México y su paradoja de vender petróleo sin ganancias
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Ningún
empresario, grande o pequeño, y en sus cabales, aceptaría mantener un
proceso de producción que le representara pérdidas o exiguas ganancias,
insuficientes para cubrir sus obligaciones elementales como el pago a
sus proveedores. Por tal razón, los mexicanos debemos plantearnos si
vale la pena seguir extrayendo petróleo a un precio incosteable y
analizar si no sería mejor opción dejarlo en los pozos hasta que los
precios internacionales garanticen una verdadera utilidad.
A principios de año, cuando el valor del
crudo se derrumbó hasta los 24 dólares por barril, se puso de
manifiesto el mal negocio que representaba vender el hidrocarburo por
debajo de su costo básico de producción de 26 dólares, con una pérdida
de 2 dólares. Ante tan adverso escenario que obligaba a reconsiderar y
evaluar el funcionamiento de Pemex, se optó por continuar con una
operación mercantil en franca desventaja.
En las últimas semanas, el imperceptible
repunte de los precios del crudo, ha situado el barril de petróleo en
el rango de los 30 dólares, costo aún lejano para compensar las
millonarias pérdidas que desde el 2015 viene acumulando Pemex, ahora
transformada en una empresa productiva del Estado, cuya quiebra ya toca
a sus puertas y atribuida, entre otros factores, a la caída de sus
ventas, el incremento en el pago de sus impuestos, el alza en sus costos
de operación, incrementado siete veces por el desplome del peso frente
al dólar, sus pasivos laborales y los efectos acumulados de un saqueo
permitido por décadas en la persona de sus directores y altos
funcionarios. Pemex dejo de tener ganancias y ahora amenaza convertirse
en un tonel sin fondo, arrinconado en un callejón sin salida.
El derrumbe de los precios internacionales del oro negro
fue el detonante que vino a dar el tiro de gracia a la emblemática
empresa nacional en cuyos hombros descansó gran parte de la
consolidación de las instituciones y del desarrollo nacional del siglo
pasado. Su insolvencia y falta de liquidez ha llegado al extremo de
echar mano a empréstitos de la banca de desarrollo (Bancomext, Nacional
Financiera y Banobras), por un total de 15 mil millones de pesos a fin
de paliar los adeudos con sus pequeños y medianos proveedores. Al
cierre de 2015, la ex paraestatal tenía adeudos acumulados por 150 mil
millones de pesos con contratistas y abastecedores, logrando subsanar de
dicho monto sólo 20 mil millones de pesos con recursos propios.
Sin saldo a favor, Petróleos Mexicanos
ha reconocido que la reforma energética no ha representado un alivió a
sus finanzas en cuanto a la reducción de su carga fiscal se refiere. De
acuerdo a lo planteado, la reforma permitiría a la ahora empresa
productiva liberarse de la imposición de altos impuestos con el objetivo
de fortalecer sus finanzas y hacerla más competitiva en el libre
mercado que se avecina.
Sus funcionarios han reconocido en el
Congreso que, por el contrario, se aumentó la tasa impositiva en 2015,
pagando en su primer trimestre por impuestos y derechos 99 mil 600
millones de pesos, lo que le impidió tener ganancias por 174 mil
millones de pesos, pero en contrasentido abonar una pérdida neta a sus
finanzas por 167 mil 600 millones de pesos.
En los hechos, Pemex sigue subsidiando,
ahora con sus pérdidas y no con sus ganancias, al 33 por ciento del
presupuesto público federal, bajo el pago del tramposo concepto de
“utilidad compartida” que vino a suplir el antiguo derecho sobre
hidrocarburos. Además, la reforma energética sólo autoriza a Pemex
deducciones por un 12.5 por ciento, mientras que a las empresas privadas
el beneficio de incrementa hasta un 60 por ciento.
Por el recorte de 100 mil millones de
pesos que la petrolera afrontará este año, dejará de producir 100 mil
barriles al día y abandonará procesos de extracción y exploración,
dejándolos en manos de la iniciativa privada, anticipando su
irreversible desmantelamiento, pues mientras las empresas privadas,
nacionales y extranjeras, gozarán de exenciones fiscales, Pemex debe, en
teoría, entrar a competir enfrentando una situación de bancarrota,
agudizada por el aumento de su carga fiscal que la condena a quedar con
los bolsillos vacíos. De no corregirse en lo inmediato el rumbo de la
petrolera, se corre el riesgo de que en 2017 represente al país un
quebranto fiscal del orden de los 200 mil millones de pesos.
Todo lo planteado en la reforma
energética sobre el futuro promisorio de Petróleos Mexicanos se está
viniendo a pique y demuestra que su imposición realizada sin la
aprobación de la sociedad y desoyendo la opinión de los expertos en la
materia, es una irresponsabilidad de la clase gobernante que desde hace
30 años se ha empecinado en alentar el modelo neoliberal que ha
permitido el saqueo tanto de Pemex como de los recursos naturales del
país.
En el recuento de los daños aparecen los
privilegios de que han gozado los altos funcionarios de la exempresa
pública y el grado de corrupción con que se operaron y otorgaron miles
de contratos de servicios y adquisiciones, ocultos y solapados en el
tiempo de “vacas gordas”, que no tendrían cabida en otras empresas
petroleras en el mundo. Prevaricantes funcionarios a los que nunca les
importó el progreso del país sino el beneficio propio, mismos que
despreocupados insisten en vender a precio de ganga nuestros
hidrocarburos, anexando las pérdidas a las finanzas públicas que
terminamos pagando millones de mexicanos.
En ningún país del mundo, un gobierno
aceptaría mantener en operación a una empresa que se encuentra en
evidente quiebra, con una deuda de 80 mil millones de dólares y
acorralada por la falta de recursos que ha orillado a anunciar su
retiro de actividades en 95 campos petroleros que le fueron asignados en
la llamada Ronda Cero.
Aunque se insista en señalar que la
ahora empresa productiva del Estado es financieramente viable, sus
números dicen lo contrario pues los principios de contabilidad básica
establecen que cuando los pasivos de una empresa son mayores a sus
activos, la quiebra es un hecho consumado y en el tercer trimestre de
2015, los estados contables de Pemex arrojaban pasivos por 3 billones
240 mil millones de pesos frente a 2 billones 140 mil millones de pesos
de activos.
Si la irresponsable clase política no
mete reversa y rectifica el rumbo de la petrolera, el resto de la
economía pagará las consecuencias de proseguir en la venta de nuestro
petróleo acumulando pérdidas. Ya millonarios recursos a programas
sociales han sido cancelados y rubros como la salud y la educación
saldrán seriamente afectados por los recortes presupuestales. Y no está
por demás cuestionarnos: ¿Y hasta cuando se dignarán tomar en cuenta a
los millones de mexicanos que saldremos afectados con esta política
neoliberal?
Martín Esparza Flores
*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Comentarios