Metas del Milenio: Utopías que se desvanecen

martes 11 de enero de 2011

Tatiana Martínez Hernández (PL)

Sólo resta un quinquenio para alcanzar las controvertidas Metas del Milenio, que propuso Naciones Unidas en el año 2000, y la expectativa crece entre quienes apuestan a favor o en contra de su cumplimiento.

Quedar en el camino hacia la meta presupone un descrédito al sistema internacional imperante y a la credibilidad de la ONU en resolver los problemas cruciales del mundo. La hora de la verdad se acerca.

Organizaciones humanitarias señalan que aunque los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) no van a las raíces de la pobreza en el mundo, el hecho de plantearse la necesidad de la reducción significó un compromiso y un desafío, para al menos intentarlo.

Muchos perciben en un alza nueva de los precios de los alimentos, a inicio de 2011, una señal de malos augurios para que el planeta, en carrera contra el reloj, llegue a la hora cero con el batón en señal de victoria.

Erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, figuran en los ODM uno, dos y tres, respectivamente.

Los otros tres se vinculan a la salud y se proponen reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, y combatir el VIH/SIDA y otras enfermedades.

Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una asociación mundial para el desarrollo, cierran los ODM en los puestos siete y ocho.

Todos están interconectados. Los estudios revelan la dependencia entre ellos, pues si mejora un indicador puede incidir en el avance de otros y viceversa.

El Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, señala en el informe de la Cumbre de junio pasado que "los objetivos son alcanzables cuando las estrategias, políticas y programas de desarrollo son de interés nacional y tienen el apoyo internacional de agencias para el desarrollo".

Además, reconoce que las mejoras en las condiciones de vida de las poblaciones más vulnerables han sido muy lentas y que algunos de los avances han sido erosionados a causa de las crisis medioambiental, económica y alimentaria.

Reducir a la mitad el porcentaje de habitantes del planeta en la extrema pobreza y el de las personas que padecen hambre, con respecto a las existente en 1990, es hoy una quimera.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) admitió que todavía hay más subnutridos en el planeta de los que había en 1990 y considera que será muy difícil llegar a la meta uno del Milenio.

Las personas que padecen hambre en el mundo se incrementaron de 842 millones entre 1990 y 1992 a 925 millones en el año 2010, mientras que dos mil millones sufren carencias nutricionales.

Se estima que mil 400 millones de personas viven en la extrema pobreza.

Expertos consideran que la reducción de la hambruna incidiría en el cumplimiento del resto de los ODM, pues una mejor alimentación y condiciones estables de vida contribuyen a la asistencia y rendimiento escolares y a mejorar los índices de salud en general.

Jacques Diouf, director general de la FAO, advirtió que la crisis económica internacional amenaza los avances logrados en la última década en la lucha contra el hambre y la inseguridad alimentaria en Europa y Asia Central.

El secretario general de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), Supachai Panitchpakdi, avizoró que los países de África subsahariana no lograrán la erradicación del hambre y la pobreza extrema para 2015, debido al estancamiento de la agricultura. Un informe de 18 agencias, fondos y organismos especializados en América Latina afirma que se ha logrado un 85 por ciento de progreso regional en materia de reducción de la pobreza extrema.

Las economías de países emergentes como Brasil, India, China, Rusia y ahora Suráfrica pudieran aportar un aumento del porcentaje en el cumplimiento de los ODM.

A pesar de que muchos países pobres han logrado avances en el tema de la educación universal, es una de las más vulnerables, ya que la crisis podría obligar a millones de niños a abandonar prematuramente la escuela en los próximos años.

Datos de organismos internacionales reconocen que la matrícula en educación primaria alcanzó al 89 por ciento en los países en vías de desarrollo, aunque es insuficiente para asegurar que todos los infantes completen esa enseñanza en el año 2015.

Nacer en un país, o en una familia, rica o pobre, marca la diferencia en el acceso a la educación de niñas y niños.

Avanzar en los esfuerzos por la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, contribuirá de manera importante a disminuir la pobreza, el hambre y las enfermedades.

Helen Clark, administradora del Programa de la ONU para el Desarrollo y ex primera ministra de Nueva Zelanda, consideró que la descendencia de mujeres con alguna educación formal tienen más posibilidades de sobrevivir hasta su quinto año de edad.

En un artículo publicado en el diario La Jornada, Clark añadió que la instrucción en las mujeres ayuda a que sus descendientes reciban nutrición adecuada, vacunación y acceso a la escolarización.

Latinoamérica ocupa el porcentaje más elevado del mundo en mujeres con cargos de alto nivel. Durante el período 2000-2008 alcanzó el 32 por ciento. En la actualidad, las presidencias de Argentina y Brasil son ocupadas por féminas.

Ruanda tiene la más alta proporción de parlamentarias y cargos ministeriales ocupados por mujeres en el mundo, con más del 50 por ciento en la Cámara de Diputados, 35 por ciento en el Senado y 36 por ciento en el gabinete.

Sin embargo, esos son solo datos esperanzadores que no bastan para solucionar las desigualdades que todavía subyacen en las sociedades del siglo XXI.

En el informe presentado por la ONU en junio se plantea que la mortalidad infantil ha disminuido de 12 millones y medio en 1990 a 8,8 millones en el año 2008, gracias a los avances en materia de control de la malaria, de VIH/Sida y sarampión.

Un mes antes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que los esfuerzos globales por erradicar el sarampión se habían estancado y que la enfermedad, altamente contagiosa, había reaparecido en algunos países.

La OMS estima que, de continuar el incremento de los brotes, el sarampión podría provocar medio millón de muertes en 2012 y haría muy difícil el cumplimiento en 2015 del ODM cuatro que persigue la reducción en dos terceras partes de la mortalidad infantil mundial.

En el citado informe de 18 entidades regionales para América Latina se destaca que Bolivia redujo su tasa anual de mortalidad de menores de cinco años en al menos 4,5 por ciento.

Cuba mantiene una constante disminución de la mortalidad infantil en menores de un año y alcanzó en el 2010 una tasa de 4,5 fallecidos por cada mil nacidos vivos, una trayectoria que se inició en 1959.

Entonces este índice era de más de 60 por cada mil nacidos vivos y descendió a 46,7 en 1969, 19,4 en 1979, 11,1 en 1989, 6,5 en 1999 y 4,8 al final de 2009, un éxito que las autoridades atribuyen a sus programas de salud.

Ban Ki-moon saludó los impresionantes progresos de la isla caribeña con respecto a los ODM y expresó su aprecio a la asistencia que Cuba brinda a Haití, país asolado por un terremoto en enero pasado.

La mortalidad materna es el indicador con mayor retraso, según el texto presentado en la Cumbre de la ONU, y en él la diferencia entre ricos y pobres es vital.

Casi todos los partos y la gestación en los países desarrollados reciben atención médica durante ese proceso; sin embargo, menos de la mitad de las mujeres de naciones subdesarrolladas cuentan con estos servicios.

El alumbramiento es especialmente arriesgado en el sur de Asia y en África subsahariana, donde la mayoría de las mujeres paren sin atención sanitaria apropiada.

Para combatir el VIH/Sida se logró aumentar el número de personas que reciben los medicamentos antirretrovirales, aunque la tasa de nuevas infecciones supera a la expansión del tratamiento.

La tuberculosis, segunda causa de muerte en el mundo después del VIH, provocará que millones de personas enfermen por la falta de acceso a la atención médica de buena calidad.

Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente (ODM siete), fue quizá propuesto para garantizar a largo plazo la vida en el planeta; sin embargo, los efectos del cambio climático, como consecuencia de erróneas políticas de desarrollo, van más rápido que los pronósticos.

Las naciones menos comprometidas con la emisión de gases de efecto invernadero, mala utilización de los recursos naturales, y contaminación de las aguas y la atmósfera son hoy las que más sufren sus consecuencias.

Expertos insisten en que los estados del mundo, sobre todo los más contaminantes, hallen una solución urgente antes de que sea demasiado tarde. La pasada Cumbre de Cancún culminó sin acuerdos concretos. Continúa posponiéndose lo imprescindible.

Solo cinco países hasta el momento cumplen con el ODM ocho, de fomentar una alianza mundial para el desarrollo, el cual compromete a los gobiernos poderosos a entregar el 0,7 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) al desarrollo de las naciones pobres. Dinamarca, Luxemburgo, Holanda, Noruega y Suecia, son los principales donantes.

Sin embargo, Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido y Japón ocuparon los últimos lugares en el 2009, advierte un informe de la ONU.

Según redes internacionales como Social Watch y el Llamado Mundial contra la Pobreza, "la mortalidad materna no es el más rezagado de los objetivos del milenio, como sostiene el documento acordado", pues "esta triste distinción corresponde al objetivo octavo".

Llegar a la meta en 2015 resulta una quimera llena de buenas intenciones, pero inalcanzable en la totalidad de los objetivos si se tiene en cuenta que en una década se ha avanzado muy poco y en algunos casos existen retrocesos.

¿Podrá el mundo en menos de cinco años hacer lo que no pudo en 10?

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