La guerra entre Hillary y Trump toca también a las energías renovable y convencional
Las últimas encuestas hablan de una ligera ventaja de la candidata demócrata, Hillary Clinton, sobre el candidato republicano Donald Trump, pero lo cierto es que aún no hay nada decidido. Sus programas electorales no sólo reflejan importantes diferencias en materia política, económica y social, sino también en todo lo relacionado con la energía. Ambos coinciden en señalar al energético como un sector fundamental para la creación de empleo, pero difieren completamente en la manera de conseguirlo.
Clinton ha manifestado su firme apoyo a las energías renovables, especialmente a la eólica y la solar, en detrimento del carbón y el petróleo que, en su opinión, “suponen un serio obstáculo para convertir a Estados Unidos en una superpotencia mundial en energía limpia, algo fundamental para reducir las emisiones nocivas a la atmósfera”. Una apuesta por las energías verdes que va claramente en línea con las medidas adoptadas en los últimos años por el Presidente Barack Obama.
Un plan totalmente contrario al de su oponente, Donald Trump. En líneas generales, el polémico magnate de los negocios apuesta por incrementar la producción de petróleo y de gas, y pretende un mayor uso del carbón “parafortalecer la seguridad energética y conseguir la independencia energética del país”. Considera que las energías renovables son “caras” y pretende acabar con los subsidios federales para este tipo de tecnologías, además de considerarlas –en clara referencia a la eólica– “un peligro para las aves y poco estéticas visualmente”.
A la vista está que el resultado electoral será vital para conocer cuál será el destino del país en materia energética en los próximos años. Clinton, que considera el cambio climático “una de las amenazas más urgentes de nuestro tiempo”, ha prometido objetivos nacionales de energía limpia. Para fomentar la expansión de las renovables, destinará 60 mil millones de dólares para reducir la contaminación y pedirá la colaboración de los Estados, ciudades y comunidades rurales.
La actual Secretaria de Estado se ha comprometido a instalar 500 millones de paneles solares antes de que acabe el primer mandato, reducir en un tercio el gasto de energía en hogares, escuelas, hospitales y oficinas, y reducir también en un tercio el consumo de petróleo mediante el uso de combustibles más limpios.
La aspirante a la Casa Blanca también pretende terminar con los subsidios fiscales para las empresas de petróleo y gas, mejorar la seguridad de las infraestructuras energéticas existentes, revitalizar las comunidades de carbón mediante la inversión de 30 millones de dólares para crear nuevos empleos e industrias y diversificar sus economías, establecer una regulación estricta para la fractura hidráulica, y el uso del gas natural como combustible clave en la transición hacia una economía baja en emisiones.
Mediante estas y otras iniciativas, Clinton pretende reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 30% en 2025 y en más de un 80% antes de 2050.
APOYO A LAS ENERGÍAS CONVENCIONALES
La otra cara de la moneda la representa Donald Trump, cuestionado por sus innumerables declaraciones públicas sobre temas controvertidos que han suscitado la indignación de muchos sectores de la población. El aspirante republicano dio a conocer los detalles de su plan energético en mayo.
Entre sus propuestas destacan la reducción de las regulaciones aprobadas por Obama en materia medioambiental, así como la cancelación del Acuerdo de París, firmado en diciembre pasado –que recoge los compromisos nacionales para frenar el calentamiento global y obliga a los países firmantes a rendir cuentas de su cumplimiento– ya que, a su juicio, “desincentiva la inversión empresarial y la creación de empleo”.
El candidato republicano se ha atrevido a calificar de “engaño” algunas de las cuestiones relacionadas con el cambio climático –poniendo en duda las conclusiones de la comunidad científica sobre el tema–, y ha afirmado que retirará todos los fondos de Estados Unidos destinados a la Organización de las Naciones Unidas que tengan que ver con este asunto, a la vez que reducirá las regulaciones aprobadas por Obama en esta materia.
Entre sus prioridades también se encuentran la construcción del oleoducto Keystone XL, que supondría el transporte de más de 800 mil barriles diarios de crudo desde Canadá a diferentes regiones del país, un proyecto que fue rechazado por el Departamento de Estado por su impacto ambiental; así como su negativa a importar petróleo de la OPEP o de cualquier nación que vaya en contra de los intereses que permitan establecer “el dominio energético de América”.
HILLARY, LA APUESTA DEMÓCRATA
Abogada de profesión, Hillary Clinton ya conoce los entresijos de la Casa Blanca. Fue primera dama durante los dos mandatos de su marido, Bill Clinton, como Presidente de Estados Unidos. En el año 2000, se convirtió en la primera mujer en servir como Senadora por el Estado de Nueva York. En 2008 se postuló a la Presidencia del país, pero no consiguió el respaldo deseado, convirtiéndose en Secretaria de Estado a petición de Obama. En noviembre de 2015 volvió a presentar su candidatura a la Casa Blanca.
TRUMP, LA APUESTA REPUBLICANA
Empresario, político, escritor y hasta presentador de televisión, Donald Trump no pasa desapercibido. Es presidente de la Trump Organization y fundador de la
empresa de hotel y juegos de azar Trump Entertainment Resorts, actualmente propiedad de Carl Icahn. Su campaña para obtener la candidatura republicana a la Casa Blanca se caracterizó por una gran atención mediática a nivel nacional e
internacional debido a sus polémicas declaraciones [buena parte la ha concentrado en esparcir el odio por México y los mexicanos], con propuestas que han escandalizado a todos los sectores.
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