¿De dónde viene el asunto electoral mexicano que no termina de nacer y sigue enredándose?

¿De dónde viene el asunto electoral mexicano que no termina de nacer y sigue enredándose?
Pedro Echeverría V.
1. El actual proceso electoral, la legitimación de los partidos políticos y los organismos que se encargan de las elecciones vienen de 1977, del gobierno de López Portillo y de sus asesores políticos, Reyes Heroles, el principal. Debe recordarse que todos los candidatos presidenciales del PRI ( partido en el gobierno) tuvieron oposición electoral desde que nació en 1929; algunos dentro del mismo aparato priísta, pero desde los años cuarenta un candidato del PAN era alentado desde el gobierno para hacer la competencia. Pero en 1976 el candidato López Portillo se quedó sólo porque el PAN –por problemas internos- no pudo lanzar candidato. Esa situación, más las presiones de la centroizquierda organizados en sindicatos: electricistas, universitarios, izquierda radical, provocaron que el gobierno del PRI se planteara la “recuperación de la confianza”, pero sobre todo de millones de votos que tendían a debilitar más al Estado y al gobierno. Para recuperar la clientela política perdida el gobierno de López Portillo decretó la llamada reforma política o electoral de 1977.
2. Los partidos desde los cincuenta sólo eran cuatro: el PRI, el PAN, el PPS y el PARM. La realidad es que el PRI era casi partido único desde 1929, porque controlaba el 98 por ciento de los cinco mil cargos electorales y administrativos a nivel nacional. El PAN tenía unos 10 en todo el país, el PPS tres y el PARM uno, por decir algo. Pero en 1964 el mismo PRI repartió diputaciones de partido o de minoría: 20 al PAN encabezado por Christielb Ibarrola, 10 al PPS liderado por Lombardo Toledano y 5 al PARM dirigido por el general Juan Albarrán. No existía la oposición en la práctica porque eran partidos de presión subsidiados por el mismo gobierno. ¿Quién podía animarse a votar si cada elección era exactamente más de lo mismo? El PPS y el PARM apoyaron siempre -cada seis años- al candidato del PRI en nombre del “nacionalismo”, y el PAN jugaba a la oposición de derecha para obtener el cinco por ciento de la votación. Para acabar con ese estado de cosas se proclamó la Reforma de 1977.
3. En 1977 aparecen varios partidos y organizaciones que buscan su registro, mismo que significaba: subsidios económicos millonarios de gobierno, pago de locales, derecho a la TV, imprentas y propaganda, además diputados de elección y de proporción. En la derecha se registró el Partido Demócrata Mexicano (PDM) de carácter sinarquista y de la ultra derecha de los Abascal, Zermeño y González Gollás: por la izquierda aparecieron varios: el Partido Comunista Mexicano (PCM) de Martínez Verdugo, Pablo Gómez, Amalia García; el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) de Heberto Castillo, Buho Valle, Paoli Bolio; el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) de Aguilar Talamantes, Jesús Ortega, Graco Ramírez; el Partido Socialista Revolucionario (PSR) de Roberto Jaramillo; el Partido Revolucionario del los Trabajadores (PRT) de Manuel Aguilar, Edgar Sánchez, Jaime González. Varios han desaparecido para recomponerse en PRI, PAN, PRD, PVEM, PT, MC y NA.
4. Diez años después de aquella reforma política, en 1987-88 surgió una oposición de centro-izquierda encabezada por Cárdenas, Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, incluso López Obrador, que al parecer fue despojada del triunfo por Carlos Salinas y el PRI. Desde entonces el absoluto dominio del PRI comenzó a caer hasta que en el año 2000 Vicente Fox del PAN ganó la elección presidencial. Hoy los procesos electorales parecen maduros, pero la realidad es que siguen determinados por quienes dominan el gobierno, el empresariado, los medios de información y el clero. El pueblo deposita su voto para legitimar a los candidatos y partidos que los medios de información –al servicio de los más poderosos- han remachado en la cabeza de los electores, pero también a favor de quienes han comprado los votos con regalos y promesas. No se podría decir que hay madurez entre los electores; aunque lo digan a los cuatro vientos quienes ganan.
5. La realidad es que eso que llaman “democracia electoral” existe en México sólo formalmente porque en los hechos sigue pareciéndose más al siglo XIX y a la dictadura porfiriana. En 1908 el dictador Porfirio Díaz dijo a un periodista gringo –después de 32 años de gobernar- que creía que “ahora sí” México ya estaba maduro para la democracia y que él mismo ya estaba preparado para dejar la presidencia a quien salga triunfante de las elecciones. No se sabe cómo pudo medir esa “madurez”, pero la realidad es que se piensa más que ya estaba cansado de estar en el poder y buscaba a un sustituto de su confianza. Dos años después estalló la revolución mexicana y a los pocos meses Díaz se exilió de México. Desde 1917 –la revolución burguesa triunfante, con su flamante Constitución y sus tres poderes- ha realizado elecciones en México, hace casi un siglo, y si analizamos a través de sus resultados, vemos que la “madurez” de la que hablaba Díaz en 1908, no aparece en ningún lugar.
6. Tengo la convicción que los electores –desafortunadamente- son siempre muy manipulables y quienes triunfan en los procesos son aquellos que mayor capacidad tienen para obtener grandes financiamientos para sus campañas. No se si ahora cambie la situación con la campaña presidencial de López Obrador que ha usado muy poco dinero en sus giras electorales, que no usa aviones y helicópteros privados tal como lo hace el PRI y el PAN. En México no hay experiencias al respecto porque quienes han obtenido la Presidencia lo han hecho haciendo uso dispendioso de dineros públicos y de particulares. Sin embargo ahora las cosas parecen cambiar a partir del levantamiento de los estudiantes contra los medios de información y su candidato Peña Nieto. Pero no puede decirse que ya todo es distinto porque eso será hasta el 1 de julio. De todas maneras hay que seguir reflexionando acerca si el pueblos mexicanos, como dijo Porfirio Díaz, está ya maduro para la democracia. (5/VI/12)
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