosotros (léase el equipo de los pastelazos) mantenemos nuestro pronóstico de crecimiento de 3 por ciento de la economía mexicana para el año entrante”, aunque buena parte de esa proporción “depende del vigor con que se recupere la economía de Estados Unidos”. De allí que “hemos sido muy prudentes y muy conservadores” en lo que a pronóstico 2010 se refiere, pero de que habrá, habrá.
El secretario de Hacienda, sepulturero mediático de la crisis y excelso egresado de la Universidad Mario Moreno Cantinflas, campus Los Pinos, lo explica de la siguiente forma (se respeta sintaxis): “... en tres o cuatro meses de recuperación es imposible que podamos recuperar los niveles que se tenían antes de la crisis, sin ninguna duda. Y vamos a tardar todavía algunos meses para que eso suceda. En ese sentido, pues sí, la recuperación, para llegar a los niveles que teníamos antes de la crisis seguramente va a tardar todavía algunos meses más. Pero sin embargo sí se puede hablar de recuperación económica, porque empieza a haber crecimiento económico, porque la actividad económica empieza a crecer, se empiezan a generar empleos. Y desde luego que eso no se debe de minimizar, se debe de reconocer. Y yo creo que es un dato muy importante”.
Y si usted, desempleado furibundo, quiere saber cuándo va a encontrar chamba (ahora que la crisis se acabó), pues va otra de las científicas explicaciones de Ernesto Cordero sobre el particular: “en México te diría que también lamentablemente todavía la recuperación no se empieza a sentir en todos los mexicanos, pero esto va a ser poco a poco, conforme vaya avanzando el año. En México la recuperación empezó en el segundo semestre del año pasado, hubo creación de empleos nuevos en México; se crearon, en el segundo semestre del año, se crearon cerca de 100 mil empleos nuevos (pero se perdieron 171 mil en todo el año), lo cual es un buen dato comparado con la pérdida de empleos que se tuvo en la primera mitad del año 2009. Entonces, en México también es un proceso paulatino donde poco a poco se van a empezar a ver los resultados, se empieza a generar una dinámica positiva, las empresas empiezan a invertir, se empiezan a abrir espacios de trabajo nuevo. Lamentablemente eso no se da de la noche a la mañana, y poco a poco se va a ir viendo y se va a ir traduciendo en el bolsillo de los mexicanos”.
Pero ante este panorama color de rosa, no faltan los agoreros del fracaso, los enanos del tapanco, los que “hablan mal de México” (eufemismo por “los que hablan mal de Calderón”). Ahora que “la recesión terminó en México” (tal vez Cordero equivocó la preposición y debió decir con no en), tanto crecerá la economía nacional que según las estimaciones disponibles será hasta 2011 cuando el país retome –por llamarle de alguna manera– el nivel que tenía al cierre de 2008, es decir, tardará un trienio (2009-2011) para “regresar a la normalidad” de 2008, lo que en castellano simple quiere decir tres años perdidos.
En efecto, el Banco Mundial (Perspectivas económicas mundiales 2010) estima que la economía mexicana crecería 3.5 por ciento en el presente año y 3.6 por ciento en 2011, con lo que se “taparía” el hoyo de 2009 (desplome de 7.1 por ciento, por mucho el más profundo en América y uno de los mayores en el mundo) y se retornaría a los no muy gratos niveles de 2008. De lograr esa hombrada, el calderonato va que vuela para obtener el galardón como el peor gobierno en materia económica (independientemente de otros temas) de las últimas ocho décadas, toda vez que en un lustro (2007-2011) registraría una tasa anual promedio de “crecimiento” de 0.9 por ciento (en campaña electoral prometió 5 por ciento cada año).
Las rebanadas del pastel
Entonces, ¿así, o más “recuperación” y “regreso a la normalidad”?
cfvmexico_sa@hotmail.com - mexicosa@infinitum.com.mx
Fuente
Universidad Cantinflas, campus Los Pinos
Carlos Fernández-Vega
¡Aleluya! Un simple cambio de pieza en el destartalado motor de la prosperidad nacional, y se acabó el problema: el futuro venturoso está de regreso. Ya lo decretó el nuevo doctor catarrito” que despacha en la Secretaría de Hacienda, Ernesto Cordero: “la recesión terminó en México”, ergo, se acabó la crisis. Así de simple: ayer sí, hoy no. El pendiente, la única ecuación por resolver es “qué tan vigorosamente va a ser la recuperación” económica.
Qué bueno que el delfín de Los Pinos se animó (desde Washington, desde luego) a divulgar la buena nueva, porque del “fin de la recesión”, de la evaporación de la crisis, ni el mínimo registro tenían los mexicanos, es decir, los 50 millones de pobres, 3 millones de desempleados, 4 millones de subempleados, 32 millones con ingresos de uno a cinco salarios mínimos (73 por ciento de la población ocupada), 28 millones sin acceso a las instituciones de salud, 7 millones de ninis, millones de amas de casa que de plano ya no saben qué inventar para estirar el gasto y, en fin, los demás millones que se quedan en el tintero. A todos ellos les cayó de maravilla la incuestionable verdad oficial difundida por el adelantado Ernesto Cordero, quien modestamente decidió reservarse el tamaño del éxito que les depara a sus crédulos connacionales.
Con el mismo estilo que desde Puerto Príncipe se pregona el “regreso haitiano a la normalidad”, el fabricante de 6 millones adicionales de pobres en el país durante su estancia en la Sedesol hoy tiene la gentileza de ilustrar al respetable que México también “regresa a la normalidad”, es decir, que en el mejor de los casos retornará a una tasa de “crecimiento” de 3 por ciento con su raquítica generación de empleo, inflación muy por arriba de los aumentos salariales, cierre de empresas, expulsión de mano de obra, y demás gracias del modelito, o lo que es lo mismo, al México fallido de las últimas tres décadas. Así, el ofrecido por Ernesto Cordero es un apetitoso manjar que los entusiasmados cuan crédulos mexicanos de ninguna manera pueden rechazar.
Cómo poner en duda la buena nueva ayer divulgada, cuando se recuerda que el flamante secretario de Hacienda pertenece al mismo equipo que encabeza Calderón –el de los simpáticos pastelazos y las promesas incumplidas–, es decir, al de los “catarritos” y las “gripas”, al que machaconamente negó cualquier posibilidad de crisis, sismo económico o alteración en el país, porque, primero, “tenemos un navío de gran calado” con “sólidas finanzas públicas” y, segundo –pero no menos importante– la sacudida “es externa” y “es un bache que tiene agua”. O como diría Agustín Carstens, “la crisis se define con una desaceleración muy rápida con un aumento masivo de desempleo y grandes tasas de inflación, y eso no lo estamos viendo”.
El sonriente Ernesto Cordero dice que “hay cierto consenso (algo así como estar medio embarazada) con respecto a que la economía mexicana se está recuperando”, y que “nosotros (léase el equipo de los pastelazos) mantenemos nuestro pronóstico de crecimiento de 3 por ciento de la economía mexicana para el año entrante”, aunque buena parte de esa proporción “depende del vigor con que se recupere la economía de Estados Unidos”. De allí que “hemos sido muy prudentes y muy conservadores” en lo que a pronóstico 2010 se refiere, pero de que habrá, habrá.
El secretario de Hacienda, sepulturero mediático de la crisis y excelso egresado de la Universidad Mario Moreno Cantinflas, campus Los Pinos, lo explica de la siguiente forma (se respeta sintaxis): “... en tres o cuatro meses de recuperación es imposible que podamos recuperar los niveles que se tenían antes de la crisis, sin ninguna duda. Y vamos a tardar todavía algunos meses para que eso suceda. En ese sentido, pues sí, la recuperación, para llegar a los niveles que teníamos antes de la crisis seguramente va a tardar todavía algunos meses más. Pero sin embargo sí se puede hablar de recuperación económica, porque empieza a haber crecimiento económico, porque la actividad económica empieza a crecer, se empiezan a generar empleos. Y desde luego que eso no se debe de minimizar, se debe de reconocer. Y yo creo que es un dato muy importante”.
Y si usted, desempleado furibundo, quiere saber cuándo va a encontrar chamba (ahora que la crisis se acabó), pues va otra de las científicas explicaciones de Ernesto Cordero sobre el particular: “en México te diría que también lamentablemente todavía la recuperación no se empieza a sentir en todos los mexicanos, pero esto va a ser poco a poco, conforme vaya avanzando el año. En México la recuperación empezó en el segundo semestre del año pasado, hubo creación de empleos nuevos en México; se crearon, en el segundo semestre del año, se crearon cerca de 100 mil empleos nuevos (pero se perdieron 171 mil en todo el año), lo cual es un buen dato comparado con la pérdida de empleos que se tuvo en la primera mitad del año 2009. Entonces, en México también es un proceso paulatino donde poco a poco se van a empezar a ver los resultados, se empieza a generar una dinámica positiva, las empresas empiezan a invertir, se empiezan a abrir espacios de trabajo nuevo. Lamentablemente eso no se da de la noche a la mañana, y poco a poco se va a ir viendo y se va a ir traduciendo en el bolsillo de los mexicanos”.
Pero ante este panorama color de rosa, no faltan los agoreros del fracaso, los enanos del tapanco, los que “hablan mal de México” (eufemismo por “los que hablan mal de Calderón”). Ahora que “la recesión terminó en México” (tal vez Cordero equivocó la preposición y debió decir con no en), tanto crecerá la economía nacional que según las estimaciones disponibles será hasta 2011 cuando el país retome –por llamarle de alguna manera– el nivel que tenía al cierre de 2008, es decir, tardará un trienio (2009-2011) para “regresar a la normalidad” de 2008, lo que en castellano simple quiere decir tres años perdidos.
En efecto, el Banco Mundial (Perspectivas económicas mundiales 2010) estima que la economía mexicana crecería 3.5 por ciento en el presente año y 3.6 por ciento en 2011, con lo que se “taparía” el hoyo de 2009 (desplome de 7.1 por ciento, por mucho el más profundo en América y uno de los mayores en el mundo) y se retornaría a los no muy gratos niveles de 2008. De lograr esa hombrada, el calderonato va que vuela para obtener el galardón como el peor gobierno en materia económica (independientemente de otros temas) de las últimas ocho décadas, toda vez que en un lustro (2007-2011) registraría una tasa anual promedio de “crecimiento” de 0.9 por ciento (en campaña electoral prometió 5 por ciento cada año).
Las rebanadas del pastel
Entonces, ¿así, o más “recuperación” y “regreso a la normalidad”?
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