México: En algún lugar… Fuera de lugar
martes 19 de julio de 2011
Laura M. López Murillo (especial para ARGENPRESS.info)
En algún lugar estruendoso, cuando todas las voces se fusionan en la algarabía nacional se dispersan las angustias cotidianas, y en una celebración espontánea se contagia el aliento efímero de la victoria...
Dicen los que saben, que los triunfos son propiedad de todos y que a las derrotas se les adjudica un dueño único, que la industria del entretenimiento se consolidó gracias a ese mecanismo delirante, y que por eso, el espectáculo deportivo es el placebo social por excelencia. El 10 de Julio los mexicanos festejamos el triunfo de la selección mexicana en el campeonato mundial sub 17, y lo celebramos hasta el cansancio ese domingo porque al día siguiente se inició el proceso inexorable que desvanece las victorias deportivas. La industria del entretenimiento así lo estipula: siempre habrá un récord que igualar o superar, y al culminar un campeonato se inicia el proceso hacia el siguiente.
El aliento efímero de las victorias es un conocimiento del dominio público, pero en esta ocasión, la espontaneidad de las celebraciones se tergiversó en una alharaca política cuando Felipe Calderón, tal vez embriagado de felicidad, enarboló el estandarte de la selección nacional y declaró que México ya no será el mismo después de esa apoteósica victoria futbolera. Extasiado de orgullo ascendió a los jugadores al rango oficial de “héroes” en el pódium de los “niños de oro”, y aún días después del gran jolgorio y fuera de la cancha, emitió la urgencia por dejar atrás el “México del ya merito”… Pero claro que por supuesto y desde luego que sí! … el gran beneficiario del triunfo futbolero se llama Felipe Calderón, por eso, insiste en exacerbar y en postergar el efecto de este placebo que por un breve lapso desvaneció todos los quebrantos de la conciencia nacional.
Peros sus exageraciones están fuera de lugar. Aunque se pretenda reiteradamente dirigir la atención al campeonato de la sub 17, la contundencia de la realidad es ineludible por el flagelo de derrotas persistentes que no son divulgadas: el ingreso medio familiar decreció un 12% en dos años gracias a los incrementos en la gasolina y a la escasez de empleos, el índice de mexicanos que sobreviven en la pobreza se incrementará al fin del sexenio. Los golazos, la garra y la determinación de los futbolistas no son suficientes para ignorar los vicios ancestrales de la partidocracia, el fracaso de las políticas públicas ni la deplorable condición de la salud y la educación, tampoco bastan para olvidar a todos los mexicanos de oro que se parten el alma en la inconmensurable cancha de la economía informal ni a los que se han perdido en la cruzada contra el crimen.
Sí! … La tragedia nacional es insufrible, y al margen del usufructo oficial, los mexicanos necesitan un triunfo para festejar de vez en cuando, para exhalar el quebranto en la algarabía, para dispersar las angustias cotidianas en una celebración espontánea, para soñar y cantar sin pensar en que el aliento de la victoria es efímero…
Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm.
Fuente
Laura M. López Murillo (especial para ARGENPRESS.info)
En algún lugar estruendoso, cuando todas las voces se fusionan en la algarabía nacional se dispersan las angustias cotidianas, y en una celebración espontánea se contagia el aliento efímero de la victoria...
Dicen los que saben, que los triunfos son propiedad de todos y que a las derrotas se les adjudica un dueño único, que la industria del entretenimiento se consolidó gracias a ese mecanismo delirante, y que por eso, el espectáculo deportivo es el placebo social por excelencia. El 10 de Julio los mexicanos festejamos el triunfo de la selección mexicana en el campeonato mundial sub 17, y lo celebramos hasta el cansancio ese domingo porque al día siguiente se inició el proceso inexorable que desvanece las victorias deportivas. La industria del entretenimiento así lo estipula: siempre habrá un récord que igualar o superar, y al culminar un campeonato se inicia el proceso hacia el siguiente.
El aliento efímero de las victorias es un conocimiento del dominio público, pero en esta ocasión, la espontaneidad de las celebraciones se tergiversó en una alharaca política cuando Felipe Calderón, tal vez embriagado de felicidad, enarboló el estandarte de la selección nacional y declaró que México ya no será el mismo después de esa apoteósica victoria futbolera. Extasiado de orgullo ascendió a los jugadores al rango oficial de “héroes” en el pódium de los “niños de oro”, y aún días después del gran jolgorio y fuera de la cancha, emitió la urgencia por dejar atrás el “México del ya merito”… Pero claro que por supuesto y desde luego que sí! … el gran beneficiario del triunfo futbolero se llama Felipe Calderón, por eso, insiste en exacerbar y en postergar el efecto de este placebo que por un breve lapso desvaneció todos los quebrantos de la conciencia nacional.
Peros sus exageraciones están fuera de lugar. Aunque se pretenda reiteradamente dirigir la atención al campeonato de la sub 17, la contundencia de la realidad es ineludible por el flagelo de derrotas persistentes que no son divulgadas: el ingreso medio familiar decreció un 12% en dos años gracias a los incrementos en la gasolina y a la escasez de empleos, el índice de mexicanos que sobreviven en la pobreza se incrementará al fin del sexenio. Los golazos, la garra y la determinación de los futbolistas no son suficientes para ignorar los vicios ancestrales de la partidocracia, el fracaso de las políticas públicas ni la deplorable condición de la salud y la educación, tampoco bastan para olvidar a todos los mexicanos de oro que se parten el alma en la inconmensurable cancha de la economía informal ni a los que se han perdido en la cruzada contra el crimen.
Sí! … La tragedia nacional es insufrible, y al margen del usufructo oficial, los mexicanos necesitan un triunfo para festejar de vez en cuando, para exhalar el quebranto en la algarabía, para dispersar las angustias cotidianas en una celebración espontánea, para soñar y cantar sin pensar en que el aliento de la victoria es efímero…
Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm.
Fuente
Comentarios