Periodistas ingenuos
Fecha :2010-05-03
VENTANA POLÍTICA
Por Ábner Chávez Ocampo
abner_mx@hotmail.com
A Felipe Calderón Hinojosa le afloró el pequeño priísta que lleva dentro. Autoritario, sin admitir que nadie más tenga la razón, intentó cambiar en privado la crítica hecha pública por un cantautor español sobre el fracaso de su lucha sexenal: la batalla contra el narco.
Palabras más, palabras menos, Joaquín Sabina afirmó en conferencia de prensa que el mandatario mexicano le parecía “ingenuo” al emprender una lucha que de antemano estaba perdida, “pues nadie puede ganar esa guerra”. Agregó que Calderón mostraba su candidez al ignorar que los cuerpos policiacos están infiltrados y corrompidos.
Ese mismo día, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, le respondió a Sabina mediante una carta (convenientemente hecha pública), en la que le explica las razones por las que su jefe decidió emprender la guerra contra los cárteles de la droga. Gómez Mont niega en esa misiva que el gobierno actuara con ingenuidad y subraya que la decisión de combatir a la delincuencia organizada se hizo a raíz de un diagnóstico que, según él, ahora les da la razón.
Posteriormente, el afamado cantautor español fue invitado a una comida en la residencia oficial, junto con otros cantantes y funcionarios, incluido Gómez Mont, de la cual el español salió justificando al inquilino de Los Pinos. “El ingenuo era yo”, indicó Sabina, quizá tratando de zanjar las diferencias públicas. Con esa declaración, el cantante se fue inflado, manifestando que seguía pensando exactamente igual. Pero el anfitrión quedó muy empequeñecido.
El caso no pasaría de ser una mala anécdota, si no desnudara la forma de pensar de Felipe Calderón. El presidente intentó desde el principio de su mandato imponer la visión del mundo de Los Pinos donde, precisamente, impera su visión personal del mundo. Una visión autoritaria.
Una vez instalado en el poder, como dice el refrán “cayendo el muerto y soltando el llanto”, inmediatamente sacó al Ejército a las calles e hizo de la lucha contra el crimen su bandera sexenal. Y poco le importa si la estancia tan prolongada de los soldados en las calles carezca de sustento legal.
Pero la vocación autoritaria impuesta desde Los Pinos ha sido sistemática. Se ha querido acallar las voces opositoras, por ejemplo debilitar el sindicalismo antioficial, disolviendo el SME, o controlando los medios de comunicación desde la publicidad, como el caso de las revistas políticas.
Ignoro quién le aconsejó al presidente mexicano que invitara a Sabina a Los Pinos, luego de las declaraciones que hizo en su contra, pero creo que fue una mala estrategia, porque no hizo sino magnificar el hecho.
Porque ahora surgen muchas preguntas. ¿Qué va a hacer Calderón con todos los que pensamos que esa guerra está perdida? ¿Invitará a tomarse un café e intentará convencer a todos los periodistas ingenuos que han acusado desde el principio que esa guerra estaba destinada al fracaso? ¿Ha procurado contactar al ex canciller Jorge G. Castañeda o a Héctor Aguilar Camín, que han propuesto desde hace mucho terminar con esta guerra hipócrita y explorar el camino de la legalización de ciertas drogas?
Pero creo que no, que al presidente le importa poco que lejos de su íntimo círculo de lectura, o de sus particulares gustos musicales –en los que, supongo, está Sabina–, se siga practicando en todo el país este periodismo ingenuo.
Fuente
VENTANA POLÍTICA
Por Ábner Chávez Ocampo
abner_mx@hotmail.com
A Felipe Calderón Hinojosa le afloró el pequeño priísta que lleva dentro. Autoritario, sin admitir que nadie más tenga la razón, intentó cambiar en privado la crítica hecha pública por un cantautor español sobre el fracaso de su lucha sexenal: la batalla contra el narco.
Palabras más, palabras menos, Joaquín Sabina afirmó en conferencia de prensa que el mandatario mexicano le parecía “ingenuo” al emprender una lucha que de antemano estaba perdida, “pues nadie puede ganar esa guerra”. Agregó que Calderón mostraba su candidez al ignorar que los cuerpos policiacos están infiltrados y corrompidos.
Ese mismo día, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, le respondió a Sabina mediante una carta (convenientemente hecha pública), en la que le explica las razones por las que su jefe decidió emprender la guerra contra los cárteles de la droga. Gómez Mont niega en esa misiva que el gobierno actuara con ingenuidad y subraya que la decisión de combatir a la delincuencia organizada se hizo a raíz de un diagnóstico que, según él, ahora les da la razón.
Posteriormente, el afamado cantautor español fue invitado a una comida en la residencia oficial, junto con otros cantantes y funcionarios, incluido Gómez Mont, de la cual el español salió justificando al inquilino de Los Pinos. “El ingenuo era yo”, indicó Sabina, quizá tratando de zanjar las diferencias públicas. Con esa declaración, el cantante se fue inflado, manifestando que seguía pensando exactamente igual. Pero el anfitrión quedó muy empequeñecido.
El caso no pasaría de ser una mala anécdota, si no desnudara la forma de pensar de Felipe Calderón. El presidente intentó desde el principio de su mandato imponer la visión del mundo de Los Pinos donde, precisamente, impera su visión personal del mundo. Una visión autoritaria.
Una vez instalado en el poder, como dice el refrán “cayendo el muerto y soltando el llanto”, inmediatamente sacó al Ejército a las calles e hizo de la lucha contra el crimen su bandera sexenal. Y poco le importa si la estancia tan prolongada de los soldados en las calles carezca de sustento legal.
Pero la vocación autoritaria impuesta desde Los Pinos ha sido sistemática. Se ha querido acallar las voces opositoras, por ejemplo debilitar el sindicalismo antioficial, disolviendo el SME, o controlando los medios de comunicación desde la publicidad, como el caso de las revistas políticas.
Ignoro quién le aconsejó al presidente mexicano que invitara a Sabina a Los Pinos, luego de las declaraciones que hizo en su contra, pero creo que fue una mala estrategia, porque no hizo sino magnificar el hecho.
Porque ahora surgen muchas preguntas. ¿Qué va a hacer Calderón con todos los que pensamos que esa guerra está perdida? ¿Invitará a tomarse un café e intentará convencer a todos los periodistas ingenuos que han acusado desde el principio que esa guerra estaba destinada al fracaso? ¿Ha procurado contactar al ex canciller Jorge G. Castañeda o a Héctor Aguilar Camín, que han propuesto desde hace mucho terminar con esta guerra hipócrita y explorar el camino de la legalización de ciertas drogas?
Pero creo que no, que al presidente le importa poco que lejos de su íntimo círculo de lectura, o de sus particulares gustos musicales –en los que, supongo, está Sabina–, se siga practicando en todo el país este periodismo ingenuo.
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