Agresiones (en Guerrero y Oaxaca)

por La Redacción
Opinión / Nacional | Viernes, 14 de Enero de 2011 07:02 hrs

REFORMA

JAQUE MATE
Sergio Sarmiento


"La agresión sin resistencia es agresión liberada".

La golpiza que en Guerrero un grupo de seguidores del candidato priista Manuel Añorve le propinó al militante perredista Guillermo Sánchez Nava debe preocuparnos a todos. No sólo inquieta que nuevamente la violencia haga acto de presencia en una elección, sino que ésta pueda quedar como siempre en la impunidad.

El ataque contra Sánchez Nava me ha traído a la memoria la agresión de otros priistas contra un grupo de maestros simpatizantes del PRD en la campaña electoral de 2004 en Oaxaca. Serafín García, un profesor jubilado, fue agredido brutalmente y asesinado. El periódico Reforma publicó unas fotografías que exhibían en particular a un priista llamado Jacinto Pineda Casimiro en el acto de golpear al maestro. Estos priistas de Oaxaca eran encabezados por Elpidio Concha Arellano.

Ninguno de los asesinos fue castigado. Elpidio Concha, de hecho, aprovechó sus servicios a Ulises Ruiz para convertirse en diputado federal. En septiembre de 2010 pasó a ser miembro del Consejo Político Nacional del PRI. Si en otros países los crímenes de los políticos obligan a su retiro de la vida pública, y a su encarcelamiento, en México se convierten sólo en tema de comentarios periodísticos.

Vale la pena preguntarse si la misma impunidad se mantendrá ahora en Guerrero en el caso de la salvaje golpiza a Sánchez Nava. Si bien el candidato Añorve se ha deslindado de quienes cometieron la agresión, todo parece indicar que la llevaron a cabo brigadistas a su mando. Al parecer éstos estaban buscando destruir propaganda de Ángel Aguirre Rivero, candidato de la coalición de izquierda. ¿Pudo Guillermo Sánchez Nava haber empezado un pleito? Es difícil saberlo. Por lo pronto Sebastián de la Rosa, diputado estatal del PRD, ha descrito al perredista hoy hospitalizado en condición grave como "uno de los hombres más pacíficos de Guerrero".

Los políticos y activistas mexicanos se han acostumbrado a vivir en la impunidad. Desde bloqueos de calles y plantones hasta agresiones físicas y homicidios, saben que la autoridad no se atreverá a tomar medidas en contra de ellos. Pensemos simplemente en el ataque de militantes del Sindicato Mexicano de Electricistas esta semana a un nuevo centro de servicio de la Comisión Federal de Electricidad. La policía capitalina prefirió apartarse antes que tomar alguna acción para proteger un bien de la nación. Se ha creado un fuero para los políticos que es en muchos sentidos más abusivo y temible que el de los militares.

Los jerarcas del PRD están acusando personalmente a Añorve por el ataque. Esto es por lo menos difícil de creer. De lo que parece no haber duda es que los responsables fueron brigadistas de Añorve que tienen instrucciones de retirar propaganda de su principal rival, lo cual es, a propósito, ilegal.

La golpiza a Sánchez Nava es el peor caso de violencia que hemos tenido en esta campaña electoral, pero no es el único. Una persona me decía después de ese ataque que, por llevar un cártel de Añorve en su auto en Acapulco, fue agredido por perredistas quienes le rompieron el cristal en que portaba esta propaganda.

El problema es que mientras los actos de violencia que cometan los políticos, o los activistas que éstos contratan para sus brigadas, sigan permaneciendo impunes, seguiremos viendo agresiones e incluso homicidios. No deja de ser interesante que toda la Unión Americana se ha escandalizado ante el atentado que ha dejado gravemente herida a la legisladora demócrata de Arizona Gabrielle Giffords. En México, sin embargo, los políticos parecen convencidos de que toda agresión que se haga en contra de un enemigo político está justificada.

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