Compromisos de EPN a un año de distancia
REVISTA SIEMPRE!
En:Articulistas Fecha:25 mayo, 2013
Antes de que el rumbo de la nación se pierda
Martín Esparza Flores
Hace justo un año, cuando las campañas
electorales llegaban a su mayor apogeo, el entonces candidato del PRI,
Enrique Peña Nieto, se comprometió en reiteradas ocasiones a bajar las
tarifas eléctricas tanto en el consumo doméstico como industrial. Tal
planteamiento lo expresó en ciudades como Villahermosa, Veracruz y
Tijuana; en esta última, por ejemplo, destacó como improrrogable la
reducción en los cobros de electricidad, por ser parte de un sentido
reclamo en un estado golpeado por un verano de más de 40 grados
centígrados.
Faltaba un mes para los comicios donde se definiría la Presidencia de la República y el abanderado del tricolor proponía a todo México una reforma energética que entre sus principales objetivos tendría el bajar las tarifas eléctricas calificadas entonces por Peña Nieto como elevadas, impidiendo hacer más competitivos los sectores productivos del país.
Faltaba un mes para los comicios donde se definiría la Presidencia de la República y el abanderado del tricolor proponía a todo México una reforma energética que entre sus principales objetivos tendría el bajar las tarifas eléctricas calificadas entonces por Peña Nieto como elevadas, impidiendo hacer más competitivos los sectores productivos del país.
Su spot difundido una y otra vez
en los medios destacaba: “Éste es mi compromiso y tú sabes que lo voy a
cumplir”. Y para sellar su pacto con los potenciales electores, tamizaba
sus promesas con el slogan: “Te lo firmo y te lo cumplo”. Y en
efecto, ante notarios de diversos estados, el aspirante presidencial
firmó públicamente compromisos como el de evitar alzas en la canasta
básica, mayor empleo, elevar los salarios y el nivel de vida de los que
menos tienen. Algunos de los puntos contenidos en su decálogo de
campaña.
A casi seis meses de su administración,
la realidad social que viven los mexicanos a los que se les prometió un
rumbo distinto en la economía que debería beneficiarlos es similar o
peor a la de hace un año; en millones de hogares crece la indignación
porque sus recibos de luz se incrementan mes a mes y los industriales
acaban de ver impactados sus procesos y costos de producción, por un
incremento del 8.4 por ciento en sus tarifas; la economía apenas ha
crecido en un uno por ciento y la reforma laboral anunciada como el
detonante mágico para crear más y mejores empleos ha sido utilizada por
los patrones para aniquilar empleos formales y abusar de las outsourcings, ahora legalizadas y consentidas en la involución laboral.
Por si fuera poco, el transporte
público, utilizado masivamente por la clase trabajadora, ha tenido
incrementos de un 20 y 30 por ciento, y productos de la canasta básica
como algunas legumbres, entre éstas el tomate verde, se han disparado
hasta en un 400 por ciento, llegando a 40 pesos el kilo. De igual forma
se han registrado incrementos en el pan y la leche. Otros alimentos
básicos como el huevo se mantienen en los 40 pesos el kilo cuando
todavía hace un año su precio no rebasaba los 18 pesos. En contraparte,
los salarios continúan siendo insuficientes, anulando con ello la más
mínima recuperación en el nivel de vida de los trabajadores.
Sin duda que fuera del ámbito de los
pactos, planes y proyectos que se vienen anunciando hay que retomar las
promesas hechas hace un año, y firmadas ante la nación, para recordar
que en muchos de los compromisos asumidos entonces, como el bajar las
tarifas eléctricas, nunca se dijo al pueblo de México que para hacerlo
sería necesario privatizar el petróleo y la industria eléctrica.
Antes de que el rumbo de la nación
nuevamente se pierda como sucedió con los gobiernos panistas debe
asumirse un verdadero golpe de timón en lo hasta ahora realizado para
escuchar las voces de los auténticos sectores sociales, porque hay
formas de sacar el país adelante sin la necesidad de privatizar nuestros
recursos energéticos, ni entregando a las trasnacionales el patrimonio
de los mexicanos, en pleno respeto a lo establecido en nuestra
Constitución. La nación tiene en sus trabajadores la entereza y fuerza
suficientes para sacar adelante a la economía sin los yugos que
organismos internacionales como la OCDE y el Banco Mundial imponen al
modelo neoliberal.
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