La vergonzosa operación entreguista de Peña Nieto
Lo
grave de esta vergonzosa operación entreguista es que también fue
aprobada ya por Enrique Peña Nieto, como lo anunció el propio equipo de
transición de éste mediante un comunicado de prensa emitido en Madrid
Revista EMET
Nunca como en este momento se había
requerido un Estado firme, con una visión patriótica, para hacer frente a
los riesgos de una crisis generalizada que parece no tardar en
presentarse. Sin embargo, nunca como ahora el Estado mexicano ha
presentado una debilidad tan marcada, producto de que al frente del
mismo está una camarilla gobernante sólo atenta a servirse del poder
para hacer pingües negocios de índole particular. Esto se acaba de
confirmar con las declaraciones del presidente de España, Mariano Rajoy,
respecto de las pláticas que desde el mes de abril inició con Felipe
Calderón, para establecer convenios que habrán de fortalecer la economía
de Galicia, en la península ibérica.
Lo grave de esta vergonzosa operación entreguista es que también fue aprobada ya por Enrique Peña Nieto, como lo anunció el propio equipo de transición de éste mediante un comunicado de prensa emitido en Madrid. El presidente de dicha región, Alberto Núñez Feijóo, agradeció a Peña Nieto el gesto de avalar una operación que lo habrá de favorecer en su campaña para relegirse, al manejarla como un éxito personal. El hecho por demás contundente es que así se reafirma la convicción de que Peña Nieto llegará a Los Pinos con la convicción de aprovechar al máximo su gestión para favorecer exclusivamente a la oligarquía y sus socios extranjeros.
Más grave aún es que tal estrategia entreguista (una clara traición a la patria) se ha llevado a cabo, por Calderón y seguramente por su sucesor, en un entorno económico y social muy dramático, que ha estado afectando por sí solo a las clases mayoritarias, situación que obliga a tomar medidas correctivas de fondo, sobre todo en el marco de la microeconomía, absolutamente desatendida desde hace tres décadas. El propio “gobierno” de Calderón, contra su absurdo triunfalismo, por boca del subsecretario de Hacienda y Crédito Público, Gerardo Rodríguez Regordosa, acaba de aceptar que “el panorama es más complicado de lo previsto”.
Y más lo será, sin duda, debido al total desinterés de la cúpula gubernamental por enfrentar los problemas que la misma tecnocracia ha provocado. ¿No es criminal, en semejante entorno, querer ahondar la recesión y el ahorcamiento del mercado interno con las mentadas reformas estructurales? Sobre todo cuando aún falta lo peor: una recesión en Estados Unidos, situación que no descartan los especialistas, pues será muy difícil que haya un acuerdo en Washington sobre la forma de salvar el “precipicio fiscal” que amenaza a la principal economía del mundo.
En su gira europea, Peña Nieto está demostrando su visión gerencial, absolutamente desvinculada de la realidad nacional, al mostrarse ante sus anfitriones como un dinámico gerente de ventas de una marca llamada “México, Sociedad Anónima”, cuando lo que urge es demostrar una visión de Estado acorde con la terrible magnitud de los problemas que enfrenta el mundo en este momento, de los que nuestro país no puede ser ajeno, sobre todo cuando, como lo reconoció Rodríguez Regordosa, la mexicana “es una de las economías más abiertas del mundo y por ende está sujeta a la influencia negativa o positiva del entorno”. Aun así, Peña Nieto ya reafirmó su compromiso con la estrategia aperturista, como lo hizo público ante empresarios alemanes en Berlín.
Es obvio que con una clase gobernante como la que tenemos no necesitamos enemigos externos. Sin embargo, sus miembros actúan como lo hacen porque han encontrado un terreno propicio, pues la izquierda mexicana padece la enfermedad mortal del divisionismo incurable, y las organizaciones sociales sólo están atentas a sus muy particulares intereses, ya no se diga los sectores sindicales y sociales. ¿Acaso la oligarquía tiene el riesgo de enfrentar una huelga general en México? ¿No sería muy diferente la realidad nacional, si el 70 por ciento de la población del país cerrara filas en torno a medidas muy firmes en defensa de sus legítimos intereses?
Así como vamos, lo que nos puede ocurrir es una hecatombe social en muy poco tiempo, luego de que se declarara la quiebra económica del país, en un marco social apocalíptico, como el que se vislumbra ante la debacle del “gobierno” de Calderón que deja como principal herencia una sociedad fracturada y envilecida por tanta violencia y muerte. De ahí el imperativo de que, por primera vez en la historia del país, se dejen a un lado intereses mezquinos y se piense en la nación, pues los riesgos que ahora enfrentamos, sólo los tuvimos cuando los reformadores encabezados por Benito Juárez enfrentaron el poderío de Francia.
Es preciso tener en cuenta que la elite política y económica no sirve a los intereses de la nación, motivo más que suficiente para cerrar filas en defensa de la patria. No hacerlo ahora equivaldrá a cancelar el futuro de México.
Lo grave de esta vergonzosa operación entreguista es que también fue aprobada ya por Enrique Peña Nieto, como lo anunció el propio equipo de transición de éste mediante un comunicado de prensa emitido en Madrid. El presidente de dicha región, Alberto Núñez Feijóo, agradeció a Peña Nieto el gesto de avalar una operación que lo habrá de favorecer en su campaña para relegirse, al manejarla como un éxito personal. El hecho por demás contundente es que así se reafirma la convicción de que Peña Nieto llegará a Los Pinos con la convicción de aprovechar al máximo su gestión para favorecer exclusivamente a la oligarquía y sus socios extranjeros.
Más grave aún es que tal estrategia entreguista (una clara traición a la patria) se ha llevado a cabo, por Calderón y seguramente por su sucesor, en un entorno económico y social muy dramático, que ha estado afectando por sí solo a las clases mayoritarias, situación que obliga a tomar medidas correctivas de fondo, sobre todo en el marco de la microeconomía, absolutamente desatendida desde hace tres décadas. El propio “gobierno” de Calderón, contra su absurdo triunfalismo, por boca del subsecretario de Hacienda y Crédito Público, Gerardo Rodríguez Regordosa, acaba de aceptar que “el panorama es más complicado de lo previsto”.
Y más lo será, sin duda, debido al total desinterés de la cúpula gubernamental por enfrentar los problemas que la misma tecnocracia ha provocado. ¿No es criminal, en semejante entorno, querer ahondar la recesión y el ahorcamiento del mercado interno con las mentadas reformas estructurales? Sobre todo cuando aún falta lo peor: una recesión en Estados Unidos, situación que no descartan los especialistas, pues será muy difícil que haya un acuerdo en Washington sobre la forma de salvar el “precipicio fiscal” que amenaza a la principal economía del mundo.
En su gira europea, Peña Nieto está demostrando su visión gerencial, absolutamente desvinculada de la realidad nacional, al mostrarse ante sus anfitriones como un dinámico gerente de ventas de una marca llamada “México, Sociedad Anónima”, cuando lo que urge es demostrar una visión de Estado acorde con la terrible magnitud de los problemas que enfrenta el mundo en este momento, de los que nuestro país no puede ser ajeno, sobre todo cuando, como lo reconoció Rodríguez Regordosa, la mexicana “es una de las economías más abiertas del mundo y por ende está sujeta a la influencia negativa o positiva del entorno”. Aun así, Peña Nieto ya reafirmó su compromiso con la estrategia aperturista, como lo hizo público ante empresarios alemanes en Berlín.
Es obvio que con una clase gobernante como la que tenemos no necesitamos enemigos externos. Sin embargo, sus miembros actúan como lo hacen porque han encontrado un terreno propicio, pues la izquierda mexicana padece la enfermedad mortal del divisionismo incurable, y las organizaciones sociales sólo están atentas a sus muy particulares intereses, ya no se diga los sectores sindicales y sociales. ¿Acaso la oligarquía tiene el riesgo de enfrentar una huelga general en México? ¿No sería muy diferente la realidad nacional, si el 70 por ciento de la población del país cerrara filas en torno a medidas muy firmes en defensa de sus legítimos intereses?
Así como vamos, lo que nos puede ocurrir es una hecatombe social en muy poco tiempo, luego de que se declarara la quiebra económica del país, en un marco social apocalíptico, como el que se vislumbra ante la debacle del “gobierno” de Calderón que deja como principal herencia una sociedad fracturada y envilecida por tanta violencia y muerte. De ahí el imperativo de que, por primera vez en la historia del país, se dejen a un lado intereses mezquinos y se piense en la nación, pues los riesgos que ahora enfrentamos, sólo los tuvimos cuando los reformadores encabezados por Benito Juárez enfrentaron el poderío de Francia.
Es preciso tener en cuenta que la elite política y económica no sirve a los intereses de la nación, motivo más que suficiente para cerrar filas en defensa de la patria. No hacerlo ahora equivaldrá a cancelar el futuro de México.
Guillermo Fabela - Opinión EMET
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