Argentina - Soberanía energética: El Estado, socio bobo de las multinacionales
miércoles 24 de agosto de 2011
Carlos Saglul (ACTA)
La política energética es inseparable de los lineamientos estratégicos del país en materia de crecimiento. Más allá de algunos discursos que alientan “humanizar al capitalismo”, está fuera de toda discusión que el crecimiento actual sigue pasando por la inserción internacional argentina a través de su rol de país dependiente de la provisión de materias primas.
Soja, minería a cielo abierto, la producción automotriz -cuya gestión también está en mano del capital multinacional- son los motores de la actual bonanza, que hasta ahora no ha sabido ser utilizada para generar una industria alternativa que genere valor agregado y multiplique la mano de obra ocupada.
Consecuentemente, la matriz de la política energética argentina continúa siendo la misma de los noventa, priorizando las necesidades y ganancias de las multinacionales aunque esto signifique por ejemplo, exportar las últimas reservas de crudo para importar al tiempo, casi el 70 por ciento de la nafta que se necesita para satisfacer la demanda interna y ni que hablar de los tendidos eléctricos y de infraestructura en general, para atender los nuevos emprendimientos mineros, con sus puertos y hasta “fronteras privadas”.
José Rigane, secretario general de la Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina (FeTERA-CTA) y secretario adjunto de la Central se refirió a la magnitud de la crisis del sector y a las posibles salidas.
¿Cuál es la magnitud de la crisis energética?
La crisis energética es profunda y estructural. Cualquier debate sobre el tema, debe tener en cuenta qué modelo de desarrollo nos proponemos. Hay que definir si estamos al servicios de favorecer a determinados sectores que sólo pretenden enriquecerse más y más como las multinacionales que controlan al sector, o pensamos en la Nación en su conjunto.
La matriz energética argentina depende en un 90% o más de los hidrocarburos. Poco cambió desde los años 70, la única diferencia es que en aquella década el petróleo tenía una incidencia del 70% y el gas del 20%, hoy tenemos una dependencia gasífera del 54% y petrolera de más o menos el 36%
¿Cómo se mide esta crisis en lo cotidiano?
Los primeros afectados son los sectores industriales, especialmente en el caso del gas ya que es considerado “barato” como combustible, y eso incide en los costos de producción; lo mismo sucede en las generadoras eléctricas, aunque en este caso los costos sean menores porque aun usando gas la tarifa final eléctrica no baja.
En el caso de los usuarios residenciales, mientras la energía sea considerada una mercancía solo podrá tenerla quien la pueda pagar, porque la política de los subsidios tiene un límite muy claro y corto. No nos olvidemos que el modelo productivo argentino es de exportación. Mientras la energía se importe y se la compremos a las multinacionales no va a faltar, claro que solo para quienes puedan pagarla.
La gravedad de la crisis se mide mejor en las periferias y en particular en el interior del país que es donde generalmente se hacen los cortes programados. Cuando la oscuridad sale de los barrios pobres y llega al centro es porque ya no se puede ocultar. Por eso la ciudad de Buenos Aires tiene una tarifa muy barata comparada con cualquier zona interior del país. En interior no se puede usar electricidad para calefacción por su precio mientras en la capital, la gente lo hace.
Hay que tener en cuenta que cuando se habla de importar energía son las mismas multinacionales que se compran a sí mismas. De aquí se llevan la materia prima. Sus barcos, como el caso de Repsol-YPF hacen cola en los puertos con el gas que nos traen. Exportamos crudo. Compramos nafta. Son los absurdos del país dependiente.
¿Cómo se sale de esta situación?
Sólo cambiando el modelo energético. Se trata además de un mandamiento ético, un país signo es que garantiza para todos gas, electricidad y agua. En el mundo, el 80% de la energía que se produce se la quedan el 20% de la población mundial. Sin dar vuelta esta ecuación no hay solución. Hay que cambiar el modelo consumista por un modelo de uso social de la energía. Por eso mientras la energías este en manos privadas no hay salida.
Romper la dependencia
“El modelo energético basado en la privatización, segmentación de los sectores y extranjerización fracasó. Este Gobierno niega esa realidad. Hace igual que las anteriores administraciones, con el agravante que la actual ha profundizado este cuadro con sus decisiones, la creación de leyes de ampliación de las concesiones, las iniciativas de favor y acuerdos secretos con las empresas multinacionales a través de ENARSA para la exploración y explotación (off-shore) de la plataforma marítima argentina, entre otros territorios nacionales.
El fracaso del modelo, lo pone de manifiesto, la crisis energética que aparece a la luz pública, cuando hace calor, cuando hace frío, cuando hay sequías, incluso cuando crece la demanda.
Argentina tiene un modelo económico que esta reprima rizado, dado que su base es la exportación de alimentos (cereales, soja), minerales, y fundamentalmente energía (petróleo crudo, y gas). Agreguemos, que acá no hay valor agregado, industrialización. Es más exportamos petróleo crudo y ahora estamos importando entre otros productos naftas elaboradas ( Súper, Premium ).
Integración regional
¿Qué pasa es materia de integración y complementación territorial? El MERCOSUR no ha dejado de ser una integración ligado al interés de las multinacionales aún en materia energética
La única integración real que existe en el campo de la energía es la que realiza Venezuela a través de Petroamérica. Ese país entiende que teniendo petróleo y gas en abundancia, no pude haber naciones hermanas sin la energía necesaria para sostener la vida de su poblaciones. Muchos países que no pueden pagar los precios los exorbitantes de las multinacionales son condenados a la indigencia. Las Naciones Unidas tienen en cuenta para medir la longevidad de la población de un país si esa nación tiene acceso o no a la electricidad. De esta forma, con energía, las expectativas de vida pueden ir de 75 años para arriba, sin energía como en muchos países africanos no se vive más allá de los 50 años.
La integración energética debe hacerse en función de los intereses y necesidades de los pueblos, no de los gobiernos, menos aun cuando estos actúan en función de los intereses de las multinacionales. Contradictoriamente, este gobierno que se dice nacional y popular a diferencia de Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Uruguay no tiene política energética.
Sin exploración y con las reservas al borde del agotamiento, ¿cómo se sale del actual cuadro?
Las reservas descubiertas por las empresas del estado YPF, (había petróleo para 18 años) y gas del Estado (había reservas de gas para 30 años o más) hoy lo que queda, no superan los 8 años de reservas. En el marco de las privatizaciones y las políticas liberales y neoliberales, todo se exporto con claro beneficio de las multinacionales que se adueñaron de la riqueza estratégica de los argentinos. Los hidrocarburos son valores estratégicos, para cualquier país y/o región no son simples comodities, como afirman los liberales.
Las reservas comprobadas de petróleo y gas, vienen cayendo 12% y 45% respectivamente, desde hace años (algunos afirman desde el 2003, otros desde el 2005) así como cae la producción anual de los hidrocarburos. No hubo inversión de capital de riesgo.
Las multinacionales dejaron de explorar alegando que el negocio no es viable, sin embargo están entre las 200 empresas que mas facturan en el país, además cabe preguntarse, ¿si no es viable, alguien puede aportar un nombre de una petrolera que abandono el país en los últimos 30 años por falta de rentabilidad?
En la década del 80 se exploraba (YPF) un promedio de 110 pozos de petróleo por año, después de la privatización, en la década del 90, el promedio bajo a 95 pozos por año. En la década del 2000 ese promedio se redujo a unos 50 pozos por año y en la actualidad, hay quienes afirman que la exploración de pozos está entre 17 a 24 pozos por año.
La importación de energía eléctrica en un 63% confirma la situación crítica de nuestro sistema energético. (Aunque aseguren que fue por la falta de gas). CAMMESA, la Campañía Administradora del Mercado Eléctrico Mayorista informó que en junio las adquisiciones externas de electricidad a Brasil, alcanzaron 592,1 Gigawatts/hora (Gw/h) contra los 363,2 Gwh correspondiente al mismo mes de 2010.
¿Cuáles son los principales pasos para revertir este modelo privatizado y extranjerizado, y por lo tanto incapaz de servir a cualquier proyecto de desarrollo nacional?
Cumplir con la Constitución Nacional, leyes y demás disposiciones regulatorias que son desconocidas por el mercado que es sinónimo de “empresas multinacionales”. La energía tiene que plantearse como una cuestión de Estado, estratégico, como un bien social, un derecho humano y como un problema de todos los sectores que componen la sociedad. Se debe dejar atrás el concepto liberal que el petróleo y el gas son comodities.
El abastecimiento de agua y servicios sanitarios, gas, energía eléctrica y la provisión de combustibles deben ser declarados como Servicios Públicos, y no gestionados como simples productos de mercado. El Estado nacional tiene que retomar el control de la actividad, compartir la gestión con las provincias. Es central que los poderes públicos vuelvan a ejercer funciones básicas arrebatadas en el proceso de la privatización que son, planificación, regulación y gestión del sector energético.
Deben anularse los decretos desreguladores de Menem y las prorrogas (violatorias de las leyes vigentes) de las concesiones, basadas en infracciones a la ley 17.319 y la denominada la ley “corta” (Ley 26197), que habilitó la fragmentación del subsuelo y de toda otra legislación que se oponga a la recuperación del dominio útil para el Estado Nacional con la participación de todas las provincias.
Los cortes de servicios se deben a la falta de inversiones de las privadas. Hay que terminar con esto de que en base al cobro de impuestos a los usuarios, el Estado termina haciendo obras de infraestructura necesarias para garantizar las ganancias de las privadas. Hay que cambiar la estructura tarifaría que fue desarrollada en base al valor dólar durante la convertibilidad, y castiga a los que menos consumen (los cargos fijos) que además se ven seriamente perjudicados cuando ahora hay que pagar un impuesto a la importación por falta de gas, encareciendo los valores que enfrentan los consumidores.
Proponemos declarar al gas licuado de petróleo (la garrafa de cocina) como un servicio público, para terminar con la falta de un precio social y que el manejo de las garrafas, no supeditado a las multinacionales como ahora. Es imprescindible cambiar los marcos regulatorios que tienen vigencia desde los 90 cuando se produjo la privatización y por lo tanto sustentan toda la estructura neoliberal en el ámbito de la energía.
Hay que ir cambiando la matriz energética, para dar por finalizada la etapa de la dependencia de los hidrocarburos. Terminar con las leyes de privatización (YPF, GdE, Hidronor, Segba) y derogación de las que presenten ilícitos en su sanción e implementación. Anular los contratos de concesión de operación que hayan sido incumplidos por las empresas
Creemos necesario renegociar las concesiones de exploración/explotación de hidrocarburos, para convertirlas en contratos de obra, eliminando la libre disponibilidad de los hidrocarburos y de las divisas obtenidas por exportación, de que gozan las empresas. Reformar el régimen del mercado mayorista del gas y el de la electricidad.
Replantear también el funcionamiento, las atribuciones y la conformación de las autoridades de los organismos de control, que no existen (no hay designación) y son ineficientes a la hora de la defensa de los intereses de los usuarios.
Terminar con el oligopolio extranjero como paso trascendental en la recuperación de la riqueza del pueblo argentino y la soberanía nacional.
Fuente
Carlos Saglul (ACTA)
La política energética es inseparable de los lineamientos estratégicos del país en materia de crecimiento. Más allá de algunos discursos que alientan “humanizar al capitalismo”, está fuera de toda discusión que el crecimiento actual sigue pasando por la inserción internacional argentina a través de su rol de país dependiente de la provisión de materias primas.
Soja, minería a cielo abierto, la producción automotriz -cuya gestión también está en mano del capital multinacional- son los motores de la actual bonanza, que hasta ahora no ha sabido ser utilizada para generar una industria alternativa que genere valor agregado y multiplique la mano de obra ocupada.
Consecuentemente, la matriz de la política energética argentina continúa siendo la misma de los noventa, priorizando las necesidades y ganancias de las multinacionales aunque esto signifique por ejemplo, exportar las últimas reservas de crudo para importar al tiempo, casi el 70 por ciento de la nafta que se necesita para satisfacer la demanda interna y ni que hablar de los tendidos eléctricos y de infraestructura en general, para atender los nuevos emprendimientos mineros, con sus puertos y hasta “fronteras privadas”.
José Rigane, secretario general de la Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina (FeTERA-CTA) y secretario adjunto de la Central se refirió a la magnitud de la crisis del sector y a las posibles salidas.
¿Cuál es la magnitud de la crisis energética?
La crisis energética es profunda y estructural. Cualquier debate sobre el tema, debe tener en cuenta qué modelo de desarrollo nos proponemos. Hay que definir si estamos al servicios de favorecer a determinados sectores que sólo pretenden enriquecerse más y más como las multinacionales que controlan al sector, o pensamos en la Nación en su conjunto.
La matriz energética argentina depende en un 90% o más de los hidrocarburos. Poco cambió desde los años 70, la única diferencia es que en aquella década el petróleo tenía una incidencia del 70% y el gas del 20%, hoy tenemos una dependencia gasífera del 54% y petrolera de más o menos el 36%
¿Cómo se mide esta crisis en lo cotidiano?
Los primeros afectados son los sectores industriales, especialmente en el caso del gas ya que es considerado “barato” como combustible, y eso incide en los costos de producción; lo mismo sucede en las generadoras eléctricas, aunque en este caso los costos sean menores porque aun usando gas la tarifa final eléctrica no baja.
En el caso de los usuarios residenciales, mientras la energía sea considerada una mercancía solo podrá tenerla quien la pueda pagar, porque la política de los subsidios tiene un límite muy claro y corto. No nos olvidemos que el modelo productivo argentino es de exportación. Mientras la energía se importe y se la compremos a las multinacionales no va a faltar, claro que solo para quienes puedan pagarla.
La gravedad de la crisis se mide mejor en las periferias y en particular en el interior del país que es donde generalmente se hacen los cortes programados. Cuando la oscuridad sale de los barrios pobres y llega al centro es porque ya no se puede ocultar. Por eso la ciudad de Buenos Aires tiene una tarifa muy barata comparada con cualquier zona interior del país. En interior no se puede usar electricidad para calefacción por su precio mientras en la capital, la gente lo hace.
Hay que tener en cuenta que cuando se habla de importar energía son las mismas multinacionales que se compran a sí mismas. De aquí se llevan la materia prima. Sus barcos, como el caso de Repsol-YPF hacen cola en los puertos con el gas que nos traen. Exportamos crudo. Compramos nafta. Son los absurdos del país dependiente.
¿Cómo se sale de esta situación?
Sólo cambiando el modelo energético. Se trata además de un mandamiento ético, un país signo es que garantiza para todos gas, electricidad y agua. En el mundo, el 80% de la energía que se produce se la quedan el 20% de la población mundial. Sin dar vuelta esta ecuación no hay solución. Hay que cambiar el modelo consumista por un modelo de uso social de la energía. Por eso mientras la energías este en manos privadas no hay salida.
Romper la dependencia
“El modelo energético basado en la privatización, segmentación de los sectores y extranjerización fracasó. Este Gobierno niega esa realidad. Hace igual que las anteriores administraciones, con el agravante que la actual ha profundizado este cuadro con sus decisiones, la creación de leyes de ampliación de las concesiones, las iniciativas de favor y acuerdos secretos con las empresas multinacionales a través de ENARSA para la exploración y explotación (off-shore) de la plataforma marítima argentina, entre otros territorios nacionales.
El fracaso del modelo, lo pone de manifiesto, la crisis energética que aparece a la luz pública, cuando hace calor, cuando hace frío, cuando hay sequías, incluso cuando crece la demanda.
Argentina tiene un modelo económico que esta reprima rizado, dado que su base es la exportación de alimentos (cereales, soja), minerales, y fundamentalmente energía (petróleo crudo, y gas). Agreguemos, que acá no hay valor agregado, industrialización. Es más exportamos petróleo crudo y ahora estamos importando entre otros productos naftas elaboradas ( Súper, Premium ).
Integración regional
¿Qué pasa es materia de integración y complementación territorial? El MERCOSUR no ha dejado de ser una integración ligado al interés de las multinacionales aún en materia energética
La única integración real que existe en el campo de la energía es la que realiza Venezuela a través de Petroamérica. Ese país entiende que teniendo petróleo y gas en abundancia, no pude haber naciones hermanas sin la energía necesaria para sostener la vida de su poblaciones. Muchos países que no pueden pagar los precios los exorbitantes de las multinacionales son condenados a la indigencia. Las Naciones Unidas tienen en cuenta para medir la longevidad de la población de un país si esa nación tiene acceso o no a la electricidad. De esta forma, con energía, las expectativas de vida pueden ir de 75 años para arriba, sin energía como en muchos países africanos no se vive más allá de los 50 años.
La integración energética debe hacerse en función de los intereses y necesidades de los pueblos, no de los gobiernos, menos aun cuando estos actúan en función de los intereses de las multinacionales. Contradictoriamente, este gobierno que se dice nacional y popular a diferencia de Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Uruguay no tiene política energética.
Sin exploración y con las reservas al borde del agotamiento, ¿cómo se sale del actual cuadro?
Las reservas descubiertas por las empresas del estado YPF, (había petróleo para 18 años) y gas del Estado (había reservas de gas para 30 años o más) hoy lo que queda, no superan los 8 años de reservas. En el marco de las privatizaciones y las políticas liberales y neoliberales, todo se exporto con claro beneficio de las multinacionales que se adueñaron de la riqueza estratégica de los argentinos. Los hidrocarburos son valores estratégicos, para cualquier país y/o región no son simples comodities, como afirman los liberales.
Las reservas comprobadas de petróleo y gas, vienen cayendo 12% y 45% respectivamente, desde hace años (algunos afirman desde el 2003, otros desde el 2005) así como cae la producción anual de los hidrocarburos. No hubo inversión de capital de riesgo.
Las multinacionales dejaron de explorar alegando que el negocio no es viable, sin embargo están entre las 200 empresas que mas facturan en el país, además cabe preguntarse, ¿si no es viable, alguien puede aportar un nombre de una petrolera que abandono el país en los últimos 30 años por falta de rentabilidad?
En la década del 80 se exploraba (YPF) un promedio de 110 pozos de petróleo por año, después de la privatización, en la década del 90, el promedio bajo a 95 pozos por año. En la década del 2000 ese promedio se redujo a unos 50 pozos por año y en la actualidad, hay quienes afirman que la exploración de pozos está entre 17 a 24 pozos por año.
La importación de energía eléctrica en un 63% confirma la situación crítica de nuestro sistema energético. (Aunque aseguren que fue por la falta de gas). CAMMESA, la Campañía Administradora del Mercado Eléctrico Mayorista informó que en junio las adquisiciones externas de electricidad a Brasil, alcanzaron 592,1 Gigawatts/hora (Gw/h) contra los 363,2 Gwh correspondiente al mismo mes de 2010.
¿Cuáles son los principales pasos para revertir este modelo privatizado y extranjerizado, y por lo tanto incapaz de servir a cualquier proyecto de desarrollo nacional?
Cumplir con la Constitución Nacional, leyes y demás disposiciones regulatorias que son desconocidas por el mercado que es sinónimo de “empresas multinacionales”. La energía tiene que plantearse como una cuestión de Estado, estratégico, como un bien social, un derecho humano y como un problema de todos los sectores que componen la sociedad. Se debe dejar atrás el concepto liberal que el petróleo y el gas son comodities.
El abastecimiento de agua y servicios sanitarios, gas, energía eléctrica y la provisión de combustibles deben ser declarados como Servicios Públicos, y no gestionados como simples productos de mercado. El Estado nacional tiene que retomar el control de la actividad, compartir la gestión con las provincias. Es central que los poderes públicos vuelvan a ejercer funciones básicas arrebatadas en el proceso de la privatización que son, planificación, regulación y gestión del sector energético.
Deben anularse los decretos desreguladores de Menem y las prorrogas (violatorias de las leyes vigentes) de las concesiones, basadas en infracciones a la ley 17.319 y la denominada la ley “corta” (Ley 26197), que habilitó la fragmentación del subsuelo y de toda otra legislación que se oponga a la recuperación del dominio útil para el Estado Nacional con la participación de todas las provincias.
Los cortes de servicios se deben a la falta de inversiones de las privadas. Hay que terminar con esto de que en base al cobro de impuestos a los usuarios, el Estado termina haciendo obras de infraestructura necesarias para garantizar las ganancias de las privadas. Hay que cambiar la estructura tarifaría que fue desarrollada en base al valor dólar durante la convertibilidad, y castiga a los que menos consumen (los cargos fijos) que además se ven seriamente perjudicados cuando ahora hay que pagar un impuesto a la importación por falta de gas, encareciendo los valores que enfrentan los consumidores.
Proponemos declarar al gas licuado de petróleo (la garrafa de cocina) como un servicio público, para terminar con la falta de un precio social y que el manejo de las garrafas, no supeditado a las multinacionales como ahora. Es imprescindible cambiar los marcos regulatorios que tienen vigencia desde los 90 cuando se produjo la privatización y por lo tanto sustentan toda la estructura neoliberal en el ámbito de la energía.
Hay que ir cambiando la matriz energética, para dar por finalizada la etapa de la dependencia de los hidrocarburos. Terminar con las leyes de privatización (YPF, GdE, Hidronor, Segba) y derogación de las que presenten ilícitos en su sanción e implementación. Anular los contratos de concesión de operación que hayan sido incumplidos por las empresas
Creemos necesario renegociar las concesiones de exploración/explotación de hidrocarburos, para convertirlas en contratos de obra, eliminando la libre disponibilidad de los hidrocarburos y de las divisas obtenidas por exportación, de que gozan las empresas. Reformar el régimen del mercado mayorista del gas y el de la electricidad.
Replantear también el funcionamiento, las atribuciones y la conformación de las autoridades de los organismos de control, que no existen (no hay designación) y son ineficientes a la hora de la defensa de los intereses de los usuarios.
Terminar con el oligopolio extranjero como paso trascendental en la recuperación de la riqueza del pueblo argentino y la soberanía nacional.
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