Cero avance en las negociaciones para elevar techo de deuda de EU
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 30 de julio de 2011, p. 26
Nueva York, 29 de julio. El gran drama sobre si Estados Unidos corre el riesgo de incumplir, por primera vez en su historia, sus obligaciones financieras, y con ello provocar posiblemente una nueva recesión con severas implicaciones para la economía global, culminó esta noche donde empezó: sin solución.
Ahora, el liderazgo de ambos partidos contará con poco más de 72 horas para lograr un acuerdo, mientras cada lado busca justificar las concesiones que serán necesarias, sobre todo de Barack Obama y los demócratas, quienes ya han aceptado la demanda republicana de imponer drásticos recortes al gasto público incluyendo en algunos de los programas de asistencia pública más importantes, como el Seguro Social. Aunque las apuestas de los expertos son que se llegará a un acuerdo a última hora, no se sabe aún qué tipo de solución será, y la incertidumbre ya está afectando de manera negativa a los mercados financieros aquí y en el exterior: el dólar se desplomó y Wall Street tuvo hoy uno de sus peores días de este año.
A lo largo del día el presidente Obama instó a los legisladores a "dejar de perder el tiempo" y buscar "una salida a este lío", y convocó a los ciudadanos a presionar al Congreso vía telefónica, Twitter, Facebook y fax para que actúen y resuelvan la disputa política para autorizar elevar el llamado "techo" actual de la deuda de 14.3 billones de dólares antes del fin del día del próximo martes. Se requiere de esta autorización legislativa para permitir que el gobierno continúe pagando, entre otras cosas, los 80 millones de cheques que emite mensualmente (desde pagos de Seguro Social, asistencia a veteranos de guerra, contratistas, etcétera) a base de más préstamos.
Disputa política
Pero lo que regularmente es una negociación casi automática, en esta ocasión se ha convertido en una disputa política sobre el tamaño y función del gobierno y ha acabado demostrando a todo mundo un Washington disfuncional. Y hoy culminó en cero, otra vez.
Esta tarde la Cámara de Representantes bajo control de los republicanos, finalmente aprobó, por un voto de 218 a 210 (sin un solo voto demócrata a favor) el proyecto impulsado por su líder, John Boehner, quien superó una rebelión abierta entre sus filas por legisladores ligados al movimiento ultraconservador Tea Party –quienes insisten en masivas reducciones del gasto público, ningún nuevo impuesto y condiciones para promover una enmienda constitucional a fin de imponer un presupuesto "balanceado". Pero este "triunfo" fue anulado dos horas después por el Senado por un voto de 59 contra 41, como había advertido desde un principio el líder de la mayoría demócrata de la cámara alta Harry Reid.
Con ello, se abre una fase final donde se intensificarán las negociaciones para elaborar una propuesta que pueda ser aprobada antes de la medianoche del martes, momento en que el Departamento del Tesoro ha determinado como la hora cero en que Estados Unidos dejará de poder de pagar sus obligaciones (algo que algunos disputan). Desde temprano, ya se estaba contemplando esta última etapa, descartando el voto en la cámara como teatro político. Obama declaró hoy que una solución para evitar el incumplimiento tenía que ser bipartidista e instó a legisladores de ambos partidos en el Senado a "encontrar terreno común sobre un plan que pueda obtener el apoyo de ambos partidos en la cámara, un plan que yo pueda firmar para el martes".
Foto
El presidente Barack Obama, ayer en la Casa Blanca en WashingtonFoto Ap
Hasta ahora los líderes de ambos partidos no han logrado llegar a un consenso, en parte porque ambos han sido rehenes de la corriente ultraconservadora ligada al llamado Tea Party.
Esta ala "radical" ha frustrado tanto a la cúpula republicana como a los demócratas al obstaculizar hasta ahora intentos para negociar una solución. De hecho, políticos aquí, analistas en Wall Street y hasta el gobierno chino –el acreedor extranjero más grande de Estados Unidos– han acusado que Washington ha sido "secuestrado" por políticos "irresponsables", y que tanto Boehner como Obama parecen estar negociando como si estuvieran en una situación de rehenes en lugar de resolver un asunto que nunca antes ha sido tan problemático.
Economía frágil
Mientras tanto los riesgos de estas maniobras se magnificaron hoy con la noticia de que el ritmo de crecimiento de la economía estadunidense sigue anémico. El gobierno reportó que el producto interno bruto (PIB) creció solo 1.3 por ciento en el segundo trimestre, muy por debajo de las expectativas; peor aún, el crecimiento durante el primer trimestre fue revisado a la baja del inicialmente calculado en 1.9 por ciento a sólo 0.4 por ciento. Además, el nuevo informe oficial registra que la recesión de 2007 a 2009 fue más profunda y amplia de lo anteriormente calculado, indicando que el PIB se encogió 5.1 por ciento del cuarto trimestre de 2007 al segundo de 2009, más que el desplome de 4.1 por ciento anteriormente calculado –la peor contracción económica desde la Segunda Guerra Mundial. "Esta es la Gran Recesión, la más profunda que hemos tenido en la era pos Segunda Guerra Mundial", afirmó Steven Landefeld, alto funcionario del Departamento de Comercio, ante reporteros.
Por un lado, el gobierno de Obama y líderes legislativos advierten que con una economía así de frágil, el fracaso de llegar a un acuerdo sobre la deuda podría provocar una nueva recesión y provocar un alboroto de los mercado financieros internacionales. Por otro lado, algunos economistas indican que si el acuerdo incluye medidas de austeridad y una reducción drástica del gasto federal, eso también generará mayor desempleo y deprimirá la actividad económica aún más.
Por ahora, Wall Street, líderes empresariales, el pueblo estadunidense y los mercados financieros y cúpulas políticas del mundo –todos los cuales serán afectados por el resultado de este espectáculo en Washington– no tienen otra más que observar la obra de teatro y permanecer en la incertidumbre por lo menos durante las siguientes 72 horas y esperar el acto final.
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Sábado 30 de julio de 2011, p. 26
Nueva York, 29 de julio. El gran drama sobre si Estados Unidos corre el riesgo de incumplir, por primera vez en su historia, sus obligaciones financieras, y con ello provocar posiblemente una nueva recesión con severas implicaciones para la economía global, culminó esta noche donde empezó: sin solución.
Ahora, el liderazgo de ambos partidos contará con poco más de 72 horas para lograr un acuerdo, mientras cada lado busca justificar las concesiones que serán necesarias, sobre todo de Barack Obama y los demócratas, quienes ya han aceptado la demanda republicana de imponer drásticos recortes al gasto público incluyendo en algunos de los programas de asistencia pública más importantes, como el Seguro Social. Aunque las apuestas de los expertos son que se llegará a un acuerdo a última hora, no se sabe aún qué tipo de solución será, y la incertidumbre ya está afectando de manera negativa a los mercados financieros aquí y en el exterior: el dólar se desplomó y Wall Street tuvo hoy uno de sus peores días de este año.
A lo largo del día el presidente Obama instó a los legisladores a "dejar de perder el tiempo" y buscar "una salida a este lío", y convocó a los ciudadanos a presionar al Congreso vía telefónica, Twitter, Facebook y fax para que actúen y resuelvan la disputa política para autorizar elevar el llamado "techo" actual de la deuda de 14.3 billones de dólares antes del fin del día del próximo martes. Se requiere de esta autorización legislativa para permitir que el gobierno continúe pagando, entre otras cosas, los 80 millones de cheques que emite mensualmente (desde pagos de Seguro Social, asistencia a veteranos de guerra, contratistas, etcétera) a base de más préstamos.
Disputa política
Pero lo que regularmente es una negociación casi automática, en esta ocasión se ha convertido en una disputa política sobre el tamaño y función del gobierno y ha acabado demostrando a todo mundo un Washington disfuncional. Y hoy culminó en cero, otra vez.
Esta tarde la Cámara de Representantes bajo control de los republicanos, finalmente aprobó, por un voto de 218 a 210 (sin un solo voto demócrata a favor) el proyecto impulsado por su líder, John Boehner, quien superó una rebelión abierta entre sus filas por legisladores ligados al movimiento ultraconservador Tea Party –quienes insisten en masivas reducciones del gasto público, ningún nuevo impuesto y condiciones para promover una enmienda constitucional a fin de imponer un presupuesto "balanceado". Pero este "triunfo" fue anulado dos horas después por el Senado por un voto de 59 contra 41, como había advertido desde un principio el líder de la mayoría demócrata de la cámara alta Harry Reid.
Con ello, se abre una fase final donde se intensificarán las negociaciones para elaborar una propuesta que pueda ser aprobada antes de la medianoche del martes, momento en que el Departamento del Tesoro ha determinado como la hora cero en que Estados Unidos dejará de poder de pagar sus obligaciones (algo que algunos disputan). Desde temprano, ya se estaba contemplando esta última etapa, descartando el voto en la cámara como teatro político. Obama declaró hoy que una solución para evitar el incumplimiento tenía que ser bipartidista e instó a legisladores de ambos partidos en el Senado a "encontrar terreno común sobre un plan que pueda obtener el apoyo de ambos partidos en la cámara, un plan que yo pueda firmar para el martes".
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El presidente Barack Obama, ayer en la Casa Blanca en WashingtonFoto Ap
Hasta ahora los líderes de ambos partidos no han logrado llegar a un consenso, en parte porque ambos han sido rehenes de la corriente ultraconservadora ligada al llamado Tea Party.
Esta ala "radical" ha frustrado tanto a la cúpula republicana como a los demócratas al obstaculizar hasta ahora intentos para negociar una solución. De hecho, políticos aquí, analistas en Wall Street y hasta el gobierno chino –el acreedor extranjero más grande de Estados Unidos– han acusado que Washington ha sido "secuestrado" por políticos "irresponsables", y que tanto Boehner como Obama parecen estar negociando como si estuvieran en una situación de rehenes en lugar de resolver un asunto que nunca antes ha sido tan problemático.
Economía frágil
Mientras tanto los riesgos de estas maniobras se magnificaron hoy con la noticia de que el ritmo de crecimiento de la economía estadunidense sigue anémico. El gobierno reportó que el producto interno bruto (PIB) creció solo 1.3 por ciento en el segundo trimestre, muy por debajo de las expectativas; peor aún, el crecimiento durante el primer trimestre fue revisado a la baja del inicialmente calculado en 1.9 por ciento a sólo 0.4 por ciento. Además, el nuevo informe oficial registra que la recesión de 2007 a 2009 fue más profunda y amplia de lo anteriormente calculado, indicando que el PIB se encogió 5.1 por ciento del cuarto trimestre de 2007 al segundo de 2009, más que el desplome de 4.1 por ciento anteriormente calculado –la peor contracción económica desde la Segunda Guerra Mundial. "Esta es la Gran Recesión, la más profunda que hemos tenido en la era pos Segunda Guerra Mundial", afirmó Steven Landefeld, alto funcionario del Departamento de Comercio, ante reporteros.
Por un lado, el gobierno de Obama y líderes legislativos advierten que con una economía así de frágil, el fracaso de llegar a un acuerdo sobre la deuda podría provocar una nueva recesión y provocar un alboroto de los mercado financieros internacionales. Por otro lado, algunos economistas indican que si el acuerdo incluye medidas de austeridad y una reducción drástica del gasto federal, eso también generará mayor desempleo y deprimirá la actividad económica aún más.
Por ahora, Wall Street, líderes empresariales, el pueblo estadunidense y los mercados financieros y cúpulas políticas del mundo –todos los cuales serán afectados por el resultado de este espectáculo en Washington– no tienen otra más que observar la obra de teatro y permanecer en la incertidumbre por lo menos durante las siguientes 72 horas y esperar el acto final.
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